COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Is 5, 1-7


1. VIÑA/ISRAEL:Os 10. 1; Jr 2. 21; 5. 10; 6. 9; 3. 14; 27.
La imagen de la viña aplicada al pueblo se encuentra bastantes veces en el AT (Is 3. 14; 27. 2-5; Jr 2. 21; 12. 10; Ez 17. 6; etc.) Expresaba bien la alianza de Dios con su pueblo, alianza emparentada con la unión conyugal (cf. Os 1-3), ya que la vid es también el símbolo del amor (Ct 1. 6-14; 2. 14; 8. 12). El profeta se presenta en este caso como el amigo del novio a quien le da vergüenza ir a presentar su pleito. Entonces el amigo entona esta canto de trabajos de amor perdidos. Este canto (vv. 1-2) compara la actuación del viñador a la viña en un poema de gran lirismo que parece que quedará ahí. Sin embargo el poeta irá más lejos. Es el pueblo mismo quien está en el banquillo del juicio.

En la segunda parte del poema se supera el supuesto lirismo y se entra en el juicio a partir de una interpelación. Los que han escuchado este poema con agrado es preciso que tomen partido (vv. 3-6). Se ha pasado de algo simplemente bello a una postura vital.

Y el pueblo cae en lo que el poeta pretendía: se han juzgado a sí mismos porque ellos son la verdadera viña, la casa de Israel. La fidelidad prometida por el pueblo en la alianza se ha venido por tierra como él mismo lo reconoce. Se han roto esas relaciones de amor con Dios y se han instalado depuradas prescripciones legales que nunca llegarán hasta ese Dios. Por ese camino de rechazo del amor el creyente está abocado a una religión estéril y sin sentido.

El profeta describe minuciosamente la situación en la que quedará el país después de la toma de Samaría y las deportaciones, con el establecimiento de extranjeros y el sincretismo religioso (7. 21).

Lo que había comenzado con un canto de fiesta va a terminar en un canto de verdadera muerte. En un antropomorfismo bellísimo se describe la situación del que pretende caminar en la fe sin ese amor a Dios, expresado como sea, aunque abunde "religiosidad".

Este canto de amor contiene una extraña paradoja. El amor en todas sus manifestaciones exige una respuesta de cariño y de amor exclusivos. Pero en este texto el absurdo está en que lo que se espera como fruto del cariño puesto por Dios en la viña-amada no es que ésta le "corresponda": Dios ha hecho por el pueblo un derroche de amor y, paradójicamente no espera que el pueblo le quiera. Lo que Dios quería con todo su cariño y todo su esfuerzo es que reinara entre ellos la justicia y el derecho. Que supieran amarse y respetarse mutuamente. Esas son las uvas que esperaba el Señor. No esta aquí cantado directamente el tema del amor de Dios al hombre, sino el del amor entre hombres que viene de una postura de fe. Todo el esfuerzo del viñador se orienta a que las cepas convivan y se respeten entre ellas. Hay una forma de saber si uno se mantiene dentro de la alianza entre Dios y el hombre: la prueba de la justicia.

EUCARISTÍA - nº 46 - 1978


2. 

Este canto de la viña, compuesto por Isaías al principio de su ministerio y recitado, probablemente, con ocasión de la fiesta de la vendimia, es una de las piezas líricas más hermosas de toda la Biblia. Se trata de lo que hoy llamaríamos una canción-denuncia, por lo que interesa mucho conocer la situación socio-política del momento. De esta situación podemos hacernos idea si leemos después las siete maldiciones que se pronuncian contra los acaparadores de tierras y fortunas, los especuladores del suelo y los estafadores, los jueces corrompidos, los campeones en beber vino y los que banquetean despreocupados, los que confunden el mal y el bien y los que son sabios a sus propios ojos...

(vv. 8-24). Tengamos en cuenta que la denuncia y la amenaza atañe a toda la sociedad que bien pudiera ser la nuestra y que no se pretende simplemente la conversión individual de este o aquel pecador. No olvidemos tampoco que las uvas que Dios exige y le son negadas son la justicia social entre otras cosas.

