COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 10. 37-42

 

1. 

Lo que intenta JC es establecer gráficamente el criterio radical de actuación del discípulo: no amar menos (padres, hijos, a quien sea) sino amar más porque todo se basa en una opción de amor incondicional por el Hijo del Hombre y, por tanto, por todos los hombres. No por simples vinculaciones de la carne sino por una opción de amor total, es decir, por Dios. Dicho de otro modo, amor como Jc amó.

Y esta opción de amor incondicional pasa por un camino difícil -un camino de cruz- que es el criterio del amor auténtico. Aquel amor que busca más dar que recibir. Aquel que no se echa atrás, si es preciso dar la vida (que no se obsesiona por "no perder la vida"). Es lo que san Pablo presenta en la 2ª lectura: el camino cristiano pasa por sumergirse -incorporarse- en la muerte de JC (=en la lucha total contra todo lo que hay de mal en nosotros, en el mundo, solidarios con todos los que sufren por esta presencia de mal) para vivir así una nueva vida, en comunión con Dios (=viviendo en progresiva realización de su amor que comunica vida).

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1978/13


2. PROJIMO/ACOGIDA:

Acoger, saber valorar "a uno de estos pobrecillos sólo porque es mi discípulo" No porque es de "mi comunidad" o de mi tendencia, o amigo, o... Sino, simplemente, porque es cristiano. Y que esta valoración se exprese muy humanamente con gestos (por más sencillos que sean, pero también expresivos: "un vaso de agua fresca"). El programa a concretar puede ser amplísimo: informar a todos, acoger a todos, ayudar cordialmente, organizar la comunidad, crear grupos, apuntarse a diversas tareas comunitarias, interesarse, etc.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1978/13


3. PARADOJAS/EV  PARADOJA/QUÉ-ES 
LA PARADOJA BUSCA PROVOCAR/PREOCUPAR. LA PARADOJA NO ES PARA SER EXPLICADA SINO PARA SER RUMIADA.

Por lenguaje, tono y contenido podemos distinguir dos grupos de versículos. Los tres primeros son paradójicos, provocadores, van dirigidos al evangelizador (vv. 37-39). "El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí, etc". Sigue leyendo despacio cada uno de ellos. ¿Que te parecen? ¿Duros? ¿Extraños? ¿Imposibles? ¿Intolerables? ¿Locos? ¿Presuntuosos? ¿Excesivos? Los tres últimos son tranquilizadores, gratificantes, van dirigidos al evangelizado (vv. 40-42). "El que os recibe a vosotros.." Léelos también despacio. Los tres primeros avisan, los tres últimos dan confianza; los primeros inquietan, los últimos serenan.

Expresión paradójica es aquella en que hay una incompatibilidad aparente, que está resuelta en un pensamiento más profundo del que la anuncia. El sentido de la paradoja no está en la superficie de la frase. La paradoja busca provocar, preocupar. La paradoja no es para ser explicada, sino para ser rumiada. Si yo te digo "el que no tiene nada, lo tiene todo" ¿qué te quiero decir? Si el Jesús de Mateo te dice: "el que ama a su padre, a su madre, a su hijo, a su hija más que a mí, no es digno de mí", ¿que te quiere decir? Rúmialo, dale vueltas, discute, argumenta, corrige, haz lo mismo con cada una de las paradojas de los tres primeros versículos. Son versículos de los que dejan K.O. "Las palabras más duras del evangelio" (Isidro Goma, t. 1, p. 552).

Creo poder dar, sin embargo, la pauta orientadora. La evangelización sólo es posible si se tiene una determinada escala de valores. La evangelización es una tarea arriesgada dentro de Israel, es decir, dentro de la Iglesia. No olvidemos nunca que Israel no es término político sino religioso.

......................

-PARADOJAS PARA RUMIAR:

En el Evangelio hay tal cantidad de paradojas, y de tal hondura que podemos afirmar que el Evangelio entero es una paradoja.

-El que pierde su vida, la gana, el que quiera ganar su vida la pierde" (Lc 9. 24).

-"Dichoso el que llora" (Mt 5. 4).

-"Los últimos serán los primeros; los primeros serán los últimos" (Mt 20. 16).

-"Dichoso el pobre" (Mt 5 3).

-"¡Ay si todos hablan bien de vosotros!" (Lc 6. 26).

-"Dichoso el perseguido" (Mt 5. 10).

-"El maestro, que sirva" (Jn 13. 14).

