PRIMERA LECTURA

La tardía hora profética sigue expresando su esperanza por la figura real-mesiánica del descendiente de David. El símbolo no muere, al morir la monarquía. Pero se ha despojado del atuendo guerrero y triunfante. Viene humilde y pacífico. Ha incorporado la nota de los pobres y del siervo paciente. Pero es portador de la misma eterna aspiración, correlativa a la promesa: justicia, paz universal, reinado de Dios en el mundo del hombre.


Lectura del Profeta Zacarías 9,9-10.

Así dice el Señor:
Alégrate, hija de Sión;
canta, hija de Jerusalén;
mira a tu rey que viene a ti
justo y victorioso,
modesto y cabalgando en un asno,
en un pollino de borrica.

Destruirá los carros dé Efraín,
los caballos de Jerusalén,
romperá los arcos guerreros,
dictará la paz a las naciones.

Dominará de mar a mar,
desde el Eufrates hasta los confines de la tierra.