COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 10. 38-42
1. MARTA/MARIA: J/MUJER. MUJER-JUDIA.
Texto. La habitual fórmula inicial litúrgica no debe impedirnos perder la perspectiva de camino hacia Jerusalén, en que Lucas sitúa expresamente el texto. Fuera de esta perspectiva el autor no tiene intereses localistas. Su atención se fija en dos mujeres, Marta y María. Todo intento de ulterior identificación de las mismas sería una distracción y un alejarse del texto. Sí, en cambio, debe resaltarse el hecho, porque probablemente no era normal en aquel entonces que las mujeres tomasen la iniciativa en ofrecer a los hombres su hospitalidad. Aún más, Jesús aparece como teniendo con Marta y María una gran confianza. Tanto la exigencia de Marta como la réplica de Jesús revelan una gran familiaridad y una amistad cordial. El hecho viene a confirmar el intencionado protagonismo que Lucas confiere a la mujer, en claro contraste con la mentalidad y las estructuras sociales de la época. Pero aún hay más en el texto de hoy. Lucas presenta a María en la postura clásica del discípulo, es decir, sentada a los pies del maestro. Contrastando con esta presentación, un dicho judío de la época rezaba así: El que enseña la Torá a una mujer le enseña necedades.
Pero todavía hay más en el texto de hoy. Lucas hace de María un modelo de discípulo de Jesús en razón de la escucha de la palabra: éste es el objetivo central del texto, lo que Lucas quiere inculcar en sus lectores. La temática no es nueva. Ha aparecido ya en Lc. 6, 46-49, en Lc. 8,15 y 8,21. En estos textos se habla de escuchar y de poner en práctica lo escuchado. Hoy se insiste sólo en lo primero, en la escucha, a la que se califica de parte mejor y de la que no se puede prescindir si se quiere ser discípulo de Jesús.
¿La parte mejor por contraposición a otra peor, que sería la escogida por Marta? Aparentemente esto es lo que se deduce de la presentación por contraste que Lucas hace de las dos hermanas y de la respuesta de Jesús al requerimiento de Marta. La regañina que Marta pedía para su hermana por no ayudarle en los preparativos. Una vez más, sin embargo, la agresividad del lenguaje y la plasticidad narrativa nos desconciertan y nos desbordan. El contrate de situaciones ni tiene razón de ser en sí ni comporta valoración alguna. Se trata de un recurso gráfico para dar realce y viveza a la única idea que el escritor quiere desarrollar: la necesidad imperiosa que tiene el discípulo de estar atento a la palabra del maestro. Y punto. Ni se contraponen ámbitos de la vida ni se hace una división dual de la vida en contemplativa y activa. Interpretar este episodio como una recomendación de la vida contemplativa, en cuanto superior a la vida activa, es introducir un enfoque alegórico, que no sólo carece de fundamento en el propio relato, sino que, además, da carta de ciudadanía a una distinción originada posteriormente como fruto de otras preocupaciones teológicas. El mensaje del texto va exclusivamente dirigido al cristiano, al cual se le pide estar a la escucha de Jesús.
Comentario. El cristiano puede llegar a prescindir de todo, si la palabra de Jesús es su alimento y guía; si no lo es, todo le parecerá poco y nada le satisfará. Pero entonces, ¿en qué se distinguiría un cristiano de uno que no fuera o no se proclamara cristiano? En evidente contraste con la mentalidad y la práctica de la época Lucas no tiene reparo en presentar a una mujer en actitud de discípulo, sentada a los pies de Jesús, e incluso en hacer de ella un modelo de discípulo. Ello indica una línea de pensamiento que, implícitamente, abría horizontes a una nueva identidad personal de las mujeres y a una nueva posición social de las mismas. Pero, sobre todo, se impone devolver al hecho toda su fuerza de novedad, ruptura y progresismo. Un hecho de tal envergadura bien puede considerarse como prototipo para otros en el futuro. Pienso, por ejemplo, en el sacerdocio de la mujer.
ALBERTO
BENITO
DABAR 1989, 38
2.
Texto. Recoge un incidente doméstico entre las hermanas Marta y María. Lucas es el único evangelista que habla de él, tal vez por su tendencia a dar entrada en su obra a personajes femeninos. El incidente le sirve para resaltar la necesidad de escuchar la palabra de Jesús.
