COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Si 27, 33-28, 9

 

1.ENFERMEDAD/P: SEGÚN LA MENTALIDAD ORIENTAL Y BÍBLICA EL PERDÓN DE LOS PECADOS TIENE FRECUENTEMENTE COMO CONSECUENCIA LA CURACIÓN DE LAS ENFERMEDADES.

El valor real de la ayuda al enemigo en su necesidad (Ex 23. 4 s.; Pr 25. 21) no se desconoce totalmente en el AT. En nuestro texto se rechaza expresamente el espíritu vengativo y se promete el perdón a los que saben perdonar. En él se anticipa ya lo que se dice en la petición del padrenuestro (Mt 6. 12 y 14s.; Mc 11. 25s.; Lc 6. 37). Pero la "salud" implica también pedir perdón por los pecados.

Pues, según la mentalidad oriental y bíblica, el perdón de los pecados tiene frecuentemente como consecuencia la curación de las enfermedades (cf. Is 6. 10; 57. 18s.; Jr 3. 22; 17. 14; Sal 30. 3; 41. 5; 103. 3, etc). De ahí que estuviera generalizada la creencia de que la enfermedad era un castigo por los pecados cometidos (Jn 9. 2).

El hombre piadoso que reconoce su debilidad se acuerda de los mandamientos del Señor y no se enoja fácilmente contra su prójimo. La alianza con el Señor es el fundamento y la última motivación de esa conducta que debe observar Israel con los demás. Pues también el Señor perdona y es paciente con ese pueblo de dura cerviz.

EUCARISTÍA 1990/43


2. LEY DEL TALIÓN. LA REACCIÓN CONTRA EL TALIÓN SE FORMULA DENTRO DEL MISMO MARCO DOCTRINAL:NO VENGARSE PARA NO SER OBJETO DE LA VENGANZA DIVINA.

En todo nuestro pasaje aflora constantemente la idea de retribución inmediata. ¿Por qué no vengarse? Porque se teme la venganza divina (vv. 1-3). ¿Por qué perdonar a otro? Porque se persigue la forma de obtener el perdón de Dios en tiempo oportuno (vv. 2 y 5). Esta forma de ver las cosas no debe sorprendernos. La ley del talión se cimentaba igualmente en el principio de la retribución inmediata: así se comprende que la primera reacción importante contra el talión se formule aún dentro del mismo marco doctrinal. Hay que esperar al NT para ver cómo la doctrina del perdón se libera de semejantes referencias.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 59


3.

* Introducción: Soportar a los que nos rodean en las tareas de cada día, aguantar a los seres humanos más allegados, mantenerse paciente con el "paliza" de turno, mostrar serenidad en... resulta siempre una tarea ardua y difícil. Y es que la convivencia humana provoca, inevitablemente, incomprensiones, roces, disputas... que pueden, incluso, conducir a la agresión.

Más que lugar de convivencia humana nuestro mundo se asemeja a una jaula de perros que no cesan de gruñir y de mostrarse los dientes a todas horas: en casa y en la calle, andando y conduciendo el coche, en el trabajo y en el reposo... Nunca cesamos de gruñir. -La vida en comunidad es terreno abonado y propicio para que en nuestro interior, y de forma casi imperceptible vaya germinando y gestándose un cierto malestar que puede aflorar, con el correr de los días, en furor, cólera..., y si no se corrige a tiempo, en rencor y venganza. Por eso, Jesús ben Sirah, autor de este libro y profundo sicólogo, nos exhorta a que los humanos sepamos perdonarnos. Esta es la enseñanza sapiencial que nos ofrece un autor del s. II a. de C. acerca de un problema humano, viejo como el hombre, pero en el que eternamente tropezamos. ¡No tenemos remedio!

* Texto: El rencor suele aflorar inexorablemente en venganza ya que ésta es sólo su manifestación externa. Tardará más o menos en manifestarse, pero la relación es de causa y efecto. Y el rencor no suele quedar impune ya que siguiendo la ley del talión, el rencoroso siempre cae en su propia trampa. Así nos lo recuerda este viejo y sabio autor: "Tira una piedra a lo alto y te caerá a la cabeza... el que cava una fosa caerá en ella, el que tiende una red quedará cogido en ella; el que hace el mal se le volverá contra él, aunque no sepa de dónde viene" (27. 25-27).

-Mediante tres preguntas retóricas (vv 3, 4 y 5) el autor intenta hacernos ver el error que comete todo hombre rencoroso. Porque si el hombre, ser débil y enfermo, no sabe compadecerse de otro hombre, débil y enfermo al igual que él ¿cómo se atreve a pedir el perdón a Dios? Su postura sería disparatada y contradictoria.

Al que no perdona, el Señor le recordará sus pecados y le negará el perdón. Sólo el que practica el perdón se hace merecedor del mismo. Sólo el que perdona puede llamarse persona.