Isaías utiliza un motivo alegórico de gran tradición, el de la viña del Señor que es la casa de Israel (Os 10. 1; Jr 2. 21; 5. 10; 6. 9; 3. 14; 27. 2-5). Pero esta alegoría logra en el canto de Isaías su versión más brillante, en la que se inspirará la parábola de Jesús que vamos a escuchar en el evangelio de hoy. El profeta, el poeta (deberíamos escuchar con atención a los verdaderos poetas, pues la poesía auténtica es muchas veces latente profecía) pronuncia un canto inocente, adaptado a la situación festiva del momento.

El amor, el amigo del profeta, eligió para su viña la mejor tierra: un collado de tierra grasa. La cavó y la plantó con las mejores cepas. Con las piedras que sacó del campo construyó una tapia, y coronó esa tapia de espinos (v. 5). Después levantó en medio de la viña una torre de vigilancia y excavó una bodega en la roca. No podía hacerse más con esa viña. Pero la viña no le dio al amo lo que era de esperar, sino agrazones. Por eso se querella contra su viña. Los habitantes de Jerusalén escuchan estas quejas y son requeridos para sentenciar en el pleito. Tenemos aquí un caso análogo al de Natán cuando invita al rey David para que juzgue sobre un asunto que resultaría ser el suyo (2 S 12. 1 ss.). Pues los habitantes de Jerusalén son "la viña del Señor". ¿Qué podrán decir en su defensa? Nada, por eso no responden.

Y ante el silencio de la viña, de la casa de Israel, Yahvé pronuncia una sentencia sobre ella y contra ella. El amo derribará la tapia para que la coman los rebaños y la devasten, la dejará yerma para que crezcan de nuevo los cardos y mandará a las nubes para que pasen de largo. Sin matáfora: Dios abandonará a Israel a su propia suerte y lo entregará como fácil presa a los asirios. Pues esperaba uvas y le ha dado agrazones; quería que corriera el derecho y la justicia como un río y sólo corre la sangre inocente y los lamentos de los oprimidos.

EUCARISTÍA 1981/47


3. DIOS QUIERE QUE LE CORRESPONDA EL PUEBLO PRACTICANDO EL AMOR CON LOS DEMÁS. NO NECESITA NADA DE NOSOTROS: SOLO QUE NOS AMEMOS LOS HOMBRES.

En el poema se habla mucho del trabajo del viñador. Se trata de un amor que no se sacia con palabras, necesita obras de toda clase, constantes. Tales obras apuntan a que el pueblo obre la justicia. Dios quiere que le corresponda el pueblo practicando el amor con los demás, esta es la justicia.

Conviene entender bien el texto para no hacerlo derivar en una correspondencia a Dios que supone un Dios egoísta y necesitado de amor. Yahvé busca la justicia: amarle a él es imposible sin amar al prójimo. Su amor no encierra, sino que abre. Si Dios necesita algo de nosotros es que nos amemos los hombres.

LORENZO TOUS
DABAR 1987/49


4. AMBROSIO-SAN

"Paga al obrero su salario, no le defraudes en el jornal debido por su trabajo, pues tú también eres asalariado de Cristo, quien te ha dado trabajo en su viña y te tiene preparado el salario en los cielos. No causes perjuicio, pues, al siervo que trabaja en verdad ni al jornalero que consume su vida en el trabajo; no desprecies al pobre que se gana la vida con su trabajo y se sustenta con su salario. Pues es un homicidio negar a un hombre el salario que le es necesario para su vida" (SAN AMBROSIO).

Ojalá sepamos interpretar también nosotros las palabras del Señor con la misma fidelidad que lo hizo S. Ambrosio; ojalá también nosotros seamos conscientes de que el amor y la justicia son las verdaderas medidas de nuestra fe.

DABAR 1987/49


5. D/ESPOSO.

En esta alegoría de la viña el profeta se compara al "amigo del esposo", encargado de proteger la virginidad de la prometida y acompañarla ante el esposo el día de sus nupcias. Los vv. 1-2 cantan los cuidados de que el esposo rodea a su prometida; los vv. 3-5 invitan a la concurrencia a que se haga cargo de la determinación que se verá obligado a tomar, condenando a su esposa infiel a la esterilidad (v. 6); finalmente, el v. 7, en forma de glosa, nos da la clave de la alegoría.

