COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Ex 22, 21-27

 

1.  

En el Sinaí ha tenido lugar el encuentro de Dios con el pueblo. Por iniciativa divina, una Alianza realiza y ratifica la unión del Señor con Israel. De ella dimanan una serie de compromisos que el pueblo debe cumplir. Ex 19. y 24. nos describen dicha alianza y Ex 20.-23. nos presentan los compromisos adquiridos por el pueblo a lo largo de sus diversas etapas históricas: el Decálogo (20. 1-17) y el Código de la Alianza (20. 22-23. 19) Ex 22. 20-26 es un catálogo de leyes sociales con motivación y comentario. Rezuman humanismo por todas las partes y son tan evidentes que no necesitan comentario. Me limitaré a hacer algunas observaciones:

-El forastero (v. 20): es el extranjero que reside, de forma estable, en un grupo étnico que no es el suyo. De ordinario son gente pobre: no tienen propiedades y su único medio de vida es el sudor de su frente. Necesitan urgente protección jurídica, porque la tentación de aprovecharse de ellos es patente. Israel sabe qué es ser forastero en Egipto (23. 9), conoce la servidumbre de la que Dios le libera. Sería muy triste que, olvidando el don de la liberación, oprimiera a los forasteros en su territorio. La confianza que el forastero ha depositado en ellos no puede quedar defraudada. ¡No puede ni imaginarse tal ingratitud! Hay que imitar a Dios que les da pan y vestido (Dt 10. 18 ss.; cf. Dt 24. 18-22; 26. 12; Jr 22. 3...). Se les debe amar como a sí mismo (Lv 19. 33 ss.).

-Viudas y huérfanos (vv. 21-23): La viuda no hereda y el huérfano no posee nada. Al no tener ingresos asegurados, son seres indefensos expuestos a las injusticias de la gente. La explotación de esta clase social es una de las grandes preocupaciones del Deuteronomio (Dt 10. 18; 16. 11/14...).

-Préstamos (vv. 24-26): Pedir prestado para poder subsistir es la mayor desgracia que le puede ocurrir a un mortal. La devolución, incluso, va a ser difícil: debe dar como garantía el vestido que cubre su cuerpo durante el día y durante la noche. En estos casos, el interés que se cobra es un robo, un apropiarse de lo que no es suyo. Lo necesario para subsistir: alimento, ropa... tiene primacía sobre el confort de los otros. Este pecado está muy condenado en la Biblia (Ez 18. 8; 22. 12; Ne 5...). Es cierto que en el AT sólo se prohíbe cobrar intereses a los de su pueblo, y no a otros. Una imperfección más del AT que será superada por el NT.

Si Israel comete estos pecados, Dios escucha la voz de los oprimidos y defiende sus derechos (vv. 23s. 27) y castiga con pena semejante (es una idea muy frecuente en toda la Biblia, especialmente en Jueces y Éxodo).

* Temas para la predicación:

-Este catálogo de leyes sociales del Ex no es exhaustivo: se fija entre tipos o clases sociales económicamente débiles, y que fueron muy explotados en aquel entonces. Hoy, en este catálogo, ni son todos los que están (v.g. muchos casos de viudas y huérfanos), ni están todos los que son. El predicador ha de detectar quiénes son hoy estos marginados: emigrantes de otras regiones, ancianos abandonados, trabajadores con pocos ingresos y que trabajan más que los socialmente "bien retribuidos"... El texto nos pide solidaridad con estas clases marginadas. Solidaridad no teórica o sentimental sino efectiva. Todos hablamos de parados... y casi nadie les ayuda.

-Reflexionemos quiénes son hoy los usureros: los que se aprovechan de las coyunturas económicas para enriquecerse en poco tiempo; los que cometen fraudes alimenticios aprovechándose con el dinero y la salud, de ordinario, de los débiles; los que juegan con los votos de la gente para llevar una vida "descansada", sin acordarse después de ellos... No olvidemos nunca el texto de Pr 14. 31: "Quien explota al pobre afrenta a su Hacedor".

A. GIL MODREGO
DABAR 1987/52


2. MORAL-CRISTIANA. LOS CREYENTES NO TIENE OTRA MORAL O DOCTRINA SOCIAL PERO Sí TIENEN MOTIVOS ESPECIALES PARA SER JUSTOS.

