30 HOMILÍAS MÁS PARA EL DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO
15-20

 

15. EL ÍDOLO CAÍDO

Así se titulaba aquel bello relato de Graham Greene que luego fue llevado al cine de la mano de Carol Reed. Era la historia de un niño inglés de clase media, al que le toca vivir mucho tiempo solitariamente, con la única compañía de su mayordomo y su mujer, la cocinera, ya que sus padres viajan constantemente. El niño siente una admiración ciega por ese mayordomo, el cual le cuenta historias vividas por él en épocas lejanas. Pero un día este niño sufre un tremendo choque emocional. No puede evitar el ver cómo el mayordomo mata a su mujer por el amor a una muchacha, mucho más joven que él. «¡El ídolo caído!»

Y pienso en otros títulos célebres -«Más dura será la caída», «El ocaso de los dioses»- que nos han pintado justamente eso: el desmoronamiento fulminante que, tarde o temprano, les llega a ciertas figuras a las que, antes, habíamos encumbrado.

Recientemente, todos hemos contemplado, con la desmembración de la URSS -incluso en escenas televisadas- «la caída de sus ídolos» el fin de «sus símbolos». Gigantescas estatuas que se desmoronaban.

Pues he aquí que también a Jesús le tocó vivir esa situación, tan propia, por lo visto, de la condición humana. Primero, le admiraron al máximo: «En la sinagoga todos expresaban su admiración», dice el evangelio de hoy. Pero, unas líneas más abajo, el mismo evangelista anota: «todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, empujándolo fuera hasta un barranco, intentaban despeñarlo». Ya lo véis: «el ídolo caído».

Conviene reflexionar sobre este fenómeno. De una u otra manera, a todos nos afecta. Porque en el vaivén de la vida pasamos de «días de vino y rosas» a «la noche es negra, muy negra». Y conviene estudiarlo en su doble dirección.

DE NOSOTROS A NUESTROS PRÓJIMOS.-En nuestra primera infancia, nuestros padres, más tarde nuestros profesores, fueron nuestros primeros ídolos. Sólo veíamos en ellos virtudes y una especie de capacidad «casi omnipotente». Pero fueron pasando los años y descubrimos su verdadera talla. Entonces se convirtieron en «ídolos caídos». Todo padre, tarde o temprano, siente esa sensación: su hijo, que le «idolatró» en los días de su infancia, lo ha ido abandonando poco a poco dejándolo en una nube de indiferencia.

DE NUESTROS PRÓJIMOS A NOSOTROS.-También nosotros, aunque parezca mentira, por muy menesterosos que nos sintamos, somos -o hemos sido- ídolos para alguien. ¡Qué se yo! Quizá sea nuestro carácter, o la habilidad que hemos demostrado en esto o aquello, o quizá nuestra asumida falta de habilidad, lo cierto es que hemos podido causar admiración y afecto. Pero, estemos preparados, amigos. Porque, de la noche a la mañana suelen cambiar los vientos. Y las palmas se vuelven pitos. Y pasamos del aprecio al desprecio. Que lo cuenten «los héroes del domingo» -los deportistas- que tan pronto salen a hombros «por la puerta grande», como «por la puerta pequeña» custodiados por la policía.

La misma vida es así. Pasamos de la niñez a la ancianidad. «Del rosa al amarillo». ¿Visteis aquella película de Summers así titulada? Pues, vedla. ¡Cuánto jolgorio y arrumaco junto al niño recién nacido! ¡«Mi chirriquitín, bonito!» ¡Cuánta soledad y tristeza en la residencia del anciano!

ELVIRA-1.Págs. 232 s.


16.

Frase evangélica: «Jesús se abrió paso»

Tema de predicación: EL RECHAZO DE JESÚS

1. El programa liberador que Jesús proclama en la sinagoga de Nazaret suscita diversas reacciones: reconocimiento y admiración, sorpresa y estupefacción, indignación y ruptura... De un lado, está la actitud del discípulo que admira la sabiduría de la Palabra de Dios, más que su eficacia milagrosa; de otro, la actitud de incredulidad ante la persona de Jesús, «hijo de José», tomado por un hombre cualquiera.

2. El escándalo (judío) o la necedad (romana) se producen cuando se juzga con estrechez y soberbia el mensaje de Jesús y su figura. No se tolera el profetismo de Jesús. Esta actitud es consecuencia de falta de fe. Naturalmente, quien no acepta a Jesús no puede recibir la Palabra de Dios como gracia. Esto puede ocurrirnos a los que, de palabra al menos, nos consideramOs cristianos.

3. El mensaje de Jesús es universalista: no está destinado exclusivamente a una raza o a una nación. Cuando «los de cerca» rechazan a Jesús, lo admiten «los de lejos», especialmente si están necesitados (hambrientos, leprosos...). Dicho de otro modo: Jesús no tiene patria; tiene pueblo, el pueblo de Dios. La opción de Jesús por el pueblo y por los pobres le acarreará un destino trágico de amenazas y de muerte. Nosotros, en cambio, pretendemos secuestrar a Jesús como si fuera de nuestra patria, o rechazarlo porque no aceptamos su mensaje evangélico. Entonces Jesús se abre paso entre nosotros y se nos escapa.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Por qué razones suscita tanto rechazo el programa liberador de Jesús?

¿Que valoración hacemos de Cristo?

CASIANO FLORISTAN
DE DOMINGO A DOMINGO
EL EVANGELIO EN LOS TRES CICLOS LITURGICOS
SAL TERRAE.SANTANDER 1993.Pág. 281 s.


17.

