27 HOMILÍAS MÁS PARA EL DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO
1-8

1. CR/APOSTOL 

El domingo pasado hemos experimentado lo que es la interpelación de Cristo en nuestra vida diaria. Hoy la Liturgia nos presenta la consecuencia de este encuentro. Porque el que se encuentra con Cristo no puede permanecer indiferente. Recibe una misión, un impulso y un mandato.

El cristiano es un ser tocado de profecía, de entusiasmo, de anuncio y ya no puede estarse quieto. Es verdad que el encuentro se produce en el silencio, en la soledad con el Señor, en el misterio del diálogo con él. Los apóstoles permanecieron con Jesús hasta el caer de la tarde. Supieron así donde habitaba, pero en seguida recibieron el encargo de ser pescadores de hombres.

Planteémonos hoy también, para nuestro tiempo, la interpelación que brota de estar con Jesús "donde Él habita". El que está donde Él habita, es decir, en la comunidad de creyentes, ha de compartirlo todo con sus hermanos; debe, por tanto, visitarlos, celebrar con ellos la fiesta, anunciar el Reino de Dios, proclamar la primavera de la Iglesia, la reconciliación de todas las cosas.

El llamado por el encuentro se ha convertido en "hermano universal" de todos los hombres y debe recorrer las ciudades como Jonás, aunque cueste trabajo, aunque se tenga miedo, aunque se sientan los peligros, aunque tenga el riesgo de no ser siempre bien recibido. Debe anunciar a tiempo y a destiempo la voluntad de Dios. Debe, sobre todo, vivir como signo de contradicción.

Por eso comprenderemos la importancia que han tenido en la vida de los cristianos los viajes. Como vagabundos por toda la tierra han ido marchando los cristianos como signos de contradicción. Y siguen así. Vagabundos de la verdad y de la alegría, marginados muchas veces, pero siempre anclados en la aventura. La Iglesia peregrina, de peripecia en peripecia, marcha siempre acompañada de Aquel que no tenía dónde reclinar la cabeza. Hoy, en nuestro tiempo, el "pescar hombres" es permitir que entren en la red de la fraternidad, en la red del compartir y para ello una actitud excelente es ir a verlos por lejos que estén. Ir a verlos cruzando distancias si la lejanía es física, cruzando y acortando diferencias si la lejanía es mental, social, cultural o religiosa.

Después de estar con Cristo el corazón se ensancha y llega hasta los confines del mundo y comienza una amistad universal que ya en sí misma es un signo de contradicción. Y estos viajes físicos o morales no son ni un turismo ni una vacación, son actos y signos de reconciliación. (...) Este texto nos interpela y nos obliga a abrir el corazón y extender nuestros contactos hasta los confines del mundo. Pero hemos de empezar por los más próximos, por descubrir las distancias que hemos de superar y en las que no habíamos reparado quizás. Para ello, hemos de ser viajeros aun sin movernos físicamente. Porque el "momento es apremiante" y hemos de vivir, ligeros de equipaje, como si no tuviéramos nada, como nos aconseja Pablo, en marcha hacia la fraterna unión de todo y de todos.

Repitámoslo: "el momento es apremiante". Somos interpelados para INVENTAR con imaginación y valor el modo de encuentro, el modo de reconciliación, el modo de nuestro nuevo viajar, el modo de nuestro nuevo modo de ser pescadores dejándolo todo. Sí, todo lo inmediato y mezquino, todo lo reducido y egoísta.

El apremio de nuestro tiempo es saber buscar y descubrir el nuevo modo de la generosidad, de la gratitud, el nuevo modo del arraigo en la aventura, de la seriedad en la alegría, del servicio que no sea limosna, de la imaginación que no sea "ilusión", de la reconciliación que no sea componenda.

CASTRO CARLOS


2. 

Detenido Juan Bta, reducido al silencio y a la mazmorra, comienza Jesús a predicar en Galilea, diciendo: "se ha cumplido el plazo y se acerca el reinado de Dios: Convertíos y creed en la Buena Noticia". La actividad de Jesús enlaza inmediatamente con la de Juan, que es su precursor y el último de los profetas de Israel. Por tanto, Jesús se coloca desde el principio en la línea de los profetas. Sin embargo, es más que un profeta. Juan ya lo había dicho: "El que viene detrás de mí es más fuerte que yo". Y el mismo Jesús no lo ocultará a sus discípulos: "Aquí -les dice- hay algo más que el Templo, más que Salomón, más que Jonás" (Mt 12, 6. 41 y 42).

Pero, ¿qué hay de más en la persona de Jesús, en su vida y en su muerte, en sus palabras y en sus obras? Lo que hay de más es el reinado de Dios que se acerca. Porque Jesús, a diferencia de los profetas, es a la vez el mensaje y el mensajero. En efecto, ningún profeta se había identificado nunca con la palabra de Dios a la que se refiere y a la que sirve, con la palabra de Dios que, a veces a pesar suyo, debe anunciar a los hombres. Por eso los profetas pasan y se suceden unos a otros mientras que la palabra de Dios sigue y permanece. Ahora bien, en Jesús y por Jesús la palabra de Dios se hace carne y planta su tienda en medio de nosotros. De modo que Jesús anuncia lo que trae consigo al mundo, lo que él es en persona: el reinado de Dios que se acerca.

