SAN AGUSTÍN COMENTA LA SEGUNDA LECTURA

 

Ef 5,15-20: La maldad y la miseria humana hacen los días malos

En la lectura del Apóstol oísteis o, mejor, oímos todos que nos decía: Estad atentos a vivir cautamente, no como necios, sino como sabios, rescatando el tiempo porque los días son malos. Se habla de días malos a causa de la maldad y miseria de los hombres. Por lo demás, en cuanto respecta al correr del tiempo, estos días son ordinarios: se suceden, constituyen el tiempo, sale el sol, se pone, pasan los días. ¿A quién molestaría el tiempo, si los hombres no se molestasen entre sí? Como dije, dos cosas hacen los días malos: la miseria y la malicia de los hombres. La miseria es común a todos, pero no debe serlo la malicia. Desde que pecó Adán y fue expulsado del paraíso, nunca hubo días buenos, sólo malos. Preguntemos a los niños que nacen por qué comienzan llorando, dado, que también pueden reír. Nada más nacer, lloran; después, ignoro cuántas veces reirán. Al llorar en el momento de nacer, el niño se convierte en profeta de su calamidad, pues las lágrimas son el testimonio de su miseria. Aún no habla y ya profetiza. ¿Qué? Que ha de vivir en medio de fatigas o de temores. Y aunque viva santamente, siendo justo, con toda certeza temerá siempre, puesto que se halla en medio de tentaciones.

Rescatemos el tiempo, porque los días son malos. Quizá esperéis saber de mí en qué consiste el rescatar el tiempo. Voy a decir lo que pocos escuchan, pocos soportan, a lo que pocos se comprometen y pocos realizan; no obstante lo diré, porque incluso esos pocos que me han de escuchar viven en medio de los malos. Rescatar el tiempo consiste en que, si alguien te provoca a litigar, pierdas algo a fin de vacar para Dios, no para las contiendas. Pierde pues; de lo que pierdes obtienes el precio del tiempo. Cuando tus necesidades te obligan a ir al mercado público, das monedas y compras pan, o vino, o aceite, o madera, o algún utensilio; das y recibes; pierdes algo para conseguir otra cosa; eso es comprar. Pues si posees algo que antes no poseías sin perder nada, o lo encontraste, o te lo regalaron o lo recibiste en herencia. Cuando pierdes una cosa para adquirir otra es cuando compras; a lo que pierdes se le llama precio. Del mismo modo, pues, que pierdes monedas para comprar algo, pierde también monedas para comprarte el reposo. Eso es rescatar el tiempo.

Hay un célebre proverbio púnico, que os diré en latín, porque no todos conocéis aquella lengua. Es ya muy antiguo: «La peste busca una moneda; dale dos, y que se vaya». ¿No da la impresión de que el proverbio ha nacido del evangelio? Pues ¿qué otra cosa sino rescatando el tiempo dijo el Señor con estas palabras: Si alguien quiere litigar judicialmente contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto? (Mt 5,40). Con el litigar judicialmente contigo para quitarte la túnica quiere apartarte de tu Dios mediante disputas: estará inquieto tu corazón, tu ánimo no quedará tranquilo, te alejarás de tus pensamientos y te irritarás contra tu mismo adversario. Advierte cómo perdiste el tiempo. ¡Cuánto mejor es que pierdas una moneda y rescates el tiempo!

Hermanos míos, cuando venís a que haga de juez en vuestros juicios y en vuestros negocios, al cristiano acostumbro a decirle que pierda algo de lo suyo para rescatar el tiempo. ¡Con cuánto mayor cuidado y con cuánta mayor confianza debo decirle que devuelva lo ajeno! Escucho a dos que son cristianos. El fraudulento, el que quiere enjuiciar al otro y quitarle algo, aunque sea mediante arreglos, se pone eufórico ante estas palabras. Dijo el Apóstol: Rescatando el tiempo porque los días son malos. «Levanto, pues, una calumnia contra aquel cristiano; dado que oyó al obispo, algo me dará para rescatar el tiempo». Dime, si a él he de decirle: «Pierde, para ganar tiempo», ¿no he de decirte a ti: «calumniador; hijo perdido del diablo, por qué te esfuerzas por quitar las cosas ajenas? No tienes razón y rebosas calumnia». Si le digo a él: «Dale algo, para que cese en su calumnia», ¿te hallarás presente tú, que te sirves de la calumnia para obtener dinero? Tolera los días malos quien, para evitar la calumnia, rescata el tiempo de ti; tú, en cambio, que te alimentas de calumnias, tendrás días malos y en el día del juicio, los tendrás peores. Quizá te rías hasta de esto, porque con la rapiña te llenas de dinero. Ríe, sigue riendo y despreciándome; yo seguiré dando; ya llegará quien pida cuentas.

Sermón 167,1.3-4.