REFLEXIONES

 

1. SEGURIDAD/LIBERTAD: TANTO AFÁN DE SEGURIDAD TERMINA POR DESEMBOCAR EN FALTA DE LIBERTAD.

La seguridad es uno de los tópicos de nuestro tiempo. Queremos vivir seguros (¿para vivir tan tranquilos?). Quizá porque nunca como hasta ahora, cuando nos creemos tener tanto, nos hemos dado cuenta de lo poco que tenemos y de lo perentoriamente que lo tenemos. Precisamente hoy, cuando nos acucia el deseo de una vida segura, experimentamos con mayor brutalidad la inseguridad de la vida. Un accidente de trabajo, un derrape del turismo, un escape de gas, un terrorista, la polución y la contaminación, etc., nos recuerdan sin piedad la inseguridad de nuestra vida.

Pero nosotros no desistimos. Queremos estar seguros y para ello hemos montado los más refinados procedimientos de vigilancia, con el fin de no dejarnos sorprender en el futuro. Se vigila la tasa de crecimiento de la población, los índices de producción, el grado de contaminación, el alza de los precios, los fraudes de los productos, los movimientos en la universidad, en los trabajadores, en los eclesiásticos, en los intelectuales... Se vigila la producción literaria, se controlan los medios de comunicación, se potencian las organizaciones de seguridad y defensa, se vuelven más rígidas las leyes y mas duras las sanciones...

PODER/MIEDO: Y tanto afán de seguridad, tanta vigilancia, está llevando a los pueblos a sistemas políticos cada vez más autoritarios. Cada día es más profunda la división entre los que acaparan el poder de decisión y los que no tienen más alternativa que ejecutar lo que otros deciden. El poder se centraliza, se concentra y crece desmesuradamente hasta oprimir a los hombres. Ya estamos seguros, sí; pero a costa de la libertad, de la iniciativa, de la dignidad. Estamos seguros como en un fanal: sin libertad de movimiento. La política se interfiere cada vez más en todos los campos y difícilmente se puede ya dar un paso sin que sea política.

Lo peor del caso es que detrás de todo eso no hay esperanza. Sólo hay miedo. Y el miedo no es buen consejero. Es verdad que el miedo guarda la viña. Pero el problema es si vale la pena guardar una viña que sólo es ya un erial. Un pueblo que se defiende frente al futuro, en lugar de correr a su encuentro, es un pueblo muerto o, al menos, en agonía. Porque el presente no se puede retener. Y la única perspectiva es sólo y siempre el futuro. Un futuro que no se puede acometer con miedo sino con ilusión. Un futuro que no es amenaza, sino promesa.

EUCARISTÍA 1972/62


2. SUEÑO/LUTHER-KING

Yo tuve un sueño. Soñé que un día en las rojas colinas de Grecia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de sus amos se sentaban juntos en mesa de hermandad. Soñé que un día mis cuatro hijos negros no eran juzgados por el color negro de su piel, sino por el contenido de su responsabilidad.

Hoy he tenido un sueño. He soñado que un día los valles serán rellenados, las montañas serán aplanadas, los caminos tortuosos serán enderezados y la gloria del Señor se revelará y todos la contemplaremos juntos. Esta es nuestra esperanza.

MARTÍN LUTHER KING
LA FUERZA DE AMAR


3. VICIA/COMPROMISO: CRISTIANOS PENDIENTES DE LA LLEGADA DEL ULTIMO DÍA SON LOS QUE VIVEN EN UN COMPROMISO CONSTANTE. 

De la percepción de los elementos escatológicos que contienen el evangelio y otros escritos primigenios del cristianismo, podemos deducir que, al margen de controversias, debemos cuidarnos mucho de no llegar tarde a la última cita, a la decisiva: si no conocemos el día ni la hora, será necesario vigilar en cada momento, pues cuando llegue esa hora, sólo habrán sido astutos los preparados.

