COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Ga 6, 14-18

 

1. J/CENTRO.

A partir de 6,11 comienza el saludo final de esta carta, escrito por el mismo Pablo y no dictado como el resto de ella. En él recoge alguno de los temas tratados previamente. Pero parece que, al ser más personal, domina lo que es más importante para Pablo, es decir, la figura del Señor Jesús. Es el único sentido de su vida y quien le ha transformado, al igual que transforma a todos los que se dejan afectar por El.

Así parece Cristo, y más en concreto, Cristo crucificado, que es como aparece en Gálatas, en los vs. 14 y 17. Pero, como es frecuente en la literatura paulina, no considerado en sí mismo, sino en su relación con la persona, en este caso el Apóstol. La muerte de Jesús es lo que ha constituido el mundo, la historia y el hombre en una nueva situación. Pablo menciona aquí solamente la muerte, la cruz. Pero es por razones coyunturales de esta epístola. También la resurrección tiene parte importante y decisiva en esta transformación. El segundo tema es precisamente la nueva creatura, en el v. 15.

Esta forma de designar la situación creada en Cristo hace resaltar lo importante y lo radical de ella. Es necesario insistir mucho sobre este punto, que suele pasar casi desapercibido en nuestros anuncios a fuerza de repetidos. Pero realmente el cristiano es un hombre nuevo a todos los efectos. Y ello es cierto aunque el cristianismo tenga ya casi dos mil años de existencia. Pero para cada uno de nosotros comienza en cada momento. Tal es lo que Pablo siente para él mismo y para todos los demás.

Transido de Cristo, eso es lo que a él le importa. Que todos sean como el Señor. Lo demás no cuenta. Cosa que también solemos olvidar. Aun convencidos en teoría de esto, damos más importancia a ritos, formas, grupos, leyes, cánones, mandatos o cualquier otra cosa, que a Cristo muerto y resucitado. Lo cual es cierto tanto para el individuo como para la Iglesia en cuanto institución. Pero... que nadie nos venga con molestias (cf. v.17).

F. PASTOR
DABAR 1989, 36


2. CRIATURA NUEVA

Estamos en el mismo final de la carta, escrito seguramente por el mismo Pablo, en vez de dictarlo, como ocurre en el resto. Es como una especia de resumen de temas importantes en la carta. Sobre todo dos.

La figura del Señor Jesús está en el centro. Es el único sentido de la vida de Pablo y lo que, en cambio, da sentido a todo lo demás. Su identificación con El pretende ser total. "Las marcas" no es demasiado claro qué significan. No parece verosímil entenderlas como estigmas. Puede tratarse de alguna señal física de cualquier tipo o también de marcas morales, porque "cuerpo" no se contrapone a "alma", sino significa normalmente el "yo". En todo caso se trata de una señal de la unión con Cristo.

El otro tema es la situación del hombre, Pablo en este caso, en Cristo. La "criatura nueva" (v. 15) es la forma de designar este modo de ser. Indica la radicalidad de tal situación, comparable a la primera creación. Será necesario insistir sobre este punto, por sabido casi pasado por encima. Por carecer de punto de comparación anterior, en un estado de la vida en Cristo no fuera conocido, resulta difícil para muchos apreciar toda la aportación que el "ser en Cristo" supone para la existencia humana. Sería preciso caer en la cuenta de cómo ante este ser nuevo todo lo demás pasa a segundo término, por importante que sea. Ni lo religioso ni lo humano cuentan separadamente de Cristo.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1986, 37


3.

Pablo se define claramente contra todas las doctrinas de la salvación, procedan éstas del mundo de los gentiles o de la ley de los judíos, de la incircuncisión o de la circuncisión. Porque lo único que salva es la cruz de Jesucristo. Por su unión a Cristo crucificado, se considera libre de todas las ataduras: el mundo ha muerto para él y él para el mundo (cf. Rom 6, 11; 7, 4-6).

"Nueva criatura" es el ser humano que ha sido introducido en el ámbito del "pneuma hagion", que, por tanto, ha sido arrancado del viejo eón y para el que los viejos conceptos carecen de significado porque sólo tienen relevancia en el orden "carnal", mundano-natural (el hombre nuevo sustituye al viejo: 2 Cor 5, 17; Ef 2, 10-15; 4, 24; Col 3, 10). La fundamentación teológica la encontramos de manera especial en Rom 6, 6-11.

