COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

 

1. Se trata de una descripción que utiliza esquemas y elementos de la literatura escatológica. El viento, el fuego, el ruido los utiliza el AT para describir la irrupción súbita de Dios, pero en esta descripción hay algo nuevo. Como en la mañana de la creación, pero en un estadio más avanzado de la historia de la salvación, Dios establece un nuevo principio, una nueva creación.

En este texto hay frecuentes alusiones a la alianza y a la asamblea del Sinaí. Pentecostés se presenta como la inauguración de la nueva alianza entre Dios y su pueblo reunido en asamblea.

La fiesta judía de Pentecostés celebraba también el don de la Ley recibida en el Sinaí cincuenta días después de la Pascua. Ahora cincuenta días después de la inmolación de Cristo y de su resurrección se derrama el Espíritu sobre los apóstoles. El primer elemento de esta escena es el viento que en la tradición bíblica indicaba la presencia y la acción de Dios (Gn 1. 2); 2. 7) y era símbolo del Espíritu de Dios (1 R 19. 11s) y lo asume Jesús en Jn 3. 5-8.

Las lenguas de fuego indican también el Espíritu de Dios (Mt 3. 11) o la presencia eficaz de Dios (Ex 3. 2; 19. 18; Is 6. 6; Ez 1. 4). También aquí hay una relación al Sinaí. Hablar lenguas. El fenómeno puede ser la glosolalia. Los apóstoles empiezan a expresarse al modo de los antiguos profetas (Nm 11. 25-29; 1 S 10. 5-6). Hablan en estado extático como en Hch 10. 46; 19. 6 y 1 Co 10-14. Puede también referirse a la capacidad que el Espíritu comunica a la comunidad de entenderse, de formar comunidad, a pesar de las diferencias personales. Según una tradición judía la voz de Dios en el Sinaí la oyeron todos los pueblos de la tierra. También ahora todos los pueblos son testigos de la acción del Espíritu en Pentecostés. La enumeración que nos ofrece Lc va de este a oeste, con Judá-Jerusalén en el centro. Así Lc simboliza la totalidad del mundo habitado y la universalidad del mensaje.

PERE FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1986, 11


 

2. PENT/SINAI.

Lucas quiere resaltar el paralelismo con la escena del Sinaí. Recogiendo elementos de la Biblia y de las tradiciones judías, enmarca en esta fiesta la venida del ES anunciado por Cristo (Lc 24. 49; Hch 1. 8) y subraya los elementos judíos dándoles un sentido cristiano: no es ya el don de la Ley lo que celebramos sino el don del Espíritu; no es la asamblea del pueblo de Israel sino la asamblea de los cristianos formada por la reunión de muchos pueblos; el monte Sinaí quedó fulgurante de relámpagos, la casa donde se encuentran los discípulos queda llena de la presencia del Espíritu que en forma de unas lenguas de fuego se posan encima de cada uno. La Iglesia nace con carácter de universalidad y para todos los pueblos sin distinción.

J.M. VERNET
MISA DOMINICAL 1983, 11


 

3. Existen actualmente pocas dudas sobre que este relato es una construcción artificial, creada por Lucas en función de una exposición teológica. Sería incorrecto intentar ver acontecimientos históricos sin más en todos los elementos escenográficos como el fuego, el viento, las lenguas. Están tomadas de la tradición bíblica del "día del Señor". Sirven para presentar al Espíritu en un "día del Señor" muy particular. En efecto, lo esencial del relato es mostrar que la comunidad inicial ha sido invadida por el Espíritu y que toda su actividad posterior se realiza movida por ese ser divino. Comunidad y Espíritu, los dos polos de la teología de Hechos.

El protagonista principal es el Espíritu de Dios, que ha de entenderse como la fuerza y presencia activa del Señor que lleva a cabo la salvación del hombre, inaugurándose así la comunidad de los salvados que hacen visible esta presencia. El Espíritu constituye al grupo de discípulos en testigos ante todos los pueblos, representados por los oyentes del discurso petrino. No hay fronteras para la salvación. La dimensión universal es bien clara. No sólo en cuanto destino, deseo o posibilidad, sino como realidad presente. La salvación es posible para todos, y todos pueden entenderla, cada uno con sus propias características, en su propia "lengua".

Lucas coloca aquí un ejemplo del anuncio cristiano en boca del portavoz de los Doce, Pedro. Es un discurso construido por el mismo autor de Hechos, con elementos de la predicación inicial. Pero lo principal del pasaje es el espíritu que ya no abandona la comunidad nunca, aun cuando los signos de su presencia y acción sean hoy día distintos de los de entonces.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1990, 31


 

4. Relato del acontecimiento de Pentecostés en el que habrá que distinguir los hechos mismos, la reacción de los interesados en el momento en que sucedían y la interpretación teológica posterior.

* * *

a) Ciertamente, la venida del Espíritu Santo no tuvo lugar por casualidad un día de Pentecostés.

En su origen, la fiesta de Pentecostés era una fiesta de la cosecha, fiesta de plenitud y de abundancia (Ex 23, 16; 24, 22), pero también tributaria del determinismo de la naturaleza. En seguida encuentra su puesto entre las celebraciones de la historia de la salvación: Dt 26, 1-11 pres- cribe ya al judío que viene a ofrecer las primicias de su cosecha que haga una profesión de fe en la que reconozca que sus tierras son un don de Dios.

Muy pronto, la fecha de la fiesta fue fijada en el día cincuenta después de la Pascua (/Dt/16/09-12). Pero se observan muchos cómputos diferentes, especialmente el que, recurriendo al tema de la nueva creación, hacía coincidir Pentecostés con el primer día de la semana (domingo). Como todos estos cálculos fijaban la fiesta de Pentecostés en el tercer mes, la atención recaía principalmente sobre lo que sucedió en el desierto en el curso de este período: la llegada del pueblo al Sinaí (Ex 19, 1-4). Los autores judíos y los monjes de Qumrân se apoyaron en este acercamiento para hacer de Pentecostés la fiesta de la Ley y de la asamblea del Sinaí. La Pascua había procurado la liberación de hecho de Egipto. Pentecostés concede la libertad de derecho; ésta realiza lo que aquélla había obtenido, recogía los frutos merecidos en la Pascua, "institucionalizaba" el "acontecimiento" pascual.

