COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 2, 1-12

Par: Mt 9, 2-8    Lc 5, 17-26

 

1. P/MAL-FISICO:

Para Jesús el mal físico (enfermedad, muerte) no pertenece al proyecto inicial del Creador, sino que es una adición debida a la maldad de las criaturas. En la Biblia el "pecado" no es solamente la culpa de un individuo consciente, sino es principalmente un estado de cosas, una estructura. Esta estructura no es, sin embargo, tiránica con respecto a los hombres.

Estos pueden vencerla, pero para lograrlo no deben olvidar la casi identidad entre mal y pecado. En una palabra: no se puede combatir el pecado humano sin, al mismo tiempo, luchar eficazmente contra el mal que asedia al hombre.

Dispuesto a demostrar la fuerza salvadora del "evangelio del reino de Dios", Jesús empieza por comunicar al paralítico la buena noticia de la reconciliación con Dios. Los escribas no están de acuerdo: solamente Dios podría comunicar este gozoso anuncio del perdón de los pecados. El evangelista no disiente de ellos, ni mucho menos: según los hebreos perdonar los pecados no era una tarea propia del mesías. Jesús, por el contrario, se comporta de hecho como si estuviera en el lugar de Dios. En este caso se llama a sí mismo "hijo del hombre", para evitar el concepto tradicionalmente vinculado a la expresión "mesías".

SV/LIBERACIÓN: La curación del paralítico es una válida síntesis de la palabra predicada por Jesús. El reino de Dios se aproxima porque Dios ha decidido ofrecer a los hombres su perdón. Los hombres podrán ser "salvados"; pero deben estar atentos a no confiar el término "salvación" a la zona de lo corporal o de lo espiritual exclusivamente. Un evangelizador que pretendiera limitar el anuncio del evangelio de Jesucristo al perdón de los pecados, sin implicar en ello el problema de la liberación humana -corporal, social, política-, sería un traidor a la palabra anunciada por Jesús. Al revés: toda tentativa de liberar a la humanidad de sus alienaciones, que no tenga en cuenta la estructura de pecado que envuelve la existencia y la historia de cada uno y de la sociedad, tiene el peligro de desembocar en un fracaso completo.

Ni "temporalismo" absoluto ni "espiritualismo" absoluto. El evangelio es la buena noticia de la liberación total del hombre.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1122


2

Contexto. Tensión entre Jesús y la gente: todos quieren acudir a él, pero él quiere escaparse de todos.

Texto. Comienza recogiendo la misma situación con que finalizaba el texto del domingo pasado: un Jesús que busca ocultarse de la gente, pero que no lo logra; un Jesús que habla a la gente, pero que no se nos dice qué es lo que les habla (vs. 1-2). Esta situación va a servir de punto de partida para una nueva situación con un nuevo protagonista: los letrados fariseos. La nueva situación es la generada por una frase de Jesús sobre el perdón de los pecados a un enfermo. Esta nueva situación es una discusión entre letrados y Jesús sobre quién puede perdonar pecados. Los letrados sostienen que sólo Dios; Jesús sostiene que también el hombre y ofrece la prueba de ello curando al enfermo.

A modo de coro, la gente comenta el hecho en el versículo final.

Sentido del texto. En una discusión es importante lo que se discute, pero tal vez lo sean aún más los presupuestos desde los que se discute. Tal es aquí también el caso. Los letrados, hombres de conducta irreprochable (como Pablo dice de sí mismo cuando recuerda su conducta anterior, cfr. Fil. 3, 6), tienen en Dios su gloria y su orgullo (cfr. Rom. 2, 17). Dios es alguien enormemente querido, profundamente sentido por ellos. Por El soportan risas y cuchicheos (cfr. Salmo 69, 8-13). A El acuden llenos de ilusionada confianza y espera (cfr. Salmo 69, 2-4). El celo por El los consume. Sienten un profundo miedo a que por su causa se vean frustrados los que andan buscando a Dios (cfr. Salmo 69, 6-7). Para un letrado fariseo, Dios no es algo; es alguien demasiado querido y demasiado importante como para que nadie se lo toque. Hacer esto es demasiado monstruoso; es una blasfemia.