- LOS INICIOS

Estos primeros domingos del tiempo ordinario nos muestran los inicios de la manifestación del Reino de Dios. El domingo pasado, y hoy mismo, veíamos a Jesús en la sinagoga de Nazaret. Su mensaje es él mismo. En el mensajero se cumplen las promesas de Dios; él es la Palabra definitiva del Padre. Una palabra no aceptada por los suyos pero dirigida a todo el mundo (cf. la referencia en el evangelio a la viuda de Sarepta de Sidón, y la de Naamán de Siria, dos pobres -viuda, leproso- extranjeros).

El mensaje del Reino a todo el mundo atraviesa de un lado al otro el año litúrgico. Si de los primeros domingos saltamos al último domingo del tiempo ordinario, nos encontramos con la fiesta de "Cristo rey del Universo". Es una fiesta que señala los últimos tiempos y el más allá. ¿Cuál es el término, la meta del tiempo, del cosmos, de la historia? La salvación de Dios ha llegado a todos los rincones del mundo creado. Todo el universo gime y sufre dolores de parto ya que "está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios" (Rm 8, 19-22). El mundo nuevo se construye a lo largo de la historia. No es fruto de un momento estático, es una acción dinámica, como lo es la cristificación de cada hombre y cada mujer.

Esta es la dinámica del tiempo ordinario: un polo se encuentra en el Reino de Dios anunciado e iniciado por Jesucristo; el otro polo es el Reino de Dios que un día se realizará plenamente. Entre medio, y este año de la mano del evangelista Lucas, asistiremos a una historia de realizaciones y de fracasos, de avances y retrocesos. Igual como el camino que realiza la Iglesia en medio de nuestro mundo.

- AMAR DE TODO CORAZÓN

Desde buen principio, el Reino de Dios se nos manifiesta como un Reino de Amor. La profecía de Isaías que Jesús lee en la sinagoga de Nazaret muestra el amor de Dios por su pueblo, especialmente por los pobres, seres por estrenar capaces de ofrecerse completamente a Dios; Jesús es el cumplimiento del designio amoroso de Dios. Hoy, en la segunda lectura, escucharemos de qué amor nos habla Dios. El fragmento de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto (12,31-13,13) es un texto muy usado de la celebración del matrimonio. Además, gracias a la retransmisión televisiva del funeral de Diana de Gales a comienzos del pasado mes de septiembre, este texto dio la vuelta al mundo. Hoy lo encontramos libre de sentimentalismos, mostrándonos toda su exigencia. Si existe algo que llena de sentido nuestras vidas, lo que somos, los dones que el Espíritu nos ha dado, esta cosa es el amor. Sin embargo, no es un amor abstracto, sino el amor de alguien.

La colecta nos lo indica claramente: "Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres". Amar a Dios y amar a los hombres. De entrada, parecen dos peticiones. Pero de hecho es la misma. Amar a Dios equivale a amar a los hombres. Cualquier hombre es imagen de Dios. Y no sólo conserva hasta el final los vestigios de la mano bondadosa del creador, sino que tiene la misión de revelar a los demás la bondad divina. El amor que pide la colecta es el amor que anuncia Pablo: paciente, sin envidia, que no es egoísta, que lo soporta todo. Es un amor concreto con voluntad universal. No nace de un filantropismo, sino de una exigencia hacia aquellos que nos rodean: incluso a los enemigos (cf. Lc 6,35).

Este amor es el que atraviesa la vida de Jesucristo, desde la encarnación hasta la venida del Espíritu Santo prometido. Es el amor que él vivió: nos amó hasta el extremo de morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores (cf. Jn 13,1; Rm 5,8). La cruz asumida por amor es la coronación inevitable de una trayectoria ya marcada el primer día, en la sinagoga. "Los suyos no lo acogieron" (Jn 1,11) porque "no hay profeta que sea bien mirado en su tierra" (evangelio). Dios ha hecho de Jesús "una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce" (1. lectura). Para los que abren su amor, Cristo es su esperanza, la roca salvadora; éste contará todo el día tu salvación (salmo responsorial).

JORDI GUARDIA
MISA DOMINICAL 1998, 2, 19-20


18.

- El amor, lo más grande

Fijémonos en la segunda lectura que hemos leído hoy. Es una lectura muy hermosa y muy bonita que -por ejemplo- muchas parejas la escogen el día de su boda. Quizás aquí hay alguna pareja que la leyó el día de su boda. Y seguramente más de uno de los que estáis aquí la habéis oído en la boda de algún amigo o conocido.

Es una lectura muy hermosa, sin duda alguna. Un himno a la cosa más importante que podemos vivir: el amor. No sólo el amor de la pareja que decíamos ahora, sino el amor en toda situación. Amar y ser amados es lo más grande que tenemos, lo único que, como dice la misma lectura, no se acabará nunca: ni con la muerte, ni cuando vivamos la vida de Dios. Precisamente -todos lo recordamos- en otro lugar de la Biblia, en la primera carta de san Juan, se nos dice que Dios es exactamente esto: amor, el amor más pleno y total.

- El realismo del amor: amar implica esfuerzo

Es un texto muy hermoso, muy estimulante. Pero no es sólo esto: es también un texto muy realista. A veces, cuando hablamos del amor, hablamos como de algo sólo sentimental, que va por las nubes, que tiene poco que ver con la vida diaria. Y no es así. La lectura lo explica claramente cuando nos recuerda que "el amor es paciente, afable; no tiene envidia, no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta, no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad; el amor disculpa sin limites, cree sin limites, espera sin limites, aguanta sin limites".