Esta alegoría de la viña inaugura el tema de las bodas de Yahvé con Israel, tema que será tocado repetidas veces en la literatura bíblica. En diversos pasajes de la Biblia, a Israel se le designa, unas veces, como una viña (Jr 2. 21; Ez 15. 1-8; 17. 3-10; 19. 10-14; Sal 79/80. 9-17); otras, como la esposa mimada y después repudiada (Ez 16.; Dt 22. 2-14; 25. 1-13). En este pasaje de Isaías se entremezclan perfectamente ambas consideraciones.

La intervención del profeta (v. 1) llama la atención sobre la misión del amigo del esposo. Las delicadas atenciones de que es objeto la viña (v. 2; cf. Mt 21. 33-44) son las que Dios prodiga a su esposa (Ez 16. 1-14 o Ef 5. 25-33). El juicio que Dios emite sobre su viña se desarrolla públicamente (vv. 3-4), según lo prescribía la Ley en caso de adulterio.

Finalmente la condenación de la viña a la esterilidad (v. 6) es la maldición prometida a la esposa infiel, y la decisión de derribar el muro y la cerca (v. 5) recuerdan la orden de exponer a la mujer adúltera a la vergüenza pública antes de proceder a su muerte por lapidación (Ez 16. 35-43; Os 2. 4-15).

Las religiones semíticas hablan a menudo de las bodas de Dios con la humanidad, pero jamás lo hacen de su amor mutuo. Después de Oseas, Isaías es el primero en describir el amor apasionado de Yahvé, así como las atenciones que prodiga a su esposa y la venganza que no duda en tomarse, caso de que ésta le sea infiel.

En otras palabras: desde que el amor de Dios al hombre se hace patente, aparece revestido de un acusado matiz dramático. La justificación de este amor no es otra que él mismo, siendo el sujeto que lo recibe un ser indigno de tal prerrogativa.

De este modo la paciencia de Dios afrontará, a todo lo largo de los siglos, la debilidad e inconsistencia del hombre, hasta que un buen día, en el corazón de la humanidad, surja una viña, fiel y capaz de dar abundantes frutos de vida divina; esta nueva viña no es otro que Jesucristo (cf. Jn 15.)

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág.131 s.


6.

* Introducción.-Aprovechando tal vez la fiesta de la vendimia (cf. Lv 23. 34-43; Dt 16. 13 ss.), efemérides muy importante en la vida agrícola, el profeta recita a sus paisanos este canto bellísimo, parábola entre las más bonitas de la literatura universal. Con una gran maestría, el poeta hará que aquel risueño y desenfadado público, que le escucha con verdadera fruición y que llega a alegrarse con los castigos anunciados contra la pérfida viña, se sienta finalmente interpelado y su alegría y fruición se cambie en tristeza, remordimiento y acusación. Ellos son la viña mimada del Señor que no han sabido responder a la gran ilusión puesta en ellos por el dueño.

* Texto.-La articulación de la perícopa es muy clara: introducción (v. 1a), tres estrofas centrales (vv. 1b-2; 3-4; 5-6) y una estrofa que sirve de conclusión (v. 7).

-En la introducción, el profeta, amigo del esposo, se dispone a entonar un cántico. De forma intencionada, el autor no quiere decirnos quién es este amigo, lo deja a la intuición de los oyentes. Ellos serán los que lo descubran en el momento oportuno.

-Primera estrofa: se describe el cuidado solícito y amoroso del amigo con su viña (símbolo de la amada: cf. Ct 8. 11ss.). Para plantarla ha escogido una tierra fértil y en ella se ha dejado la piel trabajando (el poeta intencionadamente usa verbos de más de tres letras -muy raros en hebreo y difíciles de pronuncias, de ritmo lento- para recalcar el gran esfuerzo, el mucho trabajo que le ha costado. La traducción de Alonso Schökel ha procurado ponerlos en nuestra lengua, en la medida de lo posible, y así no traduce por cavar, sino entrecavar...). Ha puesto tanto trabajo y a la vez tanto mimo en ella que está seguro de una gran cosecha.

Por eso construye una atalaya de vigilancia para impedir que los transeúntes caigan en la trampa de llevarse el fruto, y cava un lagar donde pisar las uvas y obtener el rico mosto que se transforme en vino tras la fermentación.

