COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Rm 09, 01-05

Ver VIERNES DE LA 30ª SEMANA

1.

El hombre recibe beneficios de Dios, pero no responde a ellos. Por varias razones, principalmente por el deseo de autojustificación, se centra en sí mismo, en su modo de ver las cosas y se cierra a la iniciativa de Dios. Muchas veces esta iniciativa de Dios no responde a las expectativas que nos hemos hecho de ella y entonces no se acepta. Algo así ocurrió con el conjunto del pueblo judío respecto al Mesías Jesús. Ahora bien, Dios no se arrepiente de su primera y segunda comunicación y saca al hombre pecador del propio estado de miseria donde él mismo se ha introducido. Ello no es por méritos propios, que por hipótesis no han lugar, sino por puro amor e iniciativa divina, las mismas razones que le han impulsado a poner en marcha todo el plan de salvación y autocomunicación.

En la perícopa inicial Pablo se siente solidario con su propio pueblo hasta extremos exagerados, como el señalado en v. 3. Es un principio de amor integral y desinteresado. Pablo lo dice y nos lo dice en serio. Está seguro de que nunca se va a separar de Cristo (cf. 8. 37-39). Pero quiere subrayar su entrega a los demás. Le sale de dentro.


2. ANATEMA.DESTRUCCIÓN TOTAL DE LOS ENEMIGOS DE DIOS Y DE SUS BIENES: /Dt/07/26. DON/TENTACION: LOS DONES DE DIOS SE PUEDEN CONVERTIR EN TENTACIÓN PARA RECHAZARLE. ACEPTAMOS DE ÉL LO IMPRESCINDIBLE PARA DEFENDERNOS DE ÉL.

Los caps. 9-11 de Rm quieren "probar" la afirmación general de 8.31-39: Dios es misericordioso en extremo. Para ello Pablo no va a lanzar diatribas contra el pecado del hombre sino que se dedicará a exaltar la misericordia de Dios como contraposición a la rebelión de Israel, modelo de rebeliones. Pablo toma muy en serio la desobediencia de Israel, pero toma a Dios más en serio si cabe, por encima de la rebelión de Israel. Este principio es el verdadero motor de estos pasajes sobre el Dios de la misericordia, a pesar de la tragedia de Israel.

ANATEMA/HEREM: "Proscrito": literalmente "yo pediría ser un anatema en Cristo por mis hermanos". El anatema no es una simple excomunión. En el AT la palabra "herem" implica la destrucción total de los enemigos de Dios y de sus bienes (cf. Dt 7. 26). En el NT comporta la idea de maldición: el que está marcado por el anatema no está solamente excluido de la comunidad, sino que él mismo es un maldito (/Hch/23/12; /Ga/01/08). Esta declaración de Pablo muestra hasta qué punto siente el destino de su propio pueblo. Para él, como apóstol, es un gran dolor ver que la fuerza del evangelio, la ley santa y última que busca el pueblo judío, haya llegado a constituir una comunidad donde abundan los gentiles y escasean los judíos. A veces ocurre que donde menos crédito se da a una visión de vida (cristianismo, por ejemplo) es precisamente entre los llamados a heredar y vivir esa promesa (cristianos, por ejemplo).

Pablo enumera siete dones grandes que Dios ha hecho a su pueblo: es un número de totalidad. Es decir, Israel ha heredado todo lo necesario para llegar al conocimiento de Jesús como en una evolución progresiva, sin ningún trauma. Ha heredado el linaje humano (Ex 4. 22), la presencia de Dios (Is 40. 5; Sal 85. 10), la alianza (Gn 15. 18), el culto al Dios verdadero, la ley (expresión de su voluntad), los patriarcas depositarios de esa revelación, y, sin embargo, ha permanecido fuera de la órbita del evangelio. Pablo se hace cruces ante este hecho de por sí insólito. No hay rechazo de su pueblo, sino un profundo sentimiento de decepción, aunque quede un poco de esperanza (cf cap. 11).

