SEGUNDA LECTURA

Los ateos suelen decir que aceptar a un Ser trascendente humilla y aliena al hombre. Sin embargo, aceptar a Dios como único Padre y Señor es la mejor garantía de que entre los hombres haya fraternidad y ninguno pretenda ser «señor» de los otros.


 

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 4,1-6.

Hermanos:

Yo, el prisionero por Cristo, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo y lo penetra todo, y lo invade todo. Bendito sea por los siglos de los siglos. Amén.