Frente a los judaizantes que quieren representar la pretensión de que la salvación está exclusivamente en Israel, Pablo muestra que el verdadero Israel se asienta en la comunidad de los que creen en Cristo: Gal 3, 7; 4, 28; Rom 9, 6-13; 1 Cor 10, 18. De ahí el contra-concepto: "Israel según la carne".

De la misma manera que, entre los antiguos, un soldado esclavo pertenecía a un determinado señor o una divinidad, y eso se significaba por "stigmata" (señales a fuego), y en el mismo orden era protegido, así Pablo se siente como pertenencia de Jesús, el "kyrios", lo que se muestra no sólo en la expresión verbal, sino también en las señales (heridas) de las persecuciones y malos tratos sufridos por causa de él (cf.Rom 8, 17; 2 Cor 4, 10; 6, 4-9; y especialmente: 11, 23-33; Flp 3, 10; Col 1, 24). De esta manera, a Pablo no se le podrá reprochar de no haberse tomado el mensaje de Cristo en serio.

EUCARISTÍA 1989, 31


4.H-NUEVO: PABLO/MARCAS:

Si quedaron atrás las ideas y motivaciones terrenas o legalistas del "hombre viejo", si ha muerto ese "hombre viejo", es porque ha nacido una "criatura nueva", un "hombre nuevo". Este es el que ha nacido de Dios, por el agua y el espíritu, y se deja conducir por el Espíritu que ha sido derramado en su corazón y renueva sus actitudes, sus sentimientos, su conducta, sus relaciones con los demás (cfr. Col 3, 1-17).

Hay un "Israel según la carne" y otro, el auténtico "Israel de Dios" (1 Cor 10, 18), que es según el Espíritu. Todos los que aceptan a Jesucristo como norma, todos los que se unen a Jesucristo por la fe, entran en ese verdadero Israel de Dios, sean o no israelitas según la carne, y sobre ellos desciende la paz y la misericordia. Se crea así una nueva solidaridad, más vasta y más profunda, más entrañable, enraizada en la cruz de Cristo.

Se marcaba a los esclavos y a los soldados se les tatuaba, para que ellos y todo el mundo reconocieran a quién pertenecen y a quién deben servir. También la circuncisión era una señal visible de pertenencia al pueblo de Dios. Pablo lleva en su cuerpo las "marcas de Jesús" que es su Señor. Estas marcas son las cicatrices y los achaques que padece como secuelas de todo lo que ha padecido por el Evangelio (2 Cor 11, 23-33; Flp 3,10; Col 1, 24). Pablo se defiende contra la crítica de sus adversarios y hace alusión a sus sufrimientos para demostrarles que ha tomado muy en serio el Evangelio.

EUCARISTÍA 1986, 32


5.

El final de la carta a los Gálatas tiene un valor más personal, ya que es Pablo mismo el que escribe esto con "letras grandes" para indicar la importancia de lo que se quiere decir (6, 11). Al principio de la carta, Pablo había mostrado que Cristo, por su muerte, libra al hombre del mal (1, 4); termina diciendo que Cristo, por su cruz, los introduce en una nueva creación. Los que piensan como los judíos salvan el pellejo poniéndose al abrigo de la circuncisión (v. 12; cf. 5, 11); pero los que piensan como Pablo solamente ponen sus ansias de liberación en la cruz de Cristo. Es por eso que el mundo (lo que no va con Cristo) ya no tiene interés (cf. 2, 19-21; Filp 3, 3-11). El que se ha decidido a dar el paso por Cristo, que no ande mirando a lo que no lleva a Cristo: sería perder el tiempo inútilmente.

Lit.: "sobre el Israel de Dios". Este Israel de Dios es el conjunto de creyentes israelitas que han creído en Jesús y que, en unión con los paganos convertidos, forman el pueblo de los que confían en la cruz de Cristo (cf. Rom 9-11). Por lo demás, el que ha llegado a comprender la paradoja de la cruz de Jesús experimenta "paz y misericordia". La paz, lo que da coherencia a la persona, es fruto del triunfo de Jesús y del convencimiento del creyente. Vivir hoy con los criterios de Jesús es un camino para la paz.

