COMENTARIOS AL EVANGELIO

Jn 18, 33-37

 

1.

Texto. Está tomado del evangelio de Juan, donde todo es diferente respecto a los evangelios sinópticos. Pilato y Jesús están frente a frente. Pilato es el Procurador romano, representa a un Señor del mundo; Jesús es el Hijo de Dios, representa a otro Señor del mundo. Pilato lleva la iniciativa del interrogatorio porque Jesús es el acusado. En la pluma de Juan, sin embargo, esto es sólo el plano visible de la realidad. Pero Juan no se contenta sólo con este plano, al que llama carne. Para él la realidad tiene un segundo plano, al que denomina espíritu. Un plano igualmente real, aunque no tan visible como el de la carne. En este segundo plano Jesús es acusador. He venido a este mundo para dictar sentencia (Jn. 9,39).

MUNDO/SENTIDOS: El texto de hoy se mueve en los dos planos. De ahí que el diálogo entre Pilato y Jesús produzca la curiosa impresión de hallarnos simultáneamente ante dos acusadores y dos acusados.

Una segunda cosa a tener en cuenta en este texto es el empleo de la palabra mundo en un doble sentido. Por un lado están las afirmaciones "mi reino no es de este mundo, no es de aquí"; por otro, la afirmación "he venido al mundo para dar testimonio de la verdad". En el primer caso mundo expresa valoración, en el segundo espacio. En el primer caso mundo tiene matiz negativo; en el segundo, no . "Mi reino no es de este mundo, no es de aquí" significa que el reino de Jesús no pertenece a un orden de cosas viciado. Pero esto no quiere decir que el reino de Jesús no pueda existir en este espacio nuestro que llamamos planeta tierra. En realidad Jesús ha venido al mundo, a este espacio nuestro, para hacer posible un nuevo orden de cosas.

VERDAD/EV-Jn: Una tercera cuestión a tener en cuenta es la palabra verdad. Cuando en nuestras conversaciones empleamos este término solemos hacerlo con los verbos tener o estar. Tener la verdad, estar en la verdad. En el cuarto evangelio, en cambio, jamás se emplea con estos verbos. Se emplea con los verbos ser, conocer, hacer.

La verdad no la concibe Juan como posición o estado adquirido, sino como quehacer o tarea. La verdad del cuarto evangelio jamás da derecho a nada ni sobre nadie.

Comentario. El hecho de que Juan escriba a un doble plano de realidad, el visible y el menos visible, hace que el texto no tenga aires triunfalistas. Pilato cuenta con las instituciones y cuerpos legales, según los cuales Jesús es reo porque subvierte el orden constitucional. Ser rey es atentar contra el orden establecido. Por consiguiente Jesús tiene que ser condenado a muerte.

Pero porque Juan escribe a un doble plano de realidad Jesús es acusador. Él desvela, descubre quién es Dios. "A Dios nadie lo ha visto jamás; es el Hijo único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha explicado" (Jn 1, 18). Este desvelamiento, esta explicación, confieren a Jesús su papel y su función de rey.

La paradoja de su realeza es que Jesús es acusador y dicta sentencia desde su propia muerte. La verdad de Jesús pasa por su muerte. Por eso resulta tan poco triunfalista ser vasallos de una verdad cuya garantía es el sufrimiento e incluso la muerte del vasallo.

Desde un planteamiento así tienen muy poco sentido los habituales gritos de "Viva Cristo Rey".

ALBERTO BENITO
DABAR 1988, 58


2.

Comentario. La situación es de sobras conocida: tras haber sido proclamada la culpabilidad de Jesús por las autoridades judías, una delegación oficial ha acudido con el reo al palacio de Herodes en Jerusalén, residencia ocasional del procurador romano Poncio Pilato, para solicitar de éste la incoación de un proceso contra Jesús. El evangelio de hoy es el comienzo de la versión de Juan sobre este proceso. El interrogatorio del juez al acusado versa sobre si éste es o no el rey de los judíos. El acusado lo sostiene con matices. Indudablemente estos matices explican una noticia dada con anterioridad por el evangelista: "Dándose cuenta Jesús de que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez al monte, él solo" (Jn. 6,15). Es, pues, claro que Jesús no es rey en el sentido político habitual del término. De serlo en este sentido tendría las instituciones y cuerpos adecuados, los que no tiene. La realeza de Jesús no pertenece, por tanto, al mundo este, es decir, a este orden de cosas. Pero esto no quiere decir que no sea para este mundo o no se dé en este mundo. Y es que la palabra mundo tiene en el cuarto evangelio dos sentidos.