Sin embargo, y a pesar de esa clara percepción, parece que son muchos los impacientes, los decepcionados o los olvidadizos. A nadie se le escapa -tampoco hay por qué ocultarlo- que cristianos pendientes de la llegada de la hora (tradúzcase esto en un compromiso constante del tipo que se quiera) sólo se da en un mínimo porcentaje.

Entre los muchos que han emprendido la "carrera de la fe", abundan LOS IMPACIENTES, los que esperaban un medio (es decir, una sociedad) cristiano en que desarrollar su vida de acuerdo con la opción tomada y vivirla "pacíficamente", sin tensiones ni violencias entre su pretensión interna y las exigencias del exterior. Y se encuentran con que, después de tantos siglos de evangelización, es más, con tantos esfuerzos actuales por evangelizar, el mundo en el que viven no sólo no rezuma fe en el reino (circunstancias que "ayuden" a vivir el programa evangélico, o sea, compensación evidente a los trabajos llevados a cabo por su causa), sino que, además, cada día es menos creyente.

Son multitud también los DECEPCIONADOS, los que han llegado a un abandono, resignación o indiferencia por motivos parecidos a los expresados anteriormente o porque han descubierto que el ser cristiano no era precisamente o ante todo lo que habían aprendido y por lo que se habían entusiasmado, sino algo quizá mucho más sencillo y, a la vez, mucho más complicado por lo de oscuro, escondido, no vistoso que el compromiso diario de la fe puede tener.

En cualquier caso, el número de iniciados creyentes más importantes, antes como ahora, en las filas de los bautizados es el de los OLVIDADIZOS de cualquier signo: los que suspiran (y claman ¡Señor, Señor!) porque pase cuanto antes el mal rato de este mundo -tal vez los menos-, sin ver en él la plataforma indispensable del otro al que aspiran, o los que son absorbidos totalmente por el mismo, olvidando lo importante.

Es legión -no cabe duda, y no hay por qué ocultarlo- los que podemos encuadrarnos en cualquier categoría. La "pequeña grey" SIEMPRE ES PEQUEÑA. Está constituida por los que CADA DÍA se esfuerzan en "llegar a tiempo".

EUCARISTÍA 1990/52


4. RD/BANQUETE: UNA DE LAS MÚLTIPLES IMÁGENES QUE QUIEREN EXPRESAR LA INEXPRESABLE PLENITUD DEL REINO DE DIOS.

-Los tres domingos del capítulo 25

Quedan ya sólo tres domingos para que finalice el año litúrgico, y la lectura de Mt nos hace penetrar en los tres relatos que componen el capítulo 25, que vienen a ser como un esquema para evaluar la actuación cristiana: ¿construimos realmente, con nuestra manera de vivir, el nuevo pueblo de Dios iniciado por Jesús? La predicación de los tres domingos tendríamos que pensarla en conjunto, para no repetir y, al mismo tiempo, para encaminar adecuadamente el sentido de los textos. El proceso podría ser éste:

* Domingo 32 (la parábola de las diez vírgenes): ¿Estamos preparados para tener suficiente aceite para alumbrar cuando llegue el esposo? Es una invitación a recordar que nuestra vida tendrá un final.

* Domingo 33 (la parábola de los talentos): ¿Hacemos fructificar para el Reino de Dios todas nuestras posibilidades, o nos las guardamos para nosotros?

* Cristo Rey (el juicio final): Qué clase de aceite hay que tener preparado, y qué quiere decir hacer fructificar los talentos: el criterio básico de todo es el bien de los que necesitan de nosotros, porque en los necesitados es donde está presente el Señor, el Rey.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1990/20


5. ESPERANZA/VIGILANCIA: LA ESPERANZA HACE SOÑAR PERO NO DEJA DORMIR. 

-La fe mira hacia delante.

