EL ESPÍRITU SANTO EN LOS PADRES DE LA IGLESIA (5)

ORÍGENES


Peri-Archón, praef. 3: 
"Es necesario saber que los apóstoles, que predicaron la fe de 
Cristo, sobre algunos puntos que retuvieron necesarios expresaron 
clarísimamente su enseñanza a todos los creyentes, también a 
aquellos que estaban menos propensos a la investigación de la 
ciencia divina; mas la demostración racional de sus enunciados los 
dejaron para ser indagados por aquellos que habían sido 
merecedores de los dones sublimes del espíritu y, sobre todo, 
aquellos que habían obtenido del Espíritu Santo el don de la 
palabra, de la sabiduría y de la ciencia...".

Orígenes, Peri Archón, praef. 4: 
"Las verdades, pues, que de modo claro han sido transmitidas 
por la predicación apostólica son las siguientes: en primer lugar, 
que hay un solo Dios, que todo lo ha creado y organizado, que de 
la nada ha hecho existir el universo; Dios desde la primera criatura 
y desde la creación del mundo, Dios de todos los justos: Adán, 
Abel, Set, Enos, Henoc, Noé, Sem, Abrahán, Isaac, Jacob, los doce 
patriarcas, Moisés y los profetas. Y este Dios en los últimos días, tal 
como lo había prometido por medio de sus profetas, ha enviado al 
Señor Jesús Cristo, primero para llamar a Israel y posteriormente 
para llamar también a las naciones paganas después de la 
infidelidad del pueblo de Israel. Este Dios, justo y bueno, Padre de 
Nuestro Señor Jesucristo, ha donado la Ley, los profetas y el 
Evangelio; El es el Dios de los apóstoles, del Antiguo y del Nuevo 
Testamento. En segundo lugar que Jesucristo es el mismo que ha 
venido, nacido del Padre antes que toda creatura. El, que había 
colaborado con el Padre en la creación del universo -por su medio, 
de hecho, han sido hechas todas las cosas (Jn 1,3)-, en los últimos 
tiempos anonadándose se hizo hombre, se encarnó (Filip 2,7) a 
pesar de ser Dios. Asumió un cuerpo semejante a nuestro cuerpo, 
diverso solamente por el hecho de haber nacido de la Virgen y del 
Espíritu Santo. Jesucristo nació y sufrió realmente, no en 
apariencia; muerto realmente con la muerte común a todos; y 
realmente resucitó de entre los muertos; después de la 
resurrección, habiendo convivido con sus discípulos fue elevado al 
cielo.
Finalmente, (los apóstoles) transmitieron que el Espíritu Santo 
está asociado al Padre y al Hijo en honor y dignidad. A propósito del 
Espíritu Santo no se precisó claramente si ha sido engendrado o es 
ingénito; si también El ha de ser considerado Hijo de Dios o no. 
Estas cuestiones han de ser investigadas, en la mediad de nuestras 
fuerzas, a partir de la Sagrada Escritura y se han de investigar con 
cuidadoso análisis. Por otra parte, en la Iglesia se profesa con la 
máxima claridad que el Espíritu Santo ha inspirado a todos los 
santos profetas y a los apóstoles y que no hay un Espíritu en los 
antiguos y otro en los que han sido inspirados con la venida de 
Cristo".

Orígenes, Peri Archón, praef. 8:
"Sobre este punto una sóla es la convicción de toda la Iglesia: 
que toda la ley es espiritual (cf Rom 7,14), pero lo que la ley quiere 
significar espiritualmente no es por todos conocida sino solamente a 
aquellos que en la palabra de sabiduría y ciencia (cf 1 Cor 12,8) les 
ha sido concedida la gracia del Espíritu Santo" (Orígenes, Peri 
Archón praef. ).

Orígenes, Peri Archón I, 3:
"Muchos santos participan del Espíritu Santo, pero el Espíritu 
Santo no puede ser comprendido como cuerpo que cada uno de los 
santos recibe dividido en partes corpóreas. En realidad es potencia 
santificante de la que decimos que participan de ella todos aquellos 
que merecieron ser santificados por su gracia".

Orígenes, Peri Archón, I,13
"No se debe considerar blasfema la expresión: Nadie es bueno a 
no ser Dios Padre (Mc 10,18), ni pensar que con esta afirmación se 
niega la bondad del Hijo y del Espíritu Santo; pues, como antes 
hemos dicho, se debe entender la bondad originaria y absoluta de 
Dios Padre; el Hijo naciendo de El y el Espíritu Santo procediendo 
reproducen, sin duda, en sí la naturaleza de aquella bondad que 
está en la fuente de la que nace el Hijo y procede el Espíritu Santo". 