El final de la estrofa suena a desilusión ya que la viña en vez de dar uva ha echado agrazones, término que no es nada claro.

¿Puede hacer alusión a esa viña primitiva, origen remoto de nuestros viñedos, que daba un producto agrio y con sabor a corrompido? Lo único cierto es que el producto de la viña es malo).

La animación va creciendo. El público se frota las manos y tal vez se ríe con malicia de la viña. Es en ese momento cuando el profeta invita a los oyentes a que hagan de jueces. Es el comienzo de la segunda estrofa, introducida por la expresión "pues ahora...". El amo, que es a la vez el acusador, informa a los testigos que él ha cumplido con todos sus deberes... y sin embargo se siente defraudado. Y esa desilusión la expresa mediante una pregunta. De forma tácita, el pueblo condena a la viña.

En la tercera estrofa, también introducida por la expresión "Pues ahora...", se describe el castigo. Tanto esfuerzo inútil que sólo ha engendrado desilusión en su dueño llevan a éste a despreocuparse olímpica- mente de su viña. No tiene valor para destruirla sino que sólo la deja a su suerte, sin preocuparse lo más mínimo. La viña podrá perecer, pero no necesariamente; siempre queda una débil esperanza.

-Y los oyentes ¿han captado ya el significado de la parábola? Sólo al final de esta estrofa, y de forma muy velada, se dice que el esposo es el Señor, ya que sólo él tiene poder sobre las nubes para que llueva o no. El suspense todavía continúa, ya que la claridad no es total.

-Tan sólo al final, en la última estrofa (v. 7), se da la clave que permite interpretar la parábola. El amigo del profeta es el mismo Dios; la viña, el pueblo de Israel y de Judá. De forma repentina, el pueblo que ejercía el oficio de juez ha pasado al banquillo de los acusados. El Señor ha experimentado en sus carnes una gran desilusión al comprobar cómo su pueblo se ha dedicado a derramar sangre inocente en vez de practicar la justicia, de defender lo que es justo.

* Reflexiones.

-Para explicar el cariño, la solicitud, el cuidado... de Dios con su pueblo y la ingratitud de éste, Isaías parte de un hecho que lo pueden entender aquellos campesinos. Su lenguaje es atractivo, enigmático, incisivo, evocador... ¡Parecido a nuestro lenguaje en la predicación! Lenguaje eclesiástico que nadie entiende, fórmulas estereotipadas, "clichés" hechos... sin contenido alguno. Por no tener, carece incluso de estilo oratorio que pueda entretenernos... La lectura de esta parábola tan sencilla, y a la vez tan profunda, debería ser un espejo en el que podamos corregirnos de un lenguaje sin forma ni fondo como suele ser el discurso eclesiástico. ¡No hay derecho a aburrir así a la gente! Es necesario recuperar el lenguaje bíblico, pero para ello es necesario conocerlo, y no se le puede conocer si no se le estudia.

-A lo largo de toda la historia de salvación, el Señor exige una respuesta de amor del pueblo a su solicitud por él. Y esta respuesta, según este texto de Isaías, consiste en llevar a la praxis el derecho y la justicia. En otros lugares se nos hablará de una respuesta de acción de gracias, de..., pero aquí el redactor de Isaías nos expondrá muy claramente la forma de llevar a la praxis este derecho: luchar contra la opresión de los más débiles. Por eso añade a este cántico el relato de las "Malaventuras" (vv. 8-24); cf 1. 21-26). Lo que Dios quiere del hombre de fe es participar activamente en su compromiso político-temporal. El hombre de fe debe participar siempre en la construcción de la ciudad temporal. Afirmar lo contrario es caer en "bobos espiritualismos".

-A la fidelidad y solicitud divina por su viña le responde el pueblo con la ingratitud. Y a pesar de tanta desilusión, el amo no la destruye sino que la deja a su suerte. En la Biblia siempre está abierta la puerta a la esperanza, al perdón divino. Los "anatemas", "excomuniones", "monitums"... podrán ser lenguajes del Código, pero no pertenecen a un lenguaje bíblico. ¿Cómo tras veinte siglos de cristianismo puede hablarse aún así en la Iglesia? ¡Qué torpes somos! ¡Cómo nos regodeamos en el poder! Estaba en lo cierto aquel gran profesor de cánones que tras tantos mandatos, prohibiciones..., al final del Código escribió: "Jesús autem tacebat".