La fe es conversión al Señor que viene, que está viniendo. Porque la fe es éxodo de la antigua esclavitud y salida hacia la tierra prometida. (...). El miedo ante lo desconocido nos lleva a refugiarnos en la costumbre y en la rutina, a recelar del cambio, a rechazar incluso lo nuevo por el simple hecho de serlo. "Mas vale malo conocido que bueno por conocer". Sin embargo, el evangelio es noticia, anuncio y proclamación de lo nunca visto. Por eso lo propio de los que escuchan el evangelio es abrirse y dejarse sorprender confiadamente y no juzgarlo todo y condenarlo desde los prejuicios y costumbres en las que uno se siente seguro. Para los cristianos, a fin de cuentas y después de todo, el que viene no es el coco sino el Señor. Él nos ha invitado a las bodas eternas.

Jesús dice a sus discípulos que vigilen o que velen, porque no conocen el día y la hora de su visita. Pero hay muchas maneras de vigilar. Las grandes potencias vigilan o se vigilan las unas a las otras. Los banqueros también vigilan y, para guardar sus caudales, instalan sofisticados sistemas de seguridad. En este mundo todos los que "tienen una viña", aprenden a vigilar desde su torre, y la torre crece cada vez más conforme se extiende su propiedad o su viña. El miedo no les deja dormir, y "el miedo -se dice- guarda la viña". Este miedo les mantiene con los ojos abiertos, tan abiertos que llegan a ver con frecuencia hasta lo que no existe: brujas y fantasmas, herejes y enemigos ocultos por todas partes. Es un miedo que les quita la paz interior y que crea, necesariamente, una atmósfera enrarecida que acaba con la confianza.

Otra manera de vigilar es la de los que no tienen nada y lo esperan todo. Estos vigilan porque tienen esperanza. Pero hay que entenderlo bien. De una parte, la esperanza nos hace soñar. Sin embargo, estos sueños son de los que no le dejan dormir a uno. Son los sueños que nos ponen en vilo y que nos enfrentan con la realidad, para comprometernos con ella y preparar los caminos del gran advenimiento. Sueños que nos cambian la vida y que ayudan a transformar el mundo. El que vigila así, porque tiene esperanza, tiene también paz y construye la paz a su alrededor. Por lo tanto, no se trata de estar a la espera o de llevar una vida tranquila y sin problemas.

(_EUCA/81/52)

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6. PO/QUÉ-TENGO-YO LOPE-DE-VEGA:

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7.

Pues si creemos que Jesús ha resucitado, también nosotros resucitaremos. Así argumenta Pablo en la segunda lectura. Por lo tanto, no podemos vivir como los que no tienen esperanza y como si nuestro último destino fuera la muerte.

La fe en JC resucitado levanta en nosotros una esperanza que es como la brisa que viene de la tierra prometida. Ese es nuestro consuelo. Ese es el viento favorable para navegar, la ventaja de los creyentes.

Pero el que espera ha de saber que todavía no ha llegado a puerto. En consecuencia, su esperanza debe acreditarse en la ruta y no en la tranquilidad. Esperar no es simplemente estar a la espera, con los brazos cruzados. Debemos cuidarnos mucho de no desalentar a los otros con una falsa esperanza del cielo que se desentiende de las necesidades de la tierra y deja insatisfechos a los que sufren hambre de pan y de justicia.

Vigilemos. Vivamos como las vírgenes sabias y prudentes de la parábola, atentos y preparados. Soñemos para estar bien despiertos, en vez de dormir para poder soñar. Porque los sueños verdaderos son los que no nos dejan dormir, los que movilizan todas nuestras fuerzas hacia el reinado de Dios. En cambio, aquellos sueños de los que están profundamente dormidos en su irresponsabilidad son sueños criminales que nos quitan la vida auténtica. Sueños que nos alejan del prójimo, de nosotros mismos, de Dios y de la realidad. Sueños que acaban con el hombre. Contra esta manera de soñar, de morir, está la vigilancia de la vida cristiana.

EUCAristía 1978/52