Cumplido el plazo, pasado el tiempo de los profetas, Dios nos envía a su propio Hijo para que en él se haga su voluntad. Y en eso, en el cumplimiento de la voluntad del Padre, consiste el reinado de Dios. De ahí que, en adelante, predicar el reinado de Dios sea predicar a JC. Porque JC, la palabra que se ha hecho carne, es la noticia, la Buena Noticia.

-Convertíos y creed.-Si Dios se acerca a los hombres en JC, si en él y por él llega a nosotros su reinado, lo que debemos hacer es no volverle la espalda y convertirnos a su persona.

CV/QUÉ-ES La conversión cristiana, la conversión al evangelio, es inseparable de la fe en JC, si es que podemos hablar aquí todavía de una distinción. Por eso es mucho más que cambiar de conducta o adherirse a una doctrina. Por eso convertirse significa para los creyentes cambiar de raíz, cambiar la mente y el corazón, y comenzar a vivir desde un nuevo principio, que es Cristo, que es la Palabra que habita en nosotros. De modo que, como dice Pablo, Cristo viva en nosotros: "Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo el que vive en mí". Los discípulos que escuchan y siguen a Cristo no participan sólo de sus pensamientos, sino que se incorporan a él y a su causa, viven en Cristo -en el espacio donde se cumple la voluntad del Padre- y entran en la dinámica del reinado de Dios que se acerca a los hombres. Y si Cristo vive para los demás, y si él es la Buena Noticia para los pobres, así también los que viven en Cristo y desde Cristo. La conversión al evangelio es también, en este sentido, una conversión a los destinatarios del evangelio.

Nada hay tan urgente y apremiante como esa conversión, pues el reinado de Dios que se acerca en Jc no admite demora. Juan y Santiago, los hijos del Zabedeo, cuando escuchan la llamada de Jesús, abandonan a su padre y dejan las redes y la barca, en plena faena, para seguirle.

VIDA CRISTIANA (EV/ABSOLUTO).-La existencia cristiana.-El que ha descubierto la urgencia y la importancia del Evangelio y se ha convertido al reinado de Dios que se acerca, no puede instalarse ya en este mundo. No puede llorar como si no hubiera consuelo para sus lágrimas, no puede reír como si ya hubiera hallado la felicidad completa, no puede trabajar o negociar como si esto fuera su verdadera vocación y destino... Si llora, si ríe, si negocia... debe hacerlo como si no lo hiciera, "porque la presentación de este mundo se termina".

El adviento de Dios en JC pone coto y medida al mundo y a todo lo que hacemos en él, y así, nos libera de todos los falsos absolutos. El cristiano ha de vivir en este mundo y ocuparse de este mundo, pero con reservas, o si se quiere, con esperanza.

Pablo no quiere decirnos que vivamos en el mundo con la indiferencia y la apatía de los estoicos, sino que pongamos las cosas en su sitio y, por encima de todas, el reinado de Dios que se acerca.

EUCARISTÍA 1983/06


3. 

Jesús proclama la Buena Noticia del Reino de Dios en Galilea. Parece que el lugar desde donde se anuncia el Evangelio, la geografía, en este caso Galilea, tiene su importancia y su intención en Marcos. Galilea, en primer lugar, se distingue bien -si es que no se contrapone- de Judea y de Jerusalén, el lugar sagrado por antonomasia, donde está el templo y las autoridades religiosas de Israel. Pues bien, Jesús escoge a Galilea para empezar a predicar el Reino de Dios. Galilea, por otra parte, es tierra fronteriza, cercana al mundo pagano y, al parecer, algo despreciada por los oficialistas de Jerusalén. En la primera lectura nos encontramos con Jonás, profeta menor, decían antes, que es enviado por Dios a predicar a Nínive, gran ciudad y tierra de paganos. Y es que Dios, también el del Antiguo Testamento, es más grande que lo que piensan ciertas cabezas que se consideran a sí mismas muy religiosas y cumplidoras, y desde luego el mensaje que empieza Jesús es más abierto y universal que lo que cabe en la mentalidad de las autoridades del pueblo de Israel. Este es el sentido de la geografía, y por esto Jesús empieza en Galilea, tierra abierta y fronteriza, que Jesús escoge para su tarea. Sentido universal, mensaje para todos, paganos o ateos.

