COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 15. 21-28

Par: Mc 7, 24-30

3-1. 

Vale la pena fijarse en la capacidad de admiración de Jesús ante la fe de los paganos. Parece como si lo desarmara. Y no le duele confesar que "en Israel no he encontrado en nadie tanta fe" (Mt 8. 10). Fe, aquí, es confianza, es apertura a su persona y a su poder. Y esta fe -que se dirige a Jesús- tiene su motor y extrae su fuerza de la propia necesidad: la situación de la hija "endemoniada", el criado "que está en cama paralítico y sufre mucho" (Mt 8. 6). Quién sabe: quizás nosotros diríamos que es una petición interesada, que el movimiento no es tan puro como debería... Pero es desde nuestras situaciones vitales que vamos a Jesús y confiamos en él. Quizá el punto de partida no sea lo bastante puro; ¡pero si el movimiento nos lleva hacia él sinceramente...! Ya se cuidará de purificarlo, si es necesario - "No está bien echar a los perros el pan de los hijos" Aprendamos a admirarnos de la fe de los de fuera, de la gente sencilla. Y aprendamos a confiar en los movimientos sinceros de nuestro corazón.

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1987/16


2.

La distribución de los panes sigue normalmente: Jesús ha ofrecido pan a quien lo ha querido y no hay suficiente gente para terminar con las provisiones (Mt 14. 13-21), hasta el punto de que se llenaron doce canastos con las sobras.

Lo que sigue a la distribución responde a la pregunta de por qué comieron tan pocos y dejaron tantas sobras. Esta respuesta es doble: por una parte, los fariseos ponen bastantes obstáculos ante quienes desean comer el pan merced a su reglamentación de las abluciones (Mt 15. 1-20); por otra parte, a los paganos se les niega el acceso a esas sobras (v. 24). El pasaje de hoy desarrolla esta última consideración.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA V
MAROVA MADRID 1969.Pág. 277


3. ORA/PERSEVERANCIA: NECESIDAD DE "LUCHAR" CON DIOS EN EL TERRENO DE UNA ORACIÓN PERSEVERANTE:/Mt/07/07.

Es una oración de petición que arranca de una fe profunda en que Dios, en este caso Jesús, puede hacer lo que se le pide, y de una confianza ilimitada en que lo hará. La fe es el distintivo esencial del cristiano. Una fe que recibe lo que quiere, porque lo que quiere es la voluntad de Dios. La "lucha" que esta mujer mantiene con Jesús, que la rechaza una y otra vez, resulta paradigmática. Está en la línea de lo mandado por Jesús: "pedid... buscad... llamad..." Esto es lo que define sustantivamente al hombre. De ahí la necesidad de "luchar" con Dios en el terreno de una oración perseverante. La cananea obtuvo lo que pedía porque se mantuvo en esa actitud de esencial pobreza. Ante ella aparece la palabra de Dios: "...recibiréis, ...hallaréis, ...se os abrirá" (7. 7). Tres aspectos que definen a Dios (como los tres anteriores habían definido al hombre). Dios y el hombre puestos frente a frente y haciendo cada uno lo que le es propio.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1030


4.

-Texto. Mateo da en él un paso importante hacia adelante, pues la escena no tiene lugar en Israel sino en el extranjero. En términos de sociología religiosa judía esto significa que la escena se desarrolla en el territorio pagano. Toma cuerpo así lo que Mateo había insinuado cuando, al presentar la actividad de Jesús, citaba el texto de Isaías que habla de Galilea de los paganos (MT. 4, 15). Los paganos están ahora aquí, de la mano de una mujer que vivía en el actual y atormentado Líbano. Viene designada como cananea, término especialmente evocador para un judío, por cuanto encarna todo lo que de seductor y peligroso había tenido el paganismo para la fe yavista.

El texto está lleno de sorpresas. Una extranjera da a Jesús el título típicamente judío de hijo de David. Con este título ha introducido Mateo la ascendencia de Jesús (Mt. 1,1). El título resuena cuando Mateo acaba de presentar a Jesús saliendo de territorio judío tras el cuestionamiento de algo tan esencial y sagrado para los judíos como es el comportamiento en consonancia con la tradición (ver Mt. 15, 1-20).

Las sorpresas continúan con el silencio de Jesús primero y su respuesta después a la demanda de los discípulos. Esta respuesta, que se encuentra en el v. 24, es repetición del mandato de Jesús a los doce de ir en busca de las ovejas perdidas de Israel. Leída después de la escena anterior sobre la tradición, la respuesta es, cuanto menos, sorprendente.