-El que se haga tan poca cosa como un niño, es el más grande" (Lc 18. 3).

-"El camino estrecho lleva a la vida" (Mt 7. 14).

-"No he venido a traer paz sino espada" (Mt 10. 35).

-"Amad a los que os odian" (Mt 5. 44).

-"Estas cosas son escondidas a los sabios y reveladas a los sencillos" (Mt 11. 25.

-"Vended vuestros bienes y tendréis un tesoro inagotable" (Lc 12.33).

Estas, y muchas otras más que encontramos a lo largo de todos los escritos del N.T. Las conocemos bien; pero lo importante no es conocerlas, ni saberlas de memoria, ni repetirlas con mayor o menor frecuencia. Lo importante es vivirlas. Pero, evidentemente, esa es otra historia.

-LA LÓGICA DEL MUNDO. La vida cristiana, si fuese conforme al Evangelio, se convertiría en una paradoja; pero preferimos seguir la corriente de la sociedad, la corriente de la lógica, la corriente del "mundo" que diría San Juan. (...) Y lo más curioso es que los propios cristianos no estamos exentos de extrañarnos ante las paradojas que plantea Jesús. Y nos extrañamos porque no acabamos de captar el sentido de la misión y el mensaje de Jesús; no acabamos de captar que lo de Jesús es "otra cosa", que no es una religión más entre otras, ni siquiera una religión especial; lo de Jesús fue mostrarnos el rostro de Dios, Dios que es Padre, que perdona, que no establece con el hombre las relaciones que el hombre se imaginaba (de superior a inferior) sino que las quiere establecer de igualdad, que no está para castigar sino para salvar; que no busca la destrucción del hombre sino su salvación; que Dios no deja de querernos aunque seamos el peor de los mortales; que su amor al hombre es incondicional y sin precio, que la postura del hombre ante Dios no puede ser ni la del miedo ni la de intentar utilizarlo sino la de la confianza incondicional.

L. GRACIETA
DABAR 1987/35


4.PERPETUA/SANTA

Escoger de este modo a Jesús puede exigir toda una gama de rupturas que van desde la pena por sentirnos incomprendidos de los demás y de hacer sufrir a los nuestros, hasta la necesidad de tomar decisiones tremendas. Una mártir del siglo II, Perpetua, que escribió su diario hasta el último momento, nos revela cuál fue su peor prueba antes de morir: "Llegó mi padre con mi hijo (un bebé), me abrazó y me dijo: `¡Sacrifica! Acepta renegar de Cristo; ten piedad de tu hijo!' Entonces Hilarión, el procurador, me dijo: `Piensa en tu padre, piensa en tu hijo; ¡sacrifica en honor del emperador!' Pero yo me negué a ello".

ANDRE SEVE
EL EVANG. DE LOS DOMINGOS
EDIT. VERBO DIVINO ESTELLA 1984. Pág. 34


5. FE/SENTIMIENTOS: JESÚS SOLO PIDE SERIEDAD Y ENTREGA. NO IMPONE DISYUNTIVA DE QUERERES NI ROBA LOS SENTIMIENTOS HUMANOS.

Jesús no impone al enviado una disyuntiva de quereres, es decir, no opone dos quereres por uno de los cuales haya que optar. Jesús no sustituye al padre, la madre, el hijo o la hija del enviado.

Al enviado Jesús no le pide sentimientos ni pretende robárselos: le pide entrega y seriedad. Hasta donde sea preciso. Ya se encargarán las circunstancias de determinar el alcance de este "hasta donde sea preciso".

A. BENITO
DABAR 1990/35


6. 

-Las condiciones de Jesús.-El lenguaje es radical, pero ciertamente que no es válido aplicarlo exclusivamente a algunos determinados cristianos. Ningún seguidor de Jesús, por ejemplo, puede pensar que el bienestar de sus hijos pase por encima de todo: los hijos han de ser educados no como superiores a otros niños o chicos que tienen menos posibilidades, sino que parte de su bienestar debe ser sacrificado como contribución solidaria a los que tienen menos; igualmente los padres no pueden quedar absorbidos totalmente por los hijos, sino que han de pensar también de qué manera contribuyen ellos a la causa del Reino de Dios. También habría que hablar de la importancia que tiene que algunos cristianos renuncien a crear una familia por causa del Reino. Aceptar "la cruz" no quiere decir de entrada resignarse ante las contrariedades, sino querer vivir según el Evangelio.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1990/14


7.