Amar es una cosa seria. Es algo que llena de felicidad, de mucha felicidad, pero que ahora exige esfuerzo, renuncias, conversión... exige ganas y voluntad, con el convencimiento que sólo así la vida merecerá la pena. Y esto, aplicado tanto a la vida de pareja como a la relación con los compañeros de trabajo o los vecinos como en todo lo que afecta a la vida de nuestro (barrio/pueblo), de nuestro país, del mundo entero. Aportar lo mejor de nosotros mismos, superar desencantos, pensar bien de los demás, intentar que todo el mundo esté mejor... Incluso, quien ama, cuando le parece que no es correspondido, sigue amando porque sabe que la felicidad -la suya y la de los demás- no se puede obtener de ninguna otra manera.

- Jesús, el mejor ejemplo de lo que es amar

El evangelio de hoy es un magnifico ejemplo de todo esto. Jesús siempre es un magnifico ejemplo. Hoy hemos escuchado cómo en su pueblo, en Nazaret, no lo quisieron escuchar, no le hicieron caso, y piensan que todo lo que predica no es verdad. Ellos lo conocen desde que era niño, y no quieren aceptar que uno que es como ellos, sea capaz de renovar las conciencias, de crear ilusión y confianza, de curar los cuerpos y los corazones, de abrir caminos nuevos y esperanzas nuevas. Y cuando él les quiere sacudir el alma y hacerles ver su cerrazón ante los demás, se enfadan tanto que quieren matarlo.

Realmente, lo que le pasó a Jesús en su pueblo es casi como un resumen de lo que le pasará a lo largo de toda su predicación. Él curará enfermos y levantará corazones abatidos, y llamará a vivir el amor de Dios que es Padre, y muchos lo seguirán y se entusiasmarán. Pero, al mismo tiempo, muchos otros lo mirarán mal, y no aceptarán que un hombre igual que ellos pueda hacer y decir todo aquello, y lo combatirán, y lo conducirán, incluso, hasta la cruz.

Ciertamente, no hay mejor ejemplo que éste, de lo que quiere decir amar. Porque Jesús habría podido decidir, ante las dificultades, regresar a su casa y dedicarse a labores más tranquilas. Pero él amaba, y por tanto hacía lo que decía san Pablo en la segunda lectura: actuaba con bondad, sin egoísmo, y sobre todo, era capaz de creer sin limites, de esperar sin limites, de aguantar sin limites. Todo para llevar a la gente la Buena Noticia de Dios.

Ahora cuando dentro de unos momentos recibamos el Cuerpo de Cristo que es su misma vida, el memorial de su entrega, el resultado final de su amor, haremos bien en pedirle que nos enseñe a amar como él, en todas las situaciones de nuestra vida.

EQUIPO-MD
MISA DOMINICAL 1998, 2, 23-24


19.

Dios en su infinita misericordia y en su designio insondable escoge a hombres y mujeres para adelantar sus proyectos. Por pura gracia toma de entre el pueblo a personas que sin ser poderosos y sin tener dotes de sabios, le sirven para anunciar sus mensajes a la humanidad. El servicio al que Dios ha invitado a sus escogidos es: el anuncio de la vida y de la salvación al pueblo judío pero también a todos los pueblos de la tierra, a toda la humanidad.

En el Antiguo Testamento, el Señor llamó a muchas personas que en el momento del llamado todo lo veían difícil y se sentían incapaces de realizar la misión encomendada por Dios. Dios se compromete a acompañarlos y guiarlos para la buena marcha del ministerio asignado.

Dios ha escogido a Jeremías desde antes de su concepción. Desde antes de estar en el vientre de su madre. Esto da muestra clara de que Dios no se fija en el color, en la estatura, ni en los dotes de poder o de grandeza, sino que por pura misericordia llama a quien quiere para que sea su profeta delante de los pueblos.

El ministerio profético es bastante exigente, como cualquier ministerio que se realice. Y más en el tiempo en que predica Jeremías. Su predicación surge entre los reyes: Josías, Yoyaquín y Sedecías, y bajo este último cae Jerusalén, el Templo es destruido y ocurre la deportación a Babilonia. Transcurre el año 587 a.c. Jeremías siente temor, porque sabía que enfrentarse a los hombres de su tiempo en el momento histórico que vivían, era arriesgarse a la muerte. Pero Dios le promete su compañía y su fuerza para que anuncie con valentía el mensaje encargado por él. Frente a la invitación de Dios, Jeremías ve como salida más próxima el negarse a aceptar el llamado, pero Dios es muy claro, y en medio de la libertad que concede al ser humano, sabe colocar sus reglas de juego. Parecería que Dios no le diera otra posibilidad a Jeremías: "No desmayes ante ellos, y no te haré desmayar delante de ellos" (Jer 1, 17). Pero Dios sabe que es necesario que una voz con urgencia proclame a su pueblo la inminente destrucción, y le ayude a mantener la esperanza.

En el Nuevo Testamento también Dios llamó a mujeres y a hombres para la tarea de la propagación del Reino de Dios. El apóstol Pablo es escogido sin mérito propio, es escogido por pura misericordia de Dios. Después de ser uno de los más grandes perseguidores del cristianismo Dios mismo lo llama y lo invita para que anuncie a todos los pueblos el gran misterio de Dios manifestado en Jesucristo la verdadera esperanza de la humanidad. Pablo reconoce que no es por sus dotes, ni por su influencia que Dios lo ha escogido para ser apóstol de los gentiles, sino que Dios en le tiempo oportuno le ha asignado una misión que el tendrá que cumplir con amor.

El ministerio que Pablo ahora realiza, está basado en la "nueva Ley" cristiana: el amor. Nadie puede anunciar a Dios en su Hijo Jesucristo, si no tiene amor, ya que Jesús es la encarnación misma del amor en medio de la humanidad. Todos los dones y carismas son transitorios, y el amor es el único que nos puede llevar a conocer al Padre, ya que Jesucristo nos lo reveló con amor y por puro amor. El amor ahora es el acompañante del apóstol en sus tareas. El temor del profeta del Antiguo Testamento es superado por el apóstol cristiano gracias a la fuerza que le da el amor para emprender su ministerio.