Unas veces expresa valoración. En estos casos suele ir acompañado del demostrativo este. Otras veces expresa espacio y designa el lugar de los humanos, es decir, la tierra. En la primera acepción, mundo tiene matiz negativo; en la segunda, no. En el texto de hoy se encuentran las dos acepciones.

La realeza de Jesús dice relación a la verdad. Tremenda palabra. !Cuánta intransigencia y tensión pueden encerrarse en ella! Fijémonos en un hecho curioso y significativo. Cuando empleamos esta palabra en nuestras conversaciones y disputas solemos utilizarla con los verbos tener o estar. Tengo la verdad, estoy en la verdad. En el cuarto evangelio, en cambio, jamás se emplea con estos verbos. Se emplea con los verbos ser, conocer, hacer.

El que hace la verdad se acerca a la luz (/Jn/03/21). La verdad no la concibe Juan como posesión o estado adquirido, sino como quehacer o tarea. Por consiguiente, jamás puede esgrimirse como algo que da derecho. La primera vez que aparece en el cuarto evangelio forma pareja con gracia (cfr.Jn.1,14) y se contrapone a ley. "La ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad se hicieron realidad por medio de Jesús" (Jn.1,17). Esta verdad agraciada dice relación al desvelamiento o descubrimiento de quién es Dios. A Dios nadie lo ha visto jamás; es el Hijo único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha explicado (Jn.1,18). Por eso y en este sentido Jesús es rey. El saca a la luz a Dios, velado por la religiosidad de la ley. La verdad es el alumbramiento de Dios hecho por Jesús. Y este alumbramiento hace personas libres. La verdad os hará libres (/Jn/08/32). Pero debe quedar muy claro que el problema es intra-religioso o, como diríamos hoy, intraeclesial.

ALBERTO BENITO
DABAR 1985, 56


3. PODER/NECESIDAD:

¿Cuál es el valor social concreto al que Juan denomina este mundo en la lectura de hoy? El poder del Estado, incluso legítimamente constituido. Esta es la clave de lectura de toda la secuencia entre Pilato y Jesús. Según Juan, la muerte de Jesús pone en tela de juicio un valor tan importante en la sociedad como es el poder por legítimo que éste sea. Desde la perspectiva de Jesús el poder es innecesario. Para mostrar también esto ha venido Jesús al mundo (cosmos, concepto espacial). Quien viva la perspectiva de Jesús (=la verdad) sabe que Jesús tiene razón (=escucha su voz).

Pero vuelve la pregunta de siempre ¿quién vive la perspectiva de Jesús? A nivel de colectividades, parece ser que casi nadie. Precisamente por esto el poder legítimo tiene que seguir existiendo en la sociedad. Juan diría: es un mal necesario. A lo que todos a coro replicamos escépticos e irónicos con Pilato: ¿qué es la verdad? ¿Es posible un mundo sin poder? Tal vez ahora captemos el significado y el alcance de aquella súplica del Padrenuestro: Venga a nosotros tu Reino.


4.

"En el evangelio que hoy escuchamos sería un error comprender las palabras de Jesús así: mi reino no es de este mundo y, por tanto, no me interesan los problemas sociales y políticos de este mundo; me conformo con dar una salvación espiritual, en forma individual, a las almas creyentes. Al decir Jesús que su realeza no procede de este mundo, lo único que recalca es que su autoridad la debe solamente al Padre que lo envió. En eso no se parece a las demás autoridades que se han impuesto, sea por la fuerza, sea ganándose el sufragio de sus compatriotas.

EUCARISTÍA 1988, 55


5. J/REY.

Los judíos (estos es, los enemigos de Jesús en el lenguaje de Juan) han resuelto acabar con el Nazareno; Pilato no puede menos de verse envuelto en la causa y lo somete a interrogatorio. Su pregunta supone la acusación, expresamente mencionada por Lucas (/Lc/23/02), de que este Jesús se hacía llamar "Cristo Rey" (o Rey Mesías) y soliviantase al pueblo. Con la sola excepción del pasaje de la adoración de los Magos (Mt 2, 2), el título de "Rey de los judíos" aplicado a Jesús aparece únicamente en conexión con su proceso.

Obsérvese que "Rey de los judíos" es propiamente la versión política del título mesiánico "Rey de Israel".

