COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Za 9, 9-10

1.

Lleno de gozo por la venida del rey anunciado (2 S 7. 1-15; Mi 4. 14; Is 7. 14; 11. 1-5; Sal 71.), el profeta canta y anima a Jerusalén para que se alegre con él en este suceso de salvación.

El mesías entra en Jerusalén mansamente. A diferencia de los conquista- dores, que cabalgan en briosos corceles, el Mesías hace su entrada sobre un humilde asno (Gn 49. 11), que es la cabalgadura tradicional de los campe- sinos y de los habitantes pacíficos (Jc 5. 10; 10. 4; 12. 14). Y es que su reinado no se mantiene con la violencia, sino con el amor y la justicia. Por eso destruirá los carros de combate, y los caballos, y romperá los arcos, llevará a cabo un desarme general (Is 2. 4; 9. 3; Os 2. 20; Sal 46. 10; Mi 4. 3-4; 5. 9-10) tanto en Jerusalén, la ciudad de su trono, como en Efraín. Y, sin embargo, unirá bajo su cetro el reino del Norte y del Sur, a todo Israel, incluso a todas las naciones. Su dominio pacífico se extenderá de mar a mar, es decir, del Golfo Pérsico al Mediterráneo y desde el Eufrates al fin de la tierra. Estas fronteras son el símbolo de un reino verdaderamente universal (Sal 71. 8). Jesús aplica esta profecía de Zacarías a su persona (Mt 11. 28-30; 21. 5).

EUCARISTÍA 1990/31


2. 

Contexto histórico-literario: -Zac. II (9, 1-14,21) nos presenta un misterioso personaje que es rey pastor, en cuatro cantos mesiánicos (9, 9-10; 11, 4-14; 12, 10-13,1; 13, 7-9), en paralelismo evidente con los cuatro poemas del Siervo de Yahweh en Is. II.

- Las fulgurantes victorias del gran estadista griego Alejandro Magno en el orbe entero, pudieron servir de modelo al profeta para describirnos la gran victoria de Dios en la era mesiánica (9,9-10). Pero Alejandro Mago al igual que Ciro en Is. 45, es sólo un instrumento en poder del Señor; por eso Zacarías sueña con un esperado "príncipe de la paz" que esté a punto de entrar en Jerusalén para restablecer los antiguos límites geográficos del gran reino de David (vs. 9b-10)

Texto: -Presentación del personaje: La expresión "mira a tu rey" (v.9) evoca el "mirad a mi siervo" de Is. 46,1. Tanto el siervo de Isaías como el rey Zacarías son los escogidos por el Señor para liberar al pueblo e implantar la justicia en la tierra (Is.42; 53; Zac. 9, 9s). Ambos personajes tienen una misión universal, realizan las promesas mesiánicas (v. 10; Is 42, 1.4).

Su forma de actuar: En nada se parece este rey mesiánico a Alejandro Magno o a cualquier otro rey humano ya que conquista y domina el universo entero sin armas, sin violencia... Está convencido que sólo la paz, y no el armamento militar, conducen a la verdadera y la auténtica paz...; por eso no cabalga sobre un caballo, tanque militar de aquella época, sino sobre un popular, humilde e indefenso pollino en son de paz (vs. 9b-10; cfr. Is. 42,2). Este personaje goza de un inmenso poder, pero no lo usa para la guerra y la confrontación, sino para la paz..., y así destruye todo símbolo guerrero: carros, caballos, arcos...

¡Personaje extraño y gigante a la vez el que nos presenta Zacarías! Por todo ello, el profeta invita al pueblo a alegrarse y regocijarse (v.9a) mediante un oráculo de salvación: la palabra del Señor es capaz de repatriar a los desterrados (9, 12; 10, 6.10), de triunfar sobre los enemigos (9. 1ss; 10, 10ss), de pastorear a su pueblo como es debido (10, 2ss). Este rey va a implantar un gran imperio de corte universal ya que en él caben los fieles de su pueblo y el "resto" de todas las naciones (cfr. 9,7)

Reflexiones: -¿Quién es el personaje que nos presenta Zacarías? Los especialistas discuten si se trata de un individuo contemporáneo del profeta o de una comunidad (sería el primer sentido del texto). Sin embargo su forma de actuar desborda a todo ser humano y por eso el texto apunta hacia un sentido mucho más profundo. Mateo lo aplica a la entrada de Jesús en Jerusalén (21,5 y par: segundo sentido del texto). Al rechazar todo poder, todo uso de la fuerza, toda violencia... Jesús establece su reino pacifico y universal. Este es el gran triunfo de Jesús de Nazaret.