La lectura del evangelio de este día no podemos separarla de la presencia de Jesús en la sinagoga de Nazaret, donde proclama su ministerio mesiánico. Este ministerio de Jesús no es un nacionalismo fanático, ni simplemente una reforma religiosa del judaísmo. Su ministerio no está enmarcado por los límites geográficos y políticos, sino que trae una propuesta que puede ser aceptada por hombres y mujeres de cualquier nacionalidad, o cultura.

Jesús tiene el respaldo de Dios como Jeremías en el antiguo Testamento, y tiene también tiene la fuerza del amor verdadero, lo que comprendió Pablo que era necesario para la misión. Pero Jesús es el Dios hecho hombre, el Dios encarnado que con valentía asumió la causa de la humanidad. El amor puro, la verdad sublime, el camino definitivo para que todos sin excepción caminemos al encuentro del Padre, ya sin distinción alguna.

Jesús asumió su misión con valentía sabiendo que el camino de la muerte era el más seguro, ya que el estar del lado de Dios es estar a favor de la vida y no de la muerte que imperaba en su tiempo. Jesús comprendió que el Padre en su designio amoroso lo acompañaría mientras duraba su ministerio en la tierra, por eso asumió con radicalidad lo que le habían encomendado y anunciando con su vida y con su palabra la inminente llegada del Reino de Dios a la humanidad.

Oración comunitaria:

Oh Dios, Amor total, que te has manifestado plenamente en Jesús de Nazaret, y nos has llamado a vivir la plenitud del amor; te rogamos elimines de nuestras vidas todo aquello que nos estorba para caminar día a día hacia el amor gratuito y total que eres Tú mismo. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo...

Para la oración de los fieles:

-Para que no caigamos en la tentación de pensar que Dios es propiedad nuestra, roguemos al Señor...

-Para que sepamos reconocer en la práctica que el Espíritu de Dios actúa donde quiere y como quiere...

-Por todos los jóvenes que buscan sinceramente su vocación, para que encuentren la voluntad de Dios sobre sus vidas...

-Para que, conscientes de la voluntad de Dios sobre nuestras vidas, encontremos la felicidad plena realizando cada uno de nosotros nuestra vocación...

-Para que pongamos siempre el amor por encima de toda otra ley...

-Por nuestros hogares, para que seamos capaces de vivir en ellos la plenitud del amor gratuito que se entrega plenamente y sin pasar factura...

-Para hoy también se cumpla en nosotros la Escritura que Jesús vio cumplida en la sinagoga de Nazaret...

Para la reunión de grupo:

-¿Cuál es en resumen la afirmación teológica más fuerte del "himno al amor"? [2ª lectura]

-¿Por qué los vecinos de Nazaret no creen en Jesús cuando vuelve a su pueblo? ¿Será una actitud que hoy día también se da? ¿En qué ocasiones, cómo?

-Jesús habla con naturalidad de la acción de Dios en la viuda de Sarepta y en Naamán el sirio, con preferencia sobre las viudas y los leprosos de Israel. ¿Qué indica esta forma de hablar?

Para la revisión de vida

-[1ª lectura] ¿Vivo conscientemente mi vocación? ¿Me siento puesto en el lugar donde Dios me quiere? ¿Me siento llamado, como Jeremías, desde el seno de mi madre?

-[2ª lectura: el himno al amor] Examinaré mi vida literalmente sobre cada una de las afirmaciones que Pablo hace sobre el amor, confrontándome con mi amor.

-[3ª lectura: ningún profeta es bien recibido en su tierra] ¿Estoy demasiado pendiente de la aceptación de los demás? ¿Me atrevo a decir lo que pienso y lo que debo, o callo por miedo, comodidad o pereza? ¿Creo que Dios actúa más allá de las fronteras de las distintas religiones?

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO


20.

NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA

1. Amargamente manifestaba Teresa de Jesús al Señor: "Parece que pretenden destruir la Obra". Le dijo el Señor: "Eso quieren, pero no lo conseguirán". Es lo mismo que le había dicho a Jeremías: "Lucharán contra tí, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte" Jeremías 1, 4. ¡Qué hermosa experiencia de intimidad y presencia de lo divino en lo humano!

De no haber sido porque Dios le llamara, Jeremías no se habría presentado voluntario, como lo hizo Isaías. Pero ha sido escogido antes de que fuera formado en el vientre, y consagrado profeta, antes de que saliera del seno materno. Es un hombre discutido, un profeta asediado, toda su vida será un suplicio, hasta el punto de haber anticipado al Siervo Doliente de Yavé. Es una persona profética que adelanta y hace presente a Jesús, como Siervo de Yavé, a quien hoy vemos a punto de ser despeñado desde un monte de su pueblo, Nazaret.

2. Pero tanto Jeremías como Jesús, han sido enviados a anunciar la palabra, y la palabra no está atada. La palabra arde en el pecho como un ascua hecha llama. No puede ser acallada. La palabra y las obras, porque sus obras escritas, aunque nos transmiten verdades teológicas, han sido vividas antes por el profeta. La intensidad de sus palabras, pronunciadas con gran lirismo y con emotividad de poeta, que vive y comunica, tienen como origen su inmersión en el mensaje que proclama, y la solidaridad con su pueblo doliente. Fracaso tras fracaso, frustrada su vida e inutilizado y destruido todo lo que ha emprendido, llega a clamar desgarradamente, como Job: "Maldito el día en que nací". Y antes ha confesado que ha sido violado por el Señor: "Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir". ¡Misterio de la voluntad de Dios y la voluntad libre del hombre! Quiso callar y no pudo. "Hacía esfuerzos por contener la palabra y no podía; la sentía dentro como fuego ardiente encerrado entre los huesos".