Recibir a los profetas no es fácil, porque el anuncio que llevan suscita divisiones; la elección por Cristo o contra Cristo -elección que no admite compromisos- divide a la humanidad, a la familia y el corazón de cada uno. A veces desearíamos que los profetas nos ayudasen a ajustar nuestros compromisos y que justificasen nuestros falsos irenismos. Pero el profeta es inflexible en esto. Por eso acoger a un profeta es casi tan difícil como ser profeta. Ambos tendrán el mismo premio.

BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982.Pág. 114


8. 

Estamos ante una de las paradojas más violentas. Las palabras de Jesús contradicen las esperanzas en un Mesías que sería el príncipe de la paz (Is 9,5); contradicen las esperanzas de todos los hombres que luchan y trabajan por la paz; contradicen la propia palabra de Jesús que ha beatificado a todos aquéllos que trabajan por la paz (5,9: serán llamados hijos de Dios) y ha mandado a sus discípulos que anuncien la paz (la paz puesta en equivalencia con el Reino; ver el comentario a 10, 7-15).

Esta tremenda paradoja ¿tiene una salida airosa? Por supuesto, no, en el sentido en que fue interpretada, a veces, para justificar una "guerra santa" o apetencias humanas o intransigencia religiosa. La espada o lucha traída por Jesús no es declaración de guerra contra el resto de los mortales que no acepten la fe cristiana. Los hijos del trueno fueron reprendidos duramente por esta mentalidad: "¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo que devore esta ciudad?". Pero él les reprendió (/Lc/09/54-55). La lucha no es de los discípulos contra otros hombres, sino de estos hombres contra los discípulos.

La espada-división se halla implicada en las exigencias de la presencia de Jesús. El mismo mensaje lleva a la división: exige la renuncia a lo más querido, que nada ni nadie esté por encima de él en la escala de valores que el hombre debe hacerse. Al jerarquizar estos valores, él quiere estar en la cumbre. Y no todos, ni mucho menos, comparten este criterio. Sólo una fe profunda puede aceptarlo. La división de que se habla en el texto había sido ya vivida como experiencia amarga en la Iglesia a raíz del decreto de excomunión que el judaísmo oficial había lanzado contra todos aquéllos que confesasen a Jesús como el Mesías. Esto trajo la división familiar a que alude el texto. Pero, por encima y más allá de este primer nivel, está la experiencia de la Iglesia, de los discípulos de Jesús, que quieren ser plenamente consecuentes con su vocación, con la llamada del Señor y con las exigencias cristianas. La exigencia que a veces se impone a los discípulos de Jesús, de renunciar a todo y a todos, aun a lo más querido (8, 22), se encuentra con la incomprensión, la división, la lucha. La espada en acción, que es la misma palabra de Jesús (Heb 4, 12).

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 995


9.

Contexto. Continuación de las palabras de recomendación y de ánimo al nuevo Pueblo de Dios en previsión de las dificultades que ciertamente experimentará, desencadenadas por la oposición de los hombres religiosos de corte estrecho.

Sentido del texto. El v. 37 suena como una auténtica bomba. Sobre todo si se tiene en cuenta que las palabras van dirigidas a todos y cada uno de los componentes del nuevo Pueblo y no a un grupo especial o de aspirantes a la perfección. Nos hallamos ante un caso típico de lenguaje profético: rápido, intuitivo, desconcertante. Un lenguaje que tiene muy poco de juego literario y que busca concienciar al oyente de una necesidad imperiosa. Un lenguaje revulsivo. No es fin en sí mismo sino medio para algo.

Descubrir este "para algo" es dar con el sentido de lo que se dice. El "para algo" de nuestro texto es la urgencia imperiosa de un nuevo Pueblo que revele y sustituya al viejo y decrépito pueblo religioso. La necesidad de un nuevo Pueblo religioso es un objetivo indeclinable; su existencia no se puede diferir en absoluto. El v. 37 no establece una jerarquía o una prioridad de sentimientos o afectos (primero Jesús, después la familia). Jesús no reclama el afecto de sus seguidores. Jesús no es un líder frustrado y frustrante que quiera acaparar el mundo del sentimiento de sus seguidores. Jesús sencillamente resitúa el mundo del sentimiento en el marco de un objetivo que dé a ese mundo una perspectiva, un horizonte, una razón de ser última.

