SUGERENCIAS

 

1. ALIENACION/ORACION  PROVIDENCIA/ALIENACION:

"La idea de que el hombre espera que Dios lo haga todo, conduce inevitablemente a un mal uso, perverso, de la plegaria. Porque, si Dios lo hace todo, entonces el hombre lo pide todo, y Dios se convierte en algo parecido a "un servidor cósmico" a quien llamamos por cualquier necesidad, incluso las más triviales. O Dios es considerado tan omnipotente y el hombre tan desheredado, que la plegaria es un sustitutivo para el trabajo y el pensamiento.

Un hombre me decía: "Creo en la integración, pero no se producirá mientras Dios no lo quiera. Vosotros, los negros, deberíais dejar de protestar y empezar a rezar". Estoy convencido de que necesitamos rezar para obtener ayuda y guía de Dios en esta lucha por la integración, pero nos equivocamos totalmente si creemos que ganaremos esta lucha solamente con oraciones. Dios, que nos ha dado la inteligencia para pensar y el cuerpo para trabajar, traicionaría su propio propósito si nos permitiese obtener por medio de la plegaria lo que podemos ganar con el trabajo y la inteligencia. La plegaria es un suplemento maravilloso y necesario para nuestros débiles esfuerzos, pero es un sustituto peligroso.

Cuando Moisés se esforzaba por guiar a los israelitas hacia la Tierra Prometida, Dios le dijo claramente que no haría por ellos nada de lo que pudiesen hacer solos: "Y Dios dijo a Moisés: ¿A qué esos gritos? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha".(/Ex/14/15). Por consiguiente, no debemos tener nunca la sensación de que Dios, valiéndose de cualquier milagro o de un solo movimiento de su mano, eliminará el mal del mundo. Mientras creamos esto rezaremos oraciones que no tendrán respuesta y rogaremos a Dios que haga cosas que no veremos realizar nunca. La creencia de que Dios lo hará todo en lugar del hombre es tan insostenible como lo es creer que el hombre puede hacerlo todo por sí mismo. También es una señal de falta de fe. Debemos saber que esperar que Dios lo haga todo mientras nosotros no hacemos nada no es fe, sino superstición".

MARTÍN LUTHER KING
LA FUERZA DE AMAR
Ed. Aymá/Barcelona 1963/Pág. 139


2. PETICION/ORACION PATER: CONTENIDO DOCTRINAL Y ACTUALIZACIÓN

La plegaria de petición es objeto, muchas veces, de equívocos, y de acusaciones de ser poco cristiana. Por lo que respecta a ese último punto, queda contestado con las palabras del Padrenuestro: Jesús nos enseñó a orar "pidiendo" cosas. Y la actitud de todo hombre ante Dios, en cualquiera de las experiencias religiosas de la humanidad, es la de alguien que reconoce su limitación y pide al Otro que se acuerde de él, que lo fortalezca, que lo ayude, a él y a cuantos él ama. La actitud del hombre cristiano, ¿cuál puede ser sino ésta? El cristiano es la persona que, en la fe, vive más fuertemente el sentido de la gratuidad de Dios; por ello su petición fundamental es que Dios mismo esté siempre con él: "¡Venga tu Reino!" O, como dice Jesús según el evangelio de Lucas: "el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden". La gran petición del cristiano es la "epíclesis", la invocación del Espíritu.

Pero quizás donde puedan formularse las acusaciones, y originarse los equívocos, sea en el campo de las realidades temporales.

Cierto: uno puede hacer una imagen de Dios que actúa en relación con el mundo como si éste fuera un ordenador: todo planificado, todo funciona..., pero en un momento determinado se puede intervenir para corregir el programa, "si uno tiene mucha influencia...", en beneficio de éste o de aquel otro. Esta imagen de Dios desnaturaliza la oración de petición cristiana. No se trata de negar que Dios pueda hacer "signos" de su presencia incluso en las cosas naturales; tendríamos aquí los milagros, que son un testimonio claro de la creación. Pero los milagros no están asegurados por la promesa de Jesús: "Pedid y se os dará".

Lo que está asegurado es que Dios da, se deja encontrar, y abre a quien llama a su puerta. ¿Qué da? La comunión con él, la fidelidad a su voluntad, su Espíritu Santo, como bien fundamental y definitivo que está en la raíz de todo otro bien que legítimamente el hombre puede desear, para él y para los demás.

Hay también otro aspecto, muy profundo, y bien subrayado en una breve homilía del cardenal Ratzinger: el cristiano que ora para que se cumpla la voluntad de Dios, salva la ciudad, porque la ciudad se pierde por falta de justicia. Esta consideración abre los ojos a la plegaria de petición por tantas cosas que dependen de los hombres: la paz, el hambre, la justicia, la libertad, la convivencia y el respeto... Y, en el campo más eclesial, las vocaciones al ministerio y a la vida consagrada, el progreso de las iniciativas apostólicas, etc. Por este camino entramos en la comprensión de que, finalmente, es cierto que siempre pedimos el Espíritu Santo, para que llegue a ser acogida su inspiración en el corazón de los hombres.

