COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Ga 03, 26-29


1. FE/FILIACION

Terminado el tema de la justificación, Pablo va entrando en el de la filiación que va a desarrollar a continuación en los vs. 4, 1-7. La fe obra no sólo la justificación, sino la filiación, la condición filial. En realidad, se trata de dos maneras de describir lo mismo: la condición fundamental del cristiano. La fe obra esta situación. Establece una unión personal con Cristo que nos hace participar de su misma vida. Esta unión se sella por y en el bautismo. Esta comunidad de vida entre el Hijo y los hijos hace que quienes están en ella tengan la misma vida de Cristo Hijo.

Ello tiene consecuencias prácticas y reales. Las diferencias humanas quedan superadas ante Dios y ante aquéllos para quienes lo de Dios significa algo importante. Pablo percibía las diferencias naturales que en su mundo todavía tenían mayor trascendencia que ahora.

Pero no tienen esa importancia desde el punto de vista cristiano. Porque hay algo mucho más esencial: el ser hijos todos y, por tanto, hermanos iguales.

MUJER/MARGINACION: Piénsese, por ejemplo, en la consecuencia sobre la condición de la mujer que se declara superada en su aspecto discriminatorio, muy presente y de gran significado en el mundo paulino. Una mujer no era sujeto religioso del judaísmo lo mismo que el hombre, ni muchísimo menos. Sólo llegaba a Dios, en la concepción judía, por medio del varón, padre, esposo, hijo. Pablo declara que todo eso ya es diferente ahora. No cuenta.

Si este principio es cierto -¡y lo es!- las discriminaciones restantes que de hecho se dan en la Iglesia por razones bastante problemáticas -estoy pensando, verbigracia, en la separación de la mujer del ministerio ordenado- deben estar subordinadas a lo dicho aquí.

Primero, igualdad real. Luego, si lo hay, el resto.

Porque todos somos uno. Y cuando se dice en este sentido, que no caiga en retórica vacía.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1989/34


2.

La carta a los gálatas responde a los ataques lanzados por los judaizantes que se han introducido en Galacia y ponen en duda la enseñanza de Pablo sobre el papel único de Cristo en la Humanidad y, además, le niegan toda cualificación apostólica. Los primeros capítulos constituyen una apología del ministerio del apóstol y de su comportamiento personal. Con el cap. 3, el autor aborda el problema doctrinal objeto de sus polémicas contra los judaizantes: ¿es necesaria todavía la Ley cuando uno se coloca bajo la dependencia de Cristo? El argumento principal del apóstol reposa en su concepción de la historia de la salvación. Tuvo lugar, primeramente, la aparición de Dios a Abraham, las promesas, la fe del patriarca y la bendición en él de todos los pueblos. Vino después la Ley, pero fueron únicamente ángeles quienes la transmitieron a Moisés, y únicamente Israel obtuvo bendiciones (Gál 3, 1-18).

a) La conclusión viene sola: la Ley no ejerce sino una influencia relativa y transitoria, una función pedagógica (v. 24). Desde que aparece Cristo, elemento decisivo de la economía de la salvación, la Ley debe desaparecer y ceder el lugar al régimen fundamental: el de las promesas hechas a Abraham y alcanzadas en la fe en Cristo (v. 25).

Hace falta que Pablo demuestre que Jesús es el acontecimiento decisivo que justifica el cambio de economías. Ya lo ha hecho, a la manera rabínica, en Gál 3, 15-18, mostrando como Cristo era "la" descendencia de Abraham. Pero lo expone ahora más claramente (vv. 26 y 29): en Jesús la promesa se realiza a la perfección porque es el Hombre-Dios. Hijo de Dios (v. 26), constituye el don supremo que Dios puede prometer y ofrecer a la Humanidad; al ser hombre, es la respuesta más adecuada a este don del Padre, el heredero (v. 29) mejor habilitado para entrar en posesión de los bienes prometidos y para realizar el proyecto de Dios sobre la Humanidad.

Cristo es, pues, el acontecimiento decisivo de la historia de la Humanidad, porque la significación de esta última está supeditada a su fidelidad al Padre; y, desde entonces, se desarrolla en una historia en la que cada uno está llamado a "vestirse de Cristo" (v. 27), es decir, a responder a su vez personalmente al proyecto de Dios sobre el hombre.

b) Acontecimiento decisivo en la historia de los hombres, Cristo hace, pues, inútil la economía de la Ley. Es preciso aún comprender cómo el hombre participa de Cristo para, a su vez, liberarse de la Ley. A los ojos de Pablo, la fe (v. 26) y el bautismo (v. 27) son los dos medios de unirse a Cristo, y estos medios no tienen nada de exclusivo, puesto que están al alcance de todo hombre en razón de igualdad con sus hermanos (v. 28).

FE/BAU: Los vv. 26 y 27 ponen en evidencia la conexión entre la fe y el bautismo: no son uno u otro, sino los dos juntos, los que aseguran la comunión del hombre con Cristo (cf. además Ef 2, 8; 1 Cor 6, 11). La fe es la respuesta humana a la iniciativa de Dios ligada al bautismo. Así puede decirse que la pareja fe-bautismo corresponde, mutatis mutandis, a la pareja hombre-Dios en Jesús: el don de Dios reclama la respuesta de la parte humana primeramente en Jesucristo y después en cada bautizado. Por esta razón, el bautismo incorpora verdaderamente a Cristo, permite "vestirse" de El (v. 27) y ofrece al hombre un estado de filiación divina a imagen del que el Hijo posee por naturaleza (ibíd).

Estas nuevas relaciones del bautizado con Dios transforman sus relaciones con los demás hombres: las barreras caen, todos se vuelven iguales y la bendición de todos los pueblos en Abraham toma cuerpo finalmente (vv. 27-28).

La nueva economía cristiana sustituye entonces a la antigua. La salvación no está ya en función de la pertenencia a un pueblo por los ritos de la circuncisión y de la ablución, ni siquiera en función de la observancia de una ley. En la nueva economía todo ha cambiado porque Dios ha intervenido en la Historia mediante el envío de su Hijo, que reúne en su persona el don de Dios y la respuesta de fe de la parte humana y salva de esta forma a la Humanidad. No obstante, todo hombre participa de esta salvación en la medida en que su personalidad está también en la encrucijada de una iniciativa de Dios y una respuesta del hombre, una y otra sancionadas en el bautismo y en la fe.

MAERTENS-FRISQUE 5.Pág. 90


3.

Estos versículos expresan el meollo del evangelio de Pablo. Son como la síntesis del tema que ha desarrollado en el capítulo tercero. La única seguridad en la vida y en la muerte descansa en el acto liberador de Cristo. El contenido teológico se resume en cuatro fórmulas que expresan la unión sobrenatural y vital con Cristo. Ser bautizado en Cristo; vestirse de Cristo; ser de Cristo y en Cristo Jesús que es la fórmula característica de Pablo.

Para Pablo es una realidad de experiencia que los dones del Espíritu, presentes en la comunidad, son fruto de la libertad que da la fe y no de la obediencia a la ley. En la historia de la salvación la ley caracteriza el primer período en el que no se había llegado a la plenitud de la fe. Los que han llegado a la fe se han liberado del poder de la ley. Pablo orienta las miradas de los lectores hacia un nuevo modo de ser en Cristo fundado en el bautismo.

Introduce el concepto de filiación divina. La fórmula "en Cristo Jesús" no determina la fe, sino que caracteriza el fundamento en el que se funda nuestra fe. La filiación divina de los gálatas tiene como fundamento su ser en Cristo. La imagen de "revestirse", probablemente de origen agnóstico, subraya aún más la participación en el ser de Cristo y pone en guardia contra una concepción puramente ética. Elimina las diferencias que provienen de la religión, condición social y sexo.

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1986/13