3. Como el hombre acosado que sufre horrorosamente, se enmaraña en la dialéctica, no le funciona la razón, se deja arrastrar por el corazón e incurre en contradicciones alternativas, tratando de consolarse a sí mismo: "Pero el Señor está conmigo como fiero soldado, mis perseguidores tropezarán y no me podrán". Para, a continuación, clamar desesperadamente: "¿Por qué salí del vientre para pasar trabajos y penas y acabar mis días derrotado?". Y a pesar de todas sus contradicciones interiores, sigue y persevera predicando.

4. Es difícil y duro ser profeta. Por eso son tan pocos los que toman en serio su Bautismo, que nos ha configurado profetas con Cristo profeta. Como comentario a mis obras sobre San Juan de la Cruz y Santa Teresa, dijo una persona a mi hermana: "Dígale a su hermano, que lo haga un poco más dulcecito". ¿No será que se ha confundido la misión de profeta, con la profesión de confitero? Se habla y se planea mucho sobre los temas que de alguna manera se relacionan con Dios. Se planean pantanos y canales de conducción del agua, pero no hay agua. Evidentemente es mejor hacer afluir manantiales, que diseñar pantanos. Los primeros cristianos no atrajeron al mundo pagano con muchos documentos y planificaciones pastorales, sino con el testimonio de sus vidas. Se inquietan porque la gente ha huído de la Iglesia. Porque la sociedad está sumergida en el materialismo, en el secularismo, pero si aparece algún zahorí, acreditado en descubrir alguna corriente subterránea, se le aparca en el ostracismo, para que no haga sombra a nadie. Cuentan que Cristóbal Balenciaga eligía a maniquíes feas para que sus caras no compitieran con sus vestidos. Se oyen pocas confesiones de profetas estilo Jeremías. Y sobre todo, se escriben pocas confesiones a lo San Agustín, porque no se recibe la lucidez para comprender que la atracción del mundo hacia Dios la ejerce el mismo Dios por Jesucristo, desde el ministerio de un hombre que viva en plena y total intimidad con Dios. Sólo así, se tienen fuerzas para ceñirse los lomos y enfrentarse sin miedo a los poderes de este mundo. Sólo con la seguridad de "que yo estoy contigo para librarte".

5. El salmista "anunciará la salvación" porque se acoge al Señor y porque sabe que no será derrotado nunca" Salmo 70.

6. Aunque no todos se han opuesto a Jesús en Israel, ahí están los Apóstoles y la primera comunidad de Jerusalén, base primera de la Iglesia, fracasa en su pueblo que se escandaliza de él y le rechaza. Le quisieron sus paisanos despeñar en Nazaret, porque no quiso allí hacer milagros como en Cafarnaúm, y porque les echó en cara que Elías fue enviado a que le socorriera una viuda de Sión, la ciudad pagana, cuando en Israel había muchas viudas, y que Eliseo curó a Naamán, el sirio, y no curó a los leprosos de Israel.

7 Entonces, como ahora, la falta de fe, impedía la acción de Dios. Por antipatriota, y por su origen humilde: "¿No es éste el hijo de José?", ¿qué se ha creído?, me recuerdan a la mujer rezadora, que no quería rezarle a San Roque, porque lo había conocido ciruelo, lo empujaron fuera del pueblo con intención de despeñarlo. Esperaban un Mesías en forma externa esplendorosa, desconcertante. Porque querían milagros, como Satanás en el desierto, se escandalizan de Jesús. Jesús, como los profetas Elías y Eliseo, no encontró fe en su pueblo, y como ellos que se fueron a ofrecer la salvación a los extranjeros de Sarepta y Sidón y a Naamán de Siria, "se abrió paso entre ellos y se alejaba". "Timeo Jesum transeuntem", escribe San Agustín. Temo a Jesús, su gracia, su palabra, su oportunidad de salvación, que se aleja. "Ningún profeta es bien mirado en su tierra" Lucas 4, 21.

8 Conviene que examinemos el contenido de nuestra fe en Dios que se ha revelado en un hombre como nosotros. ¿No queremos basar nuestra fe en milagros aparatosos? ¿Nos negamos a aceptar el único milagro de Jesús que es su palabra, el signo de su vida, el testimonio de su muerte y resurrección?

9 Ahora mismo nos está hablando y podemos taparle la boca. O podemos pasar la página, buscando que nos adormezcan con un caramelito. "Anuncia la palabra, insiste en toda ocasión oportuna e inoportuna... Vendrá un día en que no se soportará la sana doctrina". "Cuando la verdadera doctrina es impopular, no es lícito buscar una fácil popularidad", dice Juan Pablo II en su libro-entrevista Cruzando el umbral de la esperanza, pag 176.

10 Pero también podemos acoger y debemos, la palabra que cura y transforma, que causa en nosotros, con la eucaristía que vamos a hacer y a comer, la fidelidad de una vida entregada al reino sin condiciones con el ejercicio "del amor comprensivo, servicial, sin envidia, sin jactancia, que disculpa sin límites, espera sin límites y aguanta sin límites" 1 Corintios 12,31. Sin límites... ya que el amor es como un niño recién nacido que sólo cuando llora se sabe que está vivo, y la tendencia es huir de él cuando empieza a llorar o cuando hace llorar.