El mayor de los privilegios que Israel ha recibido históricamente es la persona misma de Jesús. Sin embargo, esto tampoco ha sido suficiente ya que ver en Jesús a Dios salvador es, como la aceptación del Dios del AT, una cuestión de fe en la promesa. Por eso, aunque parezca otra cosa, Jesús no ha fracasado porque los judíos no le hayan aceptado históricamente. Una llamada a la comprensión y una advertencia seria para el que se dice cristiano, heredero de la verdadera promesa que es Jesús.

EUCARISTÍA 1978/37


3.

Durante tres domingos leeremos fragmentos de Rm 9.-11.: el destino de Israel. Pablo nos implica en su proceso que va de la desolación (porque su pueblo según la carne rechaza el misterio de Cristo) a la esperanza, y de la esperanza a la certeza de la salvación (que es el destino de Israel). Los tres fragmentos que leeremos sólo lo esbozan y evitan los escollos. Pablo, hoy, constata el hecho: la separación de Israel, "los de mi raza y sangre", el pueblo del Mesías. Después de reconocer que desciende de Israel, que como raza han sido escogidos y predestinados desde antiguo a jugar un papel religioso en la historia del mundo, enumera los privilegios de Israel: 1)la filiación: a lo largo del AT evoluciona la idea de Dios como padre de los justos; 2)la Gloria, la presencia de Dios, definible como "el aspecto visible del Dios invisible", manifestada a Israel en el éxodo o en el retorno del exilio; 3)la Alianza, en el sentido de "testamento": expresión de la voluntad de Dios manifestada a Abrahán, en el Sinaí y, en el futuro, el nuevo testamento prometido en Jr 31. 31; 4)la legislación, el conjunto de leyes dadas a Israel; 5)el culto, la liturgia del Templo en Jerusalén, con sus sacrificios rituales, que Pablo ve instituidos por Dios; 6)las promesas, en relación con la alianza con los testamentos otorgados; y 7)los patriarcas, fundamentalmente los tres grandes, Abrahán, Isaac y Jacob, y quizá también incluyendo a Moisés. Con la venida de Xto según la carne, "según lo humano", todas las promesas realizadas a los patriarcas desde el inicio de la historia de la salvación, se han realizado.

J. FONTBONA
MISA DOMINICAL 1990/16


4.

Los primeros capítulos de la carta de San Pablo a los romanos estudian el lugar que ocupa la fe en la justificación del hombre, un lugar que ni los paganos con su filosofía, ni los judíos con sus privilegios, podían asignarla.

En el año 57, Pablo ha recorrido ya suficientemente los caminos del Próximo Oriente como para saber que no puede contar con una conversión próxima de Israel (Gál 4, 29). ¿Por qué este pueblo se muestra rebelde a la fe y se constituye en perseguidor del Evangelio? Pablo se hace esta pregunta y los versículos que se leen hoy reflejan todo el dolor que siente por su propia nación y su escandalizada sorpresa ante la consideración de tantos privilegios concedidos inútilmente al pueblo elegido.

Lo mismo que Moisés prefería su desaparición al aniquilamiento del pueblo (Ex 32, 32), Pablo desea ser anatema si eso puede ayudar al pueblo a desarrollar sus múltiples privilegios. Nuestra lectura los enumera, al mismo tiempo que afirma que no pueden resultar inútiles, puesto que ya honran al nuevo Israel.

a) Los privilegios de Israel le pertenecen siempre, incluso en su situación fuera de la Iglesia, esto no ofrece duda alguna para Pablo (v. 4).

Se trata, en primer lugar, de los privilegios de la Palabra: las alianzas, la legislación y las promesas (v. 4). La alianza concertada con Abraham (Gén 15, 18) y con David, las promesas que les fueron hechas, la ley de Moisés (Ex 20) y los comentarios del judaísmo ulterior son Palabra de Yahvé (que nunca ha vuelto a utilizar): reflejan la presencia de Dios en Israel, que percibe siempre la voluntad divina a través de la ley y no cesa de leer los signos del Mesías en nombre de las promesas.

