COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

Ex 12, 1-8/11-14

 

1.

Descripción del ceremonial judío de la comida pascual.
Este análisis proviene de los medios sacerdotales, así como de las últimas disposiciones legislativas de la Escritura, en las que se subraya un interés especial porque el judío instalado en la Tierra Prometida adopte de nuevo la actitud de disponibilidad que caracterizó a sus antepasados el día de su liberación de Egipto.

a) Cuando come de pie, ceñida la cintura y de prisa, el israelita pone de manifiesto que la Pascua le concierne personalmente y opera su propia liberación. Que el rito de la comida sea un calco, en este ceremonial, de los antiguos ritos de inmolación del cordero y de la aspersión de las puertas, es significativo.

El cordero no sólo es inmolado, sino también comido, comprometiendo aún más a los comensales en el misterio de la fiesta.

b) Los redactores sacerdotales de este ritual lo incluyen en el calendario perpetuo en uso dentro de ciertas capas de la población. Según este nuevo cómputo, el mes de la Pascua (marzo-abril) es el primero del año, mientras que la fiesta del Año Nuevo coincidía hasta entonces con la de los Tabernáculos (septiembre). Una prescripción de esta clase preludia a la era cristiana, en que la fiesta de los Tebernáculos será asimilada totalmente a la de Pascua.

c) Por otra parte, el ritual de los panes sin levadura proviene de una costumbre campesina relacionada con la cosecha de la cebada. Estaba prohibido mezclar levadura añeja con la harina nueva: era, pues, preciso esperar a que la nueva harina formase su propia levadura, lo que implicaba que durante cierto tiempo se comiese pan sin levadura. Pero los judíos han incorporado este rito de origen campesino en la perspectivas nómadas de su religión y han visto en esto panes ázimos el signo de la prisa con que los hebreos han huido de Egipto (Ex. 12, 33-34). Esta "prisa" ha quedado ligada al ritual de la comida pascual judía.

* * * *

El elemento esencial del rito pascual, costumbre nómada en su origen, consistía en la inmolación de un cordero, cuya sangre era considerada como una salvaguarda contra epidemias y enfermedades (Ex. 12, 21-22; 22, 14-17; Lev. 23, 10-12). Es posible que la práctica de tal rito haya coincidido algún día con una preservación efectiva de la plagas de Egipto: el cordero inmolado deviene entonces, a los ojos del pueblo hebreo dejado en libertad, el signo de su liberación y de su constitución como pueblo libre (Ex. 12, 23-29).

El ceremonial de esta fiesta se amplía al paso de los siglos: se extiende a siete días durante los cuales estaba prohibido toda clase de trabajos y se fundió, finalmente, con la fiesta agrícola de los ázimos (Dt. 16, 1-8; 2 Re. 23, 21-23). Pero el elemento más original de esta institución es el resultado de la reflexión de los primeros profetas y del Deuteronomio: el padre de familia se veía obligado a explicar el rito celebrado durante la comida.

Gracias a esta catequesis añadida al rito, los comensales se sentían auténticamente concernidos e impulsados a renovar por sí mismos el rito liberador (Ex. 12, 25-27; 13, 7-8; Dt. 16, 1-8: precisamente tú, que has salido de Egipto). Al insistir en la manducación del cordero, más incluso que en su inmolación o la aspersión de su sangre, el Antiguo Testamento hacia resaltar este carácter de liberación personal (Dt. 16, 6-7; Ex. 12, 1-12).

Más que un rito que se limita a evocar un hecho antiguo, el ritual del cordero era un signo que concernía directamente a los que tomaban parte en la comida y contribuía a su propia liberación.

Cuando los profetas anunciaron el fin inminente del exilio en Babilonia, hicieron alusión a un nuevo Éxodo, recurriendo de nuevo a la imagen del cordero pascual. La fiesta de la Pascua, durante la cual este cordero era inmolado y consumido, pasó a ser entonces el signo de la liberación futura, considerada, sobre todo, como una liberación del pecado.