Es una lección para todo cristiano y para la Iglesia. Así empezó Jesús, así nació el cristianismo, y éste tiene que ser hoy el camino a seguir, si queremos ser Buena Noticia. La Buena Noticia. Hermosa expresión que usa Marcos para decirnos la primera impronta del mensaje de Jesús. Nos damos cuenta, de pronto, qué es lo que tiene que ser Dios y la fe, y que sin esto no hay nada que hacer, porque el hombre no nos hará caso, y con razón. ¿Verdaderamente es Dios y la fe una Buena Noticia para todos los creyentes? ¿Lo sentimos y vivimos así? Si no es así, lo mejor será callarnos. Aquí no bastan las meras palabras, si es que queremos predicar el Evangelio con autoridad, y echar demonios, y curar enfermedades, como hacía Jesús, según cuenta Marcos en su Evangelio. Porque el hombre de hoy no se va a contentar con menos, y la fuerza de la misma fe conduce a eso. La fe, en primer lugar y antes que otras muchas cosas, es y tiene que ser Buena Noticia y predicarse y realizarse como tal. Así lo hace constar Marcos en la cabecera y síntesis programática de su Evangelio. Por algo lo destaca.

Corren por ahí algunas formas de ver la fe y de predicarla que desde luego no son Buena Noticia para el hombre. Hay mucha desconfianza y miedo al respecto al hombre y al hermano para que pueda cuajar la Buena Noticia en fraternidad y esperanza. Algunos lo quieren arreglar todo con el poder y la autoridad, con mano dura. No es ése el camino de Jesús, ni puede ser el de la Iglesia.

La principal tarea de los creyentes en este momento histórico puede ser, como en el caso de Jesús y de Jonás, hacer ver a todas las Nínives del mundo la Buena Noticia y la misericordia de Dios.

Con valentía y confianza, sabiendo que Dios está muy por encima de nuestros temores y expectativas. Da la impresión de que nosotros, como Jonás, desconfiamos de que Nínive (y es un símbolo) pueda escuchar la palabra de Dios y arrepentirse.

Para esta tarea de predicar e implantar el Reino de Dios Jesús escoge a unos pescadores. Para Jesús, ya desde el primer momento el Reino de Dios es cosa de corro, de comunidad, de Iglesia.

Marcos siempre nos presenta a Jesús con sus discípulos. Es otro signo que conviene captar. Por eso el evangelista tiene buen cuidado de ponerlo al comienzo del relato evangélico.

Jesús les llama para hacerles, cambiándoles de oficio y utilizando una metáfora que les puede resultar familiar, pescadores de hombres. La cosa podía parecer de broma en el momento de la elección, no lo era en el momento en que Marcos escribe el Evangelio. Buen aprendizaje les quedaba a aquellos cuatro primeros para prepararse a la tarea. Lo que está claro en este primer momento es el arranque y generosidad de quienes lo dejan todo para seguir a Jesús.

La Buena Nueva, ese reino de Dios que Jesús acaba de poner en marcha, es algo que necesita personas concretas como Simón, Andrés, Juan y Santiago para ponerse en marcha. Necesita personas que se apunten, que se enrolen. No basta con hablar o escuchar.

Es algo a construir y que, por lo tanto, necesita brazos esforzados y valientes. Es otra cosa que quiere dejar clara Jesús desde el principio y así debemos entenderlo.

MARCOS MARTÍNES DE VADILLO
DABAR 1985/11


4.

Los primeros predicadores misioneros comenzaban su tarea con este breve programa-anuncio que Marcos pone en boca de Jesús: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios, convertíos y creed la Buena Noticia.

La escena se coloca en Galilea como algo contrapuesto a Jerusalén, la sede del poder político y religioso, el lugar de la gente "decente" segura de su verdad e impermeable a la crítica.

La cosa comenzó en Galilea y allí fue también donde los discípulos encontraron a Jesús resucitado. Por lo demás, es un lugar cualquiera. En realidad la región que cuenta es el corazón del hombre. Allí es donde el Maestro llama y pide una decisión.

La Galilea de lo cotidiano es el lugar de encuentro con Dios. En el interior del hombre, en una situación cualquiera, se puede por lo tanto, desarrollar la escena.

Al contrario de lo que sucedía con los rabinos de su tiempo, que eran elegidos por sus discípulos, Jesús llama y elige él mismo. A los llamados corresponde tomar una decisión que será la raíz y fundamento de la dirección de toda su vida. El seguimiento de Jesús no se inicia con una conquista sino con un ser conquistado, con un fiarse incondicional que va más allá de todo cálculo e incluso de toda prudencia humana. La conversión que Jesús pide es la toma de postura ante él ¿Quién decís vosotros que soy yo? ¿Quién es Jesús para mí? Con lenguaje de otras épocas dice Silesius: "Si Cristo nace mil veces en Belén y no en ti, te perderás eternamente".

La entrada en el Reino no se garantiza por la pertenencia a un pueblo o a una confesión religiosa -ser católico o ser hijo de Abraham- porque hasta de las piedras puede sacar Dios hijos de Abraham (Mt 3,9). Es la respuesta personal a la llamada y el consiguiente seguimiento de Jesús lo que define a una persona como discípulo. No se trata de aprender como alumnos de un profesor sus teorías sobre algo, sino de seguir las huellas del Maestro en un proyecto de vida.Se trata de hacer las mismas opciones que él, de repetir sus gestos significativos, de asumir sus pensamientos, de inspirarse en sus criterios y tomas de postura, de tener sus preferencias. Así el discípulo se deja construir por el Maestro.

