EVANGELIO

A primera vista parece contradictorio que Jesús diga que no ha venido a tocar la ley, y a continuación la modifique constantemente («...pero yo os digo»). Y es que acatar y cumplir una ley no es aceptarla ciegamente, sino cumplirla con un sólido espíritu crítico y con un gran sentido de la libertad y responsabilidad humana.

La Eucaristía es la expresión perfecta de la verdadera ley cristiana: el amor. Por eso no caben en ella posturas externas que no responden a la vivencia interior de la caridad. Celebrar «la cena fraterna» es liberarnos de todos los legalismos asfixiantes que impiden el descubrimiento auténtico del Evangelio.

El texto entre [ ] puede omitirse por razón de brevedad

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5,17-37.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

[No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos.]

Pero quien los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los Cielos.

Os lo aseguro: si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado.

Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. [Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego.

Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Con el que te pone pleito procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.]

Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio». Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.

[Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el Abismo.

Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al Abismo.

Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.»

Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer -excepto en caso de prostitución- la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.]

Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».

Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo]. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.