¿Cómo intenta la Iglesia implantar el reino de Jesús en el mundo? ¿Imitando la forma de actuar de El? Así lo afirma la Iglesia "oficial" que es la que se declara "competente" en la materia, pero... ¿Por qué ese afán de imponer todo por decreto, por la fuerza de la ley? ¿Por qué querer "uniformar" a todos diciendo que es la "unidad"? Al menos en apariencia hacen continuo uso del poder, de la coacción, del anatema para los que no piensan como ellos, del... ¡Es necesario cabalgar de nuevo sobre el pobre asno en son de paz, concordia y amor! Resulta más halagador cabalgar en un brioso caballo, pero esa no es la forma de actuar de Jesús.

Con el avance democrático de los países del Este de Europa, soñamos con el desmantelamiento de los bloques militares, y creemos que es un algo histórico. ¡Soñemos con algo mucho mejor! Trabajemos con firmeza para que desaparezcan del planeta todos los carros militares, cañones, cohetes... ¡Que este acero se reconvierta en instrumentos agrícolas para combatir el hambre en el mundo! Qué hermoso sería que todos los mortales cabalgáramos de nuevo sobre el pobre, pero pacífico, asno.

A. GIL MODREGO
DABAR 1990/36


3.

Si para comprender cualquier situación hemos de incrustarnos en ella, para regustar el contenido de esta lectura deberíamos salirnos del tiempo y del espacio, flotar dulcemente sobre las olas mesiánicas y dejarnos llevar hasta esa cálida playa llamada "Domingo de Ramos". Porque Zacarías o quienquiera que haya sido el autor de este himno triunfante por su sencillez ha sabido rebasar el estrecho marco de la historia concreta para ofrecernos un diseño atemporal con los más expresivos símbolos de su día.

Parece un mosaico de creencias, legado de la tradición, mezclándose caprichosamente bajo la intuición -los creyentes decimos "inspiración"- de su vate profético. El resultado es algo sencillamente incomprensible para una mentalidad judía, quiero decir, humana. Fijémonos en los detalles.

Ya nos es conocido quién sea la "hija de Sión" o "la hija de Jerusalén". Se trata de una tradicional metonimia para dirigirse a los habitantes de Jerusalén y, en ellos, a todos los judíos, a todos los descendientes de Abraham según el espíritu, contemporeizados en aquel pequeño resto repatriado no hace mucho tiempo.

"Tu rey viene a ti". Así, con toda sencillez, se sintetiza todo un cúmulo de profecías mesiánicas, cuya tónica ha sido el triunfalismo real. Su recuerdo estimulaba y encendía los más apáticos espíritus judíos. Traía a su mente tantas celebraciones cúlticas, tantas salmodias, tantas esperanzas renovadas y presencializadas en las liturgias de tipo real... Pero he aquí que, inesperadamente, a este rey tipo, a este Mesías, se le describe con ciertos adjetivos completamente incomprensibles.

Saben que sería "justo", que su reinado estaría establecido sobre la equidad y la justicia, que sería salvador-triunfante, porque él mismo sería salvado por Yahveh de quien era su lugarteniente.

Pero ¿qué pretendía significar al identificarlo con los "anawim", un pobre "cabalgando sobre un asno"? ¿Cómo poder comprender el triunfo revolucionario a través del pacifismo expresado en el hecho simbólico de entrar montado en un animal no de guerra? Pasarán muchos años, siglos. Llegará el principio de la era mesiánica. Un nazareno entrará en Jerusalén montado en una borrica y, a excepción de unos niños y de otros pocos "humildes", de los suyos, nadie entenderá aquel gesto realizador de promesas y más elocuente que cualquier otra palabra. El era el rey Mesías simultaneado con el Siervo Paciente. No porque realizara aquel signo, sino porque lo daba cumplimiento. Había que creerlo, pero ellos no lo creyeron.