El primer paso de la conversión consistirá en numerosísimas ocasiones, en pasar de la religiosidad heredada a la fe personal, de unas prácticas de culto o unas directrices de ética meramente sociales y exteriores al encuentro de la persona que da sentido y vida a todos los actos externos. Es como encontrar el porqué y superar el culto religioso dándole un significado cristiano de cumplimiento de la voluntad de un Dios que ama a los hombres y manifiesta que la justicia no es separable de las relaciones con El.

Para infinidad de personas la religión con formas cristianas, vigente en occidente desde el emperador Teodosio, ha servido de cauce para llegar a la fe. En el hombre bautizado cuando niño, educado en un ambiente cristiano, la conversión consiste sustancialmente en el tránsito de unas creencias sociales a una fe personal que comprueba que ciertas funciones que la religión cumple en la sociedad como legitimación de los poderes o factor conservador de tradiciones e identidad no coinciden con el seguimiento de Jesús que se sitúa más bien como elemento crítico y dinamizador en cuanto a la sociedad se refiere. Por ello es consciente que muchas de las críticas que se le hacen a la religión a él, como seguidor de Jesús no le afectan, y sin embargo hay exigencias que en nombre de su coherencia de vida se le pueden presentar por encima de toda legalidad o religiosidad. La conversión no debe quedar en un simple mejoramiento ético o en un cambio de conducta antes pecadora y ahora orientada a la virtud. La conversión teologal no es sólo ni principalmente eso.

Encontrar a Jesús como razón de un cambio de actitudes y comportamientos es lo primordial.

Desde esta situación de conversión continua, propia del discípulo se intenta cambiar a Nínive, ciudad símbolo de lo que hoy son en realidad nuestras ciudades y nuestra convivencia. Las estructuras materiales (viviendas, sanidad, trabajo, comercio, etc) y las de relación que se dan en esos mismos lugares son inhumanas. La ciudad lejos de ser un hogar es una cárcel para el hombre prisionero en sus propias redes. Una confianza superior a la de Jonás será la fuerza transformadora de esta selva de asfalto y hierro. Para ello, la relativización que recomienda Pablo a los corintios se ha de traducir en un talante que no incluya ni el conformismo ni la fuga. El adaptarse en todo a este mundo y sus formas de funcionar supondría negar la novedad del Reino y la fuga porque pasaría por alto el testimonio de la solidaridad de Dios con los hombres.

Jesús se hace presente hoy a través de la presencia de sus discípulos. Ellos hacen presente el Reino de Dios en el mundo para cambiar la dirección de este y liberarlo de dioses esclavizantes que destrozan al hombre. No existe fe sin compromiso. No hay eucaristía sin justicia. No es la raza, la afiliación religiosa ni las formas sino el espíritu del Maestro lo que permite al discípulo llamarse cristiano.

La llamada está ahí: Venid conmigo. De nosotros depende dejar inmediatamente las redes y seguirle.

EUCARISTÍA 1985/05


5.

-La gran vocación: se puede mandar a un zapatero a sus zapatos, a una ama de casa a sus labores, a un cura a la sacristía... Pero si con ello se pretende encerrar al zapatero, al ama de casa, al cura y a cada cual en su profesión, limitando los horizontes y la responsabilidad del hombre, se comete una tremenda injusticia.

Porque es evidente que el zapatero tiene que hacer en el mundo y en la sociedad algo infinitamente más importante que unos zapatos. Tiene que hacer su vida y un poco la vida de los demás, y esto significa que ha de ejercer de hombre en todas partes.

Queremos decir que por encima y más allá de las profesiones que nos separan, está la profesión que nos une. Todos somos hombres, y en esto no caben despidos ni absentismos.

A diferencia de aquellos que pretenden encasillar a los otros, Jesús saca de su casa y de su oficio a unos pescadores. Con su llamada, los libera de las redes, y aún de su propia familia, para que sirvan en adelante al reino de Dios. Estos son los primeros "liberados" para la causa de Jesús, los que han de trabajar a tiempo completo para el evangelio.

Desde el punto de vista de la fe, la gran profesión del hombre es la profesión del evangelio y hacer la vida humana no es otra cosa que hacer la voluntad de Dios. Por eso y para eso hay que dejarlo todo cuando sea preciso. Lo que quiere decir, igualmente, que los discípulos de Jesús deberán estar dispuestos a hacer cualquier oficio cuando sea preciso. Por la misma razón que Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron las redes y la barca, Pablo volvería a su telar en otras circunstancias: para mantenerse libre de todo y de todos y predicar con fidelidad el evangelio. Porque una sola cosa es necesaria, y todo lo demás hay que hacerlo... si es preciso.