Orígenes, Peri Archón, I,3,1-7:
"De acuerdo con el plan trazado, trataré ahora brevemente con 
la máxima concisión sobre el Espíritu Santo. Todos los que de algún 
modo admiten la Providencia, afirman la existencia de un Dios no 
engendrado, que creó y dispuso todo, reconociéndolo como padre 
del universo. Que este tenga un Hijo no lo afirmamos solo nosotros 
(sino también algunos filósofos), puesto que sostienen que el 
universo ha sido creado por el Logos de Dios... Pero, con la 
excepción de los versados en la Ley y en los Profetas así como de 
los que creen en Cristo, nadie ha podido siquiera sospechar la 
existencia del Espíritu Santo... Muchos textos de la Escritura nos 
dan a conocer su existencia siendo tal la autoridad y dignidad del 
Espíritu Santo, que el bautismo de salvación no se realiza 
plenamente si no por la autoridad de la Trinidad..., es decir, `en el 
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...'... Y ¿quién no 
admitirá la majestad del Espíritu Santo, si se tiene en cuenta que 
puede esperar perdón el que diga una palabra contra el Hijo del 
hombre, pero el que haya blasfemado contra el Espíritu Santo no 
puede ser perdonado en este tiempo ni en el futuro?... Muchas 
afirmaciones de la Escritura demuestran, que todas las cosas han 
sido creadas por Dios, ...pero hasta el presente no hemos podido 
encontrar en ella una expresión, por la que se diga que el Espíritu 
Santo ha sido hecho o creado, (... opinando yo, por el contrario) 
que 'el Espíritu de Dios', el cual -como está escrito- 'aleteaba sobre 
las aguas' al principio de la creación, no es otro que el Espíritu 
Santo (el cual) 'escruta las profundidades de Dios' y le revela a 
quién quiere, pues 'el espíritu sopla donde quiere' (siendo eterno y, 
por tanto) asociado a la unidad de la Trinidad, es decir, junto con el 
inmutable Dios Padre y su Hijo. (...) Nada de mayor o menor hay 
que afirmar en la Trinidad, pues una sola Fuente de la divinidad 
abraza con su Palabra todo el universo, y con el Espíritu de su boca 
santifica los seres, que son dignos de santificación (... de modo 
que) una y la misma es la actividad de la Trinidad, como claramente 
lo enseña el Apóstol: 'Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu 
es el mismo; hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el 
mismo; hay diversidad de operaciones, pero es el mismo el Dios, 
que obra todo en todos. A cada uno e le concede la revelación del 
Espíritu según cuanto le conviene'. Lo que significa: No hay alguna 
diferencia en la Trinidad, sino que lo designado don del Espíritu es 
transmitido por obra del Hijo y producido por obra del Padre: 'Pero 
todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, 
distribuyéndolas a cada uno según su voluntad...'...". 

Orígenes, Peri Archón, I,3,8:
"Por tanto, gracias a la obra continua del Padre, del Hijo y del 
Espíritu Santo, a través de los diversos grados de perfección, nos 
es dado contemplar al fin la vida santa y bienaventurada, ... a la 
que desearemos tanto más cuanto con mayor ardor y capacidad 
nos adhiramos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo... " (Orígenes, 
Peri Archón I,3,8).

Orígenes, Peri Archón, I,4,2:
"Queriendo mostrar los beneficios divinos que nos conceden el 
Hijo y el Espíritu Santo, Trinidad que es fuente de toda la santidad, 
nos hemos permitido esta digresión ...".

Orígenes, Peri Archón, II,11,5:
"(Pablo) sabía que una vez vuelto a Cristo (cf Filip 1,23) habría 
conocido claramente el significado de todo lo que se hace en la 
tierra, es decir, lo que se refiere al hombre, al alma humana y a la 
inteligencia, habría conocido cuál es el espíritu principal, el espíritu 
que actúa, el espíritu vital, cuál la gracia del Espíritu Santo que es 
concedida a los fieles". 

Orígenes, Peri Archón, II,7,1-3:
"...nos queda ahora tratar de nuevo aunque sea brevemente 
también del Espíritu Santo. Por lo tanto, ahora es el momento de 
decir algo, según nuestra capacidad, acerca del Espíritu Santo, al 
que Nuestro Señor y Salvador en el evangelio según Juan llamó 
Paráclito (Jn 14,16ss.). Al igual que el mismo Dios y el mismo Cristo 
así también el Espíritu Santo el que estuvo en los profetas y en los 
apóstoles, es decir, en quienes creyeron en Dios antes de la venida 
de Cristo y en los que llegaron (al conocimiento de) de Dios por 
medio de Cristo... Creemos que de aquél como de éste puede 
participartoda creatura racional. Pero vemos, que la venida del 
Espíritu Santo entre los hombres se manifestó propiamente 
después de la ascensión de Jesús al cielo, más que antes de su 
venida. En efecto, antes el don del Espíritu Santo era concedido 
sólo a los profetas, y a pocos del pueblo, que lo habían merecido. 
Después de la venida del Salvador, sin embargo, se cumplió lo 
profetizado por Joel: 'sucederá en los últimos tiempos, que efundiré 
mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán...'... Por don del Espíritu 
Santo sucedió también, entre otras cosas, esta maravilla: Mientras 
antes sólo pocospodían comprender más allá del sentido literal lo 
escrito en Moisés y los Profetas, ahora son innumerables los 
creyentes que, aunque no logren entender el significado espiritual 
en toda su extensión y plenitud, sí están convencidos (de él...) 
siendo esta convicción indudablemente inspirada en todos por la 
potencia del Espíritu Santo, (...) en el cual hay toda clase de dones. 
En efecto, por medio del Espíritu es dada a unos palabra de 
sabiduría, a otros palabra de ciencia, a otros la fe, de modo que en 
cada uno de los que pueden acoger el Espíritu Santo se manifiesta 
y se hace conocer como necesita quien habrá merecido participar 
de El". 

