SAN AGUSTÍN COMENTA LA SEGUNDA LECTURA

Rom 6,3-4.8-11: Espera tú esa misma resurrección

El salmo parece suponer que tú preguntas: ¿Pero cuándo nos levantaremos? Ahora se nos ordena sentarnos, ¿cuándo tendrá lugar nuestra resurrección? Cuando tuvo lugar la del Señor. Fíjate en quién te ha precedido, ya que si no pones en él tus ojos en vano te levantas antes de la luz. ¿Cuándo fue exaltado él? Una vez que hubo muerto. Así, pues, espera también tú tu propia exaltación para después de la muerte, para la resurrección de los muertos, puesto que él ascendió después de haber resucitado. Pero ¿dónde durmió? En la cruz. Cuando durmió en la cruz hacía de símbolo; mejor, cumplía lo simbolizado en Adán. En efecto, mientras dormía Adán le fue extraída una costilla y fue hecha Eva (Gn 2,21.22); de igual manera cuando el Señor dormía en la cruz, la lanza hirió su costado (Jn 19,34) y manaron los sacramentos de los que se hizo la Iglesia. La esposa del Señor, la Iglesia, fue hecha de su costado como Eva fue hecha del costado de Adán. Mas como ésta fue hecha del costado de Adán dormido, así aquélla fue hecha del costado de Cristo muriente.

Si, pues, Cristo no resucitó sino después de haber muerto, tú ¿pretendes tu exaltación para antes de que acabe esta vida? Este salmo te instruye, como si le preguntaras: «¿Cuándo me levantaré? ¿Quizá antes de sentarme?». Él te responde: Cuando haya entregado al sueño a sus amados. Dios concede este don a sus amados, pero después que se hayan dormido. Entonces se levantarán sus amados, es decir, los de Cristo. Todos, en efecto, resucitarán, pero no como sus amados. Todos resucitarán, pero ¿qué dice el Apóstol?: Todos ciertamente resucitaremos, pero no todos seremos transformados (1 Cor 15,51). Ellos resucitan para el castigo, nosotros resucitaremos como resucitó nuestro Señor, para que sigamos a nuestra Cabeza, si somos sus miembros. Y si somos sus miembros, entonces somos sus amados, entonces nos corresponde aquella resurrección en la que nos precedió el Señor. La luz resucitó antes de nosotros, nosotros después de ella, puesto que es inútil que nos levantemos antes de la luz, es decir, buscar las alturas antes de morir, si Cristo, nuestra luz, no fue exaltado en la carne, sino después de haber muerto. Hechos, pues, miembros suyos, y en cuanto miembros sus amados, cuando nos haya cogido el sueño, entonces nos levantaremos para la resurrección de los muertos.

Sólo uno ha resucitado que no ha de morir más. Resucitó Lázaro (Jn 11,44), mas para morir después; lo mismo la hija del jefe de la sinagoga (Mt 9,25) y el hijo de la viuda (Lc 7,15): sólo Cristo resucitó para no morir más. Escucha al Apóstol: Cristo, resucitado de entre los muertos ya no muere, la muerte ya no tiene dominio sobre él (Rom 6,9). Espera tú esa misma resurrección y sé cristiano pensando en ella, no pensando en la felicidad de esta tierra. Pues si quieres ser cristiano por la felicidad de esta vida, siendo así que tu luz no buscó aquí la felicidad mundana, pretendes levantarte antes de la luz y necesariamente perseverarás en las tinieblas. Cambia, sigue a tu luz; sigue el mismo camino que él para resucitar; siéntate primero y, de esta manera, levántate, cuando haya entregado al sueño a sus amados.

Comentario al salmo 126,7