COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 13, 24-43

1. 

La llamada de atención con que se cierra la aclaración de la primera de las parábolas pone en guardia al discípulo de Jesús contra un riesgo que puede derivarse del hecho de experimentarse ciudadano del Reino de Dios. Es el riesgo de erigirse en guardián y juez de las situaciones y de la conducta ajena. A lo que el discípulo es invitado es a ser, sin más, buena semilla, no a compararse con los demás ni a establecer juicios de valor sobre lo que los demás sean. Un discípulo autocomplacido y fiscalizador resulta un espectáculo triste y desafortunado. La segunda parábola le recuerda, además, al discípulo que la realidad del Reino de Dios no está sujeta a sus criterios y juicios personales de valor. En el Reino de Dios tienen cabida todos, incluidos aquellos que el discípulo tal vez menos sospecha. ¡Que no nos vaya a pasar lo que a los judíos religiosos contemporáneos de Jesús! La invitación a ser buena semilla se completa con una nueva invitación en la tercera parábola a ser levadura, es decir, fuerza transformadora del medio ambiente en el que el discípulo viva.

ALBERTO BENITO
DABAR 1990/38


2. IMPACIENCIA/MAL: EL ESCÁNDALO DE LOS SIERVOS CONSISTE EN QUE LA CIZAÑA NO SEA ARRANCADA AHORA MISMO. NO SE ENTIENDE LA PACIENCIA-POLITICA DE DIOS.  SALVARNOS.

Como la parábola del sembrador, también la del trigo y la cizaña va seguida de una explicación. Sin embargo, la parábola y la explicación no pertenecen al mismo nivel de tradición: la primera se debe a Jesús, la segunda pertenece a la comunidad. Esto nos impone dos lecturas: la parábola en sí misma y, luego, la parábola a la luz de su explicación.

La parábola enseña que en el campo hay buenos y malos (pero los hombres no están en condiciones de saber quiénes son los buenos y quiénes son los malos). La presencia de la cizaña no constituye una sorpresa. Y, sobre todo, no es señal de fracaso. La Iglesia no es la comunidad de los salvados, de los elegidos, sino el lugar donde podemos salvarnos. La Iglesia no se cierra a nadie.

Existen siempre "siervos impacientes" que querrían anticipar el juicio de Dios; pero el juicio de Dios no debe anticiparse (la misma enseñanza se contiene en la parábola de la red); no está reservado a los hombres. Los hombres no saben juzgar; no conocen el metro de Dios. Además, es Dios el que establece la hora; el bien y el mal deben llegar a sazón, a su plenitud; san Pablo diría a su "parusía". (...). El centro de la parábola no se encuentra simplemente en la presencia de la cizaña, ni tampoco meramente en el hecho de que más tarde el trigo será separado de la cizaña. El centro lo constituye el hecho de que la cizaña no sea arrancada ahora. Esto es lo que suscita la sorpresa y el escándalo de los siervos: esta política de Dios, esta paciencia suya.

Es obvio que la parábola quiere responder a una exigencia. Y es bastante fácil comprender que se trata de una exigencia presente en la comunidad y, ya antes, presente en la situación histórica de Jesús. Si nos colocamos en la situación de la comunidad, podemos advertir que la comunidad primitiva estuvo siempre agitada por el problema del escándalo frente a los pecados ocurridos después del bautismo. Sabemos, por ejemplo, que existió una polémica sobre la posibilidad de perdonar o no perdonar los pecados después del bautismo. Por lo demás, hay textos significativos: "Nada juzguéis antes de tiempo, hasta que venga el Señor, que iluminará los escondrijos de las tinieblas y declarará los propósitos de los corazones (1 Co 4. 5). Como se ve, la comunidad primitiva padeció pronto la tentación de la rigidez.

Pero podemos también colocarnos en la situación de Jesús. En su tiempo existía el movimiento fariseo, que pretendía ser el pueblo santo, separado de la multitud de los pecadores. También existía el movimiento de Qumran, con su idea de oposición y separación, de rígida santidad, que exigía rechazar a cuantos no eran puros. Y estaba la misma predicación del Bautista (Mt 3. 12), que anunciaba al Mesías como el que cribaría el grano y lo separaría de la cizaña. Llega Jesús y parece hacer lo contrario de todas estas tentativas: no se separa de los pecadores, sino que va con ellos. Incluso tiene en el círculo de los doce a un traidor.