Orígenes, Peri Archón, II,7,4; IV,1,6; 4,,2.5:
... Debemos saber que el Espíritu Santo es Paráclito en cuanto 
enseña verdades demasiado grandes, para ser reveladas con la 
voz (...) o la palabra humana. (...) Y aunque también nuestra 
Salvador es llamado Paráclito en el sentido de Consolador, pues 
consuela a las almas, revelándoles el sentido del conocimiento 
espiritual. En la Iglesia se cree con la máxima claridad, que el 
Espíritu Santo inspiró a todos los santos Profetas y Apóstoles, no 
siendo dado un Espíritu a los antiguos y otro a los inspirados 
después de la venida de Cristo. (En efecto), ha sido transmitido (por 
la predicación apostólica), que las Escrituras fueron compuestas 
por obra del Espíritu de Dios, conteniendo no sólo el significado 
manifiesto sino también otro, que escapa a los demás, (...) pues el 
carácter divino de los Escritos proféticos y el significado espiritual 
de la Ley de Moisés se revelaron con la venida de Cristo (... a cuya) 
venida resplandeció la luz contenida en la Ley de Moisés, cubierta 
como de un velo, y se pudieron conocer los bienes ocultos por la 
sombra de la letra. (... Por lo demás) como participando del Hijo de 
Dios uno viene adoptado por hijo, y participando de la Sabiduría se 
deviene sabio en Dios, así participando del Espíritu Santo se 
deviene santo y espiritual. En efecto, participar del Espíritu Santo es 
lo mismo que participar del Padre y del Hijo, puesto que una e 
incorpórea es la naturaleza de la Trinidad (...).". 

Orígenes, _Contra-Celso II,2:
" ... (Dice) Jesús en el Evangelio de Juan: Todavía tengo muchas 
cosas que deciros, pero no podéis comprenderlas ahora; mas, 
cuando venga el Espíritu de la Verdad, os guiará a la Verdad total, 
pues no hablará de lo suyo, sino que dirá lo que oiga (Jn 16,12-13). 
Se trata de saber, qué cosas fueron las que Jesús tenía que decir a 
sus discípulos, pero que éstos no podían comprender entonces. 
Esta es mi opinión: los apóstoles eran judíos, educados según la 
letra de la Ley de Moisés; Jesús tenía que decirles cuál era la 
verdadera Ley, de qué realidades celestes era 'figura y sombra' el 
culto practicado entre los judíos, y qué bienes futuros contenían en 
sombra las prescripciones sobre comida y bebida, fiestas, 
neomenias y sábados... Pero sabía bien Jesús, que era dificilísimo 
arrancar del alma doctrinas con que se nace y en las que se cría el 
hombre hasta su edad adulta, persuadido, por lo demás, de que, 
siendo divinas, no puede atentarse contra ellas sin cometer una 
impiedad... De ahí que difiera decir esas cosas para... el tiempo 
después de su pasión y resurrección ( ... reservando) al Espíritu 
Santo guiarles 'a la Verdad total', es decir, a la Verdad total de la 
realidad de las figuras o del verdadero culto a Dios...".

Orígenes, Contra Celso I,44:
"... en todo caso, el Espíritu que dictó a Moisés una historia más 
antigua que el historiador, empezando por la creación del mundo 
hasta Abrahán, padre suyo, ese mismo enseñó a los que 
escribieron el Evangelio el milagro acontecido al tiempo del 
bautismo de Jesús. Por lo demás, el que esté adornado del carisma 
que se llama palabra de sabiduría (1 Cor 12,8), podrá explicar por 
qué se abrieron los cielos y por qué el Espíritu Santo se apareció a 
Jesús en figura de paloma, y no de otro animal. El tema presente 
nos pide expliquemos ese punto, pues sólo nos hemos propuesto 
demostrar la incongruencia de Celso al atribuir al judío, con tales 
razones, falta de fe en una cosa más verosímil que las que él mismo 
cree" . 

