SAN AGUSTÍN COMENTA LA 2ª LECTURA

1 Cor 12,31-13,13: Orad, predicad, amad: poderoso es el Señor

El fruto del olivo significa la caridad. ¿Cómo se prueba? No hay líquido que aprisione el aceite. El aceite se escabulle de entre ellos hasta salir fuera y colocarse sobre todos. Así es la caridad. No puede quedar aprisionada abajo; siempre se eleva sobre lo más alto. De ella dice el Apóstol: Os voy a mostrar un camino todavía más excelente (1 Cor 12,31). Al hablar de aceite se dijo que se sitúa por encima de todos los líquidos. ¿Se duda de que el Apóstol se refiere a la caridad cuando dice: Os voy a mostrar un camino más excelente? Atención a lo que sigue: Aun cuando hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como un metal que suena o un címbalo que retiñe (1 Cor 13,1). Ven ahora, Donato, y grita que eres elocuente. Anda, Donato, vocea, ya que eres un doctor. ¿Cuánta es tu elocuencia? ¿Cuánta tu sabiduría? ¿Hablas, por ventura, las lenguas de los ángeles? Pues aunque las hables, si no tienes caridad, mis oídos no oyen sino metales que suenan y címbalos que retiñen. Busco algo más sólido. ¡Ojalá encuentre frutos en las hojas, no sólo palabras!

Dirás, sin duda, que tienes un sacramento. Dices verdad. El sacramento es cosa divina. Tienes el bautismo, lo confieso. Pero, ¿sabes qué dice el mismo Apóstol? Aunque conozca todos los misterios, y posea el don de profecía, y tenga tanta fe que traslade las montañas -lo último lo dijo para que no digas que basta tener fe-... ¿Sabes lo que dice Santiago? También los demonios creen, pero tiemblan (Sant 2,19). Gran cosa es la fe, pero no aprovecha sin la caridad.. Los demonios confesaban a Cristo. Era la fe, no el amor, lo que les obligaba a decir: ¿Qué hay entre ti y nosotros? (Me 1,24). Tenían fe, pero no amor. Por eso eran demonios. No te gloríes de la fe, tú que todavía eres comparable a los demonios. No digas a Cristo: ¿Qué hay entre tú y yo? La unidad de Cristo te habla: Ven, conoce la paz, vuelve al corazón de la paloma. Estás bautizado fuera, sí; pero lleva fruto y ya estás de vuelta en el arca.

Sigues diciendo todavía: «¿Por qué nos buscáis si somos malos?». Para que seáis buenos. Os buscamos porque sois malos; si no fuerais malos ya se hubiera dado con vosotros, no andaríamos en vuestra búsqueda. Al bueno ya le encontramos; es al malo a quien hemos de buscar. Por eso os buscamos: volved ya al arca. «Pero si ya tengo el bautismo». Aunque penetrara todos los misterios y tuviera el don de profecía y tanta fe que trasladara las montañas, si no tengo caridad, nada soy...

«Pero ¿qué es lo que dices? ¿No ves las muchas persecuciones de que somos víctimas?». -«Pero eso no lo sufrís por Cristo, sino por vuestros honores». Atentos a lo que sigue. A veces se jactan de que hacen muchas limosnas, de que dan a los pobres y de que sufren persecuciones; pero por Donato, no por Cristo. Mira por quién sufres. Porque si sufres por Donato, sufres por uno que es orgulloso; no perteneces a la paloma si sufres por Donato. Él no era amigo del esposo; si lo fuera buscaría su gloria, no la propia personal. Oye al amigo del esposo que dice: Éste es el que bautiza (Jn 1,33). No es amigo del esposo aquel por quien padeces. No tiene el vestido nupcial. Si te presentas al banquete se te expulsará de él. Mejor dicho, ya estás fuera y por eso eres un miserable. Vuelve ya, por fin, no te engrías.

Oye lo que dice el Apóstol: Aunque diera todos mis bienes a los pobres y entregase mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad... He aquí lo que te falta. Si entregara -dice- mi cuerpo a las llamas, pero por el nombre de Cristo. Hay muchos que lo hacen por jactancia, no por caridad; por eso dice: aunque entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad de nada me aprovecha (1 Cor 13,3). Por amor lo hicieron los mártires que sufrieron en tiempo de las persecuciones; por amor, sí. Éstos lo hacen por hinchazón y soberbia, porque, si faltan perseguidores, se dan muerte a si mismos 1. «Ven, pues; ten caridad». -«También nosotros tenemos mártires»-. «¿Qué mártires? No son palomas; por eso, al intentar alzar el vuelo, se estrellaron contra la roca».

Todo esto, hermanos míos, como veis, da voces contra ellos: las páginas divinas, las profecías, el evangelio, los escritos apostólicos y todos los gemidos de la paloma. Y todavía siguen dormidos, todavía no despiertan. Si somos la paloma, gimamos, suframos, esperemos. La misericordia de Dios dará muestras de su presencia, hasta que vuestra sencillez encienda el fuego del Espíritu Santo. Entonces vendrán. No perder la esperanza: orad, predicad, amad: poderoso es el Señor. Ya empiezan a conocer su desvergüenza. Muchos ya se dan cuenta; muchos se ruborizan ya. La presencia de Cristo hará que se den cuenta también los demás. Sí, hermanos míos, recoged todo el grano y que allí quede sólo la paja. Todo lo que allí lleva fruto sea traído al arca por la paloma.

Comentarios sobre el evangelio de San Juan 6,20-24

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1. Los circunceliones, grupo de fanáticos armados al servicio de la causa donatista.