Se dan aquí una serie de disposiciones legales para proteger a los desvalidos, a cuantos se hallan en una situación de inferioridad cívica, social, económica. Esta preocupación por los forasteros, los huérfanos y las viudas, los pobres, la vemos constantemente en los profetas y también en los libros de la Ley, sobre todo en el Deuteronomio (10. 18; 14. 29; 16. 11/14; 24. 17/19/21; 26. 12s; 27. 19). Pero no se trata de una aportación exclusiva del AT o de la Biblia en su conjunto, porque dicha preocupación social la encontramos igualmente en la literatura jurídica y en los códigos de otros pueblos a veces antiguos (por ejemplo, en la legislación babilónica, egipcia y fenicia). En general debemos afirmar que la originalidad de la Biblia y de la revelación judeo-cristiana no consiste en aportar unas leyes distintas o más perfectas de las que pueden conocer los hombres y los pueblos con la ayuda de la razón, sino en dar a los creyentes y al pueblo de Dios un motivo más profundo y peculiar para cumplir lo que sea justo. Dicho motivo se expresa convenientemente en nuestro texto con la alusión a los acontecimientos del éxodo: el Dios vivo que ha librado a Israel de la esclavitud de Egipto no permite a los israelitas que esclavicen a los pobres y exploten a los forasteros. Es importante destacar ahora que los creyentes o la Iglesia no necesitan inventar ninguna doctrina social distinta a la que conocen en el mundo los hombres de buena voluntad; pues tienen motivos especiales para ser justos, no tienen que hacer otra justicia que la que reclaman los pobres y explotados.

El forastero es hoy para nosotros el turista y el emigrante. La explotación del forastero, del emigrante español en Alemania o del emigrante marroquí en España, es un crimen contra toda moral humana y cristiana y una ofensa al Dios que libera a los hombres y a los pueblos.

Hasta muy entrada la Edad Media, la Iglesia condenó toda usura, esto es, el cobro de cualquier tipo de interés por el dinero prestado. Dentro de un sistema capitalista, nadie discute la licitud de unos intereses razonables, sin embargo, la vía capitalista conduce directamente a la explotación despiadada del trabajo y de las necesidades humanas. Por eso se prohíbe aquí cobrar intereses a los pobres, que no piden dinero para hacer negocio sino para vivir.

v. 27:La situación ha cambiado, el problema del manto para pasar la noche se ha convertido en el problema del techo. Especular con el suelo es lo mismo que retener el manto del pobre, es dejar a la intemperie a los que no pueden pagar un piso.

EUCARISTÍA 1887/49-50


3. /Mt/25/31-46:POBRE/RV-D

Estas leyes sociales se fundamentan en motivaciones teológicas y son ley de la alianza. Eso quiere decir que el pobre es el lugar cercano en donde el Dios distante se revela y la ocasión real en que el hombre y el pueblo tienen que responder al mandato de la alianza. La presencia de los necesitados de todo orden, social, jurídico, económico y universal humano, es una reclamación que se levanta y acusa; mientras los haya en el mundo, el mundo está bajo juicio. El pueblo de Dios está retado por ellos, pues la ley que los protege tiene la misma exigencia que el precepto capital; éste se cumple precisamente al cumplir con aquélla, como aclara el "tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber" (Mt 25. 31-46).

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 188


4. D/VENGADOR-OPRIMIDOS. DIOS SE PRESENTA COMO VENGADOR DE LOS OPRIMIDOS ("GOEL"). REACCIONA CON DUREZA CONTRA LOS OPRESORES: /Mt/18/21-35. AMOR DE DIOS:DIOS NO ES UN JUEZ FRÍO Y ECUÁNIME SINO UN AMOR APASIONADO POR LOS HOMBRES:Mt 25. 31-46.

La primera lectura es un hermoso comentario sobre el amor al prójimo relacionado con el amor a Dios. Dios no sólo quiere que tengamos entrañas de misericordia con los más pobres, sino que se nos presenta como vengador (el "goel" hebreo) de los desvalidos frente a aquellos que los oprimen. Porque es "compasivo" no de un modo blando, sino fuerte, se hace suya la causa de los oprimidos y reacciona con dureza contra los que abusan de ellos. ¡Lenguaje antropomórfico!, diremos los bienpensantes. ¡Naturalmente!: lo es siempre todo lenguaje nuestro sobre Dios. Pero no nos tranquilicemos a cualquier precio. Comparémoslo con el de Jesús en la parábola que se leyó el domingo 24 (Mt 18. 23-35) y deduciremos la conclusión de que la ternura de Dios pide (o mejor, exige) como respuesta nuestra ternura y que cuando abusamos de nuestro poder (e incluso de lo que denominamos nuestros "derechos") contra los débiles, nos situamos fuera de este amor bondadoso. No pasemos sobre estos textos sin sentir escalofríos ante la deshumanización y la dureza de corazón que sacan de quicio a Dios, y no nos refugiemos en una superación sabia (¡y fría!) de las representaciones "primitivas".