Algunos textos, dedicados en su totalidad a esa escatología, tales como Is. 10, 25-27; 40, 1-11; 2 Mac. 2, 7-8; Eclo. 36, 10-13, podrían haber sido pronunciados o leídos con ocasión de la fiesta de la Pascua. Con Ezequiel, la fiesta de la Pascua deviene esencialmente fiesta de la restauración del pueblo, en la que se multiplicaron los ritos de expiación (Ez. 45, 18-25; Lev. 23, 5-14; 2 Cro. 30-35) para obtener de ella el máximo fruto.

Después de reconocer en Jesús el verdadero cordero (Jn. 13, 1; 18, 28) y haber visto la estrecha relación entre la inmolación de los corderos en el Templo con la muerte de Cristo (Jn. 19, 14, 31, 42; 1 Cor. 5, 6-8), Juan invita a su lector a que haga lo posible por comprender que toda la doctrina del rito pascual se halla realizada plenamente en el sacrificio de Cristo, que es quien sienta las bases del pueblo definitivo, le procura la liberación total del mal y sitúa al cristiano como un peregrino en marcha hacia la Tierra Prometida (1 Pe. 1, 17) donde reinará el Cordero rodeado de todo el pueblo rescatado por El (Ap. 5, 6-13; 7, 2-17; 12, 11; 19, 1-9).

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III
MAROVA MADRID 1969, pág. 262 s.


2. PAS/ORIGEN.

Dice Lv 23. 5: "El día 14 del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor". Los judíos de todas las épocas han celebrado esta festividad: la celebraron en Egipto (Ex 12.) y la vuelven a celebrar los redimidos de Egipto con Josué en Guilgal (Jos 5. 10ss). En la época del N.T. esta fiesta era la más importante del mundo judío, pero tanto la etimología de la palabra "Pascua" como sus orígenes nos son desconocidos.

Este relato de Ex (P) recoge elementos muy antiguos aunque fuera redactado tras el destierro. Podemos dividirlo en dos partes:

vv 2-11: ritual del sacrificio y comida de la víctima pascual: se separa un animal de ganado menor del resto del rebaño para indicar su consagración. Toda la comunidad participa en la fiesta que se celebra el primer mes del año: es el mes de la primavera llamada Abib o Nisán. El rociar con sangre los dinteles de las puertas es un rito de defensa contra toda clase de desgracias y malos espíritus. El banquete se celebra al anochecer y su preparación es rápida: se asa el animal sobre un fuego improvisado, se comen hierbas del desierto que no necesitan cultivo. Todos estos detalles, así como los del v. 11, nos recuerdan las comidas-sacrificios de los nómadas tras su jornada de trabajo. Por eso el origen de la Pascua parece ser una fiesta de pastores.

vv 12-14: explicación de los ritos: en su origen, la Pascua pudo ser una fiesta de Pastores en la que se celebraba la fuerza de la naturaleza que irrumpe en primavera con la nueva vegetación; pero Israel, al adoptarla, le da un nuevo sentido: es el memorial del acontecimiento histórico de la liberación de Egipto. La Pascua evoca el "paso" de Dios que es condena para los egipcios y salvación para los israelitas. El pueblo debe conmemorar todos los años estas gestas de Dios en su historia.

La Mishná ha recogido este texto a través del cual podemos ver el espíritu con el que los judíos de la época posterior a la Biblia celebraban la Pascua. El texto dice así: "En toda... generación, es un deber para el hombre considerarse a sí mismo como si hubiera salido de Egipto. No a nuestros padres solamente, Él los salvó, el Santo, ¡bendito sea!, sino también a nosotros mismos nos salvó en ellos... Por este motivo tenemos el deber de dar gracias, alabar..., glorificar y bendecir a Aquél que hace en favor de nuestros padres y de nosotros todas esas señales: a Él que nos sacó de la servidumbre hacia la libertad, de la angustia hacia la alegría, del duelo hacia la fiesta, de las tinieblas hacia la gran luz, y de la opresión hacia la liberación. Y cantemos en su presencia un cántico nuevo Aleluya (texto citado en G. Auzou, De la Servidumbre al Servicio..., Madrid, 1969, 2~a ed., pág, 180).