Pablo lleva las marcas de los sufrimientos que ha encajado por la causa de Cristo, fiel a su ministerio. Estas marcas son las pruebas sensibles de su unión profunda con Cristo crucificado (Cf. 2 Cor 11, 23.28). Por eso, Pablo pide a los gálatas que no quieran infligirle otra clase de sufrimientos. Ya tiene bastante con lo sufrido por causa del evangelio. Vivir según el evangelio, el trabajo por la paz, es un camino lleno de penalidades. Sólo una fe fuerte es capaz de soportarlas.

Esta carta es la única en la que la palabra hermanos sirve para el saludo final. Hay, sin duda, en ello una intención y una llamada. Que la fraternidad vuelva a ser algo propio y querido de los gálatas y que dimane de una sola fuente: la gracia del Señor Jesús. Querer construir una sociedad más pacífica y justa al precio de un comportamiento injusto con los que vivimos cada día es construir castillos en el aire.

EUCARISTÍA 1977, 32


6.

Epílogo de la carta a los Galatas. Esta carta, tan personal del apóstol, termina personalísimamente. Sólo unos pocos hombres extraordinarios (Pablo, Agustín, Juan XXIII) han sido capaces de hablar mucho de sí mismos sin caer en egocentrismo o exhibicionismo. Sólo hay una manera legítima de hacerlo: contemplar la obra de Dios en uno mismo. Pablo lo hace a menudo, y en la despedida de esta carta, quizá la más vibrante de cuantas escribió, lo hace con especial energía. Para entender toda la intención de este fragmento hay que recordar el tema central de la carta (primacía de la gracia sobre la ley) y el tema aludido en los versículos inmediatamente anteriores: unos falsos hermanos que quieren obligar a los gálatas a circuncidarse, aparentemente como signo de fidelidad a la ley, pero en realidad -puesto que ni ellos mismos la cumplen esta ley- por la vanidad de haber hecho entrar a los gálatas dentro de su camarilla (vv. 12-13).

Estos se gloriarían de la carne de los gálatas, es decir, de su cuerpo circuncidado, y quieren evitar la persecución a causa de la cruz de Cristo (vv. 13 y 12). Pablo, por el contrario, no quiere gloriarse más que en la cruz de Cristo, y se abraza a ella hasta sentirse crucificado junto con él (v. 14). Pablo había recibido la circuncisión, pero si debe gloriarse de una señal física no va a ser de ésta, sino más bien de las marcas que le han quedado de las persecuciones y malos tratos por la predicación del Evangelio, y por eso dice que lleva en su cuerpo las marcas ("estigmas") de Jesús (v.17), como una participación de su pasión.

H. RAGUER
MISA DOMINICAL 1977, 13


7.

Entre los gálatas había quien se enorgullecía del hecho de estar circuncidado y seguramente también habría el que se enorgullecía de lo contrario. Pablo pone la gloria en el único lugar donde la puede poner el cristiano: en la cruz de Jesucristo. Aquello que para los adversarios era una vergüenza, para Pablo es motivo de orgullo: su gloria no estriba en lo que él hace o deja de hacer, sino en el gesto amoroso de Jesús.

En la cruz de Jesucristo se han acabado el mundo y el hombre viejos. Por eso lo único que vale es el mundo y el hombre nuevos que han surgido de ella. Ni el circuncidado es justo ante Dios por el hecho de haber sido circuncidado, ni el incircunciso es justo porque no ha pasado por la circuncisión: la obra de Dios, que ha mostrado su amor inmenso por la humanidad a través de la muerte y la resurrección de Jesús, es lo único que vale.

Los que mantienen este criterio reciben la paz y la misericordia de Dios. Pablo hace una llamada indirecta a todos los que no ponían su gloria en la cruz de Jesucristo. El Israel de Dios es la Iglesia, en oposición al "Israel de la carne". Pablo termina la carta dando por zanjada toda discusión y recordando que él es apóstol de Jesús, ya que lleva sus marcas en el cuerpo: él es un servidor de Cristo, y por eso les habla de esta manera.

La salutación final es una llamada a la fraternidad. Sólo en esta carta, dirigida a una comunidad que vive enfrentamientos, Pablo acaba refiriéndose a toda la comunidad llamándoles "hermanos": todos son hermanos, él es hermano de todos.

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1992, 9


8.

