COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA

Santiago 5, 1-6

1.

Con una inspiración semejante a la de los antiguos profetas cuando atacaban la injusticia de los ricos, Santiago se vuelve ahora contra aquellos que se aferran de un modo culpable a sus bienes (vv. 2-3) hasta el extremo de no pagar debidamente a sus obreros (v. 4) y de oprimir, por añadidura, a las personas menos afortunadas que ellos. Santiago adopta contra estos ricos el estilo de las invectivas empleado por los profetas.

Comienza invitándoles a llorar a gritos: tan enormes son las desgracias que les amenazan (v. 1). Sin duda se vale de este género de amenazas para tratar de mover a unos corazones tan endurecidos (cf. Am 8, 3).

Por lo demás, el castigo es inminente. Santiago lo describe valiéndose de verbos en perfecto: el mal ha comenzado ya y solo quedan los ricos para que no haya lugar a dudas de que el castigo se cierne sobre ellos. El oro comido por el orín y la podredumbre de las riquezas llegarán a sus detentadores como un fuego devorador.

El pecado de esos ricos consiste en no pagar a sus obreros (v. 4), a pesar de los insistentes reproches de la ley (Lev 19, 13; Dt 24, 15) y de los profetas (Mal 3, 5; Eclo 31, 4; 34, 21-27). Este procedimiento era, en aquella época, uno de los medios más rápidos de enriquecimiento, y los procesos (v. 6) permitían las más de las veces, gracias al procedimiento judicial y a la venalidad de los jueces, desposeer al justo y al inocente en provecho de los grandes terratenientes (cf. la viña de Nabot, 1 Re 21). Santiago no teme lanzar sus duras invectivas contra los ricos.

Esta misma disposición de espíritu podemos encontrarla en el tercer evangelio (Lc 6, 24; 12, 16-21; 16, 19-31). Como los ricos de nuestro tiempo no han cambiado sustancialmente su actitud y las riquezas se edifican, ahora como siempre, sobre las espaldas de los pobres, las invectivas de Santiago conservan todavía su razón de ser. Pero ¿quién se preocupa, sin temer las consecuencias, de proclamarlas? ¿Es que, acaso, no hay ricos en el pueblo de Dios para que la audacia profética de Santiago no encuentre en él un lugar absolutamente necesario?

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 111


2. RIQUEZAS/INHUMANAS:

Una de las exhortaciones temáticas más conocidas de la carta es el texto de esta perícopa. Probablemente son las líneas del Nuevo Testamento más fuertes contra la riqueza. Se trata más que de una exhortación, de un apóstrofe o diatriba, de un acento extremadamente duro.

No hay ninguna fundamentación religiosa explícita de la condena. La razón de ella (vs. 5 y 6) es la injusticia que la riqueza lleva aparejada como sabemos, los bienes de este mundo son, en último término, don de Dios. No son malos en sí mismos. Pero, tal como es el hombre, se produce una situación en torno a estos bienes que comporta la deshumanización, tanto de quienes son privados de la parte que les corresponde, como de los propios opresores. La de estos últimos es la peor parte. Estamos ante un texto no teórico, sino que parte de situaciones fácticas bien conocidas, frecuentes, por desgracia, ahora y entonces. Naturalmente se podrían dar otras razones de condena de la riqueza, v. g., en la línea de la justificación que no ha de apoyarse en nada, mientras la riqueza fomenta la autosuficiencia y el orgullo, pero la perícopa actual se fija en un motivo experimental y experimentado, de ética humana, asumida por el cristianismo. La injusticia entre los hombres no es denunciada sólo por otros, sino también por los cristianos. Y por motivos semejantes.

Sería falso pasar por alto este texto o edulcorarlo por encontrar demasiada violencia en él o porque se trata de demagogia. Efectivamente, se puede utilizar con resentimiento no cristiano, partiendo, por ejemplo, del v. 6. Pero ese peligro no es razón para olvidar su contenido. En este momento actual en que la teología de la liberación y sus pretensiones de mayor justicia en el mundo están de actualidad, puede verse aquí un serio apoyo neotestamentario, que nos recuerda cómo la Revelación también se preocupa de lo presente y mundano.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1988, 49


3.

En tono y estilo del AT se dirige el autor a un grupo de ricos. En la interpretación no hay acuerdo de si se refiere a ricos cristianos o increyentes (judíos o paganos), o a ricos en general sin tener en cuenta su pertenencia al cristianismo. Es muy probable que se dirija a no cristianos (J. Reuss), judíos y paganos, aunque muchas injusticias podían ya darse entre cristianos. Los apuros se cifran en la pérdida de los bienes y, al final, en la condenación el día del juicio; lo cual, al estilo de los profetas, se describe como algo ya presente. Siempre es actual lo que se verificaba en la civilización pobre del tiempo de Santiago. Los que viven bien deben su bienestar a que dos mil millones de personas viven en la miseria. La defensa de sus privilegios trae cada año como consecuencia inevitable la muerte injusta de millones de personas por hambre, represión y guerras.