Por muy sorprendente que nos puede parecer, estos hombres tan radicalmente celosos de Dios vieron en Jesús a alguien que les tocaba a su Dios. De ahí que lo tilden de blasfemo.

Con la discusión de hoy Marcos da comienzo a una serie de cinco discusiones entre Jesús y los letrados. Todas ellas tienen un denominador común: Jesús cuestiona los presupuestos religiosos de unos hombres profunda y honestamente religiosos. La de hoy cuestiona una imagen sentida y familiar de Dios.

El trato diario con el Nuevo Testamento le va haciendo a uno caer en la cuenta del siguiente fenómeno: Jesús fue siempre experimentado por los primeros cristianos como alguien que les cuestionaba y quebraba las imágenes religiosas más profundamente sentidas. El libro de los Hechos es el mejor documento de esta dinámica y profundización cristianas por cuestionamiento. Por eso, uno sospecha de la genuinidad de una religiosidad rígida e intolerante. Celo es el término técnico en Pablo y en los Hechos para designar la rigidez e intolerancia religiosas. Ante textos como el de este domingo, uno, si es honesto, tiene que preguntarse si en sus encuentros con Jesús siente que su imagen de Dios queda cuestionada. ¡Mala señal si en nuestros encuentros con Jesús salimos afianzados en nuestras ideas religiosas! Ante un texto como el de hoy, uno cae en la cuenta de que la creencia en Dios no es criterio válido de religiosidad. Los letrados creían en Dios. Pero tenían la pequeña pega de ser celosos, es decir, rígidos e intolerantes en su creencia.

DABAR/82/16


3.

La novedad de Jesús toca ahora el fondo último de la conciencia, Jesús confiere el perdón liberando al hombre del complejo de culpa y posibilitando su relación con Dios. Los letrados están en lo cierto: esto es algo que sólo Dios puede realizar. Jesús actúa como si estuviera en lugar de Dios. La multitud también lo entiende así: todos empiezan a intuir sobrecogidos que Jesús es Dios. Como signo de que el perdón de los pecados es una realidad, Jesús cura al paralítico devolviéndole su capacidad de movimiento y autonomía.

DABAR/79/16


4.

Después de recorrer durante algunas semanas las tierras de Galilea, Jesús regresa a Cafarnaún y se hospeda en la casa de Pedro (1,29). Todos acuden a ver lo que pasa y a escuchar lo que dice. Pero la situación de Jesús ha cambiado sensiblemente: En la concurrencia se han mezclado unos emisarios de Jerusalén, que vienen a inspeccionar lo que ocurre. Son escribas, pertenecientes al grupo más activo del partido de los fariseos. Con su aparición en escena comenzará un conflicto, que habrá de terminar en Jerusalén con la muerte del Maestro.

Pero la fe del pueblo y la confianza en el poder taumatúrgico de Jesús sigue creciendo. Buena prueba de ella es la pintoresca narración que nos ofrece Marcos en este evangelio. Unos hombres llevando consigo en andas a un pobre paralítico, tratan de acercarse a Jesús. Al encontrar la puerta cerrada por la multitud que se agolpa ante ella, estos hombres suben a la terraza, por la escalera exterior, y abren un boquete para descender la camilla y posarla ante los pies de Jesús. El Maestro valora la fe de estos hombres y del enfermo, a quien le dice que le son perdonados sus pecados. Seguramente, el enfermo tiene un cierto sentido de culpabilidad, al pensar que Dios le ha castigado por sus pecados. Jesús le tranquiliza.

Aunque las palabras de Jesús podían entenderse como la declaración de que Dios mismo perdona los pecados, los escribas, que no pierden palabra ni detalle, entienden que Jesús se arroga una competencia que, según las Escrituras, pertenece exclusivamente a Dios. Sólo Dios puede perdonar los pecados, piensan estos escribas, y acusan en su interior de blasfemo a Jesús.