Nuestra celebración litúrgica de la Pascua debe ser un recuerdo de lo que acaeció en aquel tiempo (v. 11) y una exigencia de estar pronto para una "nueva marcha" cuando el Señor nos lo exija. Marcha que implica una ruptura con nuestra vida sedentaria, con nuestras comodidades, con nuestra sociedad de consumo... rumbo a lo desconocido, a la dura existencia de peregrinos. Son exigencias de nuestro compromiso con el Dios liberador.

A. GIL MODREGO
DABAR 1988, 22


3. PAS/EU: PAS/INSTITUCION:

Se trata del mes de Abib, que quiere decir "mes de las espigas", con el que comenzaban el año los israelitas. Más tarde, a partir de la cautividad de Babilonia, se llamaría mes de Nisán. La Pascua se celebraba el día 14 de este mes. Esta era, y sigue siendo, la fiesta principal de los judíos. El texto nos habla de su institución.

FIESTA-JUDIA/ACIMOS:La Pascua judía fue en su origen una fiesta de pastores; en ella ofrecían a Dios los primeros corderillos o cabritillos del rebaño. Por eso se celebraba en primavera; el mes de Nisán comienza en marzo y termina en abril. Con el tiempo se unió a esta fiesta la que celebraban los agricultores para ofrecer las primicias de la cosecha, los primeros panes de cebada; esto es, la fiesta de los "Ácimos" o panes sin levadura; pero la Pascua recibió un sentido más profundo al ser relacionada con los acontecimientos del Éxodo, con la salida de la esclavitud de Egipto. Entonces se convirtió en la fiesta de la liberación.

El pueblo acudía a Jerusalén a celebrar la Pascua, y todas las familias se reunían a comer el cordero pascual. Les unía un mismo recuerdo, pero también una misma esperanza: la asamblea de los hijos de Israel, año tras año, apuntaba hacia la reunión final en los tiempos mesiánicos. Por eso la Pascua ofrecía la mejor ocasión para dar gracias a Dios, que reunía a su pueblo.

v. 4: Esta prescripción supone la existencia de una comunidad ni demasiado pequeña ni demasiado amplia, lo suficientemente numerosa para comer juntos un cordero sin que sobre nada. Su cumplimiento obligaba a la formación de pequeños grupos y hacía que todos pudieran sentirse hermanos en ese día. Con frecuencia los rabinos celebraban la Pascua con sus discípulos en cuyo caso presidían la mesa ocupando el lugar del cabeza de familia. Así lo hizo Jesús con los doce discípulos. Las dimensiones ideales de la comunidad eucarística siguen siendo las mismas: de ahí la importancia de las pequeñas comunidades cristianas que aparecen en todas partes. Sin embargo, hay que evitar que la fiesta de la reunión de todos los hijos de Dios se convierta en motivo de dispersión y fomente el sectarismo.

"Pascua" es una palabra hebrea que la Vulgata traduce por "tránsito" o "paso" del Señor. En realidad, al menos aquí, significa exactamente "pasar de largo" o "saltarse" y alude al hecho de que Yahvé pasó de largo o se saltó las puertas de los israelitas que habían sido marcadas con la sangre de un cordero (vv. 12 y 23) con lo que los primogénitos de Israel se libraron del exterminio. También nosotros, que reconocemos en Cristo al verdadero Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, somos liberados de toda esclavitud, del pecado y de la misma muerte, por la sangre de Cristo. Él es nuestra Pascua. Y el bautismo, por el que participamos de la sangre de Cristo, debe ser para nosotros el principio de la salida, del "éxodo", hacia la libertad de los hijos de Dios y hacia la tierra prometida en la que habite la justicia.

La tradición de Israel se conservó durante muchos siglos y pasó de generación en generación gracias a estas celebraciones pascuales: el menor de los presentes preguntaba al más anciano, que presidía la mesa, por la causa y el motivo de la celebración, y éste respondía solemnemente contando las maravillas de Dios, que sacó a los israelitas de la esclavitud de Egipto. Su respuesta era un recuerdo, una alabanza a Dios y una acción de gracias. Era la mejor forma de transmitir la tradición, de integrar a las nuevas generaciones en la marcha de un pueblo liberado hacia la tierra prometida. La pascua situaba a los hijos de Israel entre la memoria y la esperanza, en el paso hacia la liberación final. La pascua judía tiene la misma estructura que tiene hoy para nosotros la eucaristía.