-Llevar en el cuerpo las marcas del sufrimiento de Cristo (Ga 6, 14-18)

Los dos versículos anteriores al texto que leemos hoy, nos recuerdan las dificultades creadas por los judeo-cristianos, que querían vincular la salvación a la pertenencia al pueblo judío y a la circuncisión. Siguen sintiéndose orgullosos de pertenecer a un pueblo que consideran privilegiado y observante de la Ley. "Imponen la circuncisión, sólo para evitar la persecución". Es decir, que ven en la pertenencia al pueblo judío una salvaguardia de su vida y de su tranquilidad.

Pero S. Pablo exige una actitud leal para con lo que Cristo ha realizado. Estamos en una vida nueva y en un mundo nuevo, el verdadero Israel de la paz y de la misericordia. Nuestra señal de salvación y de pertenencia son los sufrimientos del Crucificado y eso es lo que debemos llevar en nuestro cuerpo como señal; porque esa es nuestra gloria.

S. Pablo teme un retorno a la Ley. ¿No debemos también nosotros temerlo para nosotros mismos?. En este sentido: puede ser que encontremos nuestro orgullo y nuestra seguridad en las prácticas de la observancia o incluso en los sacramentos, como si los sacramentos fueran una seguridad y no una participación plena en los sufrimientos de Cristo y así, y solo así, camino hacia la resurrección. La tendencia a buscar abrigo y cobijo en la letra, en las prácticas, no dejará de existir hasta el fin de los tiempos. Bueno será que caigamos en la cuenta de ello y mantengamos una constante vigilancia para que no caigamos en un fácil retorno a las prácticas y a un cierto orgullo de casta cristiana.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 6
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 9-21
SAL TERRAE SANTANDER 1979.Pág. 146


9. /Ga/05/25-26: /Ga/06/01-18

También la palabra «ley» es recuperable. Bajo el título general de la «ley de Cristo», Pablo nos da una serie de exhortaciones prácticas -de inspiración evangélico-sapiencial-, en las que Cristo está presente como aquel que ha predicado y ha vivido un altísimo ideal humano y como aquel que nos da la fuerza para cumplirlo.

En este contexto se nos exhorta, por una parte, a que «llevemos los unos las cargas de los otros», y por otra, a que cada uno lleve «su propia carga». No hay en eso rebuscamiento filosófico, sino una sencilla respuesta a la tendencia humana a ocuparnos mucho de los demás y preocuparnos poco.

La carta acaba (con grandes letras, como dice el mismo Pablo) volviendo a su tema central: tenéis que elegir entre la cruz y la circuncisión (precisamente, los que promueven la circuncisión lo hacen para huir de la cruz, o sea, de la persecución). La cruz comenzará grabando en nosotros su marca (como la llevaba Pablo cuando se presentó a los gálatas por primera vez), pero nos convertirá en nuevas criaturas, incorporándonos a la resurrección de Cristo.

No es propio de un hombre enfadado hablar de «misericordia» y de "paz". Pero es que Pablo, al llegar al final de su carrera, está seguro de que le han entendido y de que, en el fondo, el evangelio se defenderá por sí mismo.

J. SANCHEZ BOSCH
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 259 s.


10.Gá/02/19-21: Ga/03/07: Ga/03/13-14

La cruz de Cristo es un misterio de muerte y de vida, que hemos de ir repitiendo, y no sólo místicamente, cada uno de los cristianos.

Pablo murió a la ley, como superioridad acumulada delante de Dios y de los hombres, «crucificó» el mundo, como poder al que uno se adapta para valer algo, y automáticamente el mundo le consideró como un crucificado. Cargó con los estigmas (no meramente simbólicos) de Cristo crucificado: podemos comprender que cuando dice que Cristo crucificado ha sido "presentado ante vuestros ojos" se refiere a su aspecto desgraciado en el momento en que se presentó en Galacia.

A través de esta muerte, de este estar crucificado con Cristo, Pablo recibía -para Sí y para los cristianos- una vida capaz de convertir en nulo cualquier otro valor. Puede gloriarse en la cruz de Cristo, porque para él la cruz no es un símbolo elegante, sino una realidad viva y eficaz, salvadora del mundo: ha llevado la cruz más que muchos otros, pero también ha visto -más que muchos otros- cómo le crecían en sus manos los frutos de la redención.

Y todo esto no por una glorificación mítica del dolor, sino porque la gracia de Dios se manifiesta así, porque Cristo no ha muerto en vano. Por eso a los Gálatas les bastó un primer contacto con la cruz de Cristo para convertirse en campeones del Espíritu.

J. SANCHEZ BOSCH
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 841 s.

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