Este texto nos invita a concretar en el momento de la meditación y del examen personal. Inmigrados, viudas, huérfanos..., eran los grupos sociológicamente débiles de aquella sociedad. ¿Cuáles son los grupos débiles de nuestra sociedad? Los que necesitaban dinero o se veían forzados a empeñar el manto (único abrigo que les quedaba), ¿dónde se encuentran hoy? Aprendamos a dar rostro concreto, palpitante de realismo, a un "primer mandamiento", aparentemente tan absorbente, pero que sin embargo conlleva un segundo "semejante a él". La relación entre ellos se expresa también con toda fuerza en la primera carta de san /Jn/04/07/20.

¿Cómo es posible, pues, que los creyentes hayamos dado pie a la acusación de un Dios "alienador"? Examinemos nuestras responsabilidades.

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"Se encenderá mi ira y os haré morir a espada". Esta expresión puede sorprendernos, porque traslada a Dios sentimientos de ira y venganza e incluso la ley del Talión, en contra de lo que leemos en el Sermón del Monte (Mt 5. 38-39). Sin embargo, Jesús también utiliza este lenguaje (Mt 18. 34-35), en un contexto en el que habla (igual que la lectura del Éxodo) de compasión y perdón desinteresados (Mt/18/21-22/26-27/33). Y no parece tener escrúpulos a que "mi Padre del cielo" haga lo que prohíbe explícitamente a sus seguidores.

En esta parábola, la indignación y la venganza de Dios aparecen como una reacción contra la burla de su misericordia compasiva: el siervo perverso implora misericordia y la recibe, pero elude escuchar la súplica de clemencia de su hermano y actúa con dureza. La reacción de Dios no es, pues, en defensa de su honor, sino del pobre aplastado; es la cruz de una cara que es su amor compasivo. Cara y cruz no son los dos platillos de una balanza bien equilibrada: la reacción airada no es sino una manifestación de la verdad y la autenticidad de la compasión y el perdón. Dios no es un juez frío y ecuánime, sino un amor apasionado por los hombres. ¿Cómo podemos acercarnos a este amor vertical si nuestras relaciones horizontales están dominadas por la frialdad?

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1987/19


5.

Poco tiempo después de la salida de Egipto (al tercer mes, dice 19,1) llega Israel al pie del Sinaí. Allí tendrá lugar el acontecimiento que sellará definitivamente la relación de Yahvé con su pueblo: la alianza. Israel ha sido elegido por Yahvé, después ha sido liberado de la esclavitud, y ahora estas acciones recibirán su confirmación definitiva en la revelación de Dios que dará su decálogo y el código de la alianza: Israel será el pueblo de Yahvé para siempre.

Estos tres pasos (elección, liberación, alianza) de un único hecho histórico constituirán el dogma primordial de la fe de Israel, y a partir de él se interpretará todo el resto. Por ello, aunque la historia lineal que el Éxodo presenta no sea una tal historia como nosotros la entendemos, sino una fusión de tradiciones unificadas sobre todo mediante la actualización litúrgica, sí que representa la conciencia que Israel tenía de su propio ser como pueblo: el pueblo que Yahvé sacó de Egipto, con el que concluyó una alianza para siempre.

El texto que leemos forma parte del llamado "código de la alianza" (20,22-23,33), colección de leyes provenientes la mayoría del derecho consuetudinario que tiene paralelos con legislaciones contemporáneas de otros pueblos. Nuestro fragmento trata de las relaciones con diversos tipos de gente menos favorecida.

El "forastero" es aquel que por hambre, guerra, peste... se ve obligado a marchar de su patria y debe ir a otro lugar, en el que, naturalmente, tendrá menos derechos; pero para que los israelitas sean hospitalarios para con él, el código les recuerda su situación en Egipto: este interés por los forasteros recorre todo el AT, siendo uno de los rasgos que resaltan el origen de Israel, en el éxodo. Son también destacables las duras palabras con que Yahvé se erige, personalmente, en pariente vengador de los vejámenes infligidos a viudas y huérfanos, las capas más desamparadas de la sociedad israelita. Y también es importante la moral respecto a los préstamos y prendas: las leyes de la alianza no permiten la opresión por la usura o el empeño: antes que los hipotéticos derechos adquiridos por el poder del dinero, están las necesidades de los conciudadanos: la reflexión a propósito del manto empeñado es definitiva en este sentido. Asimismo, una legislación así evita el enriquecimiento progresivo de una parte del pueblo a costa del progresivo empobrecimiento del resto.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1978/19


6.