Convencido de que Pentecostés era la fiesta de la alianza, el autor del libro de los Jubileos (que no pertenece al canon de Antiguo Testamento) condensa en este día todas las alianzas concluidas entre Dios y los hombres: con Noé, con Abraham y con Moisés. Por otra parte, muchos reyes renovaron la alianza el día de Pentecostés (2 Cr 15, 10-15; Sal 67/68, 16-19, que siempre fue un salmo para esta fiesta).

No hay que extrañarse, pues, de que la restauración de la alianza y la convocación de una nueva asamblea hayan sido fijadas, en el Nuevo Testamento, el día de Pentecostés (Act 2, 1-11) y que los factores de interiorización de esta Nueva Alianza la hayan colocado sobre los temas antiguos.

b) Durante su narración, Lucas hace alusión varias veces a la alianza y a la asamblea del desierto. Ya es significativa la conexión entre Ascensión y Pentecostés: es necesario que Cristo "suba" para que el Espíritu sea "dado". Esta idea está tomada del Sal 67/68, 19 (Act 2, 33) que se cantaba en la liturgia judía de Pentecostés, y los targum del judaísmo aplicaban estos versículos a Moisés que "sube" al Sinaí para que "desciendan" la alianza y la ley (Dt 30, 12-13; cf. Jn 16,7).

Además, el ruido, el viento y la violencia mencionados en el v. 2 son los rasgos característicos de la alianza del Sinaí (Heb 12, 18-19; Ex 19,16). Estas manifestaciones "llenan la casa" del mismo modo que el Sinaí quedó totalmente invadido (Ex 19, 18). El ruido viene del cielo como el que retumba sobre la montaña (Ex 19, 3; Dt 4, 36). Las lenguas de fuego se explica igualmente en el contexto del Sinaí (v. 3). Muchos targum imaginaban que la voz que se manifestó en el Sinaí se dividía en siete o setenta lenguas para manifestar el universalismo de su mensaje: la Palabra de Dios ha sido llevada a todas las naciones, aunque sólo Israel la escuchó. Se comprenderá que estas lenguas fueran de fuego, recordando Ex 19, 18 y 24, 27, como Dt 4, 15 y 5, 5, que en la teofanía del Sinaí muestran a Dios hablando en la llama de fuego.

Pentecostés se presenta, pues, a los primeros cristianos como la inauguración de la alianza nueva y la promulgación de una ley que ya no está grabada en la piedra, sino en el Espíritu y la libertad (v. 4; cf. Ez 11, 19; 36, 26). Esta convicción ha contribuido, sin duda, a la redacción imaginativa del descendimiento del Espíritu. Lo esencial, sin embargo, se encuentra más allá de las imágenes: Dios no da sólo una ley, sino también su propio Espíritu.

c) El v. 4, que anuncia el don del Espíritu, sirve de transición entre las dos partes del relato. Después de haber descrito el descendimiento del Espíritu (vv. 1-3), San Lucas pasa a describir los efectos del carisma de la glosolalia (vv. 5-11). Pero, ¿en qué consistía ese "hablar en lenguas"?, ¿se trataba de sonidos sin sentido para el oído humano, o de varias lenguas que se hablaban simultáneamente? Este carisma se produjo repetidas veces en las comunidades primitivas: en Corinto (1 Cor 12, 30; 13, 1; 14, 2-29), en Cesarea (Act 10, 45-46) y en Efeso (Act 19, 6). Ahora bien: todos estos testimonios hacen de este fenómeno, por oposición a la profecía, un carisma que sirve más para alabar a Dios que para instruir a la asamblea ( v. 11; cf. 1 Cor 14, 2, 14-15; Act 10, 46). Se trata, pues, de un "hablar a Dios" que puede sonar de modo extraño a los no iniciados (vv. 12-13; cf. 1 Cor 14, 23) y que sería una lengua extática ininteligible (cf. ya 1 Sam 10, 5-6; 10, 13), manifestación más o menos psicológica que es interpretada como prenda de la futura espiritualización del hombre.

d) Esta glosolalia toma en la pluma de Lucas un matiz personal. El evangelista convierte el fenómeno de "hablar a Dios" extático en un "hablar a los hombres" en varias lenguas. Los vv. 4 y 6, que nos dan esta interpretación, muestran un vocabulario típicamente lucano. Habría que distinguir, por tanto, más allá del relato del acontecimiento, una interpretación universalista que Lucas pretende dar de él (cf. Lc 3, 6; Act 28, 28; Lc 24, 47; Act 1, 8; 13, 47, etc.). La mención de la "multitud" (v. 6: plêthos) es una alusión a la promesa que Dios hizo a Abraham de hacerlo un día padre de una "multitud" (plêthos) de naciones (Gén 17, 4-5; Dt 26, 5).

Ciertamente, las naciones sólo se presentan de un modo simbólico, porque la multitud se compone de judíos que dejaron, provisional o definitivamente, la Diáspora para venir a Jerusalén en peregrinación o para establecerse en esta ciudad (versículos 9-10). La lista de las naciones es bastante heteróclita, la mención de los cretenses y los árabes (v. 11) puede ser de origen posterior y la de Judea (v. 10) está aquí fuera de lugar. Esta lista hace además algunas omisiones importantes (Grecia, Cilicia...). De todas formas, el universo está presente en sus primicias judías.