Lo demás era la consecuencia lógica. Fin de las esperanzas en los medios humanos, simbolizados en los "carros" de Efraim y Jerusalén, del reino del Norte y del Sur. Punto final en las contiendas internacionales, "de mar en mar", porque "dictará la paz a las naciones", la misma paz que brindaron los ángeles navideños a todos los hombres de buena voluntad. La paz que no proviene del aparato bélico, de la guerra caliente, de la guerra fría, la diplomática, mucho peor que la otra. No la de montar en briosos jinetes, según la mentalidad antigua, sino la expresada en el signo pacifista del cabalgar sobre un asno, costumbre antigua de los reyes amigos y verdadero signo del comportamiento de los "anawim", de los revolucionarios de la interioridad del hombre, del auténtico cristiano de todos los tiempos.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 894 s.


4. /Za/09/09-12:/Za/09/16-17

Presentación de la llegada del rey-Mesías, en tiempos escatológicos. El profeta invita a los habitantes de Jerusalén a alegrarse porque Yahvé vendrá a habitar en medio de la ciudad en el templo renovado. Aparecen unidas dos tradiciones o visiones del futuro Mesías: por una parte, se afirma que será de ascendencia davídica, real; por otra, se recalca su pertenencia al grupo de personas que la tradición bíblica llama «pobres». La expresión «cabalgando sobre un asno» parece que manifiesta más el carácter pacífico del rey que su condición humilde; el caballo era el animal propio de la guerra, mientras que el asno no tenía el significado de humilde sencillez que tiene entre nosotros. Así, pues, llega pacíficamente, y pacífico será su reino: la destrucción de las armas tras el combate escatológico es un tema clásico en el Antiguo Testamento, pero aquí se habla de las propias armas israelitas, cosa que no debía ser fácil de entender para un pueblo guerrero como Israel.

Más aún, se dice que serán destruidas antes del combate: se quiere poner de manifiesto que el pueblo no obtendrá la salvación por las armas; al contrario, la confianza ciega en las armas suele constituir un obstáculo serio para la fe en Dios. Es que las armas pueden dar la victoria, pero sólo Dios puede dar la salvación. Finalmente, los límites del reino mesiánico coinciden con los del reino de Salomón: se extiende desde el Mar Mediterráneo hasta el Golfo Pérsico, desde el Eufrates hasta el extremo habitado de Occidente; es decir, todo el mundo civilizado entonces conocido. La paz mesiánica es un bien universal, no reservado exclusivamente al pueblo judío.

Los cuatro evangelistas ven el cumplimiento de estas palabras en la entrada de Jesús de Nazaret en Jerusalén el Domingo de Ramos. Mateo y Juan lo dicen explícitamente; Marcos y Lucas hacen referencia implícita. Es la proclamación práctica y visible de la realidad que luego confiesa de palabra Jesús ante Pilato: «Mi reino no es de este mundo». Y si no es de este mundo, tampoco se puede conquistar o extender como lo hacen los reinos de este mundo. Ni el de Jesús ni el de la Iglesia. Cosa que no siempre tenemos presente los cristianos. El fragmento finaliza presentando un horizonte optimista: la salvación mesiánica, simbolizada por la fertilidad de los campos y la multiplicación del pueblo.

J. M. ARAGONÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 164s.


5. /Za/09/01-17: /Za/10/01-02

Si la primera parte del libro de Zacarías gira en torno a la figura de Zorobabel y a la reconstrucción del templo en cuanto hechos precursores de la época mesiánica, la segunda (capítulos 9-14) presenta directamente la imagen de la nueva y eterna Jerusalén y del reino universal de Yahvé. Podemos sintetizarla así: Dios dará a Judá prosperidad y felicidad, sobre todo con la llegada del rey mesiánico. Infligirá una gran derrota a su pastor y tendrá en su lugar un mal gobernante. Finalmente, Jerusalén, si bien será destruida, volverá a ser purificada, y las demás naciones se unirán a ella para adorar a Yahvé.

Comienza describiendo la destrucción de los enemigos de Judá, de acuerdo con el itinerario normal de las invasiones asirias o babilónicas. También puede ser una narración de la meteórica conquista de Alejandro Magno, la cual llevaría al profeta a pensar en lo que Dios quería hacer cuando llegase el tiempo mesiánico. Así como el suicidio de Cambises y las sublevaciones ocurridas durante los primeros años de Darío I despertaron en el pueblo judío un interés mesiánico -del que son testimonios Ageo y el Protozacarías-, así también el hundimiento del Imperio persa sugiere a nuestro profeta una expectación mesiánica semejante: todo lo que había hecho Alejandro Magno podía hacerlo Yahvé. Y en un momento de exaltación patriótica y religiosa, contempla la gloria de la Jerusalén futura, cuando el Mesías haga su entrada triunfal, que señalará el comienzo de su reino pacífico y universal.