En el NT, y aquí se inscribe la carta de Santiago, rico es quien piensa y actúa como tal; no es feliz, ni está libre de culpa. Comportarse como rico, de pensamientos o de obra, corrompe las riquezas que se tienen, aun cuando se crea poder afirmar que han sido ganados "legalmente".

EUCARISTÍA  1988,  46


4.CAPITALISMO/PROTESTANTISMO

EL juicio de la Biblia sobre las riquezas no es el mismo en cada una de sus páginas. En algunos libros del A. T. se dice que Dios enriquece o promete enriquecer a sus amigos, hasta el extremo que las riquezas pueden convertirse en señal de las bendiciones divinas; además, se valoran las riquezas como posibilidad de practicar la "justicia" haciendo sacrificios a Dios. De ahí que haya sido posible el desarrollo de una ética protestante que ensalza el trabajo y aconseja el ahorro como virtud y que, en opinión de ·Max-Weber, constituye una de las bases principales del capitalismo. Pero la Biblia condena unánimemente el abuso de los ricos, la ambición desmedida y la explotación de los pobres. Además, los profetas del A. T. han visto en la riqueza una fuente de injusticia. Siguiendo esta misma línea, el N. T. es mucho más riguroso al enjuiciar las riqueza. Jesús, que vivió pobre entre los pobres, exigió a sus discípulos que lo dejaran todo y él mismo no tuvo dónde reclinar la cabeza. Para los evangelistas la riqueza aparece como un serio obstáculo que impide la entrada en el Reino de Dios. Especialmente dura es la crítica a las riquezas en el evangelio de Lucas.

Que el mensaje evangélico no sea neutral, lo mismo para los pobres que para los ricos, lo demuestra claramente esta invectiva de Santiago. El evangelio, que es Buena Noticia para los pobres ("y los pobres son evangelizados"), se convierte en mala noticia para los ricos. El autor denuncia el escaso valor que tienen los bienes y tesoros en los que los ricos han puesto su corazón. Los orientales atesoraban la riqueza acumulando objetos de oro y plata, guardando piezas de tela y vestidos (1 Mac 11, 24; Mt 6, 19 s; Hech 20, 33). Los tejidos se apolillaban con facilidad, mientras que los objetos de oro y de plata perdían su brillo por falta de uso. Santiago ve en las telas apolilladas y en los metales enmohecidos la prueba de la avaricia de los ricos y la causa de su condena cuando llegue el juicio de Dios.

Sin embargo, los ricos siguen acaparando riquezas sin caer en la cuenta de que el juicio de Dios es inminente. Contra estos ricos se alza el grupo de todos los obreros explotados. El jornal que han detenido, defraudando a los segadores, es como la sangre de Abel: un crimen que clama al cielo (Dt 24, 14). La ley mandaba pagar cada día a los obreros, antes de llegar la noche (Lv 19, 13; Dt 24, 15; Tob 4, 14). Pero la retención del jornal es aquí sólo un botón de muestra de la explotación y de la injusticia de los ricos. Sarcásticamente, el autor dice a estos ricos que son como los cerdos que se ceban para la matanza. Engordan sin producir nada, y no saben que se aproxima el juicio de Dios.

EUCARISTÍA  1982,  44


5.

El último fragmento que leemos de la carta de Santiago es una durísima diatriba contra los ricos. El lenguaje utilizado se asemeja a las maldiciones que Lucas sitúa a continuación de las bienaventuranzas: "¡ay de vosotros, ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo!" (6,24); "¡ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!" (6,25).

El gran error que cometen es preocuparse solamente de aquello que con la muerte y resurrección de Jesús ha perdido todo valor: amontonar riquezas y llevar una vida de placeres, cosas destinadas a desaparecer. Sin embargo, la acusación de Santiago contra ellos va mucho más allá porque esto lo han hecho a costa de la opresión y la explotación de los pobres. Esta opresión de los pobres es condenada con las más duras palabras y es puesta al mismo nivel que el asesinato.

Estas palabras de la carta pretenden despertar las conciencias de quienes viven así, seguramente no cristianos que explotan a trabajadores creyentes. Al mismo tiempo, infunde esperanza a estos últimos: el juicio de Dios ya está hecho y no tardará en manifestarse.

J. ROCA
MISA DOMINICAL  1982,  18


6.

Apóstrofe contra los ricos, de insólita violencia verbal. Con toda claridad: nada podemos añadir ni quitar. En lugar de comentarlo, podríamos imaginar que el sacerdote se saltase esta segunda lectura y, terminando el Evangelio, la "dijese", con el énfasis que por sí mismo el texto exige, como si fuese una homilía. Las reacciones de los oyentes, especialmente en según qué parroquias, serían probablemente de indignación exteriorizada. Pero como en lugar de ser palabra de cura es Palabra de Dios, todo el mundo escuchará impasiblemente la lectura, como si no tuviera beligerancia alguna.

