COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
2 S 05, 01-03

 

1.

Contexto: -En combate con los filisteos mueren Saúl y tres hijos suyos (I Sam. 31). Al enterarse de la noticia, David no se alegra por la muerte del que le ha causado tantos sinsabores, sino que "agarró sus vestiduras y las rasgó", y sus acompañantes hicieron lo mismo. Hicieron duelo, lloraron y ayunaron por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor, por la casa de Israel..." (I Sam. 11, 11 ss).

-David ha sabido esperar pacientemente. En Hebrón, "los de Judá vinieron a ungir... a David, rey de Judá..." (2, 4); y tras el asesinato del único hijo superviviente de Saúl, Isbaal (cap. 4), David es nombrado también rey de Israel. Así llega a ser el soberano de toda la nación.

Texto:-Todas las tribus de Israel van a Hebrón (v. 1), sus representantes hacen un pacto con David y le ungen rey de Israel (v. 3).

-Motivos de la elección (v. 2):

1.) "Somos de la misma sangre": Israel y Judá poseen lazos de parentesco, de hermandad. Por encima de las discordias por vecindad, de las envidias..., están los lazos de la hermandad.

ABEL/CAIN:Abel y Caín eran prototipos de dos culturas muy diversas: la agrícola y la pastoril; el pecado de Caín consistirá, en última instancia, en no saber aceptar la diversidad del otro. Por encima de las diversidades nacionales, de la idiosincrasia de cada uno..., David será el auténtico jefe y rey que dé cohesión a un pueblo dividido. El es "uno de tus hermanos", y no un extranjero (Dt. 17, 14).

2.) "Ya antes, cuando todavía era Saúl nuestro rey, tú eras el verdadero general de Israel". En estas palabras puede escucharse el eco de su gran popularidad entre los pueblos y de las pocas simpatías con las que contaba Saúl. El que David suceda en el trono a Saúl es casi un derecho histórico; se lo ha merecido con creces: su carrera político-militar ha sido fulgurante. Con gran tranquilidad pueden aceptarlo como rey.

3.) "El Señor te dijo: Tú pastorearás a mi pueblo, Israel; tú serás jefe de Israel". Es la promesa divina que ya ha sonado en 3,9 ss.: "Le pasaré el reino de Saúl, afianzaré el trono de David sobre Israel y Judá..." La elección divina no se manifiesta externamente en ningún hecho espectacular o milagroso, sino que se inserta en ese ir descubriendo el pueblo los valores de este hombre extraordinario llamado David. A este rey se le da el título de pastor de acuerdo con la tradición literaria de los pueblos orientales y de la Biblia (Jr. 23, 1 ss...). Aplicaciones:- Que los pueblos de España son muy distintos es algo manifiesto. Y por ser esta diversidad muy enriquecedora para todos, es necesario cuidarla, mimarla, protegerla, fomentarla...

Un buen jefe, como David, será el que, respetando esta enorme diversidad, sepa dar cohesión, unión, a todos los pueblos. La unión no es uniformidad, pero por encima de la diversidad está la hermandad.

-También en nuestra Iglesia se intenta que todos sus miembros sean colegiales bien "uniformados": si un teólogo se atreve a formular una verdad revelada con un lenguaje filosófico diverso al del Denzinger, es llamado a la "uniformidad", si... ¡Pobre lenguaje humano! Como si el lenguaje humano, incluido el del Denzinger, fuera capaz de expresar y agotar el Misterio divino.

En la Iglesia se confunde unión, hermandad..., con "uniformidad". Ningún pastor de este tipo puede ser un nuevo David.

-A David el Señor "lo sacó de los apriscos del rebaño..., lo llevó a pastorear a su pueblo..." (Sal. 78, 70 ss; Ez. 24, 23; 37, 24...). Su misión no consistió en dominar por la fuerza, sino en orientar, cuidar, preocuparse y ser servidor de su pueblo.

¿Así son también nuestros pastores?