Jesús no reclama para sí el mundo de los afectos familiares. Lo que pide es que esos afectos sirvan para un objetivo de bien común, y no para cerrarse en sí mismos. Este mismo objetivo de bien común del que Jesús es el primer seguidor, está a la base del v. 38. La idea del versículo es la siguiente: seguir a Jesús es seguirle por un camino de sufrimientos públicos y violentos.

CZ/LLEVAR:"Tomar la propia cruz" no es una expresión metafórica. La Cruz no es el medio y el símbolo de la unión mística del cristiano con Cristo. La cruz es el medio para hacer morir a Jesús y a sus discípulos. Jesús no prescribe a sus discípulos hacerse una cruz para seguirlo hasta el Calvario; pero tampoco alude a cualquier clase de sufrimientos más o menos vagos. Anuncia a sus discípulos la misma violencia y el mismo desprecio público que soportará él mismo. Por consiguiente, no se trata principalmente de cargar consigo mismo (identificando la persona con la cruz), ni de cargar para ofrecerlo a Jesús o aceptar tal o cual sufrimiento personal, ni de reconocerse culpable ante Dios, ni siquiera de imitar a Jesús, sino de prever y aceptar la soledad humana y la oposición violenta y cuasi oficial.

"Tomar la cruz" es lo que en el v. 39 viene expresado como "perder la vida". Son expresiones equivalentes para significar "morir de muerte violenta". Pero Jesús dice a su discípulo que esta disponibilidad hasta dejarse matar es la verdadera manera de ser uno mismo, de ganarse, de vivir.

En la línea del domingo anterior, el v. 39 es una palabra de ánimo a quien puede comprensiblemente experimentar el desánimo por lo difícil de la situación. En esta misma línea de levantar el ánimo están redactados los vs. 40-42. En medio de la oposición a manos de los religiosos de corte estrecho, el discípulo de Jesús debe saberse uno con Jesús y con el Padre, aunque por su situación sea pequeño (pobrecillo, traduce el texto litúrgico).

DABAR 1981/38


10.

Los vv. 37-39 tratan específicamente de la adhesión personal e íntima que hay que dar a Jesús para seguirle. Posteriormente, vv. 40-42, harán ver que esta adhesión íntima tendrá que hacerse totalmente pública. La visión que Jesús tiene de los lazos familiares no es negativa; solamente quiere decir que, cuando la familia, en el grado o nivel que sea, llega a constituir un obstáculo para el reino, es preciso romper y hacer una clara opción por Jesús. No se pone tanto el acento en una situación límite cuanto en lo absoluto del reino, en la total disponibilidad del que va por los caminos de la fe.

Este "cargar con la cruz" tiene un sentido muy concreto. Hace alusión al momento en que el condenado comenzaba el camino que le llevaba a la ejecución, el momento en que el delincuente cargaba en sus hombros el "patibulum" y abandonaba la sala del tribunal para salir a la calle ante la multitud hostil. Lo más terrible no es la ejecución al final del camino, sino el sentimiento de haber sido expulsado de la comunidad, de hallarse sin defensa y de ser objeto del desprecio general (Mischná, San 85 a). Seguir a Jesús significaría arriesgarse a un tipo de vida que es tan difícil como el del último camino del condenado a muerte.

Hay en la primera parte del libro de Job (/Jb/02/04) un curioso episodio: Satán se presenta ante Dios. Dios está orgulloso de la fidelidad de Job, pues aunque se le han arrebatado la familia y las posesiones, no ha renegado de Dios. Dice entonces Satán: "Uno da una piel por otra piel; por la vida, todo lo que tiene". Esto quiere decir la cosa tan común de que el hombre en peligro de muerte da todo lo que tiene, de no ser un necio, por salvar su vida. Jesús dice: un bien mayor que la vida, que es el evangelio.

Todo el que da su vida, en poco o en mucho, por causa del evangelio, de hecho, está ganando la vida de verdad.

v. 40: Estos versos son la gran conclusión de la instrucción a los apóstoles. Lo que es una adquisición personal, el conocimiento de la persona de Jesús, tienen que llegar a plenitud por la vida. Vivir la fe es construir la vida, no con una pretenciosa relevancia, sino con una sencilla colaboración. Así, dar hospitalidad al mensajero no es solamente recibir con los brazos abiertos al hermano, sino también acoger la palabra, aceptar el vivir como lo exige el compromiso adquirido ante Jesús. Palabras difíciles del evangelio, pero cargadas de esperanza.