Sabiendo los judíos que a Pilato sólo le interesaba lo político, tergiversan el sentido de la realeza mesiánica tal y como la entendía Jesús y le obligan a intervenir. Muchos acusaron ante Pilato a Jesús de lo que no era, un rey político, y muchos lo hicieron por despecho, pues eso era lo que deseaban que fuera efectivamente y Jesús se resistió, decepcionando al pueblo. Y fue necesario que Jesús muriera por esa falsa acusación para que se mostrara al mundo su verdad: que es rey pero no como los reyes de este mundo.

El evangelista Juan es consciente de la ironía que envuelve todo el proceso de Jesús, esto es, de la tremenda verdad que se manifiesta en la farsa. Para los incrédulos y para los verdugos de Jesús todo acontece como una burla y según el ceremonial de la entronización de los reyes de Israel (cfr. 1 Re 1, 32-48): la coronación (Jn 19, 1-3), la aclamación del pueblo al que ha sido coronado (19, 5s), la entronización (19, 13-16). Pero este rey escarnecido por los romanos y rechazado por los judíos es, para Juan y para los creyentes, el verdadero rey que ha sido "exaltado" en la cruz y glorificado por el Padre. No sólo es rey de Israel, sino también de todos los que escuchan la verdad, porque es rey como testigo de la verdad. Los que buscan y hacen la verdad le siguen y escuchan su voz.

Jesús responde con otra pregunta a la de Pilato, aclarando la situación sicológica del interrogatorio. Pues es evidente que Pilato no había tomado en serio la acusación de los judíos y en sus palabras se adivinaba un tono burlesco. Pilato acusa el golpe y, dejándose de bromas de mal gusto, pide que Jesús declare lo que ha motivado la acusación. Sin embargo, Jesús recoge la primera pregunta de Pilato y la contesta. Le habla de un extraño reino que no es de este mundo, de un reino que no se apoya en la fuerza ni se defiende con las armas. El reino de Jesús no se parece en nada al imperio romano ni a otros reinos políticos. Pilato ya no entiende nada; no le cabe en la cabeza todo eso de un reino de soldados. Por eso va directamente al grano y le dice que conteste a la pregunta sin evasiones, que le diga si es o no rey.

La respuesta no se hace esperar. Jesús es rey. Pilato no querrá saber más porque no entiende más, porque no quiere entender más que esto. Pero Jesús añade algo muy importante. El sentido de su reinado no es la voluntad de poder, sino cumplir en el mundo la misión de atestiguar la verdad. Para esto no hacen falta soldados; para esto hacen falta testigos capaces de dar la vida. Jesús es el "Testigo fiel", el que sirve a la verdad como nadie.

Por eso es rey. Jesús es incluso la Verdad misma. Por eso son de Jesús y siguen a Jesús cuantos sirven a la Verdad. Pilato busca un pretexto para salir de aquel embrollo; no busca la verdad, sino una causa para justificar su sentencia. Pilato es un "realista" que no entiende más que de política. No le interesa la verdad y no puede comprender que un hombre, por amor a la verdad, se deje matar. Por eso pregunta seguidamente como un escéptico: "¿Qué es la verdad?", y deja a Jesús sin esperar respuesta. Pilato renuncia a la verdad y la entrega a cambio de su torpe interés, haciendo su política de acuerdo a las circunstancias. Después se lava las manos y dice que es inocente (/Mt/27/24).

EUCARISTÍA 1985, 54


6.

La escena contiene una grandeza patética, y merece la pena contemplarla desde esta perspectiva. Y, dentro de este tono se convierte en una proclamación del sentido de la acción y la persona de JC, realizada en forma de discusión sobre el significado de la palabra rey aplicada a él.

La pregunta inicial de Pilato se refiere a la acusación con que se supone que los notables judíos lo habían presentado ante el gobernador romano: la de ser uno de los caudillos nacionalistas que, adoptando el título de "rey de los judíos", luchaban por instaurar un nuevo orden político libre de la opresión romana. Y la respuesta de JC, al afirmar que su realeza "no es de este mundo", no sólo niega todo afán de gobierno nacionalista, sino que niega también todo planteamiento de dominio espiritual a partir de la fe de Israel: la realeza de JC "no es de aquí", pertenece radicalmente a otro orden, diferente de todo lo que se podría deducir del puro análisis de la realidad israelita y humana en general.