Por eso es absolutamente necesario que todo hombre sea solidario de su hermano. Con gran valentía, Job afirmará que esta virtud o actitud está por encima incluso del mismo temor y amor al Señor; contra aquellos "teólogos-curanderos" de su tiempo (especie que abunda en todas épocas) afirmará: "Para el enfermo es la lealtad de los amigos, aunque olvide el temor del Todopoderoso; pero mis hermanos me traicionan como un torrente..." (Jb 6. 14 ss.).

Cualquier beduino del desierto ha vivido muchas veces el espejismo del falso torrente de aguas; extenuado llega al wadí de su ilusión, y se encuentra con una gran decepción: el torrente está seco. Torrenteras sin agua son esos teólogos de todos los tiempos que no saben ser solidarios del hombre. Todo el día podrán tener en sus labios el nombre de Dios, para todos los problemas tienen sus respuestas pseudo-teológicas..., pero son fuentes vacías, cántaros sin agua que suelen sonar, pero en eso se quedan, en ruido.

* Reflexiones: Perdona en todo tiempo y ocasión: al volante y sentado en el bar, en casa y en el trabajo, al que es más listo que tú y también al más tonto, al que comparte tus ideas y al que no piensa lo mismo, al que tiene poder y al más desgraciado, a los que se creen santos y a las prostitutas que suelen serlo más que éstos, a los intrépidos y a los timoratos, a los... Incluso se suele perdonar a los que tienen miedo al ridículo o, como diría el gran escritor J.M.Cabodevilla en el prólogo de una de sus obras, a todos aquellos hombres importantes de la vida social, política y religiosa que antes se dejarían cortar un dedo de la mano que andar en isocarro por la Gran Vía de Madrid.

-La normal convivencia humana exige comprensión con el otro. Perdona y serás perdonado. Esta es la gran doctrina de este relato de este viejo autor que resume la esencia de la Alianza tanto Vieja como Nueva. Nos lo recuerda la quinta petición del Padrenuestro: se pide al Señor perdón de nuestras ofensas porque también nosotros se las perdonamos a nuestros semejantes (Mt 6. 11; cf. 6. 14; 18. 35). La disponibilidad al perdón es nota esencial en el cristianismo. Apertura para saber entender al otro es rasgo esencial humano y cristiano. Si no amas al hermano que ves, nunca podrás amar a Dios al que no ves, nos recuerda el NT. Es lo mismo que decía Job a aquellos "mata-sanos" espirituales de aquella época.

A. GIL MODREGO
DABAR 1990/46


4. /Si/27/22-30: /Si/28/01-07

El pasaje de hoy habla en primer término de la honestidad y de la honradez en el pensamiento y en la conducta con relación a los demás. El sabio detesta sobre todo al hipócrita, al que «delante de ti» se comporta de manera complaciente, «pero después cambia de lenguaje y procura cogerte en tus palabras». También el Señor lo detesta (vv 23-24). Ni de la hipocresía ni de cualquier otra trampa que se pueda poner para hacer caer a otro cabe esperar nada bueno. El mal que cada uno hace «se vuelve contra él». En el mismo mal hay una especie de venganza contra quien lo comete. En realidad, «el furor y la cólera que se apoderan del pecador» (v 30) terminan por convertirse en manifestaciones de la venganza del mal por la inquietud y falta de paz interior que llevan consigo.

La otra parte del texto (28,1-7) se refiere a las relaciones con el prójimo en situaciones conflictivas. Notemos la pulcritud y coherencia del razonamiento. El que se venga y no perdona ¿qué puede esperar sino venganza? Hay pruebas evidentes que muestran, por una parte, que carecen de sentido la venganza, la ira, la inmisericordia, el resentimiento y el rencor, y por otra, que lo razonable es perdonar. En la mente del sabio no cabe la venganza, sino sólo el perdón. En efecto, ¿qué sentido podría tener la sed de venganza en un hombre pecador que no sabe librarse de sus pecados? Pero... ¡le han ofendido! ¡Huid todos! La ironía se convierte una vez más en maestra que hace volver a la realidad. Quien se siente ofendido por otro, antes de dejarse llevar por la ira deberá mirarse a sí mismo. Si lo hace, no podrá evitar una cierta sonrisa irónica: "El, que es sólo carne, conserva la ira" (v 5). ¡Pobre hombre, pequeñez abocada a la muerte y al polvo! Subrayemos la coherencia existente entre la realidad humana tal como la percibimos, si no preferimos escamotearla, y lo que la sabiduría aconseja hacer al hombre. El destino del hombre y los mandamientos de la alianza del Altísimo nos recuerdan de consuno que todos somos iguales, especialmente en el desconocimiento del futuro y en la incapacidad de desembarazarnos del lastre de nuestros pecados.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 392