DEBERES/VD: ¿Santificarse en el propio estado?: Con frecuencia se ha utilizada el evangelio de Jesús para establecer un orden económico-social que, a todas luces, no coincide con el reino de Dios. Se ha podido decir, por ejemplo, con muy poco sentido crítico, que cada uno ha de santificarse en su propio estado, en su profesión, cumpliendo sus "obligaciones".. Y se ha hecho funcionar así la fe como simple "religión", santificando o consagrando más el orden, y el desorden, que las personas. Se ha admitido a pies juntillas que los deberes del hombre son los deberes del zapatero, del ama de casa..., de la misma manera que se dice que los "deberes" del niño son los que ha de hacer para la clase del día siguiente. Y se ha olvidado que el hombre, cuando esos deberes le esclavizan o esclavizan a los demás, tiene el derecho y hasta el deber de hacer huelgas. ¿O acaso no es posible una contradicción entre los deberes profesionales u obligaciones que nos señalan en esta sociedad y los deberes y los derechos humanos? Los cristianos tenemos que distinguir entre lo que debemos hacer según la voluntad de los jefes y señores y lo que hay que hacer según la voluntad del Señor. Y si advertimos una contradicción ya sabemos lo que debemos hacer.

En este mundo en el que todos buscamos estabilidad a cualquier precio, y no en último lugar la estabilidad en el trabajo, Pablo nos recuerda que las estructuras de este mundo pasan. Por lo tanto, no debemos absolutizarlas con un sometimiento ciego y a toda costa.

-Comprometidos y desarraigados: Cuando el hombre se encierra en su egoísmo o en su comodidad, cuando las estructuras sociales parecen inamovibles, cuando las situaciones de desespero acosan toda esperanza, cuando no hay consuelo..., Pablo, y con él todo el evangelio, nos llama a salir, no para establecernos o instalarnos en otro orden, sino a salir absolutamente o, lo que es igual, a vivir en desarraigo: "Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que compran, como si no poseyeran..." Pablo no pierde el sentido de la realidad, no invita a nadie a hacer el "viaje" de la droga y la evasión, a vivir alienados..., pues admite que tenemos mujer, que lloramos y compramos. Sin embargo, no acepta la realidad como algo absoluto y la relativiza en aras de la esperanza del reino de Dios. Porque sólo así podemos cambiar una realidad que no nos gusta, y que no es buena porque no es buena para todos. Por eso los que ríen, los satisfechos, no pueden vivir satisfechos, y los que lloran no deben hundirse y ahogarse en su propias lágrimas. Unos y otros, todos, debemos vivir en este mundo, pero "como si no" viviéramos en él. Porque este mundo pasa, y no vamos a ser los cristianos quienes lo detengan. Al contrario, debemos acelerar su profunda transformación con nuestro compromiso y con nuestro desarraigo.

Queda, pues, como solución: vivir en trance y en el trance del cambio en todas sus consecuencias.

EUCARISTÍA 1970/05


6.

-"La palabra de Yavé fue dirigida a Jonás, hijo de Amittay, en estos términos: "levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y clama contra ellos, porque su maldad ha subido hasta mí" (Jon., 1, 1-2). Así comienza esta pequeña "narración didáctica" que es el libro de Jonás. Y sigue diciendo que Jonás resiste a su vocación y huye del rostro de Yavé lo más lejos posible; se embarcó en Jope con dirección a Tarsis. Pero la palabra de Dios persigue a su profeta y Jonás tiene que volver al camino que Dios le señala hacia "la gran ciudad", Nínive. ¿Qué palabra es esa que Dios dirige, que levanta al profeta, de la que éste huye y que al final viene de nuevo sobre Jonás y éste proclama, mal que le pese, en la "gran ciudad"? Es la palabra de Dios, no la de Jonás. Es una fuerza y no sólo una frase, una verdad. Jonás, el profeta, es un servidor de la Palabra. Este profeta gruñón y recalcitrante muestra en su comportamiento el destino de todos los profetas bajo la autoridad inapelable de la Palabra de Dios.

PROFETA/QUIEN-ES El profeta es un enviado, un hombre movido por la Palabra de Dios que no puede ir donde le place sino donde Dios le envía, y para decir lo que Dios quiere. Es posible que el profeta parezca en ocasiones al pueblo como un entrometido, un hombre que va donde nadie le espera -¿quién esperaba en Nínive a Jonás...?-, sin embargo, el profeta tiene que meterse donde no lo llaman si es Dios el que le envía. Buena parte de lo que hoy llamamos anticlericalismo se debe a esta inoportunidad del profeta. Una palabra que nos compromete y nos saca de nuestra rutina, que nos echa en cara nuestro pecado, que amenaza y que invita a cambiar de vida, no puede tener siempre entre nosotros una buena acogida.

-Sin embargo, la predicación de Jonás fue bien recibida en Nínive. Me pregunto si la predicación del Evangelio en las grandes ciudades de nuestros días tendrá éxito semejante. Porque aquí, desde luego, no se espera al profeta. 

Las grandes ciudades parecen estar construidas más bien para huir de Dios y desentenderse del prójimo. La atención del hombre moderno está prendada en un mundo de fantasía que le sale al paso con sus ofertas. Esto es así hasta el punto que resulta ya una diversión el "ir de escaparates". El que trabaja lo hace para vivir mejor, para satisfacer todos sus caprichos y deseos, para consumir, y el que todavía no puede comprar lo que desea, se pasa los días soñando encontrar la manera de conseguirlo. "Ya tengo piso y televisión, el próximo año me compraré un coche". ¿cuántos españoles sueñan con esto? La meta de las aspiraciones humanas parece ser escalar la montaña maravillosa de los productos del mundo moderno. El hombre primitivo veía en la montaña un símbolo de la divinidad, el hombre desacralizado de nuestros días se maravilla ante otras "montañas".