* * *

La Iglesia nace con carácter de universalidad y la alianza que el Espíritu concluye con ella interesa a toda la humanidad. Por eso será misionera hasta el fin de los tiempos, pero poniéndose al servicio de todas las lenguas y de todas las culturas. Porque las asume a todas sin dar prioridad a ninguna de ellas.

Durante su historia, la Iglesia no ha dejado de reflexionar sobre las implicaciones de esta misión universal. San Pablo creyó que se debía dedicar a la misión entre los paganos; hoy comprendemos que esa misión está apenas comenzando. Seguir los impulsos del Espíritu es enraizar el misterio de Cristo y de su sacrificio en el centro mismo del dinamismo espiritual que anima a los pueblos y a las culturas. Toda la realidad humana y con ella toda la creación que debe pasar de la muerte a la vida.

El Espíritu actúa en la Eucaristía como en un nuevo Pentecostés. Reunidos en torno a Cristo resucitado, los hijos adoptivos dan gracias por El, con El y en El. Y los ausentes están, en cierto modo, presentes, pues la convocación que reúne a los "presentes" mira a todos los hombres y está orientada a que los "reunidos" se hagan "congregadores" de los ausentes.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA IV
MAROVA MADRID 1969, pág. 273 ss.


 

5. Una primitiva tradición eclesial caracterizó al escritor Lucas como "pintor entre los evangelistas". Acertó en un rasgo esencial: muchas afirmaciones que los demás escritores neotestamentarios expresan sólo formalmente, en un lenguaje nada intuitivo, los presenta Lucas en cuadros impresionantes. La afirmación central "se llenaron todos del Espíritu Santo" no se nos da escuetamente, sino descrita con fenómenos sensibles que acompañan al acontecimiento. Un ruido, como de un viento fuerte, y lenguas de fuego sirven para presentarnos -al igual que lo hace el Antiguo Testamento con la zarza ardiente, la columna de fuego o la tempestad la cercanía de Dios. Un texto rabínico cuenta que la voz de Dios se dividió en el Sinaí en setenta lenguas, de suerte que la ley fue proclamada a todos los pueblos en sus propios idiomas. Lucas se sirve de los medios literarios que le ofrece el ambiente cultural de su tiempo para exponer de forma gráfica e intuitiva la venida del Espíritu Santo que no está al alcance de los sentidos.

Lucas piensa en un prodigio, no de oír, sino de hablar (v.4). No parece que se trate aquí de la "glosolalia" que se nos describe como ininteligible y necesitada de interpretación. El efecto del vino que hace actuar al borracho de una forma que normalmente no lo haría (no lo hace él, sino el vino que lleva dentro) puede servir para comprender la realidad del Espíritu Santo que hace obrar y hablar a los que lo poseen de forma diferente (v.15). Lucas mantiene en los Hechos que la misión entre los no judíos se impuso poco a poco en la comunidad primitiva. Previamente, ha puesto en boca del Resucitado el esquema de todo su libro: "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo... y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra" (Hch 1,8). De donde resulta, para la adecuada inteligencia del relato de Pentecostés, que el Espíritu Santo es, sí, el principio básico de la Iglesia y de su misión universal, pero esta misión universal no comienza a realizarse de hecho el mismo día de Pentecostés. Aunque Lucas nombra grupos de todas las naciones, dice que se trata solamente de judíos de la diáspora.

El texto no pretende constatar detalles históricos ocurridos en un lugar y día determinados ante millares de ojos, sino, sobre todo, hacer una afirmación teológica sobre la presencia del Espíritu Santo en la comunidad. Pedro, que es el único que toma la palabra, explica que el plan de Dios se ha cumplido en Jesucristo y en la infusión de su Espíritu. El éxito está en el bautismo de tres mil judíos (v.41), que prueba que la Iglesia crece por dentro y por fuera gracias al Espíritu Santo. En la medida que la Iglesia cumple su tarea, lo hace por virtud de este mismo Espíritu que es el motor y la fuerza de la Nueva Ley de cada discípulo de Jesús.

EUCARISTÍA 1990, 26


 

6. Los judíos llamaban "pentecostés" a todo el tiempo festivo de la pascua, pero sobre todo a la conclusión solemne de este tiempo que culminaba a los cincuenta días de haber comenzado. Entonces se celebraba una de las tres grandes festividades ordenadas por la Ley (Ex 23,16). Esta era la "fiesta de la siega" o de la cosecha de los cereales (Lv 23,15-21; Dt 16, 9-12). Con el tiempo, ese mismo día, se celebraba también la promulgación de la Ley en el monte Sinaí.

El día de Pentecostés, precisamente a los cincuenta días de la resurrección del Señor, descendió sobre los apóstoles el Espíritu Santo que les había sido prometido (Jn 14,16). El grano de trigo caído en tierra, Jesús muerto y sepultado, ha dado mucho fruto y este fruto es el Espíritu Santo.

La venida del Espíritu fue un acontecimiento en la historia de la salvación, que es una historia de la fe y para la fe. Los signos externos con los que se describe aquí este misterio nos muestran la irrupción de la fuerza de Dios, el Espíritu, en el mundo de los hombres y presagian la expansión del evangelio entre todos los pueblos. Las "lenguas de fuego" que se distribuyen sobre las cabezas de los discípulos de Jesús revelan que todos participan en la comunión de un mismo Espíritu e interpretan el sentido de esa comunicación. Recordemos que ese mismo Espíritu descendió sobre la cabeza de Jesús en el Jordán y que, después, comenzó su vida pública. Ahora va a comenzar la misión de los apóstoles. El Espíritu hizo que aquellos hombres medrosos y asustados salieran a la calle y predicaran desde las azoteas y en las plazas lo que apenas se atrevían a decir al oído.

