COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
1 Tm 01, 12-17
1.
Cuando el apóstol hable del Dios "invisible", no pretende contradecir mediante una definición filosófica el deseo de la Escritura de "ver a Dios" (1 Co 13. 12; 1 Jn 3. 2): quiere decir simplemente que Dios se revela allí donde una religión humana o una simple filosofía no lo esperarían. Dios no aparece en la sabiduría sino en la locura, no es visible en el poder sino en la pobreza, y se presenta también como incorruptible en una carne entregada al poder del mal y del pecado.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág.
65
El comienzo de la carta subraya algo muy esencial en toda la eclesiología paulina: los ministerios provienen de la voluntad de Dios; la iglesia no es una reunión puramente democrática, donde el origen del ministerio se deba a una mera delegación de la comunidad en aquél que lo ejerce.
Este origen divino de los ministerios en la Iglesia no quiere decir que los "responsables" tengan que presentarse siempre como los puros e intocables ante la comunidad y ante los de fuera. Todo lo contrario. Pablo se presenta como el antiguo "blasfemo, perseguidor y ultrajador". Solamente por la "gracia" de Jesús pudo realizarse aquel sorprendente cambio. Pablo se presenta a sí mismo como pecador redimido por el gesto gratuito de Cristo. En una comunidad eclesial no se deberían oir jamás elogios a ningún responsable humano, por alta que fuera su jerarquía.
Partiendo de esta visión nunca estallaría en la comunidad el conflicto jerarquía-fieles; conflicto que, por otra parte, se convierte en insoluble, cuando una de las dos partes contendientes pretende tener el monopolio, ya sea del trigo, ya de la cizaña... Es una herejía práctica creer y actuar como si el trigo o la cizaña estuviera solamente en una de las partes. (...).
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA
NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1917
3.
Pablo recuerda ante el discípulo la prehistoria de su propio apostolado. En ella aparecen las persecuciones, los insultos y las blasfemias de Pablo. Es lógico que en ella Pablo se confiese pecador..., pero lo más admirable es el tiempo en que el verbo está redactado, un presente: "Yo soy el primero (pecador)" (1. 15). Pablo no se detiene aquí. No quiere darnos lecciones de humildad. Generosamente piensa en los que le seguirán a él y a Timoteo. No quiere que admiremos su comportamiento ni sus virtudes, sino la manifestación de la misericordia de Dios en él. (Ciertamente distinto de la hiperbólica y alienante descripción de méritos y milagros en tantas biografías de santos). La misericordia de Dios conmigo, nos dice Pablo, es una simple muestra de lo que hará también con vosotros.(cf.v.16).
LA BIBLIA DIA A
DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág.340