COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Rm 11, 13-15. 29-32

 

1.

Pablo, en su ministerio entre los gentiles, no pierde de vista a su mismo pueblo: el pueblo judío. Piensa que la aceptación de Jesús por parte de los no-judíos puede hacer que algunos judíos, por celos, lleguen a la aceptación del Evangelio. Y estas conversiones pueden acelerar la conversión de todo el pueblo de Israel.

-"Si su reprobación es reconciliación del mundo...": La paradoja radica precisamente en el hecho que del rechazo de Jesús por parte de los judíos ha resultado la predicación del Evangelio a todos los pueblos. Entonces se puede pensar que de su aceptación surgirá un bien mayor.

-"¿Un volver de la muerte a la vida?": En esta expresión algunos Padres de los primeros siglos veían la afirmación de que la conversión del pueblo judío comportaría la resurrección de los muertos y, por lo tanto, el fin de los tiempos. Pero es mejor leer este paso de muerte a vida en un sentido figurado: primero la conversión de los judíos sería un acontecimiento que llevaría la alegría a los gentiles; pero también incluye, en segundo lugar, el significado de que esta conversión sería para los judíos un paso de muerte a vida (sentido bautismal). Por la aceptación de Cristo, entrarán en posesión de la nueva vida.

-"Los dones y la llamada de Dios son irrevocables": La elección de Israel es algo irrevocable. Por el hecho de su "no" a Xto, Dios no ha retirado su elección. Simplemente, ahora, judíos y gentiles están en un mismo plano. Los gentiles eran desobedientes, porque no creían en Dios; ahora los judíos también lo son porque no han descubierto su revelación en Xto. Resultado: "Dios nos encerró a todos en desobediencia". Dios se ha servido de esta infidelidad general para manifestar a todos su misericordia, revelando así su ser de amor.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1987/16


2.

Pablo escribe estas palabras refiriéndose a los judíos. Por eso el pasado domingo gustaba de enumerar los dones recibidos y los títulos de gloria. Los cristianos parecía que lo habíamos olvidado a lo largo de la historia y los teníamos por un pueblo maldito. Y precisamente toda nuestra esperanza se apoya también -¡y únicamente!- en esta fidelidad de Dios a sus promesas, y no en nuestros méritos ni en nuestra correspondencia. Nuestro Dios es un Dios fiel, y por eso es misericordioso y acogedor.

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1987/16


3. I/ISRAEL: ¿QUÉ SENTIDO TIENE, DENTRO DE LA PERSPECTIVA DE LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN, LA RUPTURA ENTRE LA IGLESIA E ISRAEL? La Iglesia es el nuevo Israel, puesto que es el punto de realización de las promesas y del ejercicio de los privilegios espirituales del pueblo elegido. Ahora bien: esa Iglesia está constituida por antiguos paganos: los judíos no constituyen dentro de ella más que una reducida minoría, un pequeñísimo "resto" (Rm 11. 4-5; cf. 9. 27-29). El patrimonio de Israel es, pues, ahora de la Iglesia, pero ¿por qué han de gozar de él los cristianos sin los judíos? ¿Qué sentido tiene, dentro de la perspectiva de la historia de la salvación, la ruptura entre la Iglesia e Israel? a)Pablo advierte en primer lugar que no es Dios quien toma la iniciativa de la ruptura. Nunca deja de ser fiel al pueblo que ha escogido (v. 2). Así, el pueblo judío sigue siendo objeto de la promesa, incluso en la ruptura, porque Dios mismo sigue estando presente. Pablo dirá lo mismo, en otras palabras, en el v. 6: las primicias ofrecidas al templo santificaban toda la cosecha; igualmente, las primicias del pueblo, esos patriarcas que han caminado conforme a la promesa (cf. Rm 4. 13-25), no dejan de imprimir al pueblo una cualidad particular, hasta el punto de que un judío que no cree en Jesús sería superior a un pagano.

Pero ¿es este tipo de jerarquía el que debe atraer nuestra atención? Esa continuidad de la presencia de Dios en su pueblo y esa permanencia santificadora de la promesa explican que la ruptura actual no es una caída, sino un paso en falso (v. 11). Por tanto, el pueblo elegido tiene, incluso fuera de la Iglesia, una razón de ser, un contenido positivo. Es testigo del dramático fracaso del hombre que quiere salvarse por sí mismo y, en cuanto tal, signo de la llamada que Dios hace a la Iglesia para que se mantenga fiel a la promesa y a la gracia de la reconciliación (vv. 12 y 15a).