Mejor que lenguas extranjeras, es decir, lenguas humanas conocidas, se trata aquí de lenguas extrañas o de un modo nuevo de hablar (cfr. Mc 16,17). Probablemente es una alusión a lo que Pablo llama "don de lenguas" (1 Cor 14,2;14-17). Esta manera de hablar bajo la acción del Espíritu sólo pueden comprenderla aquellos que reciben también el mismo Espíritu. Porque el que da capacidad de hablar a los testigos es el que da a los creyentes la posibilidad de escucharles. De ahí que muchos griegos y gentiles entendieran a Pedro no obstante la diversidad de idiomas, mientras que otros, incluidos muchos judíos, que se expresaban en el mismo idioma que Pedro, no comprendieran nada y fuera para ellos como si hablara en chino o estuviera borracho.

En Pentecostés sucedió lo contrario de lo que se dice de Babel, donde los hombres que intentaron escalar el cielo terminaron sin entenderse los unos a los otros. Y es que los hombres sólo pueden entenderse entre sí cuando cada uno se abre a la sorprendente gracia de Dios y no cuando luchan como titanes para alzarse sobre las nubes. Si en Babel se dispersó la humanidad, el adviento del Espíritu y su acogida por los hombres significa el principio de una nueva y definitiva reunión. Sobre la diversidad conflictiva, sobre el caos lingüistico, se cierne el Espíritu de Dios. Cuando lo recibamos de verdad, cuando todos tengamos un mismo Espíritu, nos entenderemos aunque hablemos diferentes idiomas. Y surgirá la nueva creación. Porque el problema está en la división de los espíritus, en las mentalidades opuestas y en el enfrentamiento de los intereses.

EUCARISTÍA 1986, 24


 

7. La fiesta de Pentecostés, inicialmente fiesta de las cosechas (Pascua granada), iba tomando en tiempos de JC un nuevo sentido de conmemoración de la alianza del Sinaí, culminación, por tanto, del edificio religioso israelita edificado en la Pascua del Éxodo. Entendido así, el nuevo Pentecostés es también la cosecha-culminación de la Pascua de JC, el don de la nueva alianza, el inicio de los tiempos del nuevo pueblo. Y este inicio de la nueva Ley aparece con las características de las grandes manifestaciones de Dios en el AT: el viento fuerte que llena todo, el fuego que se hace presente (y que, además, aparece dado no sólo colectivamente, sino personalmente a cada uno de los presentes). Todo esto se concreta en la donación del Espíritu, que es el don de los últimos tiempos, la parusía esperada, se hacen realidad ahora en el don del Espíritu, y este don tiene como resultado inmediato el inicio de la extensión del Evangelio.

Este resultado queda escenificado a continuación. Lucas convierte la manifestación extática y el hablar lenguas más o menos exaltado en una predicación a la larga lista de pueblos enumerados, significativos del mundo entero, cada uno de los cuales siente personalmente y en su propia lengua la predicación de las "maravillas de Dios", es decir, de la resurrección de JC. Ha sido rota la maldición de Babel, y ha sido abierto el camino de la unidad de todos los hombres en el Evangelio de JC.

(JOSÉ LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1989, 10


 

8. Como veíamos el domingo pasado al comentar la primera lectura, y como veremos también en el evangelio de hoy, la resurrección de Jesús, su glorificación a la vida de Dios, y el don de su Espíritu, son las diversas caras de un único acontecimiento. Pero Lucas, en el libro de los Hechos, quiere resaltar la relevancia de cada uno de estos aspectos haciendo de ellos una escenificación plástica. El de hoy, Pentecostés, tiene una relevancia especial: representa el inicio del anuncio de la Buena Noticia y la primera reunión de la comunidad creyente. Por eso inicia el relato con la fórmula (que la traducción no recoge) "al cumplirse los días de Pentecostés", como hizo con el nacimiento de Jesús (Lc 2,6) y al comenzar el camino hacia la muerte-resurrección (Lc 9,51).

Históricamente, detrás de este relato probablemente esté el recuerdo de la primera salida pública de los discípulos para anunciar a Jesucristo, un anuncio hecho en ambiente de gran entusiasmo ("hablando en lenguas" extáticamente, un hecho que Lucas ha modificado haciendo de él un hablar inteligiblemente en todas las lenguas de los oyentes: Lucas prefiere, más que destacar el entusiasmo ininteligible de "hablar lenguas", subrayar el hecho de que ahora empieza el anuncio de una Buena Noticia que se dirigirá a todos los hombres, y que todo el mundo podrá comprender). El hecho podría haber coincidido con el Pentecostés judío, una fiesta de origen agrícola (la "Pascua granada") que por aquellas épocas algunos sectores judíos habían reconvertido en una celebración de la alianza del Sinaí: la alianza de Dios con Israel se convierte ahora en la nueva alianza del Evangelio, y la experiencia vital de esta nueva alianza es tan fuerte y conmocionadora que sólo se puede explicar con signos parecidos a los que vivieron los israelitas en el Sinaí.

Teológicamente, podríamos decir que la resurrección de Jesús significa su glorificación a la derecha de Dios y el don del Espíritu para los discípulos y para la humanidad, como inicio de los tiempos definitivos. Pero este hecho fue vivido por los primeros discípulos como un proceso no inmediato, de manera que hoy celebramos que, un tiempo después de la experiencia de la resurrección, quedaron nuevamente impregnados de la fuerza de Dios de tal manera que iniciaron, con una intensidad imparable, el anuncio de la Buena Noticia.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 7


 

9. Pentecostés o la fiesta de los cincuenta días, la Pascua de fuego, que es el Espíritu de Dios. Es el remate de la obra de Jesús y la puesta en marcha de la Iglesia. Los profetas habían anunciado tiempos mesiánicos, con efusión de espíritu. «Derramaré mi espíritu sobre toda carne: profetizarán vuestros hijos e hijas...» (Jo. 2, 28). Ahora empieza a cumplirse. El Bautista aludía a un futuro bautismo en fuego y Espíritu. Ahora empieza a cumplirse. El mismo Jesús prometió claramente: «Seréis bautizados en el Espíritu Santo» (Hch. 1, 5); y éste es el bautismo.