EUCARISTÍA 1982, 18


4.

La cena de Pascua, que hasta el día de hoy representa el momento más entrañable de la vida del pueblo judío, es figura de la Eucaristía, tanto por el cordero inmolado, como por la función salvadora de la sangre, como por el sentido de comunidad íntima que implica. La comunidad es la familia, más que la ciudad o la nación entera que se reúne en el Templo (mejor dicho: el pueblo de Israel es el conjunto de familias que celebran la misma Pascua). El "paso del Señor" afecta tan intensamente la vida de cada israelita, que debe celebrarse en un ambiente en el que cada uno de ellos -incluso el más pequeño de la casa- se pueda sentir protagonista.

Sin embargo, no es tampoco una cena como las demás, ni un acto de familia en sentido exclusivo. Es una acto que debe reunir unas veinte personas (a veces, reuniendo más de una familia) y que se rodea de una multitud de detalles, que lo convierten en un auténtico acto cultual.

CORDERO/PASCUAL:El cordero debe ser macho, sin tara y de un año; es decir: el cordero ideal, porque hay que ofrecerlo a Dios. No es importante sólo el momento en que se come el cordero, sino también el momento en que se inmola, al atardecer de aquel día. La sangre es la vida, y la vida es de Dios. Por ello la sangre es recogida religiosamente. Con aquella sangre se marcan las casas, como signo de que Dios está con nosotros, ante la amenaza de exterminio.

J. SANCHEZ
MISA DOMINICAL 1989, 6


5.

Al parecer, la pascua fue originalmente una fiesta de pastores celebrada en primavera: en ella se ofrecían a Dios los primeros corderillos del rebaño. Posteriormente (fusión de las dos culturas) se añadió a ella la fiesta de los agricultores, en la que éstos también ofrecían sus primeros frutos. Pero la pascua recibe su sentido más profundo y definitivo cuando se empieza a relacionar con la salida de los hebreos de Egipto. Entonces se convierte en la fiesta de la liberación. Esto comenzó así un año en que los egipcios no permitieron a los hebreos salir de sus dominios a celebrar la fiesta, y es cuando Dios da instrucciones a Moisés para que la comunidad realice el sacrificio de pascua: al atardecer se matará un cordero o cabrito de un año, macho y sin defecto; se rociará con su sangre las jambas y el dintel de la puerta de sus casas; de noche se comerá la cena de la liberación: cordero y pan ácimo (los pies calzados, ceñida la cintura y un bastón en la mano, en plan de marcha desde aquella tierra de esclavitud hacia otro país de libertad).

Más tarde, el Señor, que herirá de muerte a los primogénitos de los egipcios, pasará de largo o se saltará las puertas de los hebreos, marcadas con la sangre del cordero. De ahí que, al menos en este contexto, pascua signifique paso, pasar de largo, saltarse... Siempre, en adelante, se celebrará la pascua, año tras año, y cuando los hebreos, israelitas y judíos sean un pueblo asentado en su propia tierra, la que Dios les había prometido, acudirán a Jerusalén a celebrar la pascua y las familias se reunirán a comer el cordero y el pan ácimo.

Jesús celebrará la Pascua -su paso de este mundo al Padre- con una cena entre amigos. En este banquete de despedida, relacionado con la pascua del éxodo, el mismo Jesús se pondrá en lugar de la víctima pascual. Y realizará un memorial, un rito que hace presente y actual lo que realiza. Todo cristiano sabe que el misterio de la última cena de Jesús es el cumplimiento del definitivo paso liberador de Dios (pascua).

EUCARISTÍA 1988, 17


6. PAS-JUDIA.

La Pascua era, en los orígenes, una fiesta de primavera en la que se ofrece a Dios un cordero o cabrito nacido en el año.

Posteriormente se le añadirá la celebración agrícola de los ázimos. El éxodo le dará su sentido definitivo: Dios mostró su amor por Israel liberándolo de Egipto. El recuerdo de este hecho animará, generación tras generación, la esperanza de la liberación venidera hasta convertirse en una celebración nacionalista que requiere por parte de los romanos especiales medidas de orden público.

En tiempo de Jesús, el ritual de celebración estaba perfectamente determinado en todos sus detalles. Se sacrificaban en el templo los corderos cuya sangre se derramaba sobre el altar y por la noche, a una hora desacostumbrada para los judíos, se cenaba por familias o pequeños grupos.

El ritual era el siguiente:

a) Tras una primera copa de vino, se bendecía a Dios por la fiesta y por la copa. Se servía sin pan el primer plato: legumbres, hierbas amargas y salsa haroset. Se comía lo servido.

Se sacaba el menú pascual: el cordero sacrificado, pan sin levadura tierno, hierbas amargas y haroset. También una segunda copa de vino.

b) Con esto en la mesa alguien preguntaba: ¿por qué hacemos esto hoy?, y el presidente recitaba la explicación o narración de la salida de Egipto y el significado de cada manjar (Dios pasó por las casas de los israelitas, fuimos liberados de Egipto, los egipcios nos amargaron la vida). Se terminaba la narración con salmos que destacaban la intervención de Dios liberando (Hallel).

Se bebía la segunda copa.

c) Oración del presidente sobre el pan ácimo. Se partía el pan y se tomaba la comida recostados en señal de "no esclavitud". Se servía la tercera copa de bendición (vino mezclado con agua), sobre la que se daba gracias por la comida, pasándola de uno a otro para que todos bebieran.

d) Se servía la cuarta copa y se continuaban los salmos del Hallel y luego una plegaria de alabanza sobre la cuarta copa.

Jesús debió pronunciar la fórmula explicativa del pan en ocasión de la plegaria que se recitaba antes de comenzar el plato principal: sólo en este momento se pronunciaba una oración de acción de gracias sobre el pan, ya que con el primer plato no se comía este producto. Las palabras sobre el vino tuvieron que ser pronunciadas en la acción de gracias que seguía a la comida (copa de bendición).

EUCARISTÍA 1987, 19


7.

El texto de esta lectura pertenece a la obra denominada "Sacerdotal", redactada después del regreso del destierro babilónico. Relaciona estrechamente los ritos antiquísimos de la celebración de la Pascua con la salida de Egipto.

- El sacrificio de un "cordero o cabrito" remonta a etapas anteriores a la estancia de los hebreos en Egipto: la víctima debe ser "macho" (considerado la fuente de vida), "sin defecto" (a fin de que sea aceptable a Dios), "de un año" (primicia), "lo guardaréis" (la separación del rebaño como señal de santificación). En su origen era un sacrificio de fecundidad y, con la aspersión de las puertas de las casas o de los umbrales de las tiendas con la sangre de la víctima, se alejaba la influencia de los espíritus malignos. También la comida de esta noche con carne salada y el bastón en la mano nos lleva al ambiente de una cena sacrificial de nómadas al final del día, después del camino.

- "... porque es la Pascua": El nombre de esta antigua fiesta no tiene una explicación clara. Parece derivar de los verbos "cojear" o "saltar"; quizás primero referido a una danza cultual, significó después "pasar por encima". Con este sentido figura en este texto: "Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros". Vincula estrechamente la fiesta con los acontecimientos liberadores de Egipto. El texto nos lo subraya una y otra vez: "Esa noche comeréis la carne...", "Yo pasaré esta noche...".

- "Este será un día memorable para vosotros": Estos ritos arcaicos de la Pascua recibieron una luz nueva desde la fe en Yahvé, el libertador, y sufrieron un cambio radical de sentido: dejaron de ser un culto referido al pasado del ciclo natural para convertirse en el memorial de un hecho histórico en el que Dios se revela.

JUAN NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1987, 8


8.

Según parece, la Pascua era una fiesta muy antigua que se celebraba ya antes de la salida de Egipto. Los pastores, en primavera, sacrificaban un cordero en honor de la divinidad para asegurarse la fecundidad del rebaño, y marcaban las tiendas con la sangre del animal sacrificado para alejar las fuerzas maléficas.

