SEGUNDA LECTURA

En la Iglesia cristiana el sacerdocio no es un privilegio o una excepción, sino una participación total en el esfuerzo humano. El «clericalismo», con su carga de privilegios y de poder, es lo contrario del auténtico sacerdocio cristiano, que se ha llamado precisamente «ministerio», o sea, «servicio».


Lectura de la carta a los Hebreos 4,14-16.

Hermanos:

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo; Jesús, Hijo de Dios.

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado.

Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.