"LA PASCUA DEL SEÑOR RESUCITADO" (2)

Esta noche velamos; nuestra asamblea ha de tener un clima de vigilia, esto es, de contemplación. La noche es para nosotros el signo del silencio expectante con que ayer acabamos, signo de nuestra vida humana con sus oscuridades y silencios. La noche nos hace presente el final repentino del relato de la pasión del Domingo de Ramos y del Viernes santo. En el silencio de la noche hemos de poder escuchar la "Palabra de Dios" audible cuando calla la lengua humana. No está aquí. Ha resucitado, seguida de la misión: Ahora id a decir... que después de la noche nace el día, que en el silencio está la Palabra, que en la vida humana se presenta la vida de Dios. Id a decir que es Pascua porque el Señor "ha pasado" por la vida de los hombres desde la misma Creación, y en la plenitud de los tiempos "ha hecho pasar" a Jesús de muerte a Vida, y hoy "nos hace pasar", a nosotros, a vida nueva por el Bautismo y la Eucaristía.

Escuchemos contemplativamente, esta noche, la voz de Dios que pasó creando todas las cosas (1ª lectura) y después de poner al hombre reconoció que era muy bueno. Pasó evitando a Abrahán la muerte de su hijo Isaac (2a). Pasó librando a los israelitas de la esclavitud (3a) y suscitando en ellos un cántico de alabanza. Pasó haciéndose oir por la voz de los profetas que recordaban el amor eterno de Dios hacia su pueblo (4a), amor que se convierte en alianza eterna que sacia la sed de la vida del hombre (5a), amor que por el camino de los preceptos de la vida conduce a la auténtica sabiduría (6a), amor que da un corazón nuevo y un espíritu nuevo (7a).

Estallemos de gozo cuando en el texto del evangelio escuchemos que la piedra estaba corrida y en la epístola recordemos que por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte... para que andemos en una vida nueva. Por medio del Bautismo, Dios también pasa por nuestra vida y nos permite vivir ya ahora la eternidad de Dios: consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

* UNA VIGILIA LLENA DE SIGNOS

En efecto. La Liturgia de la Palabra de Dios nos ofrece el contenido pleno de esta noche, pero hay muchos signos que han de poder hablar por sí mismos y que debemos tener muy bien preparados para que sea así:

* El lucernario, con la bendición de fuego nuevo y el encendido del cirio pascual. Su luz y entrada en procesión en el templo, rompe la oscuridad de la noche. En la bendición del cirio repetimos aquellas palabras que tanto sentido toman en este año santo: Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega... por los siglos de los siglos.

* El anuncio de la Pascua, este texto poético tan antiguo, que nos permite volver a cantar: ¡Feliz culpa que mereció tal Redentor!

* Las lecturas que, además del salmo de meditación que las sigue (excepto en la del Éxodo que es su continuación), van seguidas de su oración propia.

*El canto del Gloria, que separa el Antiguo del Nuevo Testamento, con el toque de las campanas, el acompañamiento musical festivo y la ornamentación del altar con el encendido de los cirios.

* El Aleluya que tiene hoy un protagonismo especial sumergiéndonos en el gozo pascual que mantendremos durante cincuenta días.

* La breve homilía que no debe apagar el clima significativo de la vigilia y que ha de invitar a la alegría.

* En cuanto sea posible, la celebración del Bautismo durante la Vigilia, acompañando a la renovación de nuestro Bautismo.

* Cada uno de los elementos bautismales debe de estar bien situado: la letanía, la bendición del agua bautismal, que será aspergida significativamente, la renuncia y profesión de fe, y el mismo Bautismo.

* La oración de los fieles, continuación y complemento de la gran oración del Viernes Santo al pie de la cruz.

* El canto del prefacio o al menos de su introducción.

* Las partes propias de esta noche en la plegaria eucarística.

* El tono bautismal que tiene hoy la recitación del Padrenuestro.

* La comunión bajo las dos especies -siempre que sea posible y debiéramos procurar que lo sea- para remarcar la centralidad pascual de la Eucaristía.

* La despedida añadiendo el doble Aleluya y expresando vivamente que ya hemos entrado en la Cincuentena Pascual.

* "HOY" ES PASCUA

Hemos completado el Triduo: "hoy" es Pascua. Hemos entrado en el tiempo pascual. Todo debe manifestar, en nuestras celebraciones y en nuestra vida, que Pascua es el corazón de nuestra fe. El Señor resucitado nos envía al mundo, transformados por su fuerza de vida: Allí lo veréis, como os dijo. Contagiemos, pues, a todos el gozo pascual.

JOAN TORRA
MISA DOMINICAL 2000, 6, 7-8