J. MARTI-BALLESTER


21. COMENTARIO 1

EL DIOS DE JESUS

Nadie es profeta en su tierra. La frase se la debemos al evangelio. La experiencia la padeció Jesús en Nazaret, entre sus paisanos, en la sinagoga.

Tras proclamar, de parte de Dios, una amnistía para todos los pueblos de la tierra (Lc 4,14-19), Jesús dio por inaugu­rado «el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo de­volvió al sacristán y se sentó» (Lc 4,21ss). Los libros, por entonces, tenían un formato particular: se componían de pie­zas de papiro, cosidas una a continuación de otra, de manera que, una vez fijados sus dos extremos en sendos palos o cilin­dros, pudieran enrollarse en torno a los mismos. El lector lia­ba o desliaba el rollo de papiro, haciendo girar los cilindros hasta encontrar el texto deseado.

«Hoy, en vuestra presencia, se ha cumplido este pasaje», apostilló el maestro ante una nutrida concurrencia de paisa­nos y conocidos. Según Jesús, la era del desquite de Dios, de un Dios pintado como vengativo, había terminado.

Pero la autoridad que aquel Maestro se había arrogado, queriendo cambiar incluso la imagen de Dios que tenían los judíos, llenó de furia a sus paisanos: «Todos se declaraban en contra, extrañados de que mencionase sólo las palabras sobre la gracia.» Por eso apelaron a sus humildes orígenes: «Pero ¿no es éste el hijo de José? » -se preguntaban asom­brados-. ¿Quién se ha creído que es? ¿Va a venir éste a dar­nos lecciones...?

«Jesús les dijo: Supongo que me diréis lo del proverbio aquél: 'Médico, cúrate a ti mismo'; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.»

Ante la evidencia, piden pruebas. Pero Jesús no se las da. Sólo les invita a recordar el comportamiento de su Dios en el Antiguo Testamento: «Os aseguro -añadió- que a ningún profeta lo aceptan en su tierra. Además, no os quepa duda de que en tiempos de Elías, cuando no llovió en tres años y me­dio y hubo una gran hambre en todo el país, había muchas viudas en Israel; y, sin embargo, a ninguna de ellas enviaron a Elías; lo enviaron a una viuda de Sarepta en el territorio de Sidón. Y en tiempo del profeta Eliseo había muchos lepro­sos en Israel y, sin embargo, a ninguno de ellos curó; sólo a Naamán el sirio.» Dicho de otro modo: el Dios de Israel, aquel Dios que creían los judíos tener en monopolio, era pa­trimonio también de gentes de otra raza, tierra o religión. Prueba de ello era su comportamiento benéfico para con una pobre viuda de Sidón o un leproso de Siria, ambos extranje­ros. La viuda había perdido a su hijo, y el profeta Elías se lo devolvió vivo (1 Re 17,1ss); Naamán fue limpiado de su le­pra por el profeta Eliseo tras bañarse siete veces en las aguas del río Jordán (2 Re 5,1ss).

Las palabras de Jesús no agradaron a sus oyentes, que se habían hecho un Dios a su imagen y semejanza. Por eso tra­taron de arreglar el conflicto por la vía rápida: «Al oír esto todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del cerro donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejó.»

Aquel día, en Nazaret, en su propio pueblo, comenzó la pasión de Jesús. Sus mismos paisanos lo sentenciaron a muer­te. Por aquella vez, «Jesús se abrió paso entre ellos y se alejó», si bien no sabemos cómo. Dos o tres años después, el pueblo entero lo empujaría fuera de la ciudad, lo subiría a un monte y lo asesinaría colgándolo de un madero. Desde el día en que habló en Nazaret se veía venir tan trágico final.

Nosotros creemos que no acabó todo con la muerte de aquel hombre: Jesús se abrió paso entre la muerte y se fue con Dios: un Dios que no sabe de venganza, que sólo entiende de amor y perdón; el Dios de Jesús, nuestro Dios.



22. COMENTARIO 2

SIN EXCLUSIVISMOS

El proyecto de Jesús encontró muy pronto oposición, especialmente en los que pretendían poseer a Dios en exclusiva. Pero Jesús no se arrugó ante las dificultades y, anunciando un Dios que es amor y gracia para todos, empezó a realizar su programa: construir un mundo de hermanos en el que todos los hombres pudieran encontrarse, como dice Pablo, en un camino excepcio­nal: la práctica del amor.



EL PUEBLO ELEGIDO

El pueblo de Israel había nacido como tal pueblo gracias a una intervención liberadora de Dios: era un pueblo de esclavos, sin esperanza, hasta que Dios les abrió los ojos por medio de Moisés, que les hizo tomar conciencia de su situa­ción y les abrió el camino de la libertad. Transcurrió el tiempo y en aquel pueblo hubo quien se encargó de volver a cerrar los ojos de los pobres, a veces con la misma religión, para que no se dieran cuenta de las causas de su pobreza, y los pobres fueron perdiendo poco a poco, dentro y fuera de las cárceles, su libertad (véanse, por ejemplo, Os 4,1-9; Am 2,6; 7,10-13). La misma sinagoga, en donde se debería haber recor­dado constantemente la actividad liberadora de Dios, se convirtió en venda, en cárcel, en mazmorra, y por las sinagogas comienza Jesús a realizar su tarea: continuar la actividad libe­radora de Dios para que el hombre pudiera lograrse plena­mente.

La sinagoga, la religión en cuanto tal, debería haberse constituido en la conciencia del pueblo de Israel, por un lado, para evitar que se reprodujeran en éste las relaciones de do­minio y sometimiento que habían sufrido en Egipto y que habían sido superadas gracias a la intervención liberadora de Dios, y por otro lado, y supuesto lo anterior, para que Israel realizara plenamente su vocación de iluminar la realidad de los demás pueblos presentando su modo de vivir como lo que Dios quería que fuera la vida de los hombres. De hecho, los profetas habían concebido la realidad de Israel como pueblo elegido, como la meta a la que un día llegarían todos los pueblos (Is 2,2-5; 60,1-9; Miq 4,1-3; Sal 87).