Orígenes, Contra Celso VII,8:
"... Porque ni los que son ajenos a la fe han hecho jamás nada 
semejante a los profetas, ni se cuenta que, después de la venida de 
Jesús, haya habido nuevos profetas entre los judíos. Y es así que, 
por confesión universal, el Espíritu Santo los ha abandonado, por 
haber cometido una impiedad contra Dios y contra el que fue 
profetizado por sus profetas. Signos, empero, del Espíritu Santo se 
dieron muchos al comenzar Jesús su enseñanza, muchos más 
después de su ascensión, menos más adelante. Sin embargo, aún 
ahora quedan algunos rastros de El en unos pocos, cuyas almas 
están purificadas por el Logos y por una vida conforme al 
mismo...".

Orígenes, Contra Celso VII,51:
"... Y afirmamos también, entre otras cosas, que las palabras: 
Recibid el Espíritu Santo (Jn 22,20) dan a entender una cuantía de 
don diferente de la que se ve por estotras: Seréis bañados en 
Espíritu Santo después de no muchos días (Hechos 1,5)".

Orígenes, Contra Celso VII,4:
"Por eso, nosotros demostraremos por las Sagradas Escrituras 
que los profetas de los judíos, iluminados por el Espíritu Santo en la 
medida que les era provechoso a los mismos que profetizaban, eran 
los primeros en gozar de la venida a sus almas de un ser superior; y 
por el contacto, digámoslo así, con su alma del que se llama 
Espíritu Santo, se hacían más lúcidos de inteligencia y más 
brillantes de alma".

Orígenes, _In-Jer XIII,2:
"...Pero si fuera uno además apóstata, ese tal realiza contra 
Jesús mucho más aún de lo que Jerusalén hizo corporalmente. Por 
este motivo, ¿cuánto más severo pensáis vosotros no será el 
castigo de que se hace merecedor quien pisotea al Hijo de Dios y 
profana la Sangre del Testamento en la cual ha sido santificado e 
insulta al Espíritu de la gracia? (Hb 10,29). Si has pisoteado al Hijo 
de Dios y has insultado al Espíritu de la gracia, ¿quién se 
compdecerá de ti? ¿quién te plañirá? ¿Quién hará un alto en el 
camino para desearte la paz? El alma del pecador ha entregado al 
Hijo de Dios a Aquel que te deseaba la paz. ¿Quién podrá 
convencerle a `pararse de nuevo' en el camino para desearte la 
paz? Sabido, pues, que es imposible que quienes, una vez 
iluminados, después de haber pregustado el don celeste y de haber 
sido hechos partícipes del Espíritu Santo...". 

El dianamismo trinitario de la divinización de los seres racionales 
según Orígenes:
"En efecto, ciertas almas que desde hace mucho tiempo no eran 
fecundas, habiéndose apercibido de la esterilidad de su respectivo 
heguemonicón y de la infecundidad de su mente, concibieron en su 
seno del Espíritu Santo, de resultas de una oración insistente, y han 
dado a luz Palabras saludables, llenas de percepciones de la 
Verdad" (Orígenes, _Tratado-sobre-oración 13,3). Comentario a 
Orígenes: se relaciona la esterilidad del alma con la fecundidad 
conferida por el Espíritu Santo en orden a engendrar Palabras 
saludables.

Orígenes, Tratado sobre la oración 15,4:
"¿Por qué diriges a mí tu oración? Solo se debe orar al Padre, a 
quien también Yo dirijo mi oración! () Ved, pues, cuán excelente es 
el don que habéis recibido de mi Padre en el momento en que 
habéis obtenido el Espíritu de filiación a través dela regeneración 
en mí, para que viniérais a ser 'hijos' de Dios y 'hermanos' míos".

Orígenes, _In-Lc. fragm. 174:
"Opino, pues, que nadie sería capaz de decirle (en verdad) a 
Dios 'Padre', sin estar realmente lleno del Espíritu de filiación, y que 
sólo quien es 'hijo' que glorifica al Padre y ha observado el 
precepto". 

Orígenes, _In-Cor fragm. 47 (JThS 10 (1909) 29ss.)):
"Veamos ya cómo debemos comprender los que escuchamos la 
palabra de Dios aquello de 'Nadie que habla en posesión del 
Espíritu de Dios dice: Maldito sea Jesús. Es posible que para los 
que no son peritos en la materia resulte dudoso de si ciertos 
individuos hablan o no movidos por el Espíritu de Dios, siendo así 
que (en realidad) maldicen a Jesús"

Orígenes, _In-Mat-comm. Series 33:
"También sobre el Espíritu Santo, porque fue el mismo que 
estuvo en los patriarcas y profetas y que luego fue dado a los 
apóstoles" (Orígenes,

Orígenes, 1 Reyes 4,2:
"... Del Espíritu Santo, del que creemos que inspiró la Escritura... 
; el autor de estos discursos creemos que no es un hombre sino el 
Espíritu Santo que inspira a los hombres".