¿Quién pondrá en marcha a estas humanidad encantada que se aglomera tumultuosamente para producir y consumir en las grandes ciudades? ¿Cómo hacer ver a los hombres, que hay cimas mucho más altas que el simple desarrollo económico...? Sólo la Palabra de Dios claramente proclamada y vivida puede hacer el milagro.

Cualquier otra palabra es hoy propaganda y no vale más que la propaganda de un detergente cualquiera. Detrás de una civilización de consumo está el Reino de Dios, el reino de la paz verdadera, de la justicia y de la libertad. NI la paz, ni la justicia, ni la libertad son posibles sin una vida desprendida: "Os digo esto: el momento es apremiante. Queda como solución:... que los que compran vivan como si no poseyeran". Este desarraigo cristiano nos devolverá la paz al moderar el deseo de poseer, nos abrirá los ojos para ver las necesidades del prójimo y hará posible la libertad al romper las cadenas que nos atan a las exigencias de una producción cada vez más acelerada. Este desarraigo nos hará receptibles para escuchar el mensaje del Reino de Dios.

-La Palabra de Dios proclamada en medio de nosotros llama a penitencia. Es preciso renovar la mente y el corazón, superar la mentalidad de pobres consumidores y descubrir de nuevo la vocación con la que hemos sido llamados para entrar en el Reino de Dios. El Reino de Dios es de los pobres. Sólo éstos pueden seguir a Cristo que no tenía donde reposar la cabeza.

-Cualquiera tiene hoy un negocio que le quita el sueño y que le envuelve cada vez más, absorbiendo su tiempo y esclavizándolo. Da la impresión que servimos a los mismos productos de nuestras manos. Si queremos la libertad de los hijos de Dios no nos queda otra solución: "los que negocian en el mundo vivan como si no disfrutaran de él". Mirad, Santiago y Juan tenían también su negocio, trabajaban con su padre el Zebedeo y unos jornaleros en aquella pequeña empresa. Sin embargo, cuando escucharon la llamada del Señor lo dejaron todo y le siguieron, y el Señor los convirtió en pescadores de hombres. La Palabra de Dios no nos pide a todos que dejemos las redes, nuestro pequeño negocio, nuestra ocupación. Pero sí que nos invita a salir de nuestra estupidez para descubrir horizontes más amplios, descubrir al prójimo y la gran esperanza del Reino de Dios. Este es el camino cristiano y también el camino de la auténtica promoción humana.

EUCARISTÍA 1970/12


7.

Este evangelista nos presenta a Jesús como el Hijo de Dios en el secreto. Jesús calla -y hace callar a los demás-, pero deja que hablen sus hechos. A través de su actuación -curaciones, expulsiones de demonios- Jesús se nos muestra como aquel que pasa por el mundo haciendo el bien y liberando del mal a los hombres (Hch 10, 38). Y de este modo Marcos quiere hacernos ver que Dios estaba con él, para que al final de la lectura de su evangelio, desde lo más profundo de nuestro corazón, podamos exclamar con el centurión: "Realmente este hombre era el Hijo de Dios" (Mc 15,39).

RD/BUENA-NUEVA: LA BUENA NUEVA DE JESÚS. Las palabras del evangelio de hoy nos resumen maravillosamente lo que sería toda la predicación de Jesús: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia". He aquí algo que deberíamos empezar por tener muy presente. Jesús en su predicación no se nos presenta propiamente como portador de una doctrina y de un orden moral, sino de una buena nueva. El Reino de Dios está cerca: ésta es la nueva que nuestros oyentes deberían escuchar hoy y cada domingo como dirigida a ellos por primera vez.

Se ha cumplido el plazo. Dios se ha decidido a intervenir de modo definitivo. Dios viene con su amor y su perdón a hacer una humanidad nueva, según la medida de su corazón, una humanidad marcada por el signo de la libertad y de la vida, de la paz y de la reconciliación. Ha llegado la hora de la liberación y de la salvación de Dios.

CREER/QUÉ-ES: La respuesta debe ser la fe y la conversión. Creer significa abrir las puertas al Dios que viene, acoger su amor y su perdón, abrir espacio a su poder renovador. Por eso creer equivale a convertirse. De un modo semejante a cuando una joven ama de casa trabajadora y de buen gusto entra en una casa y lo remueve todo y deja la casa como nueva, cuando Dios entra en este mundo lo remueve todo, lo hace todo nuevo. Por eso vemos como Jesús rompe moldes, hacer caer barreras, proclama bienaventurados a los pobres. Y de ahí que creer suponga una conversión profunda, un cambio radical de la existencia.