Señalemos un par de realidades significativas:

--En Pentecostés, los judíos celebraban la entrega de la ley y la renovación de la antigua alianza, a la vez que ofrecían las primicias de las cosechas. En este Pentecostés, los discípulos reciben con abundancia los frutos de este Espíritu.

-- Pentecostés supone el final de aquel movimiento disgregador que empezó en Babel, cuando los hombres empezaron a hablar cada uno la lengua de su propio interés. Aquí se empieza a hablar la lengua común del amor, la que todos entienden y la que a todos reúne.

CARITAS 1991, 1.Pág. 244


 

10. La Pascua de Pentecostés es un nuevo matiz de la gran Pascua de Cristo resucitado. No hay más que una Pascua, que se prolonga durante cincuenta días. Un día festivo extraordinariamente grande: doce horas son muy pocas para tanta alegría; por eso, nuestro «gran Domingo» (San Atanasio) tiene mil doscientas horas. Un milenario exultante, anticipado.

Pentecostés es el cumplimiento de todas las promesas. Se prendió por fin la hoguera que Cristo tanto deseaba. Se abrieron los surtidores y las fuentes inagotables que se habían anunciado. Ya pueden bañarse todos y bautizarse en las aguas del Espíritu. El vino bueno que sobriamente embriaga, ya se sirve en todas las mesas. Dones abundantes, frutos sabrosos y tesoros escondidos, se ofrecen gratuitamente para aquellos que los quieran. Ya todo es posible. Las visiones y los sueños de los profetas se hacen realidad. Es la era de la paz y del Espíritu. Los hombres han aprendido a hablar la misma lengua.

CARITAS 1992, 1.Pág. 252


11. 2004. Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano


El texto completo de Pentecostés: 2, 1-41

Es dentro de este conjunto que se sitúa el texto de la liturgia de hoy.



Estructura:

(1) La irrupción del Espíritu: vv. 1-13

(2) Discurso de Pedro: vv. 14-36

(3) Consecuencias del discurso: vv. 37-41

La irrupción del Espíritu en Pentecostés es la consecuencia directa, histórica y visible en la tierra de la resurrección y exaltación de Jesús: "exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que Uds. ven y oyen" (v.33). Es el Espíritu el que constituye realmente el movimiento de Jesús: su primera comunidad en Jerusalén y la misión a todos los pueblos. Lo que Lucas narró anteriormente en 1, 12-26 está más bien orientado al pasado: regreso a Jerusalén y al Templo y constitución de los 12 Apóstoles (restauración del nuevo pueblo de Israel); ahora Lucas retoma el inicio de su relato en 1, 6-11 (esp. 1, 8) y proyecta el movimiento de Jesús hacia el futuro y la misión a todos los pueblos de la tierra.

El relato de Pentecostés está admirablemente construido y tiene una fuerza fundante y transformadora, que ha sido eficaz a lo largo de toda la historia del cristianismo. Toda reforma de la Iglesia comienza siempre con Pentecostés. Una mirada crítica del relato descubre la actividad redaccional y creadora de Lucas. Es Lucas el que ha construido este paradigma de Pentecostés, pero lo hace a partir de muchos hechos y tradiciones históricas. Todo lo que narra Lucas es histórico, pero al autor construye un relato único a partir de hechos que posiblemente sucedieron varias veces, en diferentes lugares, tiempos y circunstancias. El discurso de Pedro posiblemente lo compuso Lucas, pero lo construye a partir de tradiciones, escritas u orales. El discurso que compone Lucas corresponde históricamente a lo que en ese entonces en Jerusalén pensaba y decía la primera comunidad apostólica. Lucas recoge los hechos históricos y las tradiciones, pero también a Lucas le interesa el efecto creador y fundante de estos hechos y tradiciones en la historia de la Iglesia de su tiempo y de la iglesia de todos los tiempos.

Los hechos de Pentecostés (vv. 1 -13): En la narrativa de Pentecostés podemos distinguir dos relatos: uno más primitivo y tradicional en los vv. 1-4 y 12-13. Y otro más evolucionado y redaccional en los vv. 5-11. El relato antiguo tiene un carácter carismático y apocalíptico: hay viento impetuoso y lenguas como de fuego; los presentes hablan en lenguas (vv. 1-4) y por eso aparecen ante los demás como borrachos; los hechos suceden en una casa (v.2). El segundo relato es profético y misionero: ya no se trata de hablar en lenguas (glosolalia), sino de un don profético: los presentes hablan en Galileo (arameo) y cada cual los entiende en su propia lengua nativa. El milagro no está en el hablar (como en la glosolalia), sino en el escuchar (sobre esto se insiste en tres lugares: vv. 6.8 y 11). Los que están reunidos para escuchar son un grupo grande. Si el evento primitivo se da en una casa, ahora, en el segundo relato, tenemos la impresión de estar más bien en el Templo. Posiblemente Lucas unió aquí, en un sólo relato, dos tradiciones históricas, cada cual con un sentido diferente. Este recurso literario lo descubriremos en varios lugares en los Hechos de los Apóstoles.