Vamos a notar un solo punto. El texto no es una simple denuncia de la injusticia. Para el cristiano, que afirma haber creído la buena noticia del Reino, es especialmente grave, y contradictorio, haber amontonado riquezas "precisamente ahora, en el tiempo final".

HILARI RAGUER

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Resuenan en ella afirmaciones evangélicas muy conocidas. Pero sobre todo se encuentra una referencia a la situación cristiana: el tiempo final. Prescindimos de si esta expresión se interpretaba también en sentido cronológico; lo cierto es que sigue siendo válido para una visión del cristianismo como "etapa final". La comparación de Santiago aparece entonces muy gráfica: los ricos no han sido previsores, no han mirado más allá de su egoísmo, no se han dado cuenta de que la situación está cambiando.

En esta perspectiva, el texto adquiere una dimensión muy profunda, el hombre egoísta, el que atesora ávidamente, el que defrauda a los demás, no ha comprendido nada del momento en el que vive; no es realista, en definitiva.

PEDRO TENA
MISA DOMINICAL 1976, 17


7. Corrupción de la riqueza

Una carta dura; se parece a una homilía destinada a despertar las conciencias. Sin que deba servir de bandera política, es aplicable hoy a las presentes situaciones, evitando las vulgaridades y superficialidad que semejante reproche tiene el riesgo de llevar consigo. El retrato de la riqueza está hecho con fuertes brochazos: una cruda pintura. La riqueza, al parecer tan deseable y brillante, súbitamente se desmorona y no queda de ella más que míseros jirones. No puede tener consistencia más que si la afrontamos con la vista puesta en el último día; en relación con él, la riqueza no tiene sentido ninguno, se convierte en una condenación. Está, además, manchada de injusticias de toda clase: salarios no pagados y que claman venganza, vida de lujo y de placer, mientras se oprime a la gente. Han condenado al justo y le han matado sin resistencia por su parte. Quitándoles el pan a los pobres se les condena a la muerte. Algunos han querido ver en este "justo" al propio Cristo. La riqueza y su lujo matan a Cristo; así podría decirse viendo a Jesús cargar con los sufrimientos y las injusticias que sufren los pobres. Santiago se contenta con ese retrato y ese reproche cuya tranquila violencia será raramente superada. Sin duda, conocería en su comunidad judeo-cristiana situaciones graves de este género; son las que darían lugar a esta carta de la que nuestra época puede sacar amplio provecho meditándola humildemente.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 7
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 22-34
SAL TERRAE SANTANDER 1982.Pág. 131 s.


8.

La segunda lectura es toda una página que pertenece de lleno a ese género que podríamos llamar el humor o la ironía cristiana.

Santiago invita a los ricos a llorar su "desgracia". Los ricos han tenido "mala suerte" al llegar a ser ricos en el más inoportuno de los momentos: "Habéis amontonado riquezas, precisamente ahora, en el tiempo final.

Probablemente Santiago está influido por la idea de la inminencia de la Parusía; pero conserva todo su valor la advertencia de que estamos en los últimos tiempos: hay unos valores y unas situaciones completamente especiales, creados por el Misterio de Cristo: es totalmente inadecuado emplear este tiempo precioso en amontonar basuras. "Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados", "vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados".

Si la acumulación de riquezas es un "error" por las circunstancias especiales en que el Señor ha hecho discurrir estos "últimos tiempos", mucho peor error será el haberlas acumulado a fuerza de injusticias: "El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros, y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor". Cierto que la abundancia del dinero les ha permitido engordar; pues bien, así se "han cebado para el día de la matanza". Un humor negro el de Santiago que no se puede pedir más.


9. Vuestra riqueza está corrompida

En 4,13-5,7 Santiago habla de la vanidad y de la inmortalidad de las riquezas. En 4,13-17 presenta en primer lugar la vanidad de las riquezas: aunque no se dé cuenta, el rico está en manos de Dios, el único que posee el secreto del futuro del hombre. Éste realiza sus planes y sus proyectos, pero es Dios quien decide en último término (cf. Lc 12,18.20: la parábola del rico necio).

Los vv. 5,1-7, que hoy nos presenta la liturgia, tratan de la riqueza pero en relación con los demás. Con un lenguaje que recuerda el usado por los profetas, el autor no sólo anuncia el final de los lujos y del bienestar, sino también la inmortalidad de la riqueza por lo que comporta de insolidaridad.

El término "rico" en el Nuevo Testamento se utiliza, a menudo, como expresión de un planteamiento vital encerrado en un horizonte puramente humano, independientemente de su potencial económico, por eso "no hay lugar" para los ricos en el Reino de Dios (cf. Lc 6,24;18,15).

El Antiguo Testamento se muestra particularmente sensible en cuanto al salario defraudado al obrero (cf. Dt 24,15; Is 5,9; Jr 22,13; Ml 3,5).

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 2000 12 37