La conversión primordial que nos pide la venida del Reino no es ayunar, vestirse de sayal y cubrirse de ceniza a semejanza de los ninivitas. Estas cosas pueden ser expresión de la verdadera conversión. Pero la conversión que nos pide Jesús es el abandono de nuestras mediocridades y mezquindades, de nuestras cerrazones y servidumbres, para abrirnos a esta salvación de Dios, que es plenitud de vida y libertad. Y esto nos resulta doloroso, porque estamos tan pegados a nuestros egoísmos, seguridades y mezquindades. La conversión al Reino nos exige amar hasta ser capaces de perdonar, ser libres incluso para hacernos servidores, ensanchar nuestro espíritu, hasta hacer nuestras las alegrías y esperanzas, las tristezas y angustias de los demás, saber complicarnos la vida para aliviar la de los demás.

EL SEGUIMIENTO DE JESÚS. La íntima unión entre Jesús y el Reino se identifica con la adhesión a Jesús y su seguimiento incondicional. A diferencia de los rabinos de su tiempo, Jesús no se limita a impartir unas enseñanzas. Los discípulos de Jesús son llamados a compartir su vida y su destino, a hacer suya la causa de Jesús hasta la muerte. Por eso también, como Simón y Andrés, Santiago y Juan, deben estar dispuestos a dejarlo todo. Mejor dicho, deben dejarlo todo, para poder recuperarlo luego desde la perspectiva del Reino. Como nos recuerda san Pablo en la segunda lectura, los seguidores de Jesús estamos llamados a ofrecer un estilo original de gozar de las cosas de este mundo, con un gesto de desprendimiento y de realeza, como quien lo tiene todo y no posee nada.

PESCADORES DE HOMBRES. Así define Jesús la misión de sus discípulos. No hace falta decir que se trata de una expresión figurada. En todo caso, se trataría de una pesca salvadora. Pero, si lo pensamos bien, veremos que no es cuestión de pescar o de engatusar a nadie. Se trata de anunciar una buena nueva, de desear y ofrecer desinteresadamente al otro el gozoso hallazgo que yo he hecho.

FE EN LAS POSIBILIDADES DE CONVERSIÓN. La historia de Jonás es un reto a nuestro pesimismo y a nuestra falta de confianza. Contra todo pronóstico, con gran sorpresa y contrariedad de Jonás, los ninivitas se convierten. Y es que cuando Jonás llega a Nínive, Dios se le había anticipado ya en el corazón de los ninivitas.

Por eso pueden hacer caso del mensaje divino y se convierten. ¡No hay nada que hacer!, habremos pensado más de una ocasión. Pero el Espíritu no cesa de trabajar los corazones de todos los hombres.

¡Cuántos hombres y mujeres que nosotros quizás consideramos reacios y contrarios al evangelio, lo han acogido ya en el fondo de su corazón! Más bien deberíamos pensar si la causa de su rechazo no estará quizás en nosotros y en la mala presentación que hacemos del mensaje cristiano.

JESÚS HUGUET
MISA DOMINICAL 1982/02


8.

El Jesús de Marcos es un Jesús siempre en movimiento. En la primera fase, este movimiento se sitúa en una región precisa, Galilea. Y aquí adquiere un relieve excepcional el lago, o mar, como se le llama comúnmente según el uso semita.

En las orillas del mar de Galilea, Marcos ambienta la escena de la llamada de los primeros cuatro discípulos.

El Jesús en movimiento es también un Jesús que pone en movimiento a las personas. La narración resulta esquemática, descarnada, desprovista de connotaciones psicológicas. Las informaciones se reducen a lo esencial: se trata de pescadores, que están haciendo su oficio.

A Marcos le importa el final. El presenta hechos, unos resultados, no lo que está pasando en la intimidad de las personas. El recoge la decisión final, no los estadios intermedios. Su esquema de vocación es muy simple: llamada-respuesta.

En esta escena esencial, "ejemplar", podemos fijar algunos elementos siempre válidos para la llamada de los discípulos.

Por parte de Cristo: subrayaría la mirada e iniciativa.

J/MIRADA: Una mirada. El "vio" no es una anotación banal (para dirigirse a una persona, hace falta verla...). Se trata de una mirada que encandila a un individuo, una mirada que elige, escoge, lo saca fuera de la gente. "Aquella es la persona que me interesa, que me importa para lo que llevo entre manos". En suma, que el encuentro comienza con el "ver" a la persona. La mirada se hace mensaje, propuesta de comunión. Así se desarrollará también la llamada de Leví (2, 14). En el episodio del joven rico (10, 12) la mirada expresará una nota de afecto.

Iniciativa. En el judaísmo contemporáneo eran los discípulos los que buscaban, elegían al maestro. El rabino no llamaba para sí a los discípulos, sino que él era "llamado", "elegido" por ellos.

Cristo, por el contrario, toma la iniciativa. La llamada viene de él, y sólo de él. Y la invitación es el signo de la absoluta gratuidad, quiero decir de la no-motivación (bien entendido, por parte del hombre). Resulta, pues, más bien desconcertante.

La vida cristiana es respuesta a la manifestación de la gracia, no decisión autónoma. Si me decido es porque he sido invitado en esta dirección por alguien que se ha decidido a favor mío.

El hombre puede ponerse en camino sólo después de que Dios haya comenzado a andar por los caminos del hombre.