Comentario. Comienzo confesando que la lectura de este texto me despierta siempre una corriente de simpatía y de solidaridad con Marta. ¿Acaso no tiene razón al quejarse a Jesús por el comportamiento de su hermana María? ¿Acaso no es injusto Jesús con Marta echándole en cara sus desvelos y trabajos precisamente cuando él está disfrutando de ellos gracias a la hospitalidad que ella le ha ofrecido? Pero enseguida me doy cuenta de que éstas no son las preguntas adecuadas en un texto en el que Lucas no ha querido escribir la crónica de un incidente. Lucas quiere, sencillamente, inculcar en el lector la necesidad de una actitud de escucha, de abertura, cargada de esperanza, a aquél que es la respuesta del Padre. Se trata de una temática habitual en el tercer Evangelio, en el que, ya en sus comienzos, se describe a María, la madre de Jesús, como prototipo de escucha reflexiva. Léanse los vs. 19 y 51 del cap. 2.
Marta es reprendida por Jesús debido al exclusivismo que se encierra en su queja. A la queja de Marta le sucede lo que tantas veces sucede en nuestras afirmaciones: que fallan no por lo que dicen, sino por lo que niegan o silencian. Lo que la queja de Marta niega o silencia es la actitud reposada de escucha de la Palabra. Y es esta actitud la que Jesús quiere reivindicar cuando le dice a Marta que anda nerviosa e inquieta con muchas cosas siendo así que sólo una es necesaria, la que precisamente está haciendo su hermana María: escuchar.
Y aquí debería terminar el comentario de no ser por una subinterpretación que se ha colado con demasiada frecuencia: preeminencia de la vida contemplativa sobre la activa y calificación sólo de la primera como de estado de perfección. El apoyo quiere verse en las últimas palabras de Jesús: María ha escogido la mejor parte. ¿De dónde ha salido el comparativo mejor? El texto original no compara, simplemente reivindica lo que se quiere negar: María ha escogido la parte buena. No olvidemos que se trata de un diálogo, con todo el colorido y la riqueza de matices que tienen siempre los diálogos. Jesús le dice a Marta que su hermana está en la dirección buena. Y nada más. Es decir, no opone la contemplación a la acción, ni dice que la contemplación sea más perfecta que la acción. Pienso en tantas Martas que trabajan duro gracias a su actitud contemplativa y de escucha, pero a las que, en base al texto de hoy, se las discrimina y desclasa. Mi simpatía y admiración por ellas, en nombre precisamente de este texto. Ellas son a la vez María y Marta.
ALBERTO
BENITO
DABAR 1986, 39
3. JUDAISMO/MUJER MACHISMO/RELIGION RABINO/MUJER:
Lo sorprendente de la escena presentada por Lucas es que el alumno sea una mujer. Los rabinos nunca enseñaban a las mujeres.
Del rabino Eliezer procede la frase: "Mejor fuera que desapareciera en las llama la Torá antes de que les fuera entregada a las mujeres".
Sentido del texto. A la luz de lo dicho anteriormente aparece clara la finalidad doctrinal o catequética de Lucas en este pasaje. La enseñanza se encuentra formulada en el v. 42: Una sola cosa es necesaria. ¿Qué cosa es ésta? La escucha de la palabra del Señor (cfr. v.39). La contraposición de Marta y María no es a nivel de vida activa y vida contemplativa sino a nivel de escucha o no escucha de la palabra. No se contraponen dos formas de vida sino dos actitudes que pueden darse en una misma forma de vida, sea ésta activa o contemplativa. La escucha de la palabra de Jesús es una exigencia fundamental del amor a Dios. Esta exigencia de escucha es tanto más imperiosa cuanto que a veces damos la sensación de organizar el mundo a partir de nosotros mismos y no de Dios.
DABAR 1977, 43
4.
La literatura mística y piadosa ha contrapuesto a menudo a las dos hermanas, convirtiéndolas en símbolos de la vida activa y de la vida contemplativa respectivamente. La palabra de Jesús, en este supuesto, elevaría la contemplación por encima de la acción. Pero todo esto son elucubraciones que rebasan el marco y la situación familiar en la que se desarrolla la escena. Jesús quiere decir a Marta que no se moleste demasiado, que cualquier cosa es suficiente para comer, que ha ido a verles y a hablar con sus amigos del reinado de Dios, y esto es lo que importa de verdad.