Una tercera sorpresa es la presentación de la mujer en el v. 25 con el gesto típico judío de adoración a Dios, gesto característico en el evangelio de Mateo para expresar la actitud creyente ante Jesús.

La cuarta sorpresa es la respuesta de Jesús a la mujer. "No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perros".

Jesús hace suyo el afrentoso y despreciativo apelativo de perros, que los judíos aplicaban a los paganos. ¿Lo hace suyo aceptándolo o ironizándolo? La frase la escuchamos fuera del territorio judío, donde Jesús se encuentra tras su cuestionamiento de la tradición judía.

La quinta y última sorpresa es la reacción de la mujer pagana, que no aspira a suplantar, sino sencillamente a participar.

Todo este conjunto de sorpresas, especialmente elaboradas por Mateo, no parecen tener otra función que la de preparar y resaltar la frase final de Jesús. "¡Qué grande es tu fe, mujer!" Es la frase que el lector de Mateo presentía y esperaba. Ella ratifica la caída del muro de separación entre judíos y paganos.

Un mundo religioso cerrado en sí mismo queda aquí superado y derrumbado; surge otro de todos y para todos.

-Comentario. Es difícil encontrar en cualquiera de los cuatro evangelios una imagen de Jesús tan judía como la que nos ofrece Mateo en este texto. La lógica de la encarnación está aquí llevada al máximo de identificación con la historia concreta de unas gentes. Paralelamente es difícil encontrar otro texto como éste en el que la quiebra de esa historia concreta sea tan clamorosa. Mateo lo ha conseguido con una imagen de mujer sencillamente asombrosa.

Ella, que no es miembro del Pueblo de Dios, encarna el ideal de lo que debe ser un miembro del Pueblo de Dios.

La consecuencia es lo arriesgado del manejo de conceptos y términos tales como Pueblo de Dios e Iglesia, porque ni están todos los que son ni son todos los que están. Pasaba ayer y pasa hoy.

Dos citas de Pablo pueden ayudarnos a entender las líneas de este texto. "Toda diferencia entre judío y no judío ha quedado superada, pues uno mismo es el Señor de todos, y su generosidad se desborda con todos los que le invocan" (Rom. 10, 12). "Todos vosotros, los que creéis en Cristo Jesús, sois hijos de Dios... Ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. En Cristo Jesús, todos sois uno" (Gál. 26, 28).

A. BENITO
DABAR 1990/42


5.

Contexto. El domingo pasado asistíamos a una dramatización de la difícil y arriesgada situación de los doce. La mentalidad nacional-religiosa y cerrada de los pastores de la Ley de Dios ponen en peligro la vida de Jesús. (Mt. 14, 1-12) y la de los doce (Mt. 14, 22-23). Esa misma mentalidad determina continuos desplazamientos de la gente buscando a los nuevos pastores (Mt. 14, 34-36). A continuación de estos dos últimos versículos Mateo introduce otro de los presupuestos-clave de la mentalidad cerrada: la defensa unilateral y monolítica de la Tradición (Mt. 15, 1-20). El otro presupuesto es la Ley: tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado (Mt. 12, 2). ¿Por qué se saltan tus discípulos la tradición de nuestros mayores? (Mt. 15,2). Lee detenidamente Mt 15, 1-20.

Texto. Comienza con la misma fórmula de desplazamiento de hace dos domingos (lee Mt 14, 13). Salió de allí (la traducción litúrgica ha pasado por alto el adverbio). El punto de salida es más que un espacio geográfico; es la situación de cerrazón reflejada en el texto inmediatamente anterior. También es más que un espacio en el mapa el punto de llegada: Tiro y Sidón no son Israel. Mateo quiere poner de manifiesto el sentido de la afirmación hecha en la explicación de la parábola del grano y la cizaña: El campo es el mundo (Mt 13, 38). El misterio escondido se desvela en acción. El pueblo de Dios es universal, abarca más que Israel. Este aspecto fundamental se resalta todavía más en la caracterización de la protagonista: una mujer cananea. En la tradición judía Canaán es el símbolo de lo no judío, de la irreligiosidad.CANAAN/SIMBOLO

Y, sin embargo, el desarrollo del relato es paradójico. Los discípulos y Jesús actúan en la más estricta línea judía. Los discípulos piden a Jesús que despida a la mujer (extrañamente la traducción litúrgica ha convertido la petición de despido en lo contrario). Jesús recuerda algo que ya les había dicho a los doce en Mt. 10,6: sólo a Israel. Sus frases son de un realismo hiriente: No está bien echar a los perros el pan de los hijos.