EUCARISTÍA 1978/30


11.

En estas palabras finales del discurso de misión podemos distinguir dos pequeñas secciones: en primer lugar, la necesidad que tiene aquel que es enviado de una adhesión personal a Cristo por encima de todo; y, en segundo lugar, la acogida que deben recibir los que son enviados.

--a) El hecho de colocar el amor a los padres y a los hijos y el amor a Cristo uno junto al otro, no significa de ninguna manera un desprecio para el primero. Lo que quiere subrayarse es la exigencia y el sentido de totalidad que debe tener el amor a Cristo. La exigencia del seguimiento de Cristo es tan fuerte que pone en juego a toda la persona, de tal modo que esta debe estar dispuesta a perder su propia vida, a renunciar a sí mismo. La exigencia del amor a Cristo parece que va aumentando en intensidad en estas sentencias iniciales: en caso de conflicto, el discípulo será lo suficientemente libre como para que el amor humano no sea un impedimento para seguir a Cristo. Y esta vida de seguimiento es definida como tomar la cruz juntamente con el Maestro, como signo de la actitud de entrega personal y de sufrimiento que esto lleva consigo. Esta actitud supone, evidentemente, no tener miedo a perder la propia vida -lo mejor que tiene el hombre- por fidelidad a Cristo. Esta actitud va acompañada de una promesa: estos serán los únicos que verdadera y definitivamente se apropiarán de la vida.

--b) "El enviado es igual que aquel que le envía". Las palabras de Jesús del versículo 40 ("el que os recibe a vosotros, me recibe a mí...") encajan perfectamente en esta idea corriente en el mundo judío. La dignidad le viene al discípulo de la palabra que le ha sido confiada por el propio Jesús, y, a través de Jesús, por el Padre. "Recibir" al discípulo no significará sólo ofrecerle hospitalidad, sino sobre todo aceptar la palabra de la que es portador. La actitud que se adopte para con el enviado es reflejo de la actitud que se tiene hacia Cristo.

Este principio enunciado por Jesús queda desarrollado en los dos últimos versículos que leemos. Se da a los apóstoles el nombre de "profeta" y "justo" y se subraya tanto la dignidad de aquel que es enviado como la del que lo recibe ("tendrá paga de profeta"). "Estos pobrecillos" puede referirse directamente a los apóstoles que son explícitamente enviados por Jesús, como también a todos los discípulos en general, en cuanto testigos de Jesús y del Reino; o quizá también se hace una referencia explícita a los más humildes y "pobrecillos" dentro de la comunidad, que, en tanto que discípulos de Cristo, participan de la mayor dignidad. Nada de lo que se haga a los discípulos o enviados del Cristo -y a través de ellos al propio Cristo- puede considerarse sin importancia.

JOSEP ROCA


12.

Jesús no reclama el afecto de sus seguidores, porque no es un líder frustrado y frustrante que quiera acaparar el mundo del sentimiento de sus discípulos, sino colocar este en el marco objetivo de un horizonte último. Lo que pide Jesús es que sirvan a un objetivo para el bien común. La idea del versículo 38 es que seguir a Jesús supone un camino de sufrimientos públicos y violentos.

"Tomar la propia cruz" no es una metáfora, como si esa cruz fuera el símbolo y el medio para la unión mística del cristiano con Cristo. La cruz es más bien el medio para hacer morir a Jesús y a sus discípulos. Con lo cual no les prescribe Jesús que se hagan una cruz para llegar con él hasta el calvario, como tampoco alude a cualquier clase de sufrimientos más o menos vagos. Sencillamente anuncia que la violencia y el desprecio públicos se cebarán en el seguidor como lo han hecho en él.

Por tanto, no se trata de cargar consigo mismo (identificando la persona con la cruz) ni de cargar para hacer una ofrenda a Jesús de tal o cual sufrimiento ni de reconocerse culpable ante Dios imitando a Jesús. Sólo se trata de prever y aceptar la soledad humana y la oposición violenta por ser discípulo de Cristo.

EUCARISTÍA 1993/31


13.

Como el domingo pasado, el evangelio de hoy nos sitúa en el contexto de las instrucciones de Jesús a los doce sobre la misión. Acaba de anunciar que la siembra del Evangelio es conflictiva: la opción por el Reino provoca inevitablemente divisiones. - "El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí": Un ámbito en el que los primeros cristianos ven cómo se reflejan estas divisiones es el de la familia. Como en el AT Yahvé es un Dios celoso, también ahora la fidelidad a Cristo no admite a su lado otras fidelidades que la puedan enturbiar. Los discípulos forman parte de una nueva comunidad que tiene unos lazos mas fuertes que los de la sangre.