Israel dio un sentido nuevo a esta fiesta al vincularla a la liberación de Egipto. El redactor de este fragmento la vinculó a la última plaga, en la que fueron exterminados los primogénitos de los egipcios, mientras los de Israel conservaban la vida gracias a la señal hecha con la sangre del cordero sacrificado.

Por lo general, se atribuye esta sección a la "redacción sacerdotal". De hecho, se ve en ella una preocupación por determinar con toda exactitud los detalles que hay que tener en cuenta a la hora de celebrar esta fiesta. El primer mes corresponde a nuestro marzo-abril. Se describe cómo debe ser el cordero, cuándo ha de ser sacrificado (Juan tendrá en cuenta todos estos detalles para indicar que el Cordero de Dios es Jesús), qué número de personas son necesarias para comerlo (no es una celebración privada: debe quedar bien claro el aspecto comunitario), y cómo deben comerlo.

Nótese que se trata de una celebración que "pone en camino": se realiza justo antes de iniciar el camino de la libertad; que se hace en honor del Señor que ha liberado al pueblo de Israel, y que permanece como memorial para todas las generaciones: cada vez que celebrarán esta fiesta, no sólo recordarán lo que Dios hizo por su pueblo, sino que actualizarán su acción liberadora.

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1992, 5


9. /Ex/12/01-20

El texto que leemos hoy se nos presenta como un ritual minuciosamente estudiado y detallado, que Yahvé dicta a Moisés para que lo ponga en manos del pueblo que está a punto de ser liberado, como si se tratase de una celebración absolutamente original (vv 1ss). Pero, de hecho, nos encontramos ante un fenómeno -evidentemente importantísimo- de cambio de significado de instituciones que va preexistían desde muy antiguo.

La fiesta de la Pascua es de origen antiquísimo, anterior al establecimiento de los hebreos en Egipto y ciertamente anterior al Éxodo. Parece que era una fiesta en honor de la vida, celebrada por los nómadas al llegar la primavera. Era una fiesta de sangre: se sacrificaban las primicias del ganado (5), y con la sangre de la víctima se marcaban las entradas de las tiendas y los postes que las sustentaban (7). A todo esto seguía naturalmente, el banquete sacrificial (8). De este modo, al mismo tiempo que se daba gracias por los frutos obtenidos se pedía la protección de pastores y ganado contra toda incursión enemiga, sobre todo contra los malos espíritus, que podían llegar en forma de enfermedad, peste o muerte.

Establecidos en Egipto, los israelitas siguieron celebrando la fiesta que habían recibido de sus antepasados, añadiendo a sus características de eucaristía e impetración unas nuevas intenciones ocasionales muy valiosas: el recuerdo constante de su origen y, quizá también, una cierta manifestación pública de resistencia a dejarse absorber por el ambiente sociocultural-religioso de Egipto, donde vivían como forasteros. Cada año, pues, durante todo el tiempo de su permanencia en Egipto, los israelitas emprendían una peregrinación, hacia la región del Sinaí, para celebrar la Pascua. Y cada año volvían a sus casas de Egipto hasta que llegó el momento del éxodo.

Una nueva visión política de las fuerzas dominantes en el país entra en conflicto con la tradición de los residentes israelitas, y estalla la violencia de la dialéctica entre el poder opresor y la voluntad de ser del pueblo. El autor de nuestro relato ve este conflicto desde la perspectiva de la fe: la lucha es entre el faraón opresor, el pecado del mundo, y Yahvé liberador, la gracia salvadora. Aquel año, la peregrinación de los israelitas se convirtió en cruzar la frontera hacia la libertad. No hubo retorno, el pueblo comenzó a marchar por el camino de sus destinos propios y libres. La Pascua y su celebración adquiría, así, toda la plenitud de su significado y se convertía en el comienzo de los tiempos nuevos (v 1), en el nombre de un memorial lleno de sentido original (24) o, como diríamos nosotros en un sacramento de salvación (cf. 1 Cor 5,7).