NACIONALISMO EXCLUSIVISTA

Israel no fue capaz de realizar en ninguno de estos aspectos su vocación. Al contrario, la injusticia y la opresión fueron práctica habitual entre los dirigentes del pueblo, como denun­cian constantemente los profetas (véanse Jr 23; Ez 34; Am 4,1; 5,7-13). Y la religión fue utilizada más como un instru­mento de dominio de los poderosos que como conciencia crítica de la realidad social.

Uno de los elementos que los dirigentes judíos usaron para mantener dominado al pueblo fue convertir en naciona­lismo vacío y excluyente la alegría de haber sido elegidos por Dios y llevados por El a la libertad; insistiendo en que Israel era el mejor, el más grande, incluso el más santo de todos los pueblos, distraían a la gente de sus auténticos problemas, y atizando el odio hacia los de fuera, conseguían que el pueblo no fijara su atención en lo que estaba sucediendo dentro del mismo.



TODO FAVOR, SOLO FAVOR

Todos se declaraban en contra, extrañados del discurso sobre la gracia que salía de sus labios, y decían:

-¿No es éste el hijo de José?



La supresión de la frase «el día de la venganza de nuestro Dios» sonó mal en un ambiente de estas características, pues esa frase se explicaba diciendo que con ella el profeta anun­ciaba que un día Dios se vengaría de los enemigos de Israel; ésa sería una de las principales tareas del Mesías, el cual, tras conquistar el poder en Jerusalén, expulsaría de la tierra de Israel a los invasores extranjeros -los romanos en tiempos de Jesús- y extendería el poder, el dominio y el prestigio de la nación israelita por encima incluso de la grandeza que tuvo en tiempos del legendario rey David. Esta ideología estaba muy arraigada en Galilea, la región en la que estaba Nazaret, y posiblemente en la familia de Jesús (por eso la extrañeza «Pero ¿no es éste el hijo de José?»). Esta es la razón por la que los paisanos de Jesús rechazan su propuesta: es ésta la decepción de los que esperaban un Mesías nacionalista (véase comentario anterior). No podían concebir un Dios que sólo ofrece favor, gracia, a todos; no podían aceptar un Dios que no amenaza con venganza, sino que propone la reconciliación.



NO ERA LA PRIMERA VEZ

Os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su tierra. Pero no os quepa duda de que en tiempo de Elías... había muchas viudas en Israel y, sin embargo, a ninguna de ellas enviaron a Elías, pero sí a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y en tiempo del profeta Eliseo había muchos leprosos en Israel y, sin embargo, ninguno de ellos quedó limpio, pero sí Naamán el sirio.



Jesús recuerda a sus paisanos que, con su propia historia en la mano, no tienen derecho a adoptar una postura que excluya a los demás hombres del favor de Dios: la viuda de Sarepta y Naamán, el sirio, eran dos ejemplos recogidos de los libros sagrados (1 Re 17,7-24; 2 Re 5,1-19) de Israel en los que se pone de manifiesto cómo Dios se preocupa de los hombres sin tener en cuenta su raza, su nacionalidad y ni siquiera su religión. Pero está tan fuertemente arraigada aque­lla mentalidad que, convertida en fanatismo, provoca en los nazarenos el deseo asesino de despeñar a Jesús: «se pusieron furiosos y... lo condujeron hasta un barranco... para despeñarlo». Fue la primera amenaza de muerte. Pero la tarea era inaplazable. Por eso Jesús «se abrió paso entre ellos y empren­dió el camino».



23. COMENTARIO 3

vv. 4, 21-30 Jesús proclama que la profecía se acaba de cumplir en su persona (4,21: «Hoy ha quedado cumplido este pasaje ante vosotros que lo habéis escuchado») y centra su homilía en la inauguración del Año Santo por excelencia, «El año favorable del Señor», pero omite cualquier referencia al desquite / castigo contra el Imperio romano opresor. De ahí que «todos estaban extrañados de que mencionase tan sólo las palabras sobre la gracia» (4,22a).

Los traductores y los comentaristas de Lucas andan de cabeza acerca de la interpretación de la expresión griega lucana, a causa su ambivalencia. En efecto, el verbo «dar testimonio», se puede construir, en griego, de dos maneras, con dativo favorable o desfavorable. Generalmente se interpreta que «todos daban testimonio a su favor», cuando aquí lo que es más propio es el sentido opuesto: «Todos se declaraban en contra, extrañados de que mencionase tan sólo las palabras sobre la gracia.» La frase despectiva con que lo apostrofan a continuación lo confirma:

«Pero ¿no es éste el hijo de José?» (4,22b), el hijo del Pantera, apodo de la familia de Jesús (según antiguos documentos rabíni­cos y cristianos).

Con esta manera de hablar, rehuyendo hacer suyos los ideales político-religiosos del pueblo, obligado a pagar enormes impues­tos de guerra y sometido al vasallaje de las tropas de ocupación, no se parece en nada -dicen- a su padre ni continúa la tradi­ción de los Pantera. El rechazo de que es objeto en su «patria» presagia el rechazo de que será objeto en Israel. Lucas lo anticipa, como anticipa también la futura extensión del programa mesiá­nico de Jesús a todas las naciones paganas: «Os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su tierra» (4,24). Las dos analogías, la de la «viuda de Sarepta» y la de «Naamán el sirio», ambos extranjeros, que les echa en cara (4,25-27; cf. 1Re 1-16 y 2Re 5,1-14), dejan entrever que el alcance de la misión no se circuns­cribirá sólo a Israel.