La insistencia en la plegaria, subrayada también por Jesús, indica la confianza, y el trabajo personal que debe acompañar a la plegaria. La plegaria de petición no puede ser un recurso intermitente e interesado en los momentos en que se hace imprescindible un S.O.S. La oración de petición se enmarca en una vida de fidelidad a Dios, toda ella empapada por el Padrenuestro.

Tal como san Lucas lo introduce, el Padrenuestro, es el reflejo de la oración de Jesús ("estaba Jesús orando en cierto lugar..."), y por tanto la expresión de una actitud ante Dios a imagen de la de Jesús. Es una oración "profética", que surge hacia Dios en el corazón de la vida.

REFERENCIA SACRAMENTAL Y LITÚRGICA

Es evidente que la aplicación espontánea -en el interior de la celebración- es el sentido de la oración universal o de los fieles. Esta es claramente una oración de petición y de intercesión, entre otras oraciones que también se hacen durante la celebración: p.e., la colecta. Hoy sería una buena ocasión para explicar las cuatro grandes áreas de la oración de los fieles (cfr. Ordenación general del misal romano, 45-47), y compararlas con la plegaria de Abrahán y con el Padrenuestro.

Igualmente, sería bueno destacar de qué forma esta petición que la iglesia hace la manifiesta a sí misma como comprometida a la fidelidad al Señor y al trabajo en favor de los hombres.

Si se quiere subrayar más el texto evangélico, podría acentuarse la seguridad con que la iglesia invoca el Espíritu Santo, en la celebración eucarística. Aquí, ciertamente, Dios escucha siempre la plegaria, tal como nos dijo Jesucristo: "Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá". Por eso, jamás deja Dios de dar a su Iglesia el Espíritu Santo para que todos los que participen del Cuerpo y Sangre de Cristo sean un solo cuerpo y un solo espíritu. (Cfr. Plegaria eucarística III).

PERE TENA
MISA DOMINICAL 1983, 14


3.

Y todos los seres humanos somos hermanos. Así de fácil y difícil a la vez. Pues nuestra idea de fraternidad viene lastrada de prejuicios de consanguinidad, de racismo y modernamente de nacionalismo. De modo que si resulta difícil creer en Dios Padre, mucho más lo es creer en una fraternidad universal. Eso es tan utópico, tan irrenunciable como única salvación posible, que hace imposible añadir al nombre del Padre la palabra Nuestro.

Mientras no creamos en Dios Padre, difícilmente podremos aceptar que somos hermanos. Pero mientras no erradiquemos todo lo que nos impide ser hermanos, sólo podremos seguir diciendo padrenuestros, pero no podremos decir de verdad y con sentido: Padre Nuestro...

L. BETES
DABAR 1992, 39


4.

Las lecturas que nos propone este domingo, son una invitación a la confianza en Dios, una invitación a tenerlo muy presente en nuestras vidas y a ser capaces de presentarle sin temor nuestros deseos, nuestras preocupaciones y necesidades.

El poder contar con Dios, no quiere decir que tengamos que esperar que él nos resuelva todos los problemas y menos aún que se ponga a favor de nuestros pequeños intereses. Pero sí quiere decir que él nos da la mano en nuestro caminar, nos da fuerza y valor. Es tener a alguien al lado que no nos deja nunca, es poder vivir todo acontecimiento, por duro que sea, acompañado por un amor muy grande, pleno, infinito.

Sería un mal signo que a Dios le pidiéramos solo ayuda y fuerza para nuestras angustias y problemas personales; es por esa razón que el Señor nos deja la oración del Padre Nuestro como modelo perfecto de cómo y con qué actitud debemos dirigirnos a Dios.

En el Padre Nuestro, Jesús nos invita a ser amplios en nuestros deseos y anhelos en la oración. En él se nos presenta lo que debe ser el gran anhelo cristiano: que Dios y su amor estén presentes en nuestras vidas y en el corazón de todos los hombres. En él pedimos que el mundo sea como Jesús lo quiere: que el amor y la fraternidad sean lo que marquen la vida de los hombres y nadie quede al margen de una vida digna; que a nadie falte el alimento de cada día y tampoco el alimento del espíritu, todo aquello que nos ayuda a crecer como personas y como creyentes. Por último, el Padre Nuestro nos hace mirar nuestra realidad débil y pecadora, recordándonos lo importante que es mantenernos en oración para no caer en la tentación.

Jesús nos enseña a pedir confiadamente a Dios que es Padre, amigo y compañero de camino.

COMISIÓN EPISCOPAL DE LITURGIA
PERU


5. LA ORACIÓN PERSEVERANTE

El tema de la oración vuelve a tomar fuerza y actualidad en este domingo. Es conmovedor el diálogo que sostiene Abrahán con Dios para tratar de lograr el perdón de Sodoma, la ciudad impura. La palabra diálogo es clave para entender el significado y las exigencias de la plegaria cristiana. Ciertamente, si la oración no fuera más que un monólogo del hombre consigo mismo, no sería preciso orar, pero la plegaria auténtica es un diálogo que se realiza en presencia consciente delante de Dios. Este diálogo surge desde la fe, la pobreza, la reflexión, el silencio y la renuncia del hombre.