De modo semejante dice a la samaritana que el agua que sacia de verdad es la que salta hasta la vida eterna y no la del pozo, sin que esto signifique que no tuviera sed o que no le agradeciera el vaso de agua que le pedía para beber. Y cuando regresaban los discípulos, que había enviado al pueblo a comprar unos bocadillos mientras él se quedaba junto al pozo hablando con la mujer, les habla de otro alimento muy superior: el cumplimiento de la voluntad del Padre (Jn 4,8.34). Jesús no ignora las necesidades inmediatas del cuerpo y no prescinde en absoluto de la vida cotidiana, pero se eleva por encima de esto para descubrir lo más necesario y manifestar el sentido profundo de la vida. Tampoco la contemplación anula o prescinde de los cotidiano. Si bien es cierto que María ha escogido la mejor parte, Jesús no reprende a Marta como si fuera una mujer distraída y superficial. Marta continuaría sin duda con su trabajo doméstico, no obstante desear también sentarse a los pies del Maestro. Pensaría que, de momento, era más importante dar que recibir.
EUCARISTÍA 1989, 16
5.
Sólo una cosa es necesaria (evangelio). Marta y María, dos dimensiones de la acogida: el servicio diligente a las necesidades de los demás y la atención a su intimidad. La acogida debe ser total: al cuerpo y al espíritu. Jesús nos invita a reconocer esta necesidad de atención que tenemos cada uno de nosotros y que no se satisface con prisas y obsequios. ¡Qué superficial es muy a menudo la atención que nos damos unos a otros y qué pobre la comunicación!. También como cristianos: todo debe partir de la escucha atenta de la palabra del Señor, de la apertura a su intimidad: "a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15,15).
¿No podríamos aprovechar las vacaciones para dedicar más tiempo, más tiempo "libre", a esta comunicación personal con el Señor Jesús?
JOSÉ
M. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1889, 15
6.
La hospitalidad que Marta y María ofrecieron a Jesús es un episodio exclusivo de Lucas. Jesús en este momento está de camino, en la estructura del evangelio de Lucas. Lo que no ha encontrado en la ciudad samaritana lo encuentra ahora: una casa acogedora y hospitalaria.
El relato presenta la actitud libre de Jesús, que, contra el ambiente, acepta la hospitalidad que le ofrecen dos mujeres. Era romper con la tradición judía. El evangelio no nos dice cómo ha surgido la relación de Jesús con las dos hermanas. Jesús va con el grupo de sus discípulos.
La afirmación fundamental de todo el relato es que sólo una cosa es necesaria. Marta se preocupa de muchas cosas, quiere servir y obsequiar al huésped. Pero Jesús le dice: lo importante es la salvación que el huésped le trae, lo necesario es escuchar, acoger la palabra. En este momento, María, que se ha concentrado en la escucha de la palabra, ha escogido lo que debe, lo mejor.
Lo que hace Marta no es malo, pero supone desconocer la oportunidad de la visita del Señor. Se le ofrece una ocasión que debe aprovechar. Marta quiere servir a Jesús, pero Jesús quiere que acoja la salvación.
La palabra debe ser escuchada. María se convierte aquí en símbolo de la comunidad que ha de estar a la escucha de la palabra. Es un eco del "buscad primero el reino de los cielos..." (Mt 6,33). En esta actitud de María y de la comunidad hay un cambio de papeles. María, igual que Marta, acoge a Jesús, pero la acogida que ella le da no es un don que ella le ofrece. Ella acoge, pero al mismo tiempo se siente acogida. La diferencia entre las dos hermanas está en que Marta se da al Señor y siente el gozo de darse, mientras que María se da pero no tiene la satisfacción de darse, sino la de ser acogida. Esta ha de ser la actitud de la Iglesia y de los evangelizadores al acoger a los pobres. Hay que dejarse evangelizar por aquellos a quienes se evangeliza, por los pobres.
PERE
FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1986, 14
7. MUJER-JUDIA.
Marta es un nombre arameo, que significa "señora". Aparece como dueña de la casa: ella es la que acoge a Jesús (v.38). María, su hermana, no lo recibe como huésped sino como maestro: escucha "su palabra" sentada a sus pies, en la actitud propia de los discípulos, como san Pablo decía que se había instruido en la Ley "a los pies de Gamaliel" (Hch 22,3). El hecho es nuevo, por no decir revolucionario. En 8,2-3 Lucas ha hablado de las mujeres que acompañaban a Jesús y lo servían con sus bienes (que es más o menos lo que aquí hace Marta), lo cual ya es sorprendente, porque entre los judíos las mujeres eran equiparadas a los esclavos y a los niños, no podían participar de los oficios de la sinagoga y estaban exentas de una serie de deberes religiosos, tales como la recitación del Shemá y la acción de gracias de las comidas. Pero admitirlas como discípulos era impensable. No se les podía enseñar la Torá, y el rabí Elicer ben Hirkanos decía que "el que enseña la Ley a su hija, le enseña la estupidez".
Se ha opuesto tradicionalmente a Marta y María como, respectivamente, la vida activa y la vida contemplativa, y no es ese exactamente el sentido del texto. Marta está atareada y se queja de que le hayan dejado sola "con el servicio", literalmente "en la diaconía", o sea el ministerio o servicio de la mesa. El propio Lucas, en Hch 6, nos hablará del conflicto entre la diaconía de las distribuciones materiales y la diaconía de la Palabra y de la oración, que debe tener la primacía y para la cual deben reservarse los apóstoles, que por ello instituirán ministros de las mesas (los siete llamados diáconos). También en casa de Marta y María el servicio de la Palabra debe pasar por delante del servicio de la mesa. Ello no prejuzga que María sea mejor que Marta, porque el que en aquellos momentos hace de ministro de la Palabra no es María, sino Jesús. El Señor no dice que María haya hecho la mejor obra, sino que ha escogido la mejor parte. No se trata de juzgar cual de las dos hermanas, o cual de dos estilos o estados de vida es mejor, sino de hacer ver con claridad que cuando el Señor pasa hay que acogerlo en casa, como ha hecho Marta, y cuando habla escucharlo, como hace María.
Parece que Jesús regaña a Marta, desagradecido con su solicitud. Pero Jacques Dupont, como conclusión de una conferencia familiar sobre esta perícopa, decía con humor que probablemente Jesús añadiría al final: "Y ahora, María, anda a ayudar un poco a tu hermana".
H.
RAGUER
MISA DOMINICAL 1977, 14
8. ESCUCHA/PD:
Se ha transformado muchas veces la anécdota narrada en este pasaje en una alegoría, según la cual Marta representaría la acción y María la contemplación, y que estaría destinada a mostrar la superioridad de la segunda sobre la primera.
De hecho, se trata de una anécdota perteneciente al fondo de las tradiciones referidas por Lucas en el círculo de sus discípulos -especialmente las mujeres- y que están a menudo concebidas desde una óptica y en un tono bastante originales.
a)La familia de Lázaro y sus hermanas es objeto de tres tradiciones evangélicas importantes (Lc 10. 38-42; Jn 11. 1-44; 12. 1-8). María y Marta aparecen cada vez en los papeles y sentimientos que Lucas les atribuye aquí: amoldándose sin duda a las costumbres familiares de la época, Marta se ocupa de las tareas domésticas; María, del recibimiento y la atención de los invitados. Se trata de un reparto de las tareas domésticas para asegurar lo más posible el "confort" del invitado. Se encuentra, en los tres relatos que sitúan en escena a Marta y María, esta misma complementariedad de las funciones domésticas con vistas a la mejor hospitalidad posible.
Esta anécdota recibirá, sin embargo, diferentes interpretaciones a lo largo de toda su historia literaria en las comunidades primitivas. La primera versión del relato ha hecho de él una expresión de la espera escatológica: el tiempo apremia demasiado para preocuparse encima de los cuidados materiales. Marta ha querido, sin duda, hacer honor a su huésped presentándole una cocina refinada, pero esta intención se vuelve contra ella y ha de reclamar la ayuda de su hermana (v.40). El Señor interviene para pedirle que se inquiete menos por la comida (basta con sólo un plato:v.42): "hace falta poco" (v.42a). Lucas concede mucha importancia a esta enseñanza: no conviene inquietarse por los asuntos del mundo mientras está tan próximo el Reino (Lc 12.22).
b(Cabe además preguntarse si Lucas no se hace aquí discípulo de Pablo: un vocabulario común relaciona, en efecto, a Lc 10. 38-42 y 1 Co 7. 29-35, y una misma doctrina tiende a demostrar que la virginidad (porque Marta y María serán consideradas posteriormente como vírgenes) permite esperar el Reino que viene, sin estar demasiado retenido por las obligaciones del matrimonio.
c)Si Lucas manifiesta una gran predilección por la pobreza, signo de la espera escatológica, concede igualmente un gran valor a la escucha de la Palabra (Lc 11. 27-28). Así, en otro lugar, opone a la familia de Cristo, preocupada por su subsistencia (Lc 8. 19, aclarado por Mc 3. 20), los que prefieren escuchar su palabra y ponerla en práctica (Lc 8. 20). Esto no significa que Cristo conceda una preferencia a la contemplación sobre la acción, sino más bien que la atención a las realidades del Reino (representado muchas veces como una Palabra: cf. Lc 8. 11-15) no puede dejarse distraer por una preocupación demasiado exclusiva por las realidades terrestres. Para S.Lucas, además, escuchar la Palabra no tiene nada de una contemplación ociosa, sino que desemboca en la acción y la puesta en práctica concreta y exigente (Lc 8. 15).
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA V
MAROVA MADRID 1969.Pág.
186
9.
Jesús sigue su camino; hace un alto poco antes de llegar a Jerusalén, al término de su misión. Se detiene en Betania, en casa de sus amigos de siempre. En el camino de la llegada del Reino, Jesús se detiene en la casa amiga y le presta acogida la Iglesia, como las dos hermanas.
Como suele ocurrir con las amas de casas, demasiado preocupadas por los preparativos para recibir bien a los huéspedes, Marta se olvida de algo esencial: el visitante. Corre a la cocina, de la cocina al comedor, del comedor a la despensa; es del huésped del que tenía que ocuparse y atender todos sus deseos; era a él a quien habría que servir. Todo estará realmente bien preparado cuando no pueda ocurrir nada nuevo e inesperado. Cuando la Iglesia se pone a imitar a Marta, se diría que estamos ante una empresa en cadena, donde todo está programado: se respetará el menú establecido, la cortesía un tanto ficticia evitará los malos modales, todo irá bien, pero la fiesta se acabará apenas se apaguen las lámparas. Una Iglesia que se basa en la sabiduría y en la prudencia, en la organización y en la maña. Una Iglesia de estrategias misioneras y de medios de presión: "Te afanas y preocupas por muchas cosas..." "María ha elegido la mejor parte". Una Iglesia recoge con diligencia la palabra del Maestro. Lo único que le importa es su presencia, aunque luego haya que improvisar un poco la comida.
Una Iglesia que tiene el candor de los niños, que se olvidan de todo al escuchar una historia que les conmueve y les hace salir de la realidad e ir a vivir en otra parte, de otra manera. Una Iglesia con los ojos abiertos, seducida por un viajero que se ha detenido en su casa. Una Iglesia de la verdadera contemplación, que va a lo esencial. Una Iglesia que prefiere la brisa áspera del camino a los sabores demasiado conocidos e insípidos de las cocinas cerradas. Una Iglesia que prefiere la falta de confort de la tienda de los nómadas a la seguridad de las moradas demasiado estables, que pronto se convierten en cargas o prisiones. Una Iglesia de la pasión y del corazón: María, que contempla a Jesús, correrá hasta el sepulcro cuando todavía la razón de los hombres se ríe de tan loca esperanza. María saborea las palabras de Jesús, y las frases grabadas en lo más íntimo de ella misma serán una fuente de asombro y de seguridad gozosa: más allá de las evidencias y de la muerte, será capaz de descubrir la sorpresa inesperada de la Pascua.
Una Iglesia de la contemplación que ve más allá de la dura realidad humana. Una Iglesia que descubre la imposible novedad pascual y la otra cara de las cosas. Una Iglesia del asombro. "¡Tú has escogido la mejor parte!", ¡no se te quitará! Tu esperanza se arraiga en la promesa del mismo Dios.
Dios, que pones tu morada entre nosotros, no permitas que nos acostumbremos a tu presencia. Concédenos saborear tu palabra siempre nueva: que nos admiremos siempre de tanto amor.
DIOS CADA
DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág.
98 s
10.
Con el buen samaritano (10, 25-37) podemos suponer que sólo es necesario amar al prójimo. ¿Es cierta esa actitud? La respuesta nos la ofrece la misma división del evangelio. Continuamos leyendo y descubrimos que Jesús ha entrado en casa de Marta y María. Marta se ocupa del trabajo. María, sentada a los pies del Señor, escucha la palabra. Ante la protesta de Marta, Jesús ha formulado una sentencia decisiva: "Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte" (10, 41-42).
Marta simboliza aquel trabajo repetido y agobiante que nos hace esclavos de la tierra y no permite que tengamos tiempo de escuchar el gran misterio de Dios que nos rodea. María, en cambio, es la que atiende a la palabra. Ciertamente deberá actuar, pero su obra no será un hacer desnudo, sino un poner en cumplimiento aquello que ha escuchado. Ordinariamente se oponen entre sí Marta y María como la acción y la contemplación. Esta perspectiva no es exacta. Marta representa únicamente aquella acción que no se basa en la palabra de Jesús (no se mantiene abierta al reino). María simboliza un escuchar la palabra que se tiene que traducir necesariamente en amor, es decir, en servicio hacia el prójimo.
Recordemos que nos apoyamos sobre el fondo de experiencia del antiguo testamento. Contrariamente al mundo griego, Israel ha desconocido el ideal de la contemplación pura. Ya por eso resulta imposible interpretar a María como expresión de la mística, que deja el mundo de las cosas (lo sensible) y se preocupa de ahondar en lo divino. Conocer a Dios implica en Israel el escuchar la palabra y llevarla a la práctica. Sólo desde aquí se entiende el mensaje radical de nuestro texto.
María es la que atiende a Jesús. Frente al judío que escucha la voz que Dios le ha transmitido por la ley se sitúa la figura del cristiano, que descubre la palabra de Dios en Jesucristo. Por eso la actitud de María no es la de un místico que sube hacia Dios, sino la de un creyente que está atento a la palabra concreta que Dios le ha dirigido. Pues bien, para que esa escucha sea auténtica se debe traducir en la práctica de la vida, es decir, en el amor al prójimo que estaba reflejado en la parábola del buen samaritano. Marta, en cambio, ocupada en sus cosas no ha descubierto la voz de Dios, que le ha llegado en Jesucristo.
Desde aquí podemos esbozar tres conclusiones importantes. a)La primera se refiere simplemente al sexo de María. En el contexto social de Israel, la mujer se consideraba como un creyente de segunda categoría; no tomaba parte oficial en el culto de la sinagoga ni se podía dedicar a la escucha y cultivo de la ley. Nuestro pasaje refleja una actitud totalmente distinta. El tipo del auténtico cristiano (que escucha y cumple la palabra de Jesús) se ha reflejado en la figura femenina de María. Pensamos que este rasgo no ha sido valorado por la Iglesia, que, en cierto modo, ha padecido una regresión volviendo a colocar a la mujer en actitud fundamentalmente pasiva dentro de la comunidad de los cristianos. b) Para que sea auténtica, la acción del creyente (el amor al prójimo) tiene que estar fundamentada en la escucha de la palabra, es decir, en la aceptación del misterio del amor de Dios que se refleja en Cristo. Sólo porque Dios me ha revelado toda la fuerza de su amor, me puedo convertir en fuente de amor para los otros. c)Una vez dicho todo lo anterior, podemos añadir que la "escucha de Jesús" puede venir a determinar un tipo de existencia cristiana que profundiza especialmente en el don de la fe. Tal sería el fundamento de la contemplación, que no está basada en un proceso ascensional de la mente que tiende hacia Dios, sino en la auténtica obediencia del que escucha la palabra y vive inmerso en el gozo y exigencia que ella nos produce.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA
NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág.
1324 ss.