COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
1 Ts 4, 12-17

 

1. MUERTE/LIBERACIÓN: LA liberación TOTAL EXIGE LA LIBERACIÓN DE LA MUERTE. TODAS LAS IDEOLOGÍAS HUMANAS DE LIBERACIÓN MARGINAN A LOS DIFUNTOS: LOS QUE MURIERON LUCHANDO POR LA LIBERTAD NO LA ALCANZAN.UN ABSURDO. MUERTE/MARXISMO 

La muerte de algunos amigos y cristianos de Tesalónica habría afectado profundamente a los otros fieles. Pablo quiere consolarlos avivando en ellos la fe en cuanto les había enseñado respecto a la resurrección de los muertos. No deben comportarse igual que los hombres que no tienen esperanza, igual que los paganos. Mientras los filósofos paganos ignoraron la resurrección de los cuerpos y sólo algunos llegaron a conocer la inmortalidad del alma, los cristianos creen que en JC ha sido vencida la muerte y esperan resucitar a semejanza de JC. De manera que la fe en la resurrección de la carne y en la vida eterna constituye para los cristianos una verdad central y muy querida.

La esperanza en la resurrección se funda en el hecho de que Jesús ya ha resucitado y en la convicción de que todos los creyentes viven y mueren en Jesús y como Jesús: esto es, para la vida eterna. Cristo es "el primogénito de los muertos" (/Col/01/18), el primer nacido o resucitado para la verdadera vida. Él es también nuestra cabeza, principio de unidad y solidaridad de todos los miembros para formar un mismo cuerpo. Si Cristo, la cabeza, ha resucitado, también resucitarán sus miembros.

La resurrección de Cristo, y de los que son de Xto es obra de Dios, el Padre (1 Co 6. 14; 2 Co 4. 14). Dios resucitará a los que mueren "en Jesús" porque son de Jesús (Rm/14/08). Pablo está en el curso de la tradición y apoya su enseñanza en las palabras de Jesús. El contenido de su mensaje lo toma en este caso del testimonio apostólico tal y como lo hallamos formulado en el "apocalipsis sinóptico" (Mt 13. y lugares paralelos). Respecto a la venida del Señor al fin de los tiempos, distingue Pablo dos grupos: "nosotros, los que vivimos" y "los difuntos".

Afirma que los vivos no aventajarán en nada a los que ya hayan muerto. Todas las ideologías humanas de liberación marginan a los difuntos: los que ya hayan muerto luchando por la liberación no entrarán en el paraíso de estas ideologías, no verán la tierra prometida. La última opresión que padece el hombre y la más terrible es la muerte: si no podemos vencer la muerte, tampoco podemos alcanzar la liberación total. La fe en la resurrección de los muertos es una garantía de la dignidad de los vivos. Esta fe prohíbe a los cristianos sacrificar a los hombres de hoy en beneficio exclusivo de los hombres del mañana.

Pablo describe la venida del Señor y la resurrección de los muertos con símbolos tomados de la literatura apocalíptica.

Conviene descubrir el significado de sus palabras y no quedarse en la superficie de su descripción. Lo que importa es la afirmación de la vida sobre la muerte y la comunión de todos con el Señor que ha de volver.

Tampoco hay que hacer hincapié en la creencia de Pablo acerca de la venida "inminente" del Señor. Como todos los fieles de su generación, Pablo espera que esta venida sea muy pronto. Pero esta creencia no se funda en ninguna palabra de Jesús, y lo único que puede decir Pablo en nombre del Señor es que "el día llegará como un ladrón en la noche" (5. 2; cf. Mt 24. 36 y 43-44). Sabemos que vendrá, pero no sabemos cuándo.

EUCARISTÍA 1987/52


2.

De la carta a los Ts hemos leído hasta ahora tres fragmentos que hablaban de las relaciones de Pablo con aquella comunidad y recordaban los momentos felices de la evangelización. Hoy y el próximo domingo, en cambio, leemos la respuesta de Pablo a unas preocupaciones que debían de ser vivas en aquella comunidad. Se trata de lo que se refiere a la segunda venida de Xto para llevarse a sus fieles a su reino. Concretamente, el texto de hoy habla de lo que acontecerá a los que han muerto antes de esa segunda venida, y el del próximo domingo, de la fecha de la venida.

El problema de hoy es claro. En un ambiente como el de la primera comunidad, de entusiasmo por la salvación recibida de la resurrección de JC, se vivía la espera de la segunda venida como algo inminente, en la línea de las esperanzas judías de una renovación universal: renovación que se había iniciado con Jesús y que a continuación se esperaba que tuviera lugar con todos los creyentes.

MU/TRISTEZA: Por eso, a los tesalonicenses les resultaba un problema que, antes de esa segunda venida, algunos cristianos de la comunidad ya hubiesen muerto: les entristecía pensar que quizás éstos quedarían fuera de la llamada universal que Jesús haría cuando volviese. Ante esto, Pablo responde diciendo que la tristeza por la muerte de gente amada no ha de ser solamente tristeza, como los paganos: los muertos no quedarán fuera de la llamada de Jesús, sino que resucitarán y serán incorporados al séquito de los salvados. Y Pablo lo dice manteniéndose en la hipótesis contemporánea de una venida inmediata de Jesús: considera posible que, en esta segunda venida, él se halle vivo todavía.

Notemos, aún, que la descripción de la parusía se hace según la cosmología de la época: el cielo está arriba, y de él baja el Señor después del grito de un arcángel; viene la resurrección de los muertos; y finalmente todos suben al encuentro del Señor, hacia la nube.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1978/20


3.