Estos mandamientos, que forman parte del llamado "código de la alianza", muestran como las normas de vida del pueblo de Israel no son una imposici6n arbitraria, sino que nacen de la acción de Dios en favor de su pueblo; es decir, en la manera de ser de Dios, origen de todo.

Los inmigrantes, los huérfanos y las viudas son la imagen viva de aquellos a quienes Dios protege. El inmigrante es el que no tiene nada, lejos de su casa, desarraigado. Los israelitas deben recordar, ante el inmigrante, que también ellos lo fueron en el país de Egipto: allí Dios se puso a su favor, no porque fueran mejores, sino porque así actúa Dios. Los huérfanos y las viudas, desamparados de un hombre que les protegiera, estaban a merced de los que se aprovechaban de su desgracia, por más que lo hicieran en nombre de la beneficencia. Dios escucha su clamor, como escuchó el grito del pueblo oprimido en Egipto.

La prohibición de cobrar intereses a quien necesita un préstamo se refiere sólo a los del propio pueblo, y va encaminada a no aumentar las diferencias entre los "hermanos". La referencia al manto recuerda la maldad que supone dejar a alguien sin el mínimo indispensable.

Al final del texto que leemos encontramos la razón última de estas normas de actuaci6n: la manera de ser de Dios. El es "compasivo", es decir, se pone en la piel del necesitado, del oprimido, y actúa en consecuencia.

J. M. GRANE
MISA DOMINICAL 1993/13


7. /Ex/22/20-30:/Ex/23/01-09:

A continuación del texto del decálogo, el último compilador del Éxodo abre como un paréntesis y nos ofrece un texto que se ha dado en llamar el Código de la Alianza. Se trata de una colección de preceptos, en los cuales se transparentan las antiguas costumbres de una civilización rural, enunciadas con una encantadora sencillez y llenas de un gran espíritu de respeto al hombre. En la raíz de estas formulaciones existe un fondo antiquísimo, que es anterior a la ocupación de Palestina por las tribus procedentes de Egipto, el cual encontró seguramente su gran período de fijación cuando dichas tribus empezaron a ocupar la tierra prometida e intentaron hallar un estatuto común que las uniera. Pero la tradición de Israel ha visto en estas normas la formulación concreta de cómo es posible vivir la alianza en el contexto cotidiano de una vida humilde, pobre, que a través de la convivencia con los hombres sabe elevarse hasta la comunión con Dios. Así, en el corazón mismo de la alianza entre Dios y el pueblo, este código viene a ser una demostración clara de hasta qué punto es posible vivir el decálogo, en una vida de relación normal con los hombres concretos.

El fragmento que leemos hoy nos habla de cómo se debe tratar a los pobres. Empieza contemplando a los más pobres, aquellos que, no poseyendo nada, no tienen siquiera un pueblo donde vivir: los extranjeros, que son un recuerdo constante de la condición de Israel en Egipto (20). Siguen las viudas y los huérfanos, quienes no tienen a nadie que les defienda y por ello han de clamar a Yahvé, que se identifica con su suerte (21-33). Vienen después los pobres que hay en medio del pueblo, los cuales tienen que poder sustentarse y que, por lo mismo, no pueden ser devorados por el usurero, sino que deben ser tratados con delicadeza y considerando siempre su dignidad de personas (24-26). El capítulo 22 se completa con un pequeño bloque de leyes religiosas porque «sois para mí santos» (30).

Nuestro texto termina con unas prescripciones sobre la justicia y la caridad (23,1-9). De hecho, se trata de una gran lección en términos muy populares y ceñida a la casuística que produce la vida de cada día sobre la verdadera libertad: los hijos de Israel deben procurar mantenerse, de todas formas, completamente libres de los lazos del mal. Por ello, el israelita se inclinará siempre a favor del derecho y la justicia, de la verdad y la magnanimidad, y se mantendrá alejado del soborno, que ciega incluso a los sabios y tuerce el derecho de los justos (8). Son unas magníficas normas populares de convivencia, que humanizan la durísima ley del desierto, donde la lucha por la supervivencia entraña el peligro de hacer a los hombres víctimas de la esclavitud de sus propias pasiones desbordadas, ley mucho más terrible todavía que la que había experimentado Israel en Egipto. Es el camino de la revelación del amor libertador de Dios que, poco a poco, se va abriendo paso hasta llegar al gran mandamiento de la nueva alianza: el amor universal de todos los hombres y a todos los hombres como signo eterno de Dios.

J. M. ARAGONÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 138 s.