En 2, 1 se nos dice que "estaban TODOS reunidos". No se trata sólo de los 12 apóstoles, sino de la asamblea de los 120 (1, 15), entre los cuales está María, la madre de Jesús, el grupo de las mujeres y el grupo de los hermanos de Jesús, entre los cuales con certeza también Santiago, el hermano del Señor (1, 14). El don del Espíritu se da a esta primera comunidad, si bien es Pedro, junto con los once, el que va a pronunciar el discurso (vv.14-36). Se añade también que están reunidos "con un mismo propósito" ("epi to autó", lo que a veces también se traduce "en un mismo lugar"). Este mismo propósito es posiblemente la estrategia restauracionista implícita en la elección de Matías en 1, 15-26. La irrupción del Espíritu viene a romper este propósito de restauración, que mira más al pasado que al futuro. El Espíritu viene de repente, con ruido como de viento impetuoso y en lenguas como de fuego: estos símbolos (huracán u fuego) muestran la "violencia" necesaria del Espíritu para transformar al grupo presente y reorientar la primera comunidad, desde una posición restauracionista hacia una posición profética y misionera. Esta tensión entre restauración (pasado) y misión (futuro), es la que vimos en 1, 6-11. Pentecostés es el bautismo en el Espíritu Santo anunciado en 1, 5. El bautismo de Juan Bautista era de agua, un símbolo judío de conversión personal; ahora de trata del bautismo en el Espíritu, que es el símbolo característico del movimiento profético de Jesús, no ya sólo de conversión personal, sino de transformación de la comunidad de los discípulos en auténtica comunidad profética, para dar testimonio de Jesús hasta los confines de la tierra.

Los que se reúnen, atraídos por los sucesos de Pentecostés, son "hombres piadosos, que habitaban en Jerusalén, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo". Tenemos aquí una ficción literaria de Lucas, pues es un hecho extraordinario que estén reunidos en Jerusalén gente piadosa de todas las naciones del mundo. El hecho es tan extraordinario, que manuscritos posteriores (tradición occidental) agregan la palabra "judíos": los reunidos serían "judíos de todas las naciones, que habitan en Jerusalén". Lucas con su ficción literaria tiene una clara intención teológica: reúne simbólicamente en Jerusalén a gente piadosa de todas las naciones del mundo, que en Pentecostés van a recibir el testimonio profético de la primera comunidad apostólica. El Espíritu es derramado en función de todos los pueblos y culturas del mundo. Eso ya se da para Lucas en el hecho fundante de Pentecostés.

En los vv. 9-11 tenemos la lista de la naciones. Lucas enumera 12 pueblos y tres regiones. El primer grupo lo constituyen los nativos partos, medos y elamitas. El segundo grupo son los habitantes (hoi katoikountes) de Judea, Capadocia, Ponto, Frigia, Panfilia y Egipto. Aquí también se enumeran tres regiones (que aparecen con artículo): la Mesopotamia, el Asia y la Libia, que confina con Cirene. El tercer grupo son los forasteros (hoi epidemountes): romanos (habitantes de Roma, sean estos judíos o prosélitos), cretenses y árabes. ¿Cuál es la lógica de esta enumeración? En primer lugar Lucas distingue nativos, habitantes y forasteros. Los nativos son pueblos del oriente, civilizaciones del pasado. Los habitantes están repartidos en tres regiones: la Mesopotamia (al este), el Asia (al norte) y la Libia (al sur) y en 6 pueblos: Judea (al centro), Capadocia, Ponto, Frigia y Panfilia (al norte) y Egipto (al sur). Por último los forasteros romanos (código étnico, no se refiere a las fuerzas del Imperio Romano), que vienen de visita a Jerusalén; entre estos se distinguen romanos judíos y romanos prosélitos (no-judíos que se han convertido y han aceptado la circuncisión); los cretenses, son un pueblo marítimo, en expansión hacia occidente y los árabes sería una designación global para referirse a los pueblos del desierto, en expansión hacia oriente. La lógica geográfica es la que domina al grupo de los habitantes (oriente, norte y sur, con Judea al centro). Los visitantes (romanos, cretense y árabes) no siguen una lógica geográfica, sino más bien la lógica de visitantes esporádicos (grupos amplios y ambiguos), que regresan a su patria. En síntesis, los representantes de los pueblos vienen de todas las regiones de la tierra, de las culturas antiguas de oriente, de los pueblos establecidos en torno a Judea (oriente, norte y sur) y de las poblaciones que se desplazan hacia oriente y occidente, cuyo centro es Roma. Lucas combina criterios culturales, geográficos y sociales y construye así históricamente el paradigma misionero del Espíritu. Lo curioso es que no se menciona Siria, Macedonia y Grecia, que es el territorio de las iglesias paulinas. Quizás no aparecen estos pueblos, pues es ahí donde Lucas escribe su obra y son ya en su tiempo Iglesias independientes de Jerusalén.

Lucas insiste tres veces (vv. 6.8 y 11) en que los presentes, que vienen de todos los pueblos, entienden el discurso de Pedro, cada uno en su propia lengua. Pedro y los Once son galileos (v. 7) y hablan por lo tanto en arameo, que era una lengua bastante conocida en Siria y oriente. El milagro de Pentecostés es que cada uno entiende a los apóstoles en su propia lengua nativa. No se trata de la glosolalia, pues cada pueblo escucha el Evangelio en su propia lengua, y podríamos agregar, en su propia cultura. Por eso consideramos hoy en día a Pentecostés como la fiesta cristiana de la Inculturación del Evangelio.

Muchos comentarios oponen erróneamente Pentecostés a la confusión de lenguas en Babel (Gn. 11, 1-9). En Babel, la unidad original de lenguas fue lo que permitió la construcción de la ciudad con una torre militar, que es el proyecto de dominación (Gn 11, 2-4); la recuperación de las lenguas nativas hizo posible detener la construcción de la ciudad, lo que se identifica con el proyecto liberador de Yavé (Gn 11, 5-8) . Una lectura del relato del Génesis, desde la perspectiva dominante y colonial, siempre vio la pluralidad de lenguas y culturas como una maldición y un castigo. En Pentecostés se habría recuperado la unidad perdida en Babel (así interpreta, por ejemplo, la nota de la Biblia de Jerusalén en Hch 2, 6). Desde la perspectiva liberadora de la inculturación del Evangelio, la diversidad de lenguas es el hecho liberador que permitió la huída de los trabajadores y la paralización de la construcción de la ciudad. En Pentecostés cada pueblo conserva su lengua y cultura. Lo nuevo en Pentecostés es la unidad en la comprensión del Evangelio, manteniendo la diversidad de lenguas y culturas. La unicidad de lenguas no es el proyecto original de Dios, ni tampoco su recuperación en Pentecostés, sino una forma de dominación cultural. El proyecto original de Dios, recuperado en Pentecostés, es una humanidad plurilingüe y multicultural.