Orígenes, 1 Reyes 7,6.11:
"(Juan Bautista manda preguntar si Jesús es el Cristo)... algunos 
no comprendiendo el sentido de estas palabras dicen: 'Juan, a 
pesar de ser tan grande, no conocía a Cristo, pues el Espíritu Santo 
se había alejado de él'... Sabía grandes cosas de Cristo y por eso 
no quiso aceptar su humillación. Considera que algo semejante le 
aconteció a Juan. Estaba en prisión sabiendo grandes cosas de 
Cristo: había contemplado los cielos abiertos, había visto al Espíritu 
Santo descender del cielo y bajar sobre el Salvador; porque había 
tal gloria dudaba y quizás no podía creer que uno tan glorioso 
debía descender al infierno y al abismo".

Orígenes, 1 Reyes 9,4:
"Si pues quien profetiza edifica la Iglesia y Samuel poseía el don 
de profecía -de hecho no lo había perdido puesto que no había 
pecado porque pierde el don de profecía solamente aquel que 
después de haber profetizado lleva a cabo alguna acción indigna 
del Espíritu Santo, que por esto mismo lo abandana y huye de su 
corazón. Precisamente esto era lo que temía David después del 
pecado, y decía: `No alejes de mí tu santo Espíritu'...".

Orígenes, Hom. IV in Ex., 2:
"Si creemos que estas Escrituras son divinas y escritas por el 
Espíritu Santo, no creo que pensemos algo tan indigno del Espíritu 
divino como para afirmar que, en una obra tan importante, se debe 
al azar esta variación Ciertamente me confieso el menos idóneo y el 
menos capaz para sondear los secretos de la divina Sabiduría en 
semejantes variaciones. Sin embargo, veo que el apóstol Pablo, 
porque habitaba en él el Espíritu Santo, se atrevía a decir con 
confianza: Pero a nosotros nos lo ha revelado Dios por medio de su 
Espíritu. En efecto, el Espíritu escruta todo, incluso lo más profundo 
de Dios" .

Orígenes, Hom VIII in Ex., 4:
"Así, cuando venimos a la gracia del bautismo, renunciando a los 
otros dioses y señores, confesamos un solo Dios Padre, Hijo y 
Espíritu Santo. Pero, al confesar esto, a no ser que amemos al 
Señor Dios nuestro con todo el corazón y con todo el alma y nos 
adhiramos a El con toda nuestra fuerza, no quedamos convertidos 
en la porción del Señor, sino que quedamos colocados como en 
una especie de frontera, y sufrimos las ofensas de aquellos de los 
que huimos, sin encontrar propicio al Señor en quien nos 
refugiamos, al que no amamos con un corazón total e íntegro...". 

Orígenes, Comentario al Evangelio de Juan, fragmento 
XXXVII.CXXIV:
"(Jn 3,8) Sus palabras adquieren este significado profundo: el 
Espíritu Santo se acerca solamente a aquellos que son virtuosos 
mientras que se aleja de los malvados. El alejamiento y la cercanía 
no hay que entenderlas en un sentido locativo sino en el sentido en 
que estas expresiones se pueden aplicar a lo que es incorpóreo Por 
lo tanto, dado que el Espíritu Santo se mantiene alejado de los 
malvados y llena a los que poseen fe y virtud, por esto con acierto 
se dice: El Espíritu sopla donde quiere (Jn 3,8) Sin embargo, 
aunque si el Espíritu sopla donde quiere, Nicodemo que no lo posee 
en sí mismo (en cuanto no ha creído en Jesús, como se debe), oye 
solamente la voz pero no sabe a donde va ni a donde viene. Quien 
se acerca a las Escrituras del Espíritu sin comprenderlas, oye 
solamente la voz del Espíritu, mientras que quien se empeña en la 
lectura y en el examen de las Escrituras, en cuanto las comprende 
sabe donde comienza y donde termina la vía que el Espíritu recorre 
mediante la enseñanza de las palabras divinas. Porque si uno 
conoce el motivo por el que la enseñanza del Espíritu viene dada a 
los hombres sabe de donde viene; y si ve por qué motivo es 
impartida sabe donde termina". 

Origenes, Comentario al Evangelio de Juan, II,X,77-78:
"Yo retengo que el Espíritu Santo ofrece, por así decir, la materia 
de los dones de gracia concedidos por Dios a aquellos que por él y 
por su participación en él son llamados 'santos'; esta materia de los 
dones de gracia, de la que se ha dicho, es producida por Dios 
Padre, es dispensada por Cristo y llega a ser subsistente en el 
Espíritu Santo. A pensar de esta manera fui llevado por un paso de 
Pablo, allí donde habla de los carismas: 'Hay, pues, variedad de 
dones (del Espíritu), pero un solo Espíritu; hay variedad de 
ministerios, pero un solo Señor; hay variedad de actividad, pero un 
solo Dios que actúa todo en todos' (1 Cor 12,4-6)" ().