ORAR/QUE-ES: Cuando se ora de verdad se sale de uno mismo para abandonarse en Dios con ánimo generoso, con simplicidad inteligente, con amor sincero. Orar es pensar en Dios amándole, expresar verdaderamente la vida. La oración es camino de comunión con Dios, que nos lleva a la comunión y el diálogo con los hombres. La oración más que hablar es escuchar; más que encontrar, buscar; más que descanso, lucha; más que conseguir, esperar. Rezar es estar abiertos a las sorpresas de Dios, a sus caminos y a sus pensamientos, como quien busca aquello que no tiene y lo necesita. Así la oración aparece como regalo, como misterio, como gracia.

En el Evangelio, la parábola del amigo inoportuno nos recuerda que Dios se deja siempre conmover por una oración perseverante. Por eso la tradición orante de la Iglesia es una tradición de peticiones y súplicas, que manifiesta la actitud de abrirse confiadamente a la presencia, el consuelo, el apoyo y la seguridad que solamente pueden venir de Dios. Siempre la petición ha de estar unida a la alabanza y a la profesión de fe y amor en la esperanza.

Andrés Pardo


6. Para orar con la liturgia

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
aunque no necesitas nuestra alabanza
ni nuestras bendiciones te enriquecen,
tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias,
para que nos sirva de salvación.

Prefacio común IV


7.

Estudios médicos muestran que la fe tiene una influencia positiva en la salud FE/SALUD   ORACION/SALUD

Según indica el 'Internal Medicine News', al menos veinte facultades de Medicina de Estados Unidos ofrecen cursos de espiritualidad, subrayando el papel que juegan las convicciones religiosas en la salud del paciente.

Que la fe haga bien no es una novedad y recientemente lo ha confirmado un análisis realizado a cinco mil californianos, durante 28 años, y publicado por el 'American Journal of Public Health': quienes van a menudo a la iglesia, tienen una tasa de mortalidad más baja y una salud mejor que quienes el domingo se quedan en casa.

Quizá el efecto positivo se deba a la vida más sana de los creyentes, sobre todo por lo que se refiere al abuso del alcohol, tabaco y drogas. Pero no es suficiente para explicar otros resultados: sobre 119 trasplantes realizados en la Universidad de Pittsburgh, en paridad de condiciones físicas y sociales, quien poseía una sólida fe tenía un periodo postoperatorio más rápido.

Supervivencia mayor

En el hospital de la Universidad de Yale, sobre 23 pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas, los creyentes tienen un índice de supervivencia de unas tres veces mayor respecto a quienes no creen. La explicación podría estar en la meditación y en la oración: el ritmo cardiaco, la respiración y las ondas cerebrales se hacen más lentas; los músculos se relajan y los efectos de la epinetrina y otras hormonas ligadas al estrés decaen.

La oración es relajante

Para el profesor Herbert Bensq, de Harvard, la oración estimula las modificaciones bioquímicas de la relajación. Siete individuos insomnes sobre diez, tras un poco de meditación y oración, comienzan a dormir regularmente; más de tres mujeres estériles sobre diez, conciben y otros tantos pacientes con dolor crónico reducen el consumo de analgésicos.


8.

Es posible

Si el pasado domingo, el evangelio nos proponía como necesaria la actitud contemplativa de María, la hermana de Lázaro, el de hoy nos mete de bruces en la enseñanza de Jesús sobre la oración. Creo que de buena gana y por pura necesidad haríamos nuestra la petición de los apóstoles: "Señor, enséñanos a orar.

Si nos ponemos a la escuela de oración de Jesús el primer descubrimiento que haremos es que Jesús no es un legislador que imponga la obligación de orar u ordene el tiempo y el modo de hacerlo.

En efecto, lo primero y fundamental de la doctrina de Jesús sobre la oración es anunciarnos que Dios no es simplemente Dios sino que es el 'Abba', es decir, es alguien que está pendiente de nosotros, que está esperando que le dirijamos una palabra o una mirada -como diría Santa Teresa-. Exactamente, como el mejor de los padres está volcado hacia su hijo pequeño.

Si recibimos esta buena noticia, todo discurso sobre la oración cristiana tiene que comenzar anunciando que la oración es posible, que siempre es posible -con independencia de nuestra situación moral o sicológica- porque el encuentro no depende de nosotros sino de la constante voluntad del Padre que quiere salir a nuestro encuentro. Haz la prueba. Busca un momento de soledad y silencio interior, repite pausadamente las palabras del Padrenuestro pero diciéndoselas al Padre. Deja que resuene en tu corazón todo su significado y hazlo con la seguridad de ser escuchado que nos garantiza lo que nos dice hoy Jesús en la parábola del evangelio. Independientemente de lo que sientas, ya has tenido un encuentro de oración. El Padre te ha escuchado.

Antonio Luis Martínez