- "El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí": Esta frase y la siguiente son palabras de Jesús que hallamos tanto en la fuente Q, común en Mateo y Lucas, como en el evangelio de Marcos. Es un dato que nos manifiesta que estamos ante la expresión de unos principios fundamentales de la vida cristiana.

Tomar la cruz no quiere decir aquí soportar los propios defectos, condicionamientos o sufrimientos, sino que indica la aceptación de la dificultad y de la persecución que sufre el discípulo de Cristo en su misión de testigo: seguir a Jesús implica cargar con su misma cruz.

- "El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará": Quizá el significado de esta otra palabra fundamental quedaría más claro traduciendo el término "psyche" no como "vida", sino como "el propio yo". Uno sólo puede encontrar la propia salvación entregándose totalmente a la causa de Cristo. El que se entrega a la propia causa se pierde.

- "El que os recibe a vosotros, me recibe a mí...": Hemos llegado al final de la instrucción de los doce. Es el momento de la alabanza para con aquellos que los recibirán, y recibirán por medio de ellos el mensaje. El mismo Jesús se identifica con ellos, está presente en quienes anuncian el Evangelio. Aquí los doce representan toda la comunidad de los discípulos, en la que hay "profetas", "justos" y "pobrecillos". Este último adjetivo los caracteriza de una forma muy conforme con la primera bienaventuranza (5,3). Quizás en el pensamiento del evangelista aquí está el recuerdo de todos aquellos nuevos miembros recién incorporados a su comunidad, procedentes del paganismo, y que son observados a distancia por los judeocristianos.

JOAN NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1987/13


14.

EL FRAGMENTO DE MATEO

La reanudación de la lectura de Mateo la hacemos tomando el último trozo del capítulo 10, el "discurso de la misión". El texto tiene dos partes bien diferenciadas: las claras condiciones que Jesús pone al que quiera ser de los suyos, y el valor que tiene toda colaboración en la causa del Evangelio. El texto tiene su pleno sentido en la situación de la primitiva Iglesia, cuando todos los seguidores de Jesús se sienten realmente "enviados", y en cambio hay gente que, sin ser seguidores de Jesús, valoran la tarea de esos seguidores y les ayudan. Ahora la situación es diferente y por ello hay que adaptarlo (sin que esa adaptaci6n consista en hacer distinción entre los sacerdotes o los misioneros y después los "cristianos normales": ¡todo "cristiano normal" ha de ser seguidor y debe sentirse enviado!).

-Las condiciones de Jesús.

El lenguaje es radical, pero ciertamente que no es válido aplicarlo exclusivamente a algunos determinados cristianos. Ningún seguidor de Jesús, por ejemplo, puede pensar que el bienestar de sus hijos pase por encima de todo: los hijos han de ser educados no como superiores a otros niños o chicos que tienen menos posibilidades, sino que parte de su bienestar debe ser sacrificado como contribución solidaria a los que tienen menos; igualmente los padres no pueden quedar absorbidos totalmente por los hijos, sino que han de pensar también de qué manera contribuyen ellos a la causa del Reino de Dios. (También habría que hablar de la importancia que tiene que algunos cristianos renuncien a crear una familia por causa del Reino). Igualmente es condición aceptar "la cruz", que no sólo quiere decir de entrada resignarse ante las contrariedades, sino querer vivir según el Evangelio, como Jesús, aunque cueste y cree dificultades (aunque comporte la cruz).

-La acogida a los discípulos.

Esta segunda parte del texto nos la podemos aplicar desde dos ángulos distintos. Por un lado, nosotros somos discípulos "pobrecillos" que intentamos vivir y transmitir el Evangelio y que, en la medida en que lo hacemos, Jesucristo se identifica con nosotros, y eso ha de darnos mucho gozo y mucha confianza. Por otro lado, nosotros nos podemos sentir también como gente que únicamente es capaz de "dar un vaso de agua fresca", que sólo es capaz de acoger y ayudar la vida de discípulo y de enviado que hacen otros con mayor dedicación: también entonces Jesús nos dice que eso que hacemos, por poco que sea, no dejará de tener su paga.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1990/14