COMENTARIOS
A LA SEGUNDA LECTURA
Efesios 4,30-5,2
1. Aparece un nuevo motivo: "toda expresión pecaminosa entristece al Espíritu Santo", al que es el lazo de unión en el amor de Cristo (cf. 4, 4; 1 Cor 12, 13: el Espíritu es el sello que marca a los miembros de Cristo como propiedad de Dios; él es el rescate pagado para la entrada en el reino: 1, 31 s. Esta es, pues, la tristeza: dañar la unidad del cuerpo).
En la fuerza del Espíritu ha de afianzarse el cristiano para no perder el dominio de sí mismo. Sólo en él puede encontrar sentimientos de reconciliación frente al enemigo que le ofende. A esto obliga el propio actuar de Dios que entregó a su Hijo para salvación de los hombres (2 Cor 5, 19-21). Se trata aquí de exhortaciones (Mt 6, 12. 14; 18, 21-35; etc) que Pablo recoge y no se cansará de acentuar en sus cartas. En Rom 12, 21 se encuentra una expresión característica y definitiva: "No te dejes vencer por el mal, vence al mal a fuerza de bien".
La apelación de "hijos queridos" determina las exhortaciones que siguen. Los creyentes, en el bautismo, han sido tomados por Dios como hijos y creados de nuevo a su imagen (4, 23s); ahora ellos deben probar esta igualdad de imagen divina en el ejercicio moral de las virtudes para responder plenamente al don (cf. Gn 8, 21; Ex 29, 18; etc.)
EUCARISTÍA 1988, 38
2.
Pablo acaba de referirse a los deberes de cuantos han sido llamados para formar en Cristo un solo cuerpo, que es la iglesia.
Ha denunciado igualmente aquellos defectos que, como la mentira, la ira y el robo, destruyen la unidad de ese cuerpo y, por lo tanto, entristecen al Espíritu Santo. Porque la unidad del cuerpo de Cristo, que es la iglesia, es obra del Espíritu Santo (4, 4; 1 Co 12, 13) y nada le contraría tanto como la desunión de los creyentes. El Espíritu es también el sello que nos marca y nos distingue como posesión de Dios y la prenda de nuestra liberación final. Esta liberación no se opone a la unidad verdadera; pero hay una falsa unidad, que encubre las diferencias injustas y que se opone a la liberación final de los oprimidos. Romper esa falsa unidad no puede entristecer al Espíritu, aunque sí entristece a los que tienen otro espíritu muy poco cristiano.
No es fácil vivir en comunidad, pues nadie es perfecto. Por eso, y aunque debamos de luchar contra todos los males y pecados, debemos ser comprensivos y estar dispuestos al perdón. Si Dios nos ha perdonado a todos en Jesucristo, también nosotros debemos perdonarnos los unos a los otros.
Si somos hijos de Dios, debemos imitarle, sabiendo que nuestro Padre "hace llover sobre justos y pecadores" (Mt 5, 45-48).
Debemos aspirar a la perfección del amor, de un amor que sabe perdonar sin hacerse cómplice del pecado, de un amor redentor que libera al opresor y al oprimido. Es así como imitaremos también el amor de Cristo, que se entrega por todos nosotros al Padre haciéndose sacerdote de sí mismo, haciéndose sacerdote y víctima al mismo tiempo.
EUCARISTÍA 1982, 37
3.
El texto 4, 22-5,20 describe la conducta de los hijos de la luz en la plenitud del Espíritu. La división de este texto en tres partes que ha hecho la liturgia dificulta la comprensión. Los efectos que el plan de salvación realizado por Cristo causa en la comunidad, no se limitan a enmendar algunos comportamientos, sino que comportan un nuevo estilo de vida. El principio dinámico fundamental del cristiano es el bautismo. El sello del bautismo permanece activo hasta la redención total.
La vida del cristiano es la respuesta a la acción y al don del Espíritu en el sacramento. La vida moral del cristiano es un camino que va hasta la plenitud.
Poner triste al Espíritu o destruir el gozo del Espíritu, por los cinco vicios enumerados en el v. 3, significa no que el Espíritu se entristezca, sino que es la comunidad la que se encuentra afligida si el bautismo no se traduce en una vida de santidad. El gozo de la existencia cristiana viene deteriorado si dejamos que mengüe o se oscurezca la luz de la nueva vida que es amor y gracia.
El amor es el único medio que nos ayuda a vencer el mal que se ha insinuado en nosotros. Hay que recordar los vicios enumerados en 4, 17-19. Los catálogos de vicios y virtudes son frecuentes en las cartas de san Pablo. Estos forman parte de los trece catálogos de vicios y de los diez de virtudes. Estos catálogos están sacados de la cultura griega y del mundo hebreo del AT, pero en Pablo tienen un sentido netamente cristiano. Son una invitación a pasar de las tinieblas a la luz de Cristo y son también un programa coherente de actuación del bautismo.
P.
FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985, 16
4.
Siempre dentro de la exhortación ética paulina se puede apreciar en este texto otra de sus características. Naturalmente es muy parecido a los textos anteriores.