Por otro lado, Pablo espera (advirtamos que se trata de una esperanza y no de una profecía: v. 14) que el papel absolutamente negativo que Israel desempeña desde fuera sobre la Iglesia se convertirá algún día en un papel activo y revitalizante en el seno mismo de la Iglesia.

b)El v. 12 resulta a primera vista sorprendente: ¿cómo el paso en falso de Israel puede enriquecer a los paganos? Pablo no pudo escribir esta frase hasta después de haber comprobado que en cada ciudad por donde pasa, la sinagoga le expulsa de su recinto como para obligarle a volverse a los paganos (Hch 13. 44-52; 17. 1-9).

Pero aún hay más. Pablo no pudo escribir esta frase sino dentro del clima escatológico que le caracteriza: el Señor va a venir, pero retrasa su vuelta por misericordia y espera que todos los hombres se conviertan (1 Tm 2. 4). Así, la incredulidad actual de los judíos prolonga el plazo fijado y permite así que entre en el Reino el mayor número de paganos. Por otro lado y recíprocamente, el testimonio de los paganos convertidos a la Iglesia debe provocar la conversión de Israel (por "envidia": vv. 11 y 14) y, si no se produce esa conversión, quizá sea porque el testimonio que se da no es puro. De donde se sigue que Israel y los gentiles son solidarios en su salvación, de tal forma que ninguno de los dos puede ser salvado sino por pura misericordia (Rm 11. 30-32).

Cuando Israel se convierta a Cristo aportará a esa conversión una cualidad que el pagano no podría aportar: recibirá, en efecto, la plenitud de Cristo como culminación de una historia que él ha sido el único en vivir; verificará, mejor que otro cualquiera, cómo la salvación es un don de la misericordia de Dios. Nacido de una iniciativa de amor, Israel es un pueblo perseguido por ese amor hasta en su repulsa; continúa viviendo de la fidelidad de Dios a su Palabra. Ojalá pueda el cristiano preparar la vuelta de Israel y el cumplimiento de lo que es preparándole una Iglesia digna de recibirle en su seno, es decir, que no busque su fuerza más que en la iniciativa de Dios.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA V
MAROVA MADRID 1969.Pág. 273


4.

Después de largos y complicados argumentos en estos capítulos sobre Israel en la historia de la salvación, Pablo va llegando hacia el final. Dado que esa argumentación es poco interesante, la podemos y debemos pasar por alto. Pero en esta perícopa aparece una de las claves que hace que el caso de Israel sea paradigmático y aplicable a otras situaciones.

Por un lado la irrevocabilidad del plan de Dios (v. 29). Esto vale de Israel, pero no se ve porqué no ha de valer de otros.

Israel no ha respondido a los ofrecimientos divinos, pero no por eso ha sido rechazado por Dios. Lo mismo el hombre pecador. Dios no es como los hombres. No se le pueden atribuir sentimientos de venganza o castigo humanos, de represalias. Dios es Dios para siempre respecto al hombre.

No se puede hacer depender la acción de Dios de la acción o respuesta humana. No es una reacción a provocaciones. hay que darle el auténtico lugar y creer verdaderamente en el Dios salvador y no en un ídolo a la manera humana, como normalmente imaginamos a Dios.

En segundo lugar, nadie es más que nadie. Ni los judíos por tener una historia de relaciones con Dios, ni los paganos que han entrado a sustituir a Israel en la historia de salvación cuando este pueblo ha dejado su sitio vacío. Ni se puede uno enorgullecer de su suerte ni presumir, ni mucho menos despreciar farisaicamente a quienes aparecen menos buenos por las razones que sean.

Tercer tema. Mediación humana en la historia de la salvación. Por medio de Israel, de su papel positivo y de su propio fallo a aceptar el plan de Dios, llega la salvación al mundo. También ahora llega a unos por medio de otros, no sólo de las acciones positivas, sino de las negativas.

Por último el principio general del v. 32 que es la clave de todo Amor de Dios definitivo. Aun sin respuesta humana a los beneficios de Dios, éste no se arrepiente y se aleja. La desobediencia, la falta de méritos, el propio pecado en sí, no son obstáculos definitivos a la acción de Dios. Sólo la cerrazón definitiva, la soberbia total. Y aún así Dios sabrá encontrar el camino para llegar al hombre. Encerró al mundo en la desobediencia, en el pecado, o sea, dejó que el mundo se encerrase en esa situación, pero de ahí sacó una nueva forma de salvación. Porque la misericordia de Dios es salvación.

El ejemplo de Israel es prototípico para el hombre, la iglesia y la historia. Sólo es necesario ver los puntos en que Pablo insiste en esta situación y aplicarlos a la nuestra.

F. PASTOR
DABAR 1990/42


5.

Pablo es el apóstol de los gentiles, y a ellos dirige su palabra. Sin embargo, confía servir así también, indirectamente, a sus hermanos de raza, a los judíos. Abriga la esperanza de que la conversión de los gentiles, sea un estímulo para los judíos, que la iglesia de los gentiles sea un despertador para cuantos viven aún apegados a las viejas tradiciones y padecen por su culpa la esclavitud de la Ley.

v. 15: Es decir, si el rechazo del evangelio por los judíos, fue la ocasión de evangelizar a los gentiles. Pues es claro que Pablo no entiende la reprobación de los judíos como una condición necesaria de la reconciliación del mundo.

Volver de la muerte a la vida es lo último que cabe esperar; por eso es el último objeto de la esperanza cristiana y lo que sucederá al fin y al cabo. La conversión de Israel será la última realización de los planes de Dios, que justifica al impío y da vida a los muertos, y el último logro de la esperanza; pues esta conversión sucederá como una resurrección; y cuando los muertos resuciten. Entonces se reconciliarán todos los pueblos y los hombres en la paz de Dios, y no habrá ya judíos ni gentiles; todos seremos hermanos.

v. 29: La llamada de Dios es irrevocable, pues mantiene su palabra y se cumple, no obstante nuestros pecados. Sin embargo, esto no es motivo de presunción, sino de fe. De nada sirve ser hijo de Abraham cuando el hombre presume de ello y cree sentirse seguro delante de Dios; de nada sirven entonces las promesas y las bendiciones que hizo el Señor a los patriarcas; pero si Israel pone su confianza en Dios y acepta con fe la palabra de Dios, entonces verá que Dios cumple su palabra y no hizo en vano sus promesas.

v. 31: La historia de la salvación es el triunfo de la misericordia de Dios sobre el pecado de los hombres: de los judíos y de los gentiles; pero no hay entre ellos diferencia; unos y otros han desobedecido. Y si ahora la desobediencia de los judíos es ocasión para la obediencia de los gentiles, hay que esperar que al fin también vuelva a la obediencia el pueblo que ahora rechaza el evangelio.

Donde abundó el pecado, sobreabundará la gracia. Porque Dios ha querido encerrarnos a todos en una misma desobediencia para tener de todos una misma misericordia. La triste realidad del pecado humano tiene que servir para manifestar mejor la libertad y la gloria de la gracia de Dios.

EUCARISTÍA 1987/40


6. 

En el fondo, el problema de los judíos es el problema de toda fe envejecida, de toda fe que no se vive como don continuo de Dios. Y la fe de los romanos, veinticinco años después de la muerte de Cristo, podía ser ya una fe envejecida. Acababan de convertirse del paganismo y ya despreciaban a los judíos, ya se consideraban los preferidos de Dios. Como si el hijo pródigo viendo lo que el padre hace por él, comenzara a burlarse del hermano mayor.

Pablo responde abiertamente: «Debes temblar y no envanecerte». ¿No ves que ellos han sido abandonados precisamente porque habían convertido en posesión imprescriptible lo que era elección personalísima de Dios? Si desprecias a los demás, estás demostrando que también tú te has apropiado indebidamente el don de Dios. «Mantenerse por la fe» equivale a «conservarse en la benevolencia», entender que sólo la benevolencia de Dios te ha podido salvar significa hacer de la benevolencia el principio orientador de toda la vida. Pablo da otra razón: los judíos son por naturaleza (la frase es del propio Pablo) el olivo sano, y tú eres el olivo silvestre. Con eso no se niega la libertad de Dios para crearse un nuevo pueblo ni la posibilidad de pecar por parte del hombre. Se afirma con fuerza inigualable el firme propósito de Dios de continuar dando la gracia donde la ha dado una vez: de no abandonarnos si no lo abandonamos y de buscarnos si lo hemos abandonado.

Se afirma, pues, el carácter perpetuamente sagrado (a semejanza del «carácter» sacramental) del pueblo que ha sido portador de la elección de Dios: Tú eres una rama injertada; "no sostienes tú a la raíz, sino que la raíz te sostiene a ti".

J. SANCHEZ BOSCH
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 498 s.