PANORÁMICA DEL DOMINGO
PASTOR CON LOS PASTORES
El evangelio del pasado domingo nos relataba la primera misión de Jesús confiada a los Doce. Hoy, haciendo el paréntesis de la muerte de Juan Bautista, texto que leemos en la memoria del martirio del Precursor y en la feria que corresponde a la lectura continua de Marcos, el evangelio nos relata lo que siguió a aquella primera misión. Los apóstoles se reúnen con Jesús para hablar con él "de todo lo que habían hecho y enseñado". Los apóstoles dan cuenta de su misión a aquel que se la había confiado.
La respuesta de Jesús a la explicación de los apóstoles es singular. La respuesta se concreta en llevárselos con él a un lugar donde nadie les estorbe y puedan descansar con (en) él. Aunque la cita no es del todo paralela -ya que el texto se refiere a los pobres y pequeños- a la situación del retorno de la misión se le pueden aplicar aquellas palabras de Jesús: "Venid a mí los que estáis cansados y agobiados que yo os daré alivio" (Mt 11,28).
El trabajo del pastor no es fácil ni descansado. Ha de mantener la unidad de su rebaño, "reunir el resto de sus ovejas" según palabras del profeta Jeremías (1 lectura). Ser fiel a la misión encomendada: lograr que la palabra y la obra del Señor -a quien en el salmo proclamamos como Pastor- lleguen a todas las ovejas, tanto a las reunidas en el aprisco como a las dispersas.
Por eso, quien es enviado como pastor necesita descanso. Pero el descanso de los pastores no es otro que este: los pastores hallan su descanso en el Pastor. Es, de hecho, lo mismo que escuchábamos en el evangelio de Juan el segundo domingo del tiempo ordinario: los primeros que son llamados al apostolado siguen a Jesús y se quedan con él (Jn 1,39). El descanso del pastor consiste en saber "estar" con Jesús, escucharlo, vivir con él, profundizar en su comunión de vida como pastor. El reposo del pastor consiste en aprender íntimamente a hacer de pastor al lado del Gran Pastor de las ovejas.
Por ello es tan significativa esta escena evangélica de hoy. La primera solicitud de Jesús, como Pastor, es con aquellos que han de ser los pastores enviados por él. Así como, el pasado domingo, nos percatábamos de la austeridad de vida que Jesús pedía a sus apóstoles; hoy, viendo al "Pastor con los pastores", nos damos cuenta de otra característica del ministerio pastoral: el de la comunión de ministerio con Jesús. Tal comunión les ayudará a tener la misma solicitud de Jesús para con todos, para con la multitud que, en cada momento de la historia, vive "como ovejas sin pastor".
EL SEÑOR ES MI PASTOR
Junto a lo que nos ayuda a entender la misión y la vida de los pastores de la Iglesia (tanto a través del Evangelio como a través de la primera lectura: lo que se exige a los pastores enviados al pueblo de Israel), el salmo de este domingo, el conocido salmo 22, nos ayuda a acabar de situar todas las cosas en su lugar.
El salmo nos hace reconocer a Cristo, el Señor, como único y verdadero pastor del pueblo de Dios. Es él quien nos conduce a todos "a verdes praderas", nos "guía por el sendero justo", nos acompaña, nos "sosiega", "prepara una mesa" ante nosotros y está siempre a nuestra vera con "su bondad y su misericordia".
Cierto que todo esto es lo que hacen los pastores enviados por Jesús con los hijos de la Iglesia y con todos los hombres, llamados a formar un solo rebaño en torno a Cristo. Pero el pastor es Cristo y sólo él. Entender esto es entender la gran misión de los que son enviados, en su nombre, para que a través del pastoreo cotidiano, de la solicitud manifestada en el "día a día" por las ovejas, se hagan manifiestas la guía y la acción del Pastor Eterno, de aquel que ha dado la vida por las ovejas y nos ha de "hacer recostar en las verdes praderas" del reino, cuando presente al Padre, reunida en la unidad, a la humanidad redimida. Hoy es un domingo para acercarnos a entender qué son los pastores de la Iglesia y quién es el único Pastor de la Iglesia.
LA OBRA DEL BUEN PASTOR
El fragmento de la carta a los efesios nos habla de la obra de Cristo. Todos los verbos se refieren a lo que Cristo ha obrado por nosotros: "ha hecho de los dos pueblos una sola cosa", "derribando el muro que los separaba", "ha abolido la Ley", "reconcilió con Dios a los dos pueblos". Y todo esto centrado en la frase "él es nuestra paz": la paz de la comunión con Dios, la paz que logra que "podamos acercarnos al Padre", guiados por el Espíritu que por él nos ha sido concedido.
La obra de Cristo es obra de paz, de unidad, de comunión. La redención de Cristo hace de toda la humanidad un solo pueblo, una sola familia llamada a vivir en la paz que proviene de la comunión con Dios. Con su sangre, con su cruz, Cristo ha hecho lo que había anunciado que haría como pastor: congregar "un solo rebaño con un solo pastor" (cf. Jn 10,14-16). A todos nosotros, los que hemos escuchado su voz -unidos a los que en la Iglesia han sido puestos como pastores- nos corresponde colaborar en esta obra de paz, de unidad y de comunión propia de Cristo.
JOSEP
URDEIX
MISA DOMINICAL 2000, 9, 35-36