El discurso de Pedro (vv. 14-36): El discurso tiene dos partes: vv. 14-21 y vv. 22-36. En la primera parte Pedro se dirige a "los judíos y todos los habitantes de Jerusalén", donde se incluye implícitamente sobre todo a los visitantes piadosos de todos los pueblos presentes en Jerusalén. Pedro en esta parte responde directamente a los hechos extraordinarios de Pentecostés (narrados en los vv. 1-13), especialmente al relato antiguo (vv. 1-4), donde se da el fenómeno de glosolalia, que causa la impresión de que todos los que reciben el Espíritu están borrachos (vv.12-13). En la segunda parte de su discurso (vv.22-36), Pedro se dirige exclusivamente a los "Israelitas" y se refiere explícitamente a los judíos de Galilea y Judea, que vivieron de cerca y en vivo todos los hechos de Jesús hasta su muerte; ahora el hecho de Pentecostés queda integrado en un discurso global eminentemente kerigmático y cristológico.

Pedro utiliza tres textos bíblicos en su discurso: Joel 3, 1-5 / Sal 16, 8-11 y Sal 110,1. El discurso ha sido compuesto por Lucas, pero ciertamente recoge la tradición histórica de la primera generación cristiana, especialmente la forma cómo se interpretaba la Biblia Hebrea. Ninguno de los textos bíblicos citados se refiere a lo que la comunidad está viviendo: la resurrección y exaltación de Jesús y los hechos de Pentecostés. Sin embargo la comunidad interpreta los hechos a la luz de las escrituras, con lo cual tanto la realidad que viven, como los textos que citan, adquieren un nuevo sentido. Los hechos interpretan las Escrituras y éstas explican los hechos. En esta hermenéutica apostólica los textos son leídos e interpretados, y a veces incluso re-construidos, con bastante libertad.

En la primera parte de su discurso Pedro cita Joel 3, 1-5, pero cambia el comienzo del texto de Joel: en vez de "sucederá después de esto", Pedro dice como palabra de Joel: "sucederá en los últimos días". Es un texto claramente apocalíptico: "los últimos días" (v.17) y "el día grande del Señor" (v. 20), no es el día del juicio final, sino el día inaugurado por la resurrección de Jesús y que se prolonga por su exaltación (ascensión) y la efusión del Espíritu a lo largo de la historia. Las transformaciones cósmicas de los vv.19-20: prodigios en el cielo y señales en la tierra; sol en tinieblas y luna en sangre, es el lenguaje típico de la apocalíptica cristiana para interpretar transformaciones históricas del tiempo presente (cf. con el mismo sentido Apoc. 6, 12-18). Los signos cósmicos son utilizados teológicamente para interpretar la importancia transcendental de hechos que suceden en el tiempo histórico presente. Pentecostés es la manifestación fundamental de este tiempo escatológico y apocalíptico inaugurado por la resurrección de Jesús. Lo fundamental de este tiempo apocalíptico del Espíritu, es que el Espíritu es derramado "sobre toda carne": hijos e hijas, jóvenes y ancianos, esclavos y esclavas. En este tiempo del Espíritu todos y todas son profetas. El versículo final de la profecía de Joel subraya este universalismo: "todo el que invoque el nombre del Señor se salvará". En el texto griego del A.T. el título "Señor" traduce el nombre de Dios, que la comunidad cristiana primitiva aplicó directamente a Jesús. Este versículo le sirve a Lucas como transición para la segunda parte del discurso.

La segunda parte del discurso de Pedro es cristológica (vv.22-36) y se dirige explícitamente a los "israelitas" (v. 22) y a "toda la casa de Israel" (v. 36). La estructura y contenido de esta sección es así:

(1) vv. 22: vida pública de Jesús antes de su muerte: hombre acreditado por Dios con milagros, prodigios y señales.

(2) v.23: muerte de Jesús: Pedro acusa directamente al pueblo judío: "Uds. lo mataron clavándolo en la cruz por mano de los impíos". Aquí Pedro acusa al pueblo, pero claramente la acusación es contra los jefes, ancianos, escribas y sumo-sacerdotes (cf.4, 5.10 y 5, 28).

(3) vv. 24-32: resurrección de Jesús. A este Jesús Dios le resucitó (esta frase se repite al comienzo y al final de este párrafo). Aquí Pedro utiliza el Salmo 16, 8-11. Este texto bíblico no habla del mesías ni de su resurrección, sino del hombre perseguido que pone toda su confianza en Dios. Pedro, sin embargo, lo aplica a Jesús, con lo cual reconstruye el sentido del salmo y simultáneamente interpreta la muerte y resurrección de Jesús a la luz de las Escrituras. Como ya dijimos: la comunidad entiende las Escrituras, cuando a la luz de ellas, entiende la realidad actual. Pedro da testimonio de la resurrección de Jesús. El anuncio va acompañado del testimonio: Pedro compromete públicamente su vida en lo que afirma solemnemente. No basta interpretar las escrituras, es además necesario el testimonio personal de los discípulos.

(4) vv. 33-35: Jesús es exaltado, recibe el Espíritu y lo derrama a todos, que es lo que todos están viendo y oyendo. Nueva interpretación bíblica, esta vez el salmo 110, 1. Pedro termina refiriéndose a los hechos de Pentecostés, que es lo que motivó el discurso.

(5) v. 36: conclusión: " Sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Mesías a este Jesús a quien Uds. han crucificado". Jesús ha sido constituido Señor y Mesías con poder, a partir de su resurrección y exaltación, delante de todo el pueblo de Israel. La efusión del Espíritu es la prueba sensible de ello y su raíz es Jesús glorificado.