Podemos, pues, decir que los zelotes, fariseos y Qumran querían las cosas nítidas; pretendían que el Reino interviniese de modo claro; afirmaban la santidad a costa de la separación. En este contexto se comprende toda la fuerza polémica de la parábola de Jesús. No es tanto una predicación moral, una invitación a la paciencia, sino una explicación teológica: una explicación de la política del Reino de Dios, una extraña política de tolerancia.

El mensaje es éste: ha llegado el Reino, aunque no lo parezca, aunque Israel no se haya convertido y aunque siga habiendo pecadores.

BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982.Pág. 144


3.

Contexto. El viejo Pueblo religioso es un obstáculo para la Palabra que ha resonado en los caps. 5-7. Sólo el nuevo Pueblo la entiende y fructifica.

Texto. Como pasaba el domingo pasado, también hoy hay que distinguir dos partes, delimitadas por el mismo doble auditorio.

Primera (vs. 24-35): Jesús y la gente. Tres parábolas escuetas.

Segunda (vs. 36-43): Jesús y los discípulos. Explicación de la parábola de la cizaña.

Hay, sin embargo, dos cambios con respecto a la estructura del texto del domingo pasado. Primero: el porqué de hablar en parábolas se halla en la primera parte y no en la segunda.

Segundo cambio: el proverbio-reto ("el que tenga oídos que oiga") va dirigido a los discípulos y no a la gente. Esto constituye una auténtica novedad. A decir verdad, todo el texto refleja una fuerte y difícil elaboración de materiales previos por parte del autor.

Sentido del texto.

1. Jesús en medio del viejo Pueblo de Dios(vs.24-35). Más que nunca hay que hacer todo el esfuerzo necesario para interpretar las parábolas de hoy dentro del engranaje de la obra. En este sentido, no se debe perder de vista que las parábolas tienen en Mateo una función crítica respecto al viejo Pueblo.

La parábola de la cizaña continúa y avanza en la línea crítica de la parábola del sembrador. En ésta se le echaba en cara a los fundamentalistas religiosos (viejo Pueblo) el ser un continuo contratiempo para la cosecha. En la parábola de la cizaña se les echa en cara el ser precisamente cizaña. Uno no puede menos de recordar al profeta Amós en su crítica despiadada al Pueblo elegido, cuestionando y desmontando todas sus seguridades de hombres religiosos. Ya Amós cambió el calificativo "elegido" por el de maldito. En cuanto religiosos, sois cizaña: ésta es la crítica que Jesús les hace.

Las dos siguientes parábolas (grano de mostaza y levadura) son sinónimas. En ellas se apunta a la última parte de la parábola del sembrador: a pesar de los contratiempos hay cosecha. En cuanto religiosos, tampoco sois necesarios. Otros fructificarán abundantemente.

En su comentario de los vs. 34-35, Mateo cita el Salmo 78, 2, pero introduce un cambio en el final de la cita. Para Mateo, la crítica religiosa de Jesús no es algo nuevo. Culmina una línea que arranca de los comienzos mismos de la Biblia.

2. Jesús en medio del nuevo Pueblo de Dios (vs. 36-43). En la explicación se oponen dos órdenes religiosos. Los hijos del Reino y los hijos del Maligno son el nuevo y el viejo pueblo, pero en cuanto religiosos los dos. No se trata de una división entre buenos y malos, sino de una división entre dos tipos de buenos.

Los buenos al estilo de Jesús (hijos del Reino) y los buenos al estilo fundamentalista (hijos del Maligno; cfr. esta misma dirección en Jn. 8, 39-47). Todos son religiosos, pero puede haber religiosos que maten pensando que dan culto a Dios (cfr. Jn. 16,2 ). Religión y religioso no son conceptos ni experiencias unívocos. Un día aparecerá claro todo esto (cfr. vs. 41-43).

"El que tenga oídos, que oiga". Por tratarse de un proverbio-reto, choca su mención en un ambiente distendido y de intimidad como es el de Jesús con los suyos. ¿Es tal vez una llamada de atención a entender que nunca hay Pueblo de Dios descontado? Es la suposición que me parece más coherente.

DABAR 1981/41