COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA


1.

Nos son conocidas las penosas circunstancias por las que en estos momentos pasan las relaciones de S. Pablo y los corintios. Existe entre los corintios cierto intelectualismo pretencioso y un orgullo filosófico bastante pronunciado. Esta actitud es ya, por sí sola, bastante grave, pero es que además tienen orgullo en la fe y en la predicación. Brevemente: toda la comunidad de Corinto tiene una mentalidad bastante orgullosa que san Pablo querría corregir. A ello va encaminada esta carta de tono bastante pesimista.

Es verdad que llevamos un tesoro, la luz que el Señor nos ha dado, pero la llevamos en vasijas de barro. El predicador no es más que un mensajero del Señor. Como tal y si quiere ser testigo verdadero debe llevar en su cuerpo la impronta de la vida de Jesús. Los corintios pasan por la tentación de no retener de Jesús mas que su resurrección y su glorificación y de rechazar todo lo demás; se desentienden del mundo de la debilidad, de la tentación y el sufrimiento para vivir en su propio mundo, un mundo quimérico. Tienden a considerarse grupo elegido que vive nada más del Espíritu y de la resurrección de Cristo. Contraponen dos mundos: el de la cruz y el de la resurrección. S. Pablo pone las cosas en su sitio. El predicador lleva en su cuerpo el testimonio de la kenosis del mismo Cristo, de la humillación de la cruz, de la pasión, del sufrimiento. Pero esta pasión y este sufrimiento son los que dan la vida. Por eso puede decir a los corintios: vosotros, Iglesia de Corinto, nadáis en la abundancia, pensáis vivir ya en el Reino y en el Espíritu; yo estoy anegado en la debilidad y en la pobreza, pero con la Pasión de Cristo yo os comunico la vida.

Aunque hay que evitar hacer de esta carta un absoluto y exigir del predicador del Evangelio que lleve en sí todos los estigmas del sufrimiento de que habla S. Pablo, sí es útil situar este mensaje en relación con toda la comunidad, en relación con la Iglesia. ¿La comunidad cristiana, la Iglesia, no debe mostrar al mundo de hoy que ella lleva sobre sí las señales de la pasión de Cristo y que todo su significado consiste en poder dar la vida? El contraste entre el mundo y la Iglesia, quizá radique solamente en esto: yo, Iglesia, comunidad, llevo sobre mí las señales que S. Pablo enumera y que él cree son fuente de vida para la comunidad de Corinto.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 6
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 9-21
SAL TERRAE SANTANDER 1979, pág. 131 s.