Reacciones ante el discurso de Pedro (vv. 37-41) La multitud que escucha a Pedro interrumpe el discurso e interviene con una pregunta clave: "¿Qué hemos de hacer, hermanos?". El pueblo ya no se dirige a los jefes y ancianos de Israel, sino a Pedro y a los demás apóstoles. Pedro ha dado testimonio con plena autoridad, como el nuevo jefe de Israel. Es él ahora el que debe orientar al pueblo de Israel. La respuesta de Pedro responde a un esquema tradicional: conversión y bautismo en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados, y así poder recibir el don del Espíritu Santo. El bautismo fue una práctica común en los profetas y mesías populares, como fue el caso de Juan Bautista. Aquí se trata del bautismo específicamente cristiano. Posiblemente Lucas refleja aquí una costumbre de la Iglesia de su tiempo, cuando el bautismo significaba explícitamente pertenencia a la Iglesia, como una identidad diferente de la sinogoga y de toda institución judía. No sabemos cuando se impuso la tradición del bautismo cristiano. En los profetas populares el bautismo junto al río era un rito alternativo al Templo y marcaba un movimiento de ruptura con la institucionalidad sacerdotal del Templo. El bautismo cristiano debió nacer poco a poco dentro de esta tradición profética y mesiánica popular. El bautismo como rito implicaba arrepentimiento y perdón de pecados. Juan Bautista proclamaba "un bautismo de conversión para perdón de los pecados" (Lc 3, 3). Lo nuevo ahora, después de la resurrección y exaltación de Jesús, es que los bautizados reciben el don del Espíritu Santo. Este don es para todos: para los judíos y para los gentiles ("los que están lejos" v. 39, citando a Is 57, 19). así lo recibirán los samaritanos (8, 15-17) y el centurión romano Cornelio (10, 44-48).

En el v. 40 tenemos un recurso literario, un resumen o sumario, para dar a entender que Pedro no sólo dijo el sermón ya presentado, sino mucho más. Lucas recuerda una sola frase en la instrucción adicional de Pedro: "Sálvense de esta generación perversa". La "generación perversa" fue aquella que en el desierto se rebeló contra Dios (Dt 32, 5); o la que rechazó a Jesús (Lc 9, 41); ahora sería la que rechaza el testimonio de Pedro. En el contexto, se refiere a las autoridades de Israel. El pueblo de Israel, guiado ahora por los apóstoles, debe seguir a Jesús, recibir su Espíritu y salvarse de la generación perversa de los jefes, ancianos y sumo-sacerdotes del Templo.


12. Fray Nelson Domingo 15 de Mayo de 2005

Temas de las lecturas: Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar * Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo * Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo; reciban el Espíritu Santo.

1. El Espíritu que obra maravillas
1.1 Son innumerables las enseñanzas que nos ofrece la teología del Espíritu Santo. Hoy queremos dar una mirada a las maravillas que obra el Espíritu, de las que poco hablamos en nuestro contexto católico. El resultado es que nuestra fe se vuelve más un asunto de conducta, de liturgia y de obediencia, y puede perder espontaenidad, alegría y fuerza de testimonio.

1.2 Nos apoyamos en preciosos textos del P. Jordi Rivero, sobre el Don de Lenguas, y de la Madre Adela Galindo sobre el Don de Milagros, ambos de la página http://www.corazones.org . Conservamos el formato propuesto por los autores.



2. El Don de Lenguas
2.1 Se le llama "don de lenguas" a diferentes dones que se deben distinguir para evitar confusión:

1- El don milagroso de hablar un idioma que no se ha aprendido por la vía natural. Este don se manifestó en Pentecostés.

quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. -Hechos 2:4

Se trata de un don milagroso. San Agustín enseña que en el comienzo de la Iglesia este don era necesario para que el Evangelio se comunicara rápidamente a todas las naciones, así todos podían recibirlo y además se daba testimonio del origen divino de su doctrina. Pero cuando la Iglesia ya hablaba los diferentes lenguajes (por medios naturales) el don se hizo menos necesario. En su tratado 32 sobre el Evangelio de San Juan, San Agustín, Padre del la Iglesia, siglo IV, escribe:

Hoy día, cuando el Espíritu Santo ha sido recibido, nadie habla en las lenguas de todas las naciones pues la Iglesia ya habla las lenguas de todas las naciones y si uno no está en ella, este no recibe el Espíritu Santo.

Santo Tomás, en su Summa Thelogia, confirma que este don milagroso de lenguas no es tan común como lo era antes. El don, sin embargo, no ha desaparecido. Entre los santos que lo ejercieron están: San Pacomio (siglo IV), San Norberto (siglo XII), San Antonio de Padua (siglo XIII), San Vicente Ferrer (Siglo XIV), San Bernardino de Siena (siglo XV) y San Francisco Javier, el gran misionero en el Oriente (siglo XVI). En cada caso el don abrió la puerta para comunicar el mensaje del Señor. En nuestro tiempo también hay numerosos testimonios de este don. Por ejemplo, sacerdotes que, en un momento de necesidad, han confesado o predicado en un idioma que desconocían.

2- Profecía en lenguas. Es el don de pronunciar profecías en un lenguaje ininteligible o desconocido por los que están presente. Estas palabras pueden ser interpretadas por alguien con el don de interpretación (sea porque conoce el lenguaje naturalmente o por un don especial). Entonces el mensaje edifica a la iglesia. Si no se interpreta, este don de lenguas se dirige solo a Dios y no a la comunidad.

Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; ... a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. ( I Corintios 12, 8; 10)

Según San Pablo estos dones (lengua y su interpretación) son parte del don de profecía pero advierte que debe estar sometido al orden de la iglesia. No deben, por ejemplo, varias personas hablar en este tipo de lenguas al mismo tiempo.

3-Orar en lenguas o canto de júbilo. Este don es muy diferente a los de arriba. