SAN AGUSTÍN COMENTA EL EVANGELIO

 

Lc 6,27-38: A base de dar se acumulan riquezas que sólo se consumen cuando no se dan

Añadamos a nuestras oraciones la limosna y el ayuno, cual alas de la piedad con que puedan llegar más fácilmente a Dios. A partir de aquí puede comprender la mente cristiana cuán lejos debe mantenerse de robar lo ajeno, si advierte que es una especie de robo el no dar al necesitado lo que sobra. Dice el Señor: Dad y se os dará, perdonad y seréis perdonados (Lc 6,37-38). Entreguémonos con fervor a estos dos modos de limosna: el dar y el perdonar. Nosotros pedimos al Señor que nos otorgue sus bienes y no nos pida cuenta de nuestros males. Dad -dice- y se os dará. ¿Hay cosa más auténtica y más justa que quien se niega a dar, él mismo se defraude y no reciba nada? Si se comporta con desfachatez el agricultor que va a buscar la cosecha donde sabe que no sembró, ¡cuánto mayor no es la de quien busca la riqueza de Dios para que se la dé, después de no haber querido él escuchar al pobre que le pedía! Dios, que no sufre hambre, quiso, no obstante, ser alimentado en la persona del pobre.

Por tanto, no despreciemos a nuestro Dios necesitado en la persona del pobre, para que cuando nos sintamos necesitados, nos saciemos en quien es rico. Se nos presentan personas necesitadas, y también nosotros lo somos; demos, pues, para recibir. Pero. ¿qué es lo que damos? Y ¿qué es lo que deseamos recibir a cambio de esas pequeñas cosas visibles, temporales y terrenas? Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó ni subió jamás al corazón del hombre (1 Cor 2,9). Si él no lo hubiera prometido, ¿no sería propio de desvergonzados dar estas cosas y querer recibir aquellas otras? ¿Y el no querer dar ni siquiera éstas? Tanto más que ni unas ni otras tendríamos, si no nos las hubiera dado aquel que nos exhorta a dar. ¿Con qué cara esperamos que nos dé unas cosas u otras, si le despreciamos cuando nos manda dar auténticas menudencias? Perdonad y seréis perdonados; es decir, otorgad perdón, y recibiréis perdón. Que el siervo se reconcilie con el consiervo para no ser castigado con justicia por el Señor. Para este tipo de limosnas nadie es pobre y puede hacer que viva eternamente quien no tiene con qué vivir temporalmente. Se da gratuitamente; a base de dar se acumulan riquezas que sólo se consumen cuando no se dan. Sean confundidas y perezcan las enemistades, de quien sean, que hayan resistido hasta estas fechas. Déseles muerte, para que no la causen ellas; sean dominadas para que no dominen ellas; elimínelas el que redime, para que no eliminen ellas a quien las retiene.

Sermón 206,2