Los perros son los no judíos. Pero funciona como insulto. Incluso la propia protagonista da por válido el presupuesto: También los perros se comen la migajas que caen de la mesa de sus amos. Todo se desarrolla, pues, dentro de la más puras coordenadas de la religiosidad tradicional. Jesús y los doce se parecen a los pastores de la Ley de Dios. El desenlace del relato rompe con la sorpresa del desarrollo anterior. Este desenlace contrasta con el de la sinagoga de Nazaret (No pudo hacer allí muchos milagros por su falta de fe, Mt 13, 58) y empalma con lo narrado a propósito de un centurión romano en Mt 8, 5-13 (en ningún israelita he encontrado tanta fe Mt. 8, 10). El campo, efectivamente, empieza a ser el mundo. El Pueblo de Dios abarca, no excluye.

Comentario. El texto de hoy es un buen ejemplo ilustrativo del quehacer literario de Mateo y de la necesidad de leer siempre un texto dentro de su contexto (recuerda Mt. 15, 1-20) se imponen las siguientes preguntas: ¿quiénes son los perros y quiénes los amos? Mejor aún: ¿tiene sentido seguir hablando de perros y de amos? Nos hallamos ante un texto cuyo recurso literario es la paradoja y la ironía. Un texto vigoroso por sus contrastes y desarrollo imprevisto, por su lenguaje nada atenuado. Equiparando a Jesús y a los doce con los pastores de la Ley, que inmediatamente antes les habían acusado, el autor consigue poner el dedo en la llaga por el procedimiento del absurdo. Detrás de la defensa apasionada de la Ley de Dios y de la tradición por parte de los pastores se esconde, entre otras cosas, una infravaloración de las personas.

Mujer, qué grande es tu fe. Esta frase rompe los esquemas religiosos hasta ahora vigentes en el Pueblo de Dios. A partir de aquí ya no tiene sentido hablar de Pueblo de Dios en un sentido limitado de raza o nación; ya no hay perros ni amos, judíos ni griegos, siervos ni libres, varones ni hembras (cfr. Romanos 10,12 y Gálatas 3, 28). Nacionalidad, condición social y sexo quedan eliminados como factores determinantes de pertenencia al Pueblo de Dios. Son los mismos tres factores que excluye el autor del cuarto evangelio en una enigmática formulación de su prólogo. Lee Jn 1, 12-13. La elección misma de una mujer para protagonista del relato es un hecho en sí mismo significativo. Si alguien no tenía voz en el interior del Pueblo de Dios, eran precisamente las mujeres. Eligiendo a una mujer primero, extranjera después, y cananea por último, Mateo acaba con todos los esquemas hasta entonces vigentes.

A partir de ahora lo que determina la pertenencia al Pueblo de Dios es la fe en Jesús, la adhesión a su persona. No olvidamos nunca que, en el contexto de Mateo, esta fe significa la relativización de la Ley y de la Tradición, importantes y necesarias, por supuesto, pero nunca prioritarias ni con valor de absolutos. Olvidar esta relativización tiene el riesgo, entre otros, de reducir la fe en Jesús a un pietismo personal.

Ahora que estamos mayoritariamente de vacaciones tenemos más tiempo para reflexionar sobre todas estas cosas.

A. BENITO
DABAR 1987/42


6. J/JUDIO.

Sentido del relato. Este comienza con la expatriación de Jesús. El lector no puede menos de recordar aquello de que "sólo en su patria y en su casa desprecian a un profeta" (Mt. 13, 57). Pero lo curioso del caso es que en estas circunstancias Mateo nos presenta a un Jesús perfectamente judío. Otro dato a tener en cuenta: la extranjera interpela a Jesús en términos exquisitamente judíos.

A la vista de estos datos el lector se arma un auténtico lío, pues, por un lado, Jesús, el judío, en su tierra cuestiona lo judío, fuera de ella reproduce y se aferra a aquello que ha cuestionado. Y, por otro, mientras los judíos se escandalizan de Jesús (cfr. 13, 57 y 15, 12), una extranjera ve en él un judío.

De este lío no saldremos nunca o lo haremos muy artificialmente si no vemos el relato como una maestra pieza irónica de Mateo, quien precisamente quiere cuestionar y eliminar eso de judío-extranjero, religioso-pagano. Porque esto significaba ser judío: ser religioso; y esto significaba ser extranjero: ser pagano. En el engranaje de la obra el relato de hoy funciona como pieza irónica. ¡Esta es su clave de lectura! Y como quien no quiere la cosa, el autor, sirviéndose del recurso de introducir en el relato a los discípulos, invita a éstos, invita al nuevo Pueblo a evitar funcionar con fáciles esquematizaciones y encasillamientos de la gente.

DABAR 1981/45