Al llegar a Canaán, los israelitas se encontraron con una fiesta semejante, pero en versión cultural propia de pueblos sedentarios: la fiesta de los Azimos de raíces agrícolas. Era también la consagración de las primicias de los frutos de la tierra. Asumida esta celebración por los conquistadores, a lo largo del tiempo es incorporada a la celebración pascual, enriqueciendo su sentido: hemos respondido con presteza al don de la liberación de Yahvé y somos un nuevo pueblo. O como dirá el salmo 124: «Hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador; la trampa se rompió y quedamos libres»

J. M ARAGONÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 124 s.


10.

Un mes y un día memorables. No se puede olvidar. Para ayudar a la memoria, tan frágil, se escribirán los hechos y se celebrarán. Una serie de palabras, ritos y gestos servirán de «memorial», actualizarán aquella historia liberadora.

¿De qué se trata? De algo tan definitivo como el Paso de Yahveh, la Pascua. Pasó el Señor entre nosotros. Este hecho es ya suficiente para dar sentido, no ya a una vida o a un pueblo, sino a toda la historia del hombre. Si alguna vez pasó Dios por nuestra tierra, el hombre tendrá que estar abierto a la esperanza. El paso de Dios rompe el círculo fatídico del tiempo, para convertirlo en flecha superadora.

Pasó Yahveh y la libertad fue posible. Habrá que celebrarlo. Y lo más parecido a esta liberación es un banquete, donde se conjunte el amargor primitivo y la dulzura y satisfacción posteriores. Un banquete, que es viático, en actitud de marcha.

Paso del Señor. Pero ¿y si en vez de pasar, se queda? ¿Qué banquete será preciso para celebrarlo?

CARITAS
UNA CARGA LIGERA
CUARESMA Y PASCUA 19887.Pág. 127


11.

La Pascua no fue un acontecimiento, sino el acontecimiento, el punto de referencia al que hay que mirar siempre, el hecho fundante del pueblo de Dios. Era como la fiesta nacional. Este hecho no se podía olvidar, será algo «memorable de generación en generación». Por eso la fiesta, los ritos, las tradiciones... todo ello servirá de «memorial».

MEMORIAL:Pero el memorial no sólo sirve para recordar un hecho pasado, sino para hacerlo presente, si no en su concreción histórica, sí en su espíritu y en su eficacia, en su realidad espiritual viva. Así, la celebración de la Pascua hacía presente de nuevo el Paso de Yahveh y su fuerza liberadora. Pascua era la fiesta de la liberación.

La celebración pascual que hizo Jesús con sus discípulos culmina y transforma la Pascua antigua y da origen a otro nuevo Paso de Yahveh, a otra fiesta de liberación más radical y más perfecta. Es la que nosotros celebramos hoy.

CARITAS
UN AMOR ASI DE GRANDE
CUARESMA Y PASCUA 1991.Págs. 140


12.

lectura: Éxodo 12,1-8.11-14. Prescripciones sobre la cena pascual

El fragmento de Éx 12,1-13,16 es una larga secuencia litúrgica introducida en el relato del éxodo. Contiene elementos de diversa procedencia y época. Los vv 1-20 del c.12, de donde procede nuestro texto, forman parte de la tradición sacerdotal, redactada a partir del exilio; por tanto, de época tardía. Proponen la codificación litúrgica definitiva de la fiesta de Pascua; ya se ha ido fundiendo las fiestas tradicionales de sacrificio de crías de los rebaños y la semana de los panes ácimos en el inicio de la primavera. El texto que nos presenta la liturgia de hoy recoge tan sólo los versículos referentes al sacrificio de los animales.

La antigua fiesta de pastores adquiere para el redactor sacerdotal un nuevo significado: ya no marca el inicio de la trashumancia de los pastos invernales a los estivales, sino el recuerdo del paso de la esclavitud a la libertad. La sangre de los animales adquiere un significado teológico: memorial de la salvación que Dios ofrece a su pueblo (cf. v 14). El memorial comporta un sentido actualizador: al repetir el gesto de los antepasados de la inmolación de animales, cada generación se hace presente en la acción liberadora de Dios.

Ceñidos, con las sandalias puestas y el bastón en la mano... son expresión de la actitud espiritual del pueblo en la Pascua: un pueblo en camino, paso a paso hacia la libertad definitiva.

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 2000, 5, 37