Y esto se concreta en las últimas palabra de JC. Él es rey, y esto significa que él es testigo de la verdad. Ser testigo de la verdad significa presentar totalmente, con su palabra y su acción, lo que realmente es la verdad absoluta; es decir, revelar con su presencia en el mundo, en qué consiste el plan de Dios, la voluntad de Dios a propósito de la vida de los hombres; es decir, en definitiva, para JC, significa simplemente presentarse a sí mismo, vivir plenamente su fidelidad al Amor hasta la muerte. Y de este modo, ser rey es convertirse para los hombre en la imagen que hay que seguir, ser "la voz que hay que escuchar" por parte de "todos los que son de la verdad".

Los cual aunque tenga muy poco que ver con lo que creía Pilato, no es, sin embargo, una cuestión estrictamente espiritual y privada. La afirmación de que la realeza de JC no es de este mundo significa que no es deducible de la realidad de este mundo; y no que no tenga nada que ver con ella: ¡cómo podría ser que no tuviera nada que ver con la realidad de este mundo la muerte de aquél que se presenta como testigo del amor de Dios sobre los hombres y el mundo!

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1979, 21


7. J/PROCESO:

El dossier sobre el proceso de Jesús y el motivo formal de su condena es muy voluminoso, y no cesa de ampliarse con nuevos libros y artículos. Dejando de lado escritos más retóricos que científicos, podemos considerar sólidas estas dos conclusiones: 1) que Jesús fue condenado a muerte por la autoridad romana como reo de un delito político: por haberse hecho rey de los judíos; 2) Que tanto los acusadores como el juez de este proceso sabían perfectamente que esta acusación era falsa, porque la realeza que Jesús proclamaba no se interfería con la del César.

El cuarto evangelio despacha rápidamente el proceso judío de Jesús (por cuanto el proceso instruido por los dirigentes de Jerusalén ya ha empezado desde el momento en que Jesús empezó a predicar y actuar públicamente, y toda su vida pública ha sido un proceso); en cambio, se extiende en el proceso romano, y por medio de largos diálogos pone en evidencia las motivaciones de cada uno de los personajes del drama. En el diálogo entre Jesús y Pilato sobre la realeza del primero -que es la acusación formulada- queda claro que si al fin y al cabo Pilato, oportunista, lo condenará, no será por haberlo encontrado convicto ni confeso del delito. No ha existido el deplorable "malentendido" de que habla Bultmann, porque a la pregunta de Pilato sobre si Jesús era rey, éste ha respondido preguntando previamente de donde venía la pregunta, porque la realeza en el sentido judío bíblico era algo distinto de la realeza en sentido romano político. Una realeza que no podrá ser defendida (¡ni podrá ser destruida!) por legiones terrenas. Por el contrario: se debilitará siempre que desenvaine la espada o reclute legiones.

Su fuerza consistirá, como la del propio Jesús, en ser testigo de la verdad (v.37) con su propia sangre; sus súbditos no serán legionarios, sino "los que son de la verdad" y "escuchan su voz" (v.37).

La principal diferencia entre Jesús y Barrabás no es que el primero fuese un ciudadano honrado y el segundo un facineroso, sino que aquel proclamaba un reino de paz y éste quería imponer el suyo por medio de la violencia. Barrabás no es un delincuente común, sino un guerrillero (un zelote); por eso Pilato habría preferido retenerlo, como políticamente peligroso, y liberar a Jesús, inofensivo para el Imperio, y por eso el pueblo pide la amnistía de Barrabás y la crucifixión de Jesús, porque prefiere el líder nacionalista al maestro religioso.

Las tres lecturas de esta fiesta coinciden en distinguir netamente el Reino de Dios por respecto a todo proyecto político. El Reino de Dios afecta a los mismos hombres y discurre en una misma historia, pero es de otro orden, y no se puede confundir con ningún proyecto temporal. La fiesta de Cristo Rey no es día de la Cristiandad.

H. RAGUER
MISA DOMINICAL 1976, 21


8. VERDAD/MUNDO

"¿De qué verdad se trata aquí? Sólo entenderemos esta frase -"he venido al mundo para testimonio de la verdad"- si nos formamos idea clara de lo que significa verdad en Juan.

Esta verdad joánica no puede ponerse en plural, no es igual a la verdad como suma de proposiciones. Esta verdad se entiende como oposición al mundo: para eso he nacido y venido al mundo. ¿Qué es para Juan el mundo? No podemos imaginar que sea el mundo que nos cobija y sostiene, que nos place y en que nos sentimos a gusto. No, el mundo en Juan es algo distinto, emplea el término en otra acepción: mundo quiere decir aquí tinieblas, oscuridad, lo que se cierra frente a Dios y no quiere recibir la luz. Mundo quiere decir lo que se está muriendo y pasando; significa pecado, miseria y juicio (o condenación). Por oposición a ese mundo hemos de explicar la verdad joánica. Es lo uno, lo enteramente cerrado, lo fiel y seguro, lo que viene de Dios, lo que él tiene que desvelar, lo que sólo se da cuando Dios lo revela. Verdad es en San Juan uno de estos conceptos, como vida y luz, que expresan el conjunto y abarcan todo lo que es nuestra salud eterna, lo que está ahí, cuando él nos introduce en esta realidad. Por eso dice Juan, en el capítulo 17, que el diablo no está en la verdad. No tenemos nosotros la verdad, sino que estamos en ella. Por eso dice aquí que el que está en la verdad oye la voz de Cristo.

De esta verdad, de esta acción divina y realidad revelada se habla aquí... Mas para entender esta palabra hemos de considerar que Jesús está persuadido de que él es, personalmente, esta verdad venida a este mundo... Si no entendemos esta verdad, este reino de Cristo, tal vez seamos sabios, científicos, pero no estamos en la verdad que es luz y salud, vida y eternidad.

KARL RAHNER
Homiliario bíblico, 1967


9.

En el evangelio de hoy leemos un momento central de la pasión según san Juan, que muestra en qué consiste la realeza de Jesús, muy en la línea de lo que hemos leído en la segunda lectura.

Con el juego habitual de equívocos que tanto le gusta a Juan, Pilato interroga a Jesús acerca de la acusación presentada por los judíos de considerarse rey. La primera respuesta de Jesús ("¿Dices eso por tu cuenta...?") ofrece a Pilato la oportunidad de implicarse en el tema y escuchar de Jesús mismo la proclamación del mensaje. Pero Pilato no quiere implicarse y dice que eso son cosas de los judíos. Jesús entonces aclara lo que él no es: rechaza cualquier identificación con las esperanzas mesiánicas judías, que presuponían siempre para su Mesías (aun en sus versiones más espiritualizadas) algún tipo de poder, y se aleja de cualquier tipo de planteamiento nacionalista.

Ante eso, Pilato pide una respuesta directa y clara. Y aquí viene la definición de quién es Jesús. El, efectivamente, asume el titulo de rey: él se considera el cumplimiento de las esperanzas mesiánicas de Israel. Pero lo es de una manera que no tiene nada que ver con lo que estas esperanzas presuponían. Jesús es un "testigo de la verdad". Y eso quiere decir que él, con toda su vida, con la palabra y los hechos, y con la fidelidad total hasta la muerte que ahora se le avecina, ha mostrado y realizado lo que Dios es y quiere: ha mostrado y realizado el camino verdadero de vida, la auténtica realizaci6n humana. La "verdad" es Dios; y la "verdad" es la auténtica realización humana; y ambas cosas son lo mismo, y se hallan en lo que Jesús es, hace y vive.

Y el texto finaliza con una idea que Juan repite en su evangelio de diversas maneras: "Todo el que es de la verdad escucha mi voz". A Jesús y su proyecto el hombre se acerca y se siente atraído no por ninguna demostración ni presión, sino porque el corazón le conduce a él: a Jesús se le acercan los que "son de la verdad", los que en su corazón sintonizan con lo que Jesús vive y propone.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 15


10. ACI DIGITAL 2003

36. Nunca definió Jesús con mayor claridad el carácter no político de su reino, que no es mundano ni dispone de soldados y armas.

37. De la verdad: esto es, de la fidelidad de las profecías que lo anunciaban como tal (Luc. 1, 32; Ecli. 36, 18).

38. ¿Qué cosa es verdad? Pilato es el tipo de muchos racionalistas que formulan una pregunta parecida y luego se van sin escuchar la respuesta de la Verdad misma, que es Jesucristo. Acertadamente dice S. Agustín: "Si no se desean, con toda la energía del alma, el conocimiento y la verdad, no pueden ser hallados. Pero si se buscan dignamente, no se esconden a sus amantes". Cf. Sab. 6, 17 ss. San Pablo, en Rom. 15, 8, nos refiere la respuesta que Jesús habría dado a esa pregunta.