COMENTARIOS AL EVANGELIO
CICLO C
Lc 24. 1-12 

 

1.

- "El primer día de la semana": Lucas describe los acontecimientos pascuales  concentrados en un solo día, el primer día, de los tiempos nuevos. No sabemos hasta el final  quiénes eran las mujeres. Pero unos versículos antes, Lucas ha citado las mujeres que  acompañaron a Jesús desde Galilea y como la antevíspera habían visto dónde estaba el  sepulcro y habían preparado las especias aromáticas.

- "Y entrando no encontraron el cuerpo del Señor Jesús": Tanto las mujeres como  después Pedro, ven el sepulcro vacío, pero para Lucas el hecho sólo suscita interrogantes y  extrañeza. El fundamento para llegar a la fe en la resurrección está en las mismas palabras  de Jesús ("Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea"). Después de recibir el  mensaje pascual, con la fórmula tradicional, por parte de dos hombres (dos ángeles por los  vestidos refulgentes), las mujeres son invitadas a recordar lo que dijo Jesús sobre el destino  del Hijo del hombre y el plan de Dios sobre él.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1989, 7


2.

¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Las mujeres, que habían seguido a  Jesús desde Galilea y habían contemplado a distancia la muerte del Maestro en la cruz y  habían visto cómo era enterrado, garantizan la continuidad de los acontecimientos; ahora  son testigos de la ruptura: ¡es inútil buscar entre los muertos al que vive! El sepulcro vacío  no origina la fe. La fe viene de aceptar la palabra de Dios, de hacer caso de la palabra de  Jesús ("acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea"). A las mujeres no hace falta  que les digan que lo vayan a contar: el que ha recibido el anuncio de la Buena Nueva, lo  comunica, se convierte en evangelizador. ¡Qué escándalo, en aquel tiempo, que los  primeros creyentes y apóstoles fuesen mujeres! ¿Sólo en aquel tiempo? 

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1992, 6


3.

Los dos primeros testigos de la resurrección son las mujeres. Ellas, llevadas del corazón,  con las primeras luces del día del sol, se fueron al sepulcro para ungir mejor el cuerpo del  Amado. Los discípulos, muy prudentes ellos, estaban escondidos, a la espera.

Lo que pasó aquella madrugada fue una experiencia indecible. Se disiparon todos los  miedos y todas las dudas. El sepulcro se había roto. Y vieron una luz que no hacía más que  crecer y crecer. Y empezaron a recordar las palabras del Señor. Todo encajaba  perfectamente. Era ya el tercer día, y Cristo había resucitado. En adelante ya no será el día  del sol, sino el día del Señor.

Ellas, nerviosas y gozosas, corrieron a anunciarlo a los once. Así tiene que ser todo  testigo. Pero los apóstoles, muy sensatos ellos, lo tomaron por «delirio» y cosas de  mujeres.

CARITAS
UN DIOS PARA TU HERMANO
CUARESMA Y PASCUA 1992.Págs. 182


4. 

Las mujeres que desean ungir el cuerpo de Jesús son las primeras en recibir el anuncio  de la resurrección. El evangelista hace notar su desconcierto ante el sepulcro vacío: el  Señor Jesús no está (el título de Señor indica ya la gloria de Jesús y es frecuente en el libro  de los Hechos, por ejemplo, 1,21- 8,16; 11,20). El encuentro de la tumba vacía no lleva, con  todo, a las mujeres a la fe. Reciben la interpretación del hecho de dos hombres de  vestiduras resplandecientes (en Lucas la claridad que envuelve a determinados personajes  es símbolo de la intervención divina, cf. Lc 9,29; Hch 1,10, 10,30). En su mensaje les  manifiestan en primer lugar la realidad de la resurrección: el Señor Jesús es caracterizado  como el que vive (en el AT Dios es calificado también así, cf. Jos 3,10; Jdt 8,19; 1 Sm  14,39). Luego los mensajeros remiten a las mujeres a la enseñanza de Jesús dada en  Galilea y, sobre todo, a los anuncios de la pasión y la resurrección (9, 22. 44; 18,31). Un  resumen de estas predicciones lo encontramos en el v 7 de Lucas, que, a diferencia de  Marcos, no pone un anuncio de las apariciones en Galilea, de la que habla únicamente en  pasado. En su evangelio, las apariciones tienen lugar en Jerusalén, desde donde arranca  también la predicación a todos los pueblos.

De vuelta en Jerusalén, las mujeres no están asustadas, ni callan lo que se les ha  anunciado (muy diferente de lo que ocurre en Marcos), pero la noticia topa con la  incredulidad de los discípulos. Se nota en las narraciones de Lucas de la resurrección una  voluntad de asegurarse de que las apariciones no los lleven a un error (Lc 24,37.41). En el  caso de las presenciadas por las mujeres, parece que los apóstoles quieren protegerse de  una credulidad demasiado fácil. En su entorno los discípulos serán también testigos de la  resurrección; así su anuncio podrá partir de una experiencia personal.

Sin embargo, Pedro tiene en cuenta lo que ellos le dicen y corre al sepulcro para  asegurarse: lo encuentra vacío, con las mortajas abandonadas. Parece que aquí se  reproduce la misma tradición que se encuentra en Jn 20,3-10. Lucas destaca la admiración  de Pedro, una admiración que todavía no es la fe. Pedro recibirá más tarde (cf. 24,34) una  aparición del Señor a menudo citada en la predicación primitiva.

D. ROURE
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 885 s.


5.

La narración de Lucas está construida sobre un esquema que encontraremos de nuevo en las dos sucesivas apariciones del c. 24. Se aparecen dos hombres "con vestidos refulgentes" (en el v 23 se les denominará expresamente ángeles) a las mujeres con dudas y temerosas; les plantean una pregunta antes de darles el anuncio; lo mismo hará el viajero desconocido con los discípulos de Emaús (v. 26) y el Resucitado con los apóstoles (v 38). La pregunta nos abre a lo inesperado. A la pregunta sigue el mensaje típico del kérygma: "No está aquí [insistencia en la tumba vacía], ha resucitado"; a continuación, Lucas indica una invitación fundamental: "Recordad..." (v. 6). Este "evocar" la palabra de Jesús o las Escrituras es condición necesaria para ver y reconocer al Resucitado.

El encuentro con Jesús nos abre espontáneamente a la misión. Lo testimonian las mujeres, que, sin ser explícitamente enviadas, comprenden la urgencia de comunicar la inaudita noticia a los apóstoles y discípulos de Jesús. En este momento, el evangelista refiere los nombres de las mujeres, muy conocidas en la comunidad. Aunque sus palabras parezcan delirantes, sin embargo Pedro las escucha y corre al sepulcro, donde comprobará que ciertamente el cuerpo del Señor no está allí. Comienza la historia de la Iglesia, fundada en la fe pascual de Simón Pedro y los demás apóstoles.