El fanatismo religioso de sus compatriotas no se contenta con recriminarle su falta de compromiso político: «Mientras oían aquello, todos en la sinagoga se fueron llenando de cólera y, levantándose, lo expulsaron fuera de la ciudad y lo empujaron hasta un barranco del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con la intención de despeñarlo» (4,28-29). De hecho, al final de su vida, lo sacarán «fuera» de la ciudad de Jerusalén y lo ejecutarán como si fuese un zelota más, crucificándolo en medio de dos malhechores, y, para más inri, en la inscripción de la cruz se lo reprocharon de nuevo, echándole en cara, esta vez, que se haya autoconstituido «rey de los judíos», Mesías de Israel. Sea como sea, conseguirán hacerlo callar de momento, porque su mensaje estorba a unos y a otros. Al fin, todos se pondrán de acuerdo contra él. Ya se veía venir... desde el prin­cipio.

Pero Jesús, abriéndose paso entre ellos, emprendió el cami­no» (4,30). Con todo, nunca podrán ahogar su clamor universa­lista: su persona y su mensaje continuarán influyendo en la his­toria, encarnándose en hombres y mujeres que, fieles a su com­promiso, se alejarán de todo sistema de poder e irán creando pequeños oasis de solidaridad y de fraternidad.



24. COMENTARIO 4

El texto evangélico que nos propone la liturgia hoy, está en estrecha relación con el anuncio de la misión de Jesús que leímos y reflexionamos el domingo pasado. Jesús anuncia que "hoy" se cumple la Escritura por él proclamada. Este "hoy" que Jesús expresa hace relación al tiempo mesiánico, inaugurado con su vida y con su ministerio salvífico en medio de su pueblo.

El evangelio de Lucas une la vida y misión de Jesús a la tradición veterotestamentaria, y quiere ratificar el ministerio de Jesús con la profecía del Antiguo Testamento. El mesianismo de Jesús está en consonancia con toda la tradición mesiánica del pueblo de Israel. El mesianismo de Jesús no es un simple calor nacionalista, ni se convierte en una reforma religiosa. El ministerio de Jesús rompe con los límites geográficos y políticos de su época y encarna una propuesta más universal, una propuesta donde tienen cabida todos los hombres y mujeres que quieran configurarse en el proyecto de liberación anunciado por él.

Jesús Mesías tiene el respaldo del Dios creador y liberador del Antiguo Testamento. Él, como enviado, tiene la impronta del Padre y eso le da la autoridad necesaria para no sólo proclamar, sino vivir con toda radicalidad la experiencia nueva de sociedad que está proponiendo. Dios es el que acompaña y legitima la obra mesiánica de Jesús. El poder político y religioso le pondrá las trabas más fuertes a su ministerio, pero él, que se sentía respaldado por el Padre, sabía que no puede negarse al compromiso adquirido en libertad, y que tiene que luchar contra todo y contra todos para poder instaurar en medio de este mundo desequilibrado y deshumanizado el Reinado o soberanía de Dios.

Jesús de Nazaret es la encarnación de Dios en esta historia humana. Él sabe que la tarea no es fácil; sabe que lo novedoso como proyecto de justicia siempre será criminal para los que sustentan la injusticia y el desequilibrio en el mundo. Frente a toda la realidad de injusticia y de muerte impuesta por los líderes de su momento, Jesús también sabrá sortear a ésos que con su poder y su fuerza quieren aniquilarle y destruir su propuesta de humanización.

Lo grande de la encarnación de Dios a través de la Jesús es que en él Dios supo asumir toda la realidad humana. Sólo a través de la humanidad radical que Jesús asumió y vivió pudo hacer posible el acceso al Padre Dios, sin ninguna distinción de raza, de cultura, de idioma, aún sin ninguna distinción de religión.

Jesús con valentía asumió el proyecto y lo asumió hasta el punto de llegar a las consecuencias de la defensa de ese mismo proyecto. La cruz es la forma más radical como Jesús ratificó con su propia vida lo que él creía que era necesario para humanizar la creación, obra de Dios. Supo mantenerse fiel a su convicción de la inminente llegada del Reinado de Dios a esta historia humana. Por eso, frente al conflicto de los poderosos, supo enfrentar con radicalidad lo que el Padre le había encomendado. Toda su vida fue una constante lucha para que la obra del Padre se hiciera realidad en medio de esta historia humana.

Nosotros también tenemos una tarea muy importante hoy. Tenemos que hacer posible el Reinado de Dios en medio de nuestro pueblo, en medio de nuestras comunidades, en medio de nuestras Iglesias. El Reinado de Dios aún necesita personas que como Jesús lleguen a comprometerse en radicalidad, a experimentarlo, a proclamarlo y impulsarlo en medio de nuestro mundo. Pongámonos la mano en el corazón y confesemos si hemos aportado un granito de nuestra vida para que el Reinado de Dios se extienda en medio de la injusta sociedad en la que vivimos. Si no lo hemos hecho, ¿cuándo pensamos comenzar?

COMENTARIOS

1. Jesús Peláez, La otra lectura de los evangelios II, Ciclo C, Ediciones El Almendro, Córdoba

2. R. J. García Avilés, Llamados a ser libres, "Para que seáis hijos". Ciclo C. Ediciones El Almendro, Córdoba 1991

3. J. Mateos, Nuevo Testamento (Notas al evangelio de Juan). Ediciones Cristiandad Madrid.

4. Diario Bíblico. Cicla (Confederación internacional Claretiana de Latinoamérica).