A. GIL MODREGO
DABAR 1989/57


2. /2S/04/02-12   /2S/05/01-07

El triunfo total de David no se produce sin violencias ni sin derramamiento de sangre, pero él no sólo no es su autor, sino que lo reprueba públicamente en cada caso y se lamenta del hecho. Lo hemos visto a propósito de la muerte de Saúl y Jonatán en Gelboé, después en el asesinato de Abner a manos de Joab y en la lectura de hoy en otro asesinato, el de Isbaal. Muerto Abner, que era el hombre fuerte de los partidarios de la casa de Saúl, se hallan éstos desmoralizados del todo. Anteriormente se ha dicho que durante la guerra civil "era Abner el hombre fuerte en la casa de Saúl" (3,6), y que el propio rey Isbaal, muñeco de Abner, por puro miedo no osaba replicarle, hiciera lo que hiciese (3,11). Pero -al menos según nuestro texto- Abner sabe y proclama -como lo han hecho Saúl, Jonatán, Abigail- que Dios tiene decidido que David reine sobre todas las tribus, y aprovecha una ligera discusión con Isbaal para abandonarlo y pasarse al bando de David (3,6-11). Antes de dirigirse a Hebrón para hacer una alianza con David, Abner había exhortado a los ancianos de Israel y especialmente a los de Benjamín -la tribu de la familia de Saúl- a hacer como él, invocando una promesa de Yahvé a David de hacerlo rey sobre todo el pueblo; una promesa que no sabemos en qué ocasión fue formulada, pero que ya hace tiempo corre de boca en boca, y contribuye a engrosar la facción de David y a desintegrar la del hijo de Saúl.

Si Joab elimina traidoramente a Abner no es sólo para vengar la sangre de su hermano Asael (3,28; cf. 2,22-23), sino también porque, disconforme con la política unitaria y reconciliadora de David, no acepta que David haya honrado a Abner con un banquete y haya pactado con él una alianza, no sabemos en qué términos, pero en todo caso con garantías de seguridad personal y no discriminación. La actitud de Joab recuerda la de los jornaleros que, habiendo trabajado todo el día, murmuraban contra el amo porque retribuía como a ellos a los que se les habían sumado más tarde. No quería que Abner le fuese equiparado en el reino de David, y por eso lo mata. También -valga un ejemplo histórico aproximativo- las tres guerras civiles españolas del siglo XIX acabaron con una amnistía total para los vencidos, a los que hasta se les reconocieron los grados militares y en cambio, en la guerra civil del siglo xx los vencedores siguieron una política bastante parecida a la de Joab. La desbandada entre las tribus del norte no se produce cuando Saúl muere, ni cuando Abner se pasa a David, sino cuando saben que Abner ha sido asesinado. Muchos temen entonces por su vida y los más viles corren a hacer méritos: dos oportunistas asesinan a Isbaal y caminan toda una noche para llevar su cabeza a David. Pero David reacciona igual que con el que acababa de matar a Saúl, y hace ejecutar a los dos traidores (4,5-12; cf. 1,1-16). Esta generosidad tranquiliza a los ancianos de Israel, que aclaman a David como rey.

H. RAGUER
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981


3.

La unión en un solo pueblo de todas las tribus descendientes de Jacob fue casi siempre un deseo más que una realidad. De hecho, prácticamente sólo podemos hablar de un solo pueblo durante los reinados de David y de su hijo Salomón.

En el fragmento que leemos vemos que, después de que las tribus de Judá (reino del Sur) ungieran a David como su rey, ahora lo hacen las tribus de Israel (reino del Norte). David se había instalado en Hebrón, ciudad importante del reino de Judá. Allá van a proponerle los del norte que sea también su rey. Le dan tres razones. La primera es que son "hueso tuyo y carne tuya", es decir, son parientes. La segunda es que ya había ido a la cabeza del ejército de Israel en tiempos del rey Saúl. Y la tercera, que el mismo Señor le había escogido para ser rey de todo el pueblo.

Notemos en las palabras del Señor dos elementos importantes: el pueblo es del Señor ("mi pueblo") y el soberano es su pastor, imagen frecuente para hablar de la función real. El rey, pues, no es el dueño y señor del pueblo, que sólo pertenece al Señor, sino que es un instrumento de Dios para que lo conduzca por el buen camino.

David y los ancianos de Israel establecen un pacto, una alianza. La unión sella el pacto y confiere a David la misión real sobre Israel (cf. 1 Samuel 16, 13). Así David se convierte en rey de todo el pueblo y símbolo de su unidad y pertenencia al Señor.

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1992/15