No somos nosotros los que vamos a la búsqueda de Dios. Es Dios quien se pone a buscar al hombre.

El discípulo no conquista, no captura al maestro, sino que es conquistado, asido por él. Por parte de los discípulos (respuesta a la iniciativa de Dios), podemos destacar estos elementos: fe, desprendimiento, seguimiento, dejarse hacer.

FE/QUE-ES: -Fe. El discípulo se caracteriza por la fe, que es un "fiarse" de una persona, responder a su llamada, si bien no se miden, concretamente, todas las consecuencias de ella. Es aceptar vivir una aventura de la que no se calculan con precisión las dimensiones y los riesgos.

Cristo no presenta la lista detallada de sus exigencias, no dice lo que quiere, y adonde llevará. Exige una adhesión decidida, incondicional.

Y el discípulo no pide explicaciones. Aquel maestro, por otro parte, más que dar explicaciones, señala tareas. Las explicaciones, en todo caso, llegarán más tarde. Después que el discípulo haya "hecho". El significado de lo que ha sucedido, de lo que se ha vivido, se descubre únicamente cuando las cosas están hechas.

En Marcos se presenta la fe como el antídoto del miedo, del cálculo, de la prudencia humana, de la duda ante el compromiso.

DESPRENDIMIENTO/SGTO  La decisión se expresa por una separación: de las redes, de un oficio, de las cosas, de los lazos familiares.

La respuesta se traduce en una separación, en una renuncia, en un alejarse. Pero el acento no se pone tanto sobre el dejar cuanto sobre el seguir. Discípulo no es alguien que ha abandonado algo. Es quien ha encontrado alguien. La "pérdida" es compensada con creces por la ganancia.

El descubrimiento hace palidecer lo que se ha dejado atrás.

El discípulo, pues, es alguien, que sigue a Cristo, se pone en su compañía, establece una comunión de vida con él.

"La palabra seguir es la que caracteriza al discípulo, no la palabra aprender" afirma con agudeza B. Maggioni.

El discípulo no acepta una doctrina, sino un proyecto de vida.

No discute con el maestro. Lo sigue. Cristo llegará a ser conocido a medida que se camina tras él. Se trata, en concreto, de aceptar su "praxis".

Esto que cuenta Marcos, entiéndase bien, no se refiere a una categoría privilegiada de personas, de invitados especialísimos para una aventura excepcional, de superdotados para una empresa de pocos.

Es algo que afecta a todos los que se decidan a tomar en serio el evangelio, a creer en la "buena noticia".

Luego también para nosotros, discípulos de hoy, que no hemos participado en la historia terrena de Cristo, permanece válida la dimensión de "seguimiento", que algunos traducen por "imitación". Se trata de recorrer el mismo camino de Cristo, hacer sus mismas opciones, repetir sus gestos, asumir sus pensamientos y sus tomas de postura, inspirarse en sus criterios, tener sus preferencias.

Cuando uno no comparte el proyecto del Maestro, sus tomas de postura en relación al servicio, ya no es uno que sigue, sino uno que se distancia de Jesús.

-Dejarse hacer. "Haré de vosotros pescadores de hombres". Conocen el oficio de pescadores de peces. Otra cosa, no. Es más, ni siquiera saben lo que significa. Lo aprenderán ejercitándolo.

Tenemos así el último rasgo que caracteriza al discípulo: "dejarse hacer" por el Maestro. "Haré de vosotros...". Es difícil, por no decir imposible, encontrar un discípulo ya completamente hecho, perfecto, "en la meta". Discípulo es simplemente aquél que se está haciendo.

Una última observación. En el evangelio de Marcos es muy raro encontrar a Cristo solo. Lo vemos habitualmente en compañía de los discípulos. Un estudioso ha calculado que, de 671 versículos que constituyen el evangelio de Marcos, 498 versículos (esto es, el 76 %) refieren palabras y acciones de Jesús, de las que son testigos los discípulos.

Marcos une estrechamente al maestro con los discípulos. Ordinariamente Jesús está "con sus discípulos". Es la imagen preferida por el evangelista.

Hay una excepción: cuando manda a los doce a misionar. En esta circunstancia se diría que Marcos nada tiene que contar a propósito de Jesús. Cuando faltan los discípulos, Marcos se encuentra extrañamente molesto, es más, se diría que anda escaso de material. Y entonces llena el hueco refiriendo las opiniones de Herodes acerca de Cristo, y el martirio de Juan el Bautista.

Sólo cuando vuelven los apóstoles, el evangelista puede reanudar la narración interrumpida (6, 14-29). La aplicación es bastante fácil. Podemos decir: la presencia de Jesús se asegura en el mundo mediante la presencia de los discípulos. Si estos no se dejan ver, Cristo está como "bloqueado", se encuentra imposibilitado para actuar, y el evangelio no tiene nada que decir... Como se ve, un tema de desconcertante actualidad...

ALESSANDRO PRONZATO
EL PAN DEL DOMINGO CICLO B
EDIT. SIGUEME SALAMANCA 1987.Pág. 125 ss