Vienen después los privilegios de la liturgia: el poder de tributar un culto al verdadero Dios y el beneficio de la presencia divina en el Templo (Ex 40, 34). Aun cuando el sacrificio espiritual y la gloria de la resurrección hayan transformado radicalmente el culto, no por eso dejan los judíos de seguir gozando de esos privilegios litúrgicos y de preocuparse por transformar continuamente su culto en un culto en espíritu y en verdad.

b) ISRAEL/DRAMA. El pertenecer a la raza de Israel y a la de los patriarcas, en particular de Abraham, constituye, finalmente, los privilegios de la sangre. Por medio de esa sangre y de esa carne en el cuerpo de Jesús de Nazaret nos vino la salvación. El privilegio esencial de los judíos deriva del hecho de que Cristo nació de su carne (v. 5). Pero el caso es que Israel se niega a reconocer que de su carne pueda nacer una persona divina, un Dios bendito por los siglos. ¡Drama de un pueblo que se niega a aceptar el mayor privilegio que haya existido! Entendido así, este último versículo es uno de los más importantes del Nuevo Testamento, puesto que afirma la realidad carnal de Cristo, salido de la raza de los patriarcas y, sin embargo, preexistente en la gloria divina. 

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA V
MAROVA MADRID 1969.Pág. 8


5.

Los capítulos 9, 10 y 11 de Romanos tratan de un problema específico de Pablo: el destino y la comprensión del destino de su pueblo, de Israel. Son capítulos difíciles y, realmente, no los más interesantes para nosotros. En la Biblia no todo tiene la misma relevancia en cada momento histórico.

Por otra parte se prestan a lecturas simplistas e historicistas, de tipo apocalíptico pretendiendo ver realizado concretamente cuanto Pablo dice.

Sin embargo, el tema merece entenderse un poco, también por nuestra parte, porque es un ejemplo, un caso excepcional, de la acción de Dios en la historia de los hombres. No por curiosidad y menos por aportar argumentos a posibles polémicas antijudías, como ha sido el caso algunas veces a lo largo de la historia, sino para procurar comprender y aceptar la forma de proceder de Dios.

Como primera parte de la larga reflexión paulina, llaman la atención dos cosas. Por un lado en el v. 3 el que Pablo quiera estar separado de Cristo (eso significa el original "anatema") en bien de sus hermanos. Es un amor integral y absolutamente desinteresado hasta límites absurdos. Naturalmente es algo paradójico, pero indica que en el cristianismo lo más importante es el otro por encima de cualquier otra consideración, aun religiosa. De hecho el Evangelio puede decirse que es un mensaje sobre el hombre y no sobre Dios, imitando el estilo paulino. Y que el hombre está, para nosotros, antes que Dios, si ello fuera posible o necesario. Lo religioso, lo vertical, y con mucha mayor razón lo eclesial, lo institucional, está absolutamente por detrás del amor real al otro.

El otro punto interesante -aunque mucho menos- es la acción de Dios en favor de Israel en la historia de forma definitiva e irrevocable. La realidad de esta intervención es tangible en muchos aspectos. Sobre ella vendrá el desarrollo de los otros acontecimientos.

F. PASTOR
DABAR 1990/41


6.

-Quisiera ser un proscrito por el bien de mis hermanos, los judíos (Rm 9, 1-5) Para recibir a Cristo es evidente que hace falta una cierta preparación, haber rechazado, entre otras cosas, los ídolos. El pueblo de Israel tiene la mejor preparación posible: tiene a su favor la adopción, la ,gloria, las alianzas, la Ley, el culto, las promesas de Dios; también los Patriarcas; pero sobre todo el que de su raza haya nacido Cristo. Lo tiene todo para entrar en las nuevas perspectivas de Dios, para formar parte del nuevo Pueblo de Cristo. Pero todo esto no ha sido suficiente para acoger a Cristo. Y esto es un motivo de inmensa tristeza para S. Pablo.

El cristiano no debe negarse a constatar la riqueza del pueblo judío amado por Dios y de sentirse apenado, como S. Pablo, de que no le haya penetrado la fe en Cristo. Que al menos la caridad y la oración mantengan nuestros vínculos con ellos.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 6
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 9-21
SAL TERRAE SANTANDER 1979.Pág. 159