Jesús se da cuenta de lo que murmuran y piensan en sus adentros. Y se dispone a dar una señal no sólo para mostrar que Dios perdona los pecados, sino también que él, el Hijo del Hombre, tiene poder para perdonar pecados sobre la tierra. El perdón de los pecados no es un hecho constatable por la experiencia objetiva, y así es más fácil decir "tus pecados te son perdonados", pues eso no se puede comprobar, que decir "levántate y anda". Pero ambas palabras son igualmente difíciles de pronunciar con verdad y autoridad.

Los escribas debían haber admitido que el que es capaz de decir a un paralítico que se levante y conseguirlo efectivamente, es capaz también de perdonar los pecados, aunque este hecho no pudieran comprobarlo en sí mismo.

Jesús no se contenta con perdonar los pecados, sino que, para que veamos que el perdón es real, cura también las enfermedades del cuerpo. Por otra parte, Jesús muestra que ha venido a salvar integralmente al hombre, en alma y cuerpo.

EUCARISTÍA 1982/10


5.

Comienza aquí una serie de discusiones de Jesús con sus adversarios que Mc sitúa en "Cafarnaún (2, 1-3, 6). Lo que se quiere resaltar es el sentido de la misión del mismo Jesús que es una misión de perdón y reconstrucción (2, 10, 17; 19, 28). Jesús ha hecho del hombre el centro de su mensaje.

v. 2: Lit.: "les anunciaba la Palabra". Anunciar la palabra es una expresión consagrada por la predicación cristiana primitiva (Hech 4, 29, 31; 8, 25), que Mc subraya aquí también. Todo mensaje de perdón se propone, no se impone. Nada más lejano a la fe que imponer un perdón no querido. Caer en este agobio es esterilizar la fe.

v. 5: La fe está expresada aquí por el camino hacia Jesús seguido por el enfermo y los que le llevaban. En los relatos de milagros, sucede que Jesús pide la fe antes de intervenir (5, 36; 9, 23) o el narrador la une a la inmediata curación del enfermo (5, 34; 10, 52). De cualquier manera, nadie puede acercarse al perdón más que con la conciencia clara de que solamente Dios nos puede dar aquello de lo que nosotros estamos necesitados.

v. 7: La pregunta es literaria y encierra en ella misma la respuesta afirmativa que se quiere dar al hecho del perdón que Jesús trae. Jesús no es perdonador solamente por su humanismo, por su respeto a la persona y por altruismo radical. Jesús perdona lo que Dios perdona. Así el perdón se asoma a la salvación, al designio amoroso de Dios, que quiere que se salven todos los hombres. Tener esta fe en Jesús salvador es posible si no ponemos obstáculos al actuar de Dios en el hombre.

v. 8: Jesús no se extraña de su pensamiento, sino de que, implícitamente están negando el que el perdón de Dios se derrame en favor del hombre pobre. Una actitud así, verdadero pecado contra el espíritu, puede dar al traste con la más santa de las instituciones, llámese ley judía o iglesia de los creyentes.

v. 12: Aun sabiendo que Mc emplea muchas veces esta terminación admirativa (1, 28; 1, 45; 5, 20), lo que la convierte en una expresión estereotipada, vemos ciertamente la actitud de la gente sencilla que acepta la maravilla del perdón.

EUCA/79/09


6. CASA-JUDIA.

La casa en la que Jesús se aloja en Cafarnaún debía ser la de Pedro. Debemos pensar en una casa típica de Palestina: con una sola habitación, cubierta con una terraza a base de vigas de madera, ramaje y barro, y con una escalera exterior para subir a ella. La actividad de Jesús sigue siendo la de predicar o anunciar la Palabra.

