SAN
AGUSTÍN COMENTA EL EVANGELIO
Mc 10,35-45: Buscáis
a Cristo glorificado, volveos a él crucificado
Escuchaste
en el evangelio a los hijos del Zebedeo. Buscaban un lugar privilegiado, al
pedir que uno de ellos se sentase a la derecha de tan gran Padre y el otro a la
izquierda. Privilegiado, sin duda y muy privilegiado era el lugar que buscaban;
pero dado que descuidaban el por dónde, el Señor retrae su atención del adónde
querían llegar, para que la detengan en el por dónde han de caminar. ¿Qué
les responde a quienes buscaban lugar tan
privilegiado? ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? (Mt 20,22).
¿Qué cáliz, sino el de la pasión, el de la humildad, bebiendo el cual y
haciendo suya nuestra debilidad dice al Padre: Padre, si es posible pase de mí
este cáliz? (Mt 26,39). Poniéndose en lugar de quienes rehusaban beber ese
cáliz y buscaban el lugar privilegiado, descuidando el camino de la humildad,
dijo: ¿Podéis beber el cáliz que he de beber yo? Buscáis a Cristo
glorificado; volveos a él crucificado. Queréis reinar y ser glorificados junto
al trono de Cristo; aprended antes a decir: ¡Lejos de mí el gloriarme, a no
ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo! (Gál 6,14).
Ésta
es la doctrina cristiana, el precepto y la recomendación de la humildad: no
gloriarse a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Pues no tiene nada
de grande gloriarse en la sabiduría de Cristo, pero sí el hacerlo en la cruz.
Donde encuentra el impío motivo para insultar, allí ha de encontrar el piadoso
su gloria. Sea idéntico lo que provoca el insulto del soberbio y la gloria del
cristiano. No te avergüences de la cruz de Cristo; para eso recibiste su señal
en la frente, la sede del pudor, por decirlo así. Piensa en tu frente para no
temer la lengua ajena.
Sermón 160,5.