Pablo afirma la identidad del destino del cristiano con Cristo resucitado. Este tema es el principal. El cristiano ha establecido una unión con Xto cuando ha creído, se ha unido a Él, se ha bautizado, que no se rompe nunca y que hace que cuanto ocurre y ha ocurrido a Xto, le ocurra también a quien ha establecido esa comunidad con Él. Naturalmente es afirmación de fe. En ese sentido también de esperanza, porque no es controlable empírica y actualmente. Pero Pablo sabe que vivimos en Cristo y, por lo tanto, lo que Dios hizo con su Hijo, resucitándolo y haciéndole vivir para siempre, llegará un momento de nuestro tiempo, justamente cuando lo necesitemos al morir, en que lo hará también con nosotros. Y como Dios es fiel, la certeza es también absoluta. Sobre esa victoria de la vida no le caben dudas a Pablo. es la liberación del sentido fatal y definitivo de morir, el que puede tener para quien no hay otra perspectiva que la del final de la existencia, los "hombres sin esperanza".

Nosotros tenemos una prenda que da seguridad, en el fondo podríamos decir que tenemos la Palabra de Honor de Dios de hacernos lo mismo que hizo con su Hijo. Pero es más que una mera promesa. Porque la Palabra de Dios es viva y actúa lo que enuncia. En este caso la vida. Pablo habla en futuro en atención a que ciertamente falta por experimentar todo el proceso íntegro hasta su consecuencia de superación y liberación de la muerte física. Eso todavía no nos ha tocado personalmente, sino lo hemos visto sólo, por fuera, en nuestros muertos cercanos. Para ellos tenemos esta esperanza cercana.

La segunda parte (vv. 14-16) es menos importante. Está llena de imaginaciones apocalípticas e influenciada por la expectación inminente de la parusía del Señor, que Pablo, como tantos cristianos primitivos tenía. Lo importante aquí es saber que habrá una coronación general de este destino individual expuesto en la primera parte.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1990/55


4.

-A los que han muerto en Jesús, Dios los llevará consigo (1 Tes 4, 13-18) San Pablo da a los cristianos de Tesalónica un mensaje de esperanza. Toda la vida del cristiano se encuentra orientada por la resurrección de Cristo. A los que han muerto, Dios los tomará consigo. Muertos con Cristo en el bautismo, resucitaremos con él. Es una ocasión para san Pablo de enseñar el desarrollo de los últimos tiempos del mundo. Su descripción, metafórica, es sin embargo clara; lo esencial es que todos, los ya muertos y los que vivieren aún en el momento de la vuelta de Cristo, todos serán tomados con él en la gloria.

Evidentemente, este consuelo vale sólo para quienes tienen una fe profunda en Jesús y su resurrección. El consuelo alcanza a los que desean realizar una vida de unión con el Señor. Porque ese es el término final de la vida de un hombre. Ahora bien, muy a menudo se considera la resurrección como supervivencia personal, como si tuviera en sí misma una suficiente razón de ser y como si el bautismo no nos hubiera revestido por completo de Cristo para que pudiésemos dar gloria al Padre, volviendo a hallar las condiciones de la primera creación y superándolas.

La resurrección de todos los hombres juntos, su cara a cara con el Señor, pone punto final a la historia del mundo. San Pablo presenta este acontecimiento sin pavor y lo considera el supremo consuelo del hombre que camina hoy en su vida terrena y ve morir a los suyos, planteándose preguntas sobre su destino. La respuesta de Pablo sigue siendo siempre válida, por encima del marco que él da a su respuesta.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 7
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 22-34
SAL TERRAE SANTANDER 1982.Pág. 144


5. /1Ts/04/01-18

Para Pablo, el evangelio que anuncia tiene un doble aspecto: habla del misterio de Cristo y enseña a los creyentes cómo han de vivir para agradar a Dios. Creer es vivir según las enseñanzas evangélicas. Es un modo de vivir, sin embargo, que no quiere decir sin más la consecución de un estado o condición segura que sobresalga por encima de los demás. En realidad, la forma en que uno vive evangélicamente no puede compararse con la de otros, aun cuando pueda parecer que alguien vive más el evangelio. Se trata de agradar a Dios, y sólo él sabe quién le agrada de verdad. La ignorancia a este respecto hace que el creyente tenga la impresión de que la vida cristiana es un camino sin término claro. Nunca podrá saber si ha hecho bastante, si ha ido bastante lejos, es decir si Dios está contento de él. De ahí que el Apóstol, aun reconociendo que los tesalonicenses se están portando ya como él les enseñó, no puede dejar de exhortarlos a «seguir progresando» (v 1). No es que Pablo trate de sugerir con ello un maximalismo irrazonable sobre el comportamiento cristiano como tal, sometiéndolo a la presión de «cuanto más, mejor». Más bien habría que decir que, en este texto, sólo se propone que los creyentes de Tesalónica tomen conciencia de lo único que, para él, vale la pena en la vida: agradar a Dios con la propia conducta. En otras palabras: «Lo que Dios quiere es vuestra santificación» (3). Lo mismo sucede con el amor fraterno: Pablo afirma que no haría falta hablarles de él, pues lo practican ya; sin embargo, a continuación formula esta exhortación: «Os exhortamos, hermanos, a seguir progresando» (10).

En cuanto a la segunda parte del pasaje de hoy, «sobre los que durmieron», hay que tener en cuenta a la hora de leerlo que Pablo escribe a unos creyentes inquietos y preocupados por la suerte de los cristianos difuntos. Es decir, les comunica unas palabras de esperanza, trata de quitarles la tristeza "para que no os aflijáis como los demás" (13) y quiere que sus palabras les sirvan de consuelo: «Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras» (18). Sin embargo, el texto es oscuro y enigmático. Ahora bien, lo que carcome la vida cristiana no es el misterio, sino la tristeza y el desconsuelo.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 236 s.