Origenes, Comentario al Evangelio de Juan, fragm. XX:
"El Espíritu, que es Santo, habita solamente en las almas limpias 
y puras, pues no soporta estar allí donde hay pecado. De hecho 'el 
Espíritu educador, siendo santo huirá del engaño y permanecerá 
alejado de los razonamientos insensatos' (Sab 1,5). También David, 
caído en pecado, ruega al Señor con estas palabras: 'No me quites 
su santo Espíritu' (Salmo 50,13). Ahora bien, como Jesús es el 
único que no cometió pecado ni su boca conoció el engaño 
-solamente de él se ha dicho: 'Aquel que no conoció pecado' (2 Cor 
5,21)- y es natural que sobre él se pose el Espíritu, una vez 
descendido". 

Origenes, Homilías al Génesis, X,2
"Esta es la enseñanza ofrecida a las almas, y la doctrina 
espiritual que te instruye y te enseña a acudir cada día a los pozos 
de la Escritura, a las aguas del Espíritu Santo, y a recogerlas 
siempre y a llevar a casa un recipiente lleno...".

Orígenes, Homilías al levítico, VI,2
"No puede habitar en tí la gracias del Espíritu Santo si no acoges 
con temblor las palabras divinas".

Orígenes, Homilías al libro de Josué, XVII,1
"Por lo tanto, en la verdad presente, el tipo y la sombra han 
cesado: y existiendo el templo que mediante el Espíritu de Dios y el 
poder del Altísimo que fue construido en el seno de la Virgen, el 
templo construido de piedras fue destruido" . 

De las homilías de Orígenes, presbitero, sobre el libro de Josué 
(Homilía 9,1-2: SC 71, 244-246):
Todos los que creemos en Cristo Jesús somos llamados piedras 
vivas, de acuerdo con lo que afirma la Escritura: Vosotros, como 
piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, 
formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios 
espirituales que Dios acepta por Jesucristo.Cuando se trata de 
piedras materiales, sabemos que se tiene cuidado de colocar en los 
cimientos las piedras más sólidas y resistentes con el fin de que 
todo el peso del edificio pueda descansar con seguridad sobre 
ellas. Hay que entender que esto se aplica también a las piedras 
vivas, de las cuales algunas son como cimiento del edificio 
espiritual. ¿Cuáles son estas piedras que se colocan como 
cimiento? Los apóstoles y profetas. Así lo afirma Pablo cuando nos 
dice: Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, 
y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.Para que te prepares 
con mayor interés, tú que me escuchas, a la construcción de este 
edificio, para que seas una de las piedras próximas a los cimientos, 
debes saber que es Cristo mismo el cimiento de este edificio que 
estamos describiendo. Así lo afirma el apóstol Pablo: Nadie puede 
poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. 
¡Bienaventurados, pues, aquellos que construyen edificios 
espirituales sobre cimiento tan noble!Pero en este edificio de la 
Iglesia conviene también que haya un altar. Ahora bien, yo creo que 
son capaces de llegar a serlo todos aquellos que, entre vosotros, 
piedras vivas, están dispuestos a dedicarse a la oración, para 
ofrecer a Dios día y noche sus intercesiones, y a inmolarle las 
víctimas de sus súplicas; esos son, en efecto, aquellos con los que 
Jesús edifica su altar.Considera, pues, que alabanza se tributa a las 
piedras del altar. La Escritura afirma que se construyó, según está 
escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras sin labrar, 
a las que no había tocado el hierro. ¿Cuáles, piensas tú, que son 
estas piedras sin labrar? Quizás estas piedras sin labrar y sin 
mancha sean los santos apóstoles, quienes, por su unanimidad y su 
concordia, formaron como un único altar. Pues se nos dice, en 
efecto, que todos ellos perseveraban unánimes en la oración, y que 
abriendo sus labios decían: Señor, tú penetras el corazón de todos. 
Ellos, por tanto, que oraban concordes con una misma voz y un 
mismo espíritu, son dignos de formar un único altar sobre el que 
Jesús ofrezca su sacrificio al Padre.Pero nosotros también, por 
nuestra parte, debemos esforzarnos por tener todos un mismo 
pensar y un mismo sentir, no obrando por envidia ni por 
ostentación, sino permaneciendo en el mismo espíritu y en los 
mismos sentimientos, con el fin de que también nosotros podamos 
llegar a ser piedras aptas para la construcción del altar. 

Orígenes, Homilías al libro de los Jueces, VIII,5:
" 'Pero vosotros estáis en el mundo por la palabra que os he 
dado' (Jn 15,3). Y es de este modo que, si le presentamos nuestros 
pies, el Señor Jesús está dispuesto a lavar los pies de nuestra alma 
y a purificarlos con el rocío de la gracia celeste del Espíritu Santo, 
con la fuerza dela palabra de la enseñanza".

Orígenes, Homilías a los Salmos, SalmoXXXVI, V,5:
"Por lo tanto, cuando de la letra que mata, nosotros pasamos al 
Espíritu que da la vida, una vez rechazada la letra no encuentra 
lugar ni siquiera la doctrina impía".

Orígenes, Tratado Pseudojeronimiano, Salmo I, 1:
"El Salterio es como una gran casa que tiene una sola llave para 
la puerta de fuera, y distintas llaves para las distintas estancias de 
dentro. Aún cuando la llave grande de la puerta grande es el 
Espíritu Santo, cada estancia tiene sus propias pequeñas llaves". 


Orígenes, Homilías al levítico, IV, 1.XIII, 3.
"Si el 'Señor' y 'Dios' es Espíritu, lo que dice el Espíritu debemos 
escucharlo espiritualmente Nosotros decimos que en la Ley y en los 
Evangelios hay un único y mismo Espíritu Santo".

Orígenes, Tratado Pseudojeronimiano, Salmo I, 8:
"Un río sale del trono de Dios y es la gracia del Espíritu Santo. Y 
esta gracia del Espíritu Santo se encuentra en las santas 
Escrituras, es decir, en este río de las Escrituras".

Orígenes, Cantar de los Cantares, I,3:
"El Espíritu Santo ha querido que las formas de los misterios en 
las Santas Escrituras estuvieran cubiertas y no abiertas, al aire 
libre".

Orígenes, Cantar de los Cantares, II,9:
"Invocamos a Dios, Padre del Verbo, que nos manifieste los 
secretos de su Verbo y nos aparte nuestra inteligencia de la 
doctrina de la sabiduría humana y la lleve y la eleve a la doctrina 
del Espíritu: para que no digamos lo que oye nuestro oído carnal, 
sino lo que contiene el querer del Espíritu Santo".

Orígenes, Contra Celso, II,2:
"Yo creo que aquellas cosas fueron imagen y que la verdad se la 
había enseñado el Espíritu Santo". 

Orígenes, Comentario a los Romanos, II,4:
"Si bien el Espíritu Santo ha escondido en las Escrituras tales 
verdades por causa de los que desprecian las riquezas de su 
bondad y de su paciencia, sin embargo no las ha escondido 
totalmente. Porque también el tesoro escondido en el campo no lo 
hallan todos para que no sea que, por ser fácil encontrarlo, lo roben 
y se pierda. En cambio es encontrado por los prudentes para que 
puedan volver y vender todo lo que tienen y comprar aquel 
campo...".

Orígenes, Comentario a los Romanos, III,7:
"... Teniendo el testimonio de la ley mosaica y de los profetas, en 
cuyos textos el Espíritu Santo, mediante figuras y símbolos, había 
escrito mucho sobre la justicia de Dios".

Orígenes, Comentario a los Romanos, X,7:
"Pero también cuando se dice: 'el Dios de la consolación' (Rom 
15,5) se quiere decir que Dios está con los que reciben de las 
divinas Escrituras, mediante la interpretación espiritual, la 
consolación del Espíritu". 

Orígenes, Comentario a los Romanos VIII,3,25-26:
"Ciertamente es del Verbo de Dios que el apóstol dice tales 
palabras (Col 2,3). Pero también del Espíritu Santo escribe cosas 
semejantes cuando dice: 'A nosotros Dios ha revelado mediante su 
Espíritu: el Espíritu de hecho escruta todas las cosas, también la 
profundidad de Dios' (1 Cor 2,10). Entonces, como yo pienso, se 
nos quiere dar a entender que en este propiciatorio, es decir, en el 
alma de Jesús, habitan siempre el Verbo de Dios, el Hijo Unigénito, 
y su Espíritu Santo".

Orígenes, Comentario a los Romanos, IX, 6,5-7:
"... Y con esto demuestra que nuestra carne es verdaderamente 
carne de pecado, mientras que la carne de Cristo es semejante a la 
carne de pecado. Esta, de hecho, no fue concebida por semen de 
hombre sino por el Espíritu Santo que descendió sobre María y la 
potencia del Altísimo la cubrió con su sombra para que lo que había 
nacido de ella fuese llamado Hijo del Altísimo. Así también Pablo, 
gracias a la extraordinaria sabiduría divina que a él le fue 
concedido, intuyendo un no sé qué de arcano y de misterioso, llama 
a nuestro cuerpo 'cuerpo de pecado', `cuerpo de muerte', 'cuerpo 
de humillación'. Pero también David, que conocía los secretos 
celestes gracias al mismo Espíritu decía refiriéndose al cuerpo... 
(Salmo 21,16) ... Jeremías también, consciente de un misterio 
semejante en virtud del Espíritu de Dios...".