Yahvé, pues, cumplirá las promesas de la alianza, en primer lugar mediante la vuelta de los desterrados. Es difícil saber en concreto de quién se trata; podría ser una alusión a hechos posteriores, como lo es probablemente la cita de los hijos de Javán (los jonios). nos encontraríamos ante adiciones de un redactor posterior que habría actualizado la antigua profecía aplicándola a su tiempo. Luego se describe, en términos genéricos y apocalípticos, la batalla que dará la victoria y la prosperidad a Judá.

El autor ha sabido leer los signos de los tiempos y hacer de ellos un motivo de esperanza personal y para todo el pueblo.

J. ARAGONES LLEBARIA
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 323


6. /Za/10/03-12: /Za/11/01-03

Los grandes jefes del pueblo, designados con los nombres de pastores y machos cabríos, serán castigados como principales responsables de su situación. Pero luego Dios visitará a Judá y la utilizará contra los enemigos como un instrumento tan valioso como era entonces un caballo para la guerra. De Judá saldrán los jefes («la piedra angular», «la estaca»...) del ejército de Yahvé, que vencerán a los que «montan caballos», es decir, a los que tienen las armas más fuertes, a los más poderosos. Algunos interpretan las metáforas «piedra angular» «estaca», etc., en sentido personal y las refieren al Mesías. El profeta, con imágenes que se inspiran -al menos en parte- en Jeremías (3O,21), lamenta la salida del pueblo hacia el destierro por falta de un buen pastor y promete un jefe al rebaño disperso. La primera carta de Pedro (2,4) aplica a Cristo la expresión «piedra angular» o «clave de bóveda»; lo mismo hacen Marcos (12,10) y Pablo (Ef 2,2O).

Yahvé volverá a hacer de su pueblo una nación. Vendrán de todas partes en que se encontraban dispersos, y Palestina será pequeña para albergarlos. La descripción imita profecías preexílicas (mención del norte y del sur, alusión al exilio, etc.); también cabe que el redactor posexílico utilice oráculos proféticos anteriores adaptándolos al presente. El último motivo de la actuación de Dios es el amor: porque tiene compasión de Judá. En Ezequiel, por el contrario, Dios hace volver a los cautivos «por causa de su santo nombre» (36,21), es decir, porque el destierro desacreditaba al pueblo y a su Dios Nuestro autor sigue, pues, la línea de Oseas y de Jeremías, que presentan a Dios enamorado de Israel; y el amor tiene móviles más que razones. El retorno del exilio se había presentado a menudo como un nuevo y maravilloso éxodo; aquí se alude al gran acontecimiento salvífico presentando la plenitud mesiánica como un éxodo al revés: los prodigios se repetirán cuando Israel, al no caber en Palestina, se extienda por todas partes.

El fragmento termina con un epinicio que dramatiza el castigo de los enemigos. Es un grito de esperanza en el futuro, basada en un hecho experimental del pasado: el amor de Dios.

J. ARAGONES LLEBARIA
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 324


7.

Esta proclama de Zacarías se encuentra en la segunda parte del libro de este profeta (algunos la llaman "Deutero-Zacarías"), que hay que situar cuando el pueblo ya se ha estabilizado bastante, después del retorno del exilio.

Jerusalén se ha de alegrar y aclamar a su rey, que hará la entrada en la ciudad. Se trata del Mesías esperado. Su misión: salvar al pueblo. Sus armas: la bondad, la humildad y la paz.

El hecho de que vaya montado en un asno, más que un gesto de humildad, es un gesto de paz. En la guerra, combatían a caballo. Si el rey entra montado en un asno quiere decir que viene en son de paz. De hecho, es esto lo que el texto quiere subrayar expresamente: eliminará todos los ingenios para la guerra, carros, caballos y arcos.

La acción del rey-mesías se dirige a todo el pueblo, al reino del Norte (Efraín) y al del Sur (Jerusalén era su capital). Pero aun va más allá: todos los pueblos podrán oír sus palabras de paz.

La extensión del dominio del rey es la extensión ideal en tiempos de Salomón: "Dominará de mar a mar" (desde el Mar Muerto hasta el Mediterráneo), "del Gran Río (el Eufrates) al confín de la tierra" (el torrente de Egipto, hasta la frontera con este país).

J. M. GRANE
MISA DOMINICAL 1993/09