A. GIL MODREGO
DABAR 1990/49


7.

En este "canto de amor a su viña", hallamos al principio y al final la voz del profeta, mientras que en el centro del poema toma la palabra el mismo "amigo" para interrogar al lector u oyente.

-"Mi amigo tenía una viña...": Nos hallamos ante tres niveles de lectura sobrepuestos:

a) el canto del labrador que expresa la decepción por el triste resultado de su trabajo;

b) el canto del amigo que no se ve correspondido;

c) el canto del fracaso amoroso de Dios para con su pueblo. La imagen del amigo, del vino, del amor, se traspasan -como también en el profeta Oseas- a las relaciones entre Dios e Israel.

-"Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones": La insistencia en la actividad del amigo, en todo lo que realiza por la viña, no encuentra respuesta. Es un amor de obras que espera una correspondencia. La decepción de Dios ante la falta de amor de Israel se repite al final de la lectura, acentuando especialmente la falta de un amor comprometido socialmente: "Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos".

-"Pues ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña": De golpe el canto se rompe. La voz del amigo irrumpe para pedir justicia. Quien lee o escucha se convierte en juez del pleito. Pero el amigo, sin esperar la respuesta que ya es evidente, dicta su veredicto de condena contra la viña: quedará sin protección, abandonada, sin los trabajos y las atenciones del amor, seca, infecunda...

-"La viña del Señor de los Ejércitos es la casa de Israel": Y ahora, como si se tratara de una bofetada inesperada, quien hacía de juez se convierte en el acusado y el condenado. Es una fórmula parecida a la que hallamos en la interpelación del profeta Natán a David después de su pecado. La imagen de la parábola remite a la realidad. El canto acaba con la denuncia y la amenaza del castigo. Es el momento de dar paso a la espera de la conversión.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1987/18


8.

Este pasaje, tradicionalmente llamado Canto de la Viña, denso de contenido teológico e histórico, y literariamente bellísimo, presenta la forma de una parábola, el ejemplo más perfecto que tenemos en el AT. Es un fragmento rico de potenciales desarrollos dramáticos, pero que sin perder nada de su dramatismo se resuelve en un monólogo. El genio poético de Isaías pide prestadas a la vida campesina las imágenes más sencillas para expresar el drama del amor no correspondido.

El significado de la parábola es transparente: a la solicitud amorosa de Yahvé, Israel ha respondido con la abierta rebelión a la voluntad divina, en lugar de hacerlo con el juicio y la justicia, binomio en el cual se resume el ideal religioso y social de los profetas. Después de tanto cuidado por parte de Dios («la entrecavó, la descantó y plantó en ella vides selectas. Edificó en medio de ella una torre, e hizo en ella un lagar...» v 2), bien se podía prever que diera frutos lozanos, pero "esperó que diese uvas y dio agrazones" (v 2).

En el origen de la predicación de Isaías hay una experiencia de Dios. Yahvé no es solamente trascendente, es una persona.

Manifiesta en la historia su amor hacia Israel y espera de él la respuesta. Esta es la teología de nuestro fragmento.

Yahvé ama a su pueblo como a la obra predilecta de sus manos, como el viñador ama a su propia viña: «su plantel preferido» (v 7). Ciertamente que a las infidelidades de Israel sigue el abandono de Dios: «Voy a deciros ahora lo que haré con mi viña. Destruiré su valla para que sirva de pasto, derribaré su cerca para que la pisoteen. Quedará arrasada, no la podarán ni escardarán; crecerán en ella los cardos y las zarzas» (5-6). Pero al Israel arrepentido Dios no le rehúsa su perdón: «He disipado como niebla tus rebeliones; como nube tus pecados. Vuelve a mí que soy tu redentor» (Is 44,22) El gran pecado de Israel es no haber sabido descubrir este amor; no haber sabido reconocer que la alianza no era un pacto jurídico, a base de sacrificios, sino una alianza espiritual y moral que implicaba un compromiso recíproco.

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 20 s.