Los que traen al paralítico ante Jesús tienen una confianza absoluta en él y en su poder curador: esto es lo que indica aquí la fe, una fe que queda plásticamente expresada -y Jesús así lo reconoce- en el hecho de bajar al paralítico por la terraza y colocarlo ante Jesús.

Las palabras sobre el perdón de los pecados nos llegan completamente de improviso: parece que lo más lógico sería que Jesús, viendo su fe, concediese la salud al paralítico. Pero para él no puede haber curación o salvación radical del hombre sin ese perdón y, a pesar de que Jesús no creía que el pecado fuese siempre la causa de los males del hombre (cfr. Jn 9, 2-3), es posible que en este caso atribuyera al pecado la situación del paralítico. En todo caso, es el hombre entero quien queda curado y salvado.

J. ROCA
MISA DOMINICAL 1982/04


7.

-Entrando de nuevo en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa, y se juntaron tantos que ni aun en el patio cabían.

Por más que Jesús se esfuerza en restablecer la calma y recomendar la discreción, la muchedumbre le acosa. No hay nada que hacer. Esto subraya toda la ambigüedad de la espera mesiánica. No olvidemos que de vez en cuando surgían iluminados que decían ser el Mesías esperado y que unían a algunos partidarios. Esto nos ayuda a comprender mejor el por qué Jesús no quería que se hablase de El antes de tiempo. Se hubiera buscado presentarle como un libertador temporal.

Contemplo a Jesús empujado, apretado, en una casa de Cafarnaúm.

-Jesús les predicaba la palabra de Dios.

Esto era lo esencial para El. Incluso si las gentes iban a El para ver "el milagro", "lo sensacional", "lo sorprendente"...

Jesús permanece imperturbable en su papel, que es ante todo religioso: proclamar ¡la Palabra de Dios!

-Vinieron y le trajeron a un paralítico que llevaban entre cuatro. No pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron el terrado por donde El estaba, y hecha una abertura, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico.

Los tres evangelistas, Marco, Mateo, Lucas relatan esta escena. Es de las que no se olvidan. Esto, por lo menos pone de manifiesto, ¡que las gentes se empeñaban en acercarse a Jesús por cualquier medio! ¿Tengo yo este empeño y tenacidad? o bien, ¿lo abandono todo ante el primer obstáculo?

-Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: "Hijo, tus pecados te son perdonados".

De nuevo, lo que es esencial para Jesús.

En lugar de dejarse llevar por el papel del Mesías taumaturgo, del "Mesías-milagrero", Jesús valora la Fe y realiza una obra mesiánica completamente interna: perdona.

¿Qué pido yo, en primer lugar a Cristo? ¿A la Iglesia? Quiero contemplar lo que pasa en el corazón de Jesús:

--Ve la Fe... admira a esos hombres que se han afanado tanto. Jesús, un hombre que sabe maravillarse, un hombre que descubre lo esencial en un alma, más allá de las apariencias ambiguas. Iban a El en busca de una curación material y Jesús, en el corazón de esos hombres contempla su Fe.

--Perdona... es bueno. Jesús es este Dios que ve el pecado, pero que no condena, podría decirse que no juzga... pero que perdona.

Nos encontramos tan sólo en el segundo capítulo de la "Buena nueva", según san Marcos, pero todo lo esencial ha sido dicho ya.

-Estaban allí algunos escribas que pensaban entre sí: ¿Cómo habla así; este blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?

Es la Pasión que se está perfilando desde el comienzo del evangelio: Jesús será condenado por esos mismos escribas, especialistas de la religión, y por la misma razón de "blasfemo" (Mc 14, 64). A Jesús le rodean los adversarios desde el principio: el contexto de su vida cotidiana será dramática, cada día. Una razón de más para mostrarse lo más discreto posible.

-Para que sepáis que el "Hijo del hombre" tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, Yo te lo ordeno: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa Es la primera vez que Marcos utiliza ese título de "Hijo del hombre". Jesús usará a menudo esta expresión, sacada de Daniel (7, 13-14).

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 270 s.