Orígenes, Comentario a los Romanos, XII,8,3-9
"La expresión 'en una semejanza con la carne del pecado' (Rom 
8,3), hace ver que nosotros sí tenemos una carne de pecado, el 
Hijo de Dios, en cambio, ha tenido una semejanza con la carne de 
pecado, no la carne de pecado. De hecho nosotros, todos los 
hombres, que hemos sido concebidos por un semen de un hombre 
que se unió con una mujer, necesariamente nos servimos de 
aquella frase que pronunció David: 'En los pecados me ha 
concebido mi madre' (Salmo 50,7). Por el contrario, aquella que sin 
contacto alguno de hombre sino sólo por el Espíritu Santo que 
descendió sobre una Virgen y por el poder del Altísimo que la 
cubrió con su sombra (Lc 1,35)...". 

Orígenes, Comentario a los Romanos VIII,6.3-4:
"Ve ahora si podemos pasar los tres días sepultados con Cristo 
cuando adquirimos el pleno conocimiento de la Trinidad: de hecho 
el Padre es luz y en su esplendor, que es el Hijo, contemplamos el 
esplendor, el Espíritu Santo".

Orígenes, Comentario a los Romanos V, 10,14-15:
"Por lo tanto, antes de alcanzar el nivel de tal perfección, invocan 
el nombre del Señor Nuestro Jesucristo como nombre de un 
mediador entre Dios y los hombres después que el Espíritu Santo 
haya estado en su corazón exclamando: 'Abbá, Padre', el Espíritu 
mismo les enseña a invocar también el nombre del Padre...". 

Orígenes, Homilías al Levítico I,1.2; IV,4; VI,6; VII,5; VIII,3.11; 
IX,9:
"... Pero beatos son los ojos (cf. Lc 10,23) que ven al Espíritu 
divino escondido en el interior del velo de la letra; y 
bienaventurados son los que prestan a esta escucha los oídos 
limpios del hombre interior... Si uno se convierte al Señor, se quita 
el velo; de hecho donde está el Espíritu del Señor, allí está la 
libertad (2 Cor 3,16-17). Es, pues, al mismo Señor, es al mismo 
Espíritu Santo a quien debemos rogar para que se digne quitar la 
niebla y la bruma que, condensada por las manchas de nuestros 
pecados oscurece la vista de nuestro corazón, de modo que 
podamos reconocer la inteligencia espiritual y admirable de su Ley, 
según las palabras Ya que en el día de Pentecostés -ofrecido el 
sacrificio de las oraciones- la Iglesia de los apóstoles recibió las 
primicias del Espíritu Santo... Se siembra (o en la carne -Gal 6,8) 
cuando se peca, para recoger la corrupción; o en el Espíritu cuando 
se vive según Dios para recoger la vida eterna Si a nosotros ha 
sido donada la comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu 
Santo debemos estar atentos a no renegar con el pecado esta 
santa y divina comunión... Por lo tanto, nosotros meditando tales 
cosas, trayéndolas a la memoria día y noche, atentos a la oración y 
vigilantes en ella, pedimos al Señor que se digne revelarnos la 
ciencia de las cosas que leemos y que nos muestre como observar 
la ley espiritual no solo en la inteligencia sino también en las 
acciones a fin que merezcamos alcanzar la gracia espiritual, 
iluminados por medio de la Ley del Espíritu Santo, en Cristo Jesús 
nuestro Señor... Quien no tenga espada venda la túnica y compre 
una espada (Lc 22,36). He aquí: también esta es letra del 
Evangelio, pero mata. Si, en cambio, la recibes espiritualmente no 
mata sino que en esa está el Espíritu que vivifica (cf. 2 Cor 3,6)... 
Los santos (no Herodes ni el Faraón) no solo no celebran la fiesta 
natalicia sino que, llenos del Espíritu Santo, repudian este día... el 
don de la gracia del Espíritu Santo es designado mediante la figura 
del óleo, para que no solo aquel que se convierte del pecado pueda 
conseguir la purificación sino que pueda ser lleno del Espíritu 
Santo, con el cual pueda recibir el primer vestido y el anillo, ser 
reconciliado con el Padre y ser restablecido en su lugar de hijo... 
¿Quieres que te muestre como de las palabras del Espíritu Santo 
sale fuego y enciende los corazones de los creyentes? Escucha a 
David que dice en el salmo: 'La palabra del Señor lo ha inflamado'. 
Y en el evangelio está escrito, después de hablar el Señor a Cleofé: 
¿'No ardía nuestro corazón, dice, cuando nos explicaba las 
Escrituras'?.