Lo destacable aquí es la generalidad sin entrar en detalles. Ya está indicado a propósito de perícopas anteriores: no parece propio, ni conveniente ni respetuoso, ni indica aprecio real de la gente etc. el dedicarse a concretar con detalles temas de moral, por ejemplo sexual, pero también económica etc. por parte de personas que no están metidos en las situaciones de que hablan. Ni el Espíritu Santo les ha prometido suplir su ignorancia de los temas. Por eso suelen equivocarse como muestra repetidamente la historia y... la actualidad. Podían aprender de la generalidad paulina.
ETICA-CRISTIANA: La otra es que no hay una ética específicamente cristiana. Valen las concretizaciones normales. No aquí, pero en otras partes Pablo -que no es el autor directo de esta carta- usa ética estoica para concretar más la vida moral cristiana. Aquí encontramos algunas exhortaciones que no serían muy diferentes de las de cualquier persona que desea que otros sean buenos, aunque no sean cristianos. Cada vez está siendo más claro que no hay una ética cristiana, sino que la especificidad radica en las motivaciones, profundidad e intensidad y finalidad. Lo cual tampoco niega que gracias al evangelio haya temas éticos humanos que se han conocido mejor.
FEDERICO
PASTOR
DABAR 1991, 40
5.
-Vivir en el amor como Cristo (Ef 4, 30-5, 2)
Ya el domingo pasado nos recordaba la novedad de nuestra vida en Cristo. S. Pablo continúa su exhortación. No debemos contristar al Espíritu de Dios que nos ha marcado con su sello para el día de la redención. Aunque la carta parece que está pensando en los que han recibido recientemente el bautismo, se dirige también a toda la comunidad entera. S. Pablo enumera lo que podría contristar al Espíritu que vive en nosotros y piensa sobre todo en las actitudes que turban la vida de comunidad: amarguras, cólera, arrebatos de ira, etc. Por el contrario, hay que mostrarse buenos y compasivos y perdonarse mutuamente. Hay que vivir en el amor como Cristo y ser así imitadores de Dios.
ADRIEN
NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 6
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 9-21
SAL TERRAE SANTANDER 1979.Paga.
159
6. Ef/04/25-32: Ef/05/01-07
Pablo se muestra preocupado por el comportamiento de los creyentes, que a sus ojos quedaría todavía muy lejos de la perfección. Por eso intenta indicarles, bajando incluso a detalles concretos, cómo han de tratar de ser. En este sentido, el texto es bastante claro en sí mismo.
Notemos que el Apóstol apoya sus exhortaciones prácticas en razones que podemos llamar doctrinales. Han de eliminar la mentira entre ellos y decirse la verdad, "ya que sois miembros unos de otros" (4,25); que el sol se ponga sobre su enojo sería dejar resquicio al diablo (26s); "guardaos de entristecer al Espíritu de Dios, en el cual habéis sido sellados para el día de la liberación" (30); que se perdonen "como el Padre os ha perdonado en Cristo" (32). Es que el Dios que Pablo les dio a conocer no es un Dios lejano y extraño a los hombres, sino precisamente un Dios «imitable», que ama a sus hijos, que son ellos, y del cual pueden ser «imitadores», viviendo y obrando con amor, «como Cristo nos amó y se entregó por nosotros» (5,1). El amor, que todos saben lo que es, se convierte así -al tener a Cristo como medida- en motor y alma del actuar del cristiano: amar a los demás y entregarse a ellos. Creer de verdad quiere decir amar. El que haya entendido eso, que no se preocupe ya por la incapacidad personal en captar las riquezas de la doctrina en profundidad.
Hay comportamientos concretos, sin embargo, que no van bien a un creyente y que tal vez el amor al prójimo no conseguiría él solo descubrir, de modo que el cristiano podría caer, engañado por las palabras vanas de otros (6s). Pablo los enumera: lujuria, inmoralidad o codicia... (3s). Quien se comporta así, lo que es indigno de los consagrados, «no tendrá parte en la herencia del reino de Cristo y de Dios» (5), pues se trata de un idólatra que de las criaturas ha hecho dioses. Se comprende cómo el amor de Dios lleva a descubrir su celo, lo que exige que no amemos nada fuera de Dios o igual que a él.
M.
GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 723 s.
7. Vivid en el amor como Cristo
Proseguimos la lectura de algunos fragmentos seleccionados de la carta a los cristianos de Éfeso. Si en el del domingo pasado Pablo nos exhortaba a asimilar los valores de Cristo, hoy se entretiene el apóstol explicitando en qué consiste el nuevo vestido del discípulo.
Por primera vez en esta carta menciona al Espíritu como persona, capaz de entristecerse a causa del comportamiento poco coherente de los bautizados. Los consejos de Pablo son aplicables a cualquier comunidad, a cualquier sociedad o cultura. La amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad son la gran tentación de toda persona. Por el contrario, el amor tiende a crear unidad y a no romper lazos de relación por ningún motivo: la unidad en "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (4,5) es su motivo sustancial.
El fundamento de la acción del cristiano es la persona misma de Cristo. Por ello el apóstol propone el ideal de la imitación de Cristo en tanto que es revelación humana del obrar de Dios. "Dios os perdonó en Cristo ... vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros".
JORDI
LATORRE
MISA DOMINICAL 2000, 10, 38