SUGERENCIAS


1. MIEDO/REFRAN

EL MIEDO GUARDA LA VIÑA LA ESPERANZA LA CULTIVA

Se ha dicho que "el miedo guarda la viña". Pero una viña no es sólo algo para guardar, sino para cultivar y cosechar uvas.

También se ha dicho que "más vale pájaro en mano que ciento volando". Pero el pájaro en la mano es sólo un prisionero, una víctima. La verdad es que vale más un pájaro volando que mil en la mano. Todos esos refranes, y muchos más, han nacido del miedo y sólo sirven para disimular el miedo y la inseguridad. Por eso no valen para la vida, que es libertad y riesgo.

El miedo nos ha forzado a fuerza de "realistas" a caer en el peor de los idealismos: la pretensión de reducir la realidad a la irrealidad del pasado. Pretendemos tomar las cosas como son, asumiendo las cosas como han sido. Por librarnos de la ilusión que inventa futuros, caemos en la ilusión de desenterrar el pasado.

Es verdad que no se puede vivir de ilusiones. Pero ¿es posible la vida sin ilusión?; ¿es humana? Sólo vivimos de verdad, con gozo, cuando lo hacemos recreando en el tiempo lo que hemos ido creando en la ilusión anticipadora. Primero inventamos la vida, luego la vivimos. Vivir la vida que inventan otros es vivir una vida prestada, arrendada, hipotecada. Es no vivir, no ser sujetos en la vida, sino objetos de la vida. Es ir tirando. Es morir. Y resulta sorprendente cómo el miedo, que en definitiva es miedo a morir, nos hace anticipar la muerte, pues que nos hace vivir muertos de miedo.

A la larga no se puede vivir del temor. El miedo es ciertamente una pasión humana, pero inútil cuando no es más que una proyección fantasmal del pasado. A la larga, sólo es posible vivir con ilusión, de esperanza, pues toda la vida es proyección hacia adelante. Vivir es siempre derribar fronteras, inventar horizontes, arriesgar.

Pero la vida, por más que azarosa, no es un azar. La ilusión, cuando nace gozosamente de la esperanza, se diferencia de las ilusiones en que éstas se confían al azar; aquélla, al esfuerzo. Las ilusiones nos hacen cruzar de brazos y perder la mirada en el vacío; la ilusión fija la vista en la lejanía y pone las manos en la masa.

EUCARISTÍA 1977, 38


2. RIQUEZA/DOMINIO  FRAN-ASIS/POBREZA

Cierto día, un fraile pidió a Francisco de Asís permiso para tener como suyo un salterio. El santo le contestó: "Cuanto tengas el salterio, querrás un breviario. Y cuando tengas el breviario, te sentarás en tu sillón, como un gran prelado, y dirás a un hermano tuyo: "Oye, ¡tráeme el breviario!".

El espíritu de dominio sobre las cosas lleva casi inevitablemente al deseo de dominio sobre las personas y, por tanto, a la falta de consideración y de respeto a los demás.


3.

-ALGUNAS INDICACIONES

1. Dios todopoderoso y eterno, a quien podemos llamar Padre (colecta). Conocer e invocar a Dios como Padre es la gran revelación cristiana. Por eso la vida cristiana es comportarnos como hijos, dejar que el espíritu de hijos arraigue en nuestros corazones y oriente nuestras vidas. Este espíritu no es compatible con el apego al dinero: nuestro tesoro es la heredad prometida, la heredad de los hijos. Por eso el cristiano -como Abrahán- se sabe en una situación provisional y vive como extranjero y forastero, con la esperanza puesta en el Padre, el único tesoro en la medida de su corazón de hijo.

2. Que tu misericordia, Señor, venga a nosotros (salmo). Este versículo tiene forma de deseo, de oración. Pero el deseo y la oración arraigan en una certeza, la certeza de la fe. Si lo miramos bien, lo que esperamos de Dios es que su misericordia venga a nosotros. Esta es la Roca firme sobre la que edificamos nuestra vida. Así lo expresa el evangelio de hoy: "No temas, pequeño rebaño: porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino". Y recordemos con qué fuerza lo proclama san Pablo: "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna, podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Rm/08/31b-39).

3. Donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (evangelio). Nuestro corazón es dúctil: se va amasando a lo largo de la vida a imagen y semejanza de nuestro tesoro. Preguntémonos de verdad dónde está nuestro tesoro, qué es lo que en realidad deseamos, aquello hacia donde orientamos la vida. Si ponemos el corazón en el dinero, nos volvemos fríos, materialistas, interesados; nuestro corazón será frío y sin entrañas, un corazón de piedra o de metal. Porque el dinero no tiene entrañas; es decir, aquel que pone el corazón en el dinero no tiene entrañas. Si nuestro corazón se acostumbra de verdad a amar, seremos cálidos, sensibles, capaces de sacrificio, de salir de nosotros mismos: tenemos un corazón de carne. La Biblia dice que Dios tiene entrañas de madre, que su corazón es tierno. El evangelio de hoy nos recomienda que no pongamos el corazón en el dinero, que seamos dueños de él, que sepamos ser desprendidos, que nos hagamos un tesoro en el cielo, que tengamos el corazón puesto en Dios. Examinemos dónde está de verdad nuestro deseo, qué nos mueve, qué nos empuja... Conoceremos dónde está y cómo es de verdad nuestro corazón.

4. Salió sin saber a donde iba (2. lectura). Estas palabras describen el desarraigo del creyente, que abandona las seguridades tangibles (su país), confiado en la llamada de Dios, en su palabra. Pero también describen la vida de todo hombre. El camino que es la vida de cada uno está siempre abierto y es incierto. Y no sabemos las vueltas que dará ni adonde, al fin y al cabo, nos conducirá. La vida da muchas vueltas, decimos a menudo; y no siempre está en nuestras manos controlarlo todo con seguridad y precisión. El creyente ha renunciado a este control último: se abandona a Dios, el Padre, sabiendo que está en buenas manos. Como Abrahán. En las manos de aquel que está por encima incluso del último y definitivo fracaso: la muerte. Su amor misericordioso está siempre con nosotros: en la vida y en la muerte.

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1989, 16


4.

Para orar con la liturgia

ES/FUEGO

Cristo, que recibió el Espíritu sin medida, dió dones a los hombres y no cesa de repartirlos. "De su plenitud todos hemos recibido, y nada se libra de su calor. Tiene una hoguera en Sión, un horno en Jerusalén". Este es el fuego que Cristo ha venido a prender en el mundo. Por eso también se apareció en lenguas de fuego sobre los apóstoles, para que una ley de fuego fuera predicada por lenguas de fuego. De este fuego dice Jeremías: "Desde el cielo ha lanzado un fuego que se me ha metido en los huesos". Porque en Cristo el Espíritu Santo habito plena y corporalmente. Y es él quien derramó de su Espíritu sobre todos.

PEDRO de Blois
Sermón 25


5.

Al leer el evangelio de hoy descubriremos la exhortación que el Señor Jesús nos hace para que aprendamos a desprendernos de los bienes materiales y podamos compartirlos con los hermanos más necesitados; esto se encuentra muy relacionado con el tema del domingo anterior. También es una invitación a la vigilancia evangélica, es decir, la manera cómo prepararnos para heredar la vida eterna: " Vendan sus bienes y den limosna…acumulen bienes en el cielo…donde está su tesoro, ahí estará también su corazón."

Si bien es cierto, Jesús nos dice que donde está nuestro tesoro ahí estará nuestro corazón, también es verdad que donde está nuestra fe allí estará nuestra última esperanza.

El que solo cree en lo que tiene se cierra el camino de la esperanza y, por lo tanto, el camino que lo lleva a Dios, y se cierra también a quienes son objeto del amor de Dios: los hermanos – alejándose del verdadero compartir cristiano --.

Necesitamos poseer algunos bienes para vivir, es cierto, pero estos no son la fuente de la vida ni está en ellos la clave o el secreto para ser persona. Sólo el que ama y vive solidariamente y en apertura a los demás, dándose a Dios y al prójimo, tiene vida auténtica y, en definitiva, es feliz, porque entiende la vida con sabiduría. Todo pierde sentido cuando el hombre se cierra a Dios y al hermano.

Más que bienes materiales necesitamos razones para vivir y compartir. Amar en profundidad, como Cristo nos amó: he ahí la base de la solidaridad y del compartir, en ello radica el ser o no ser verdaderos cristianos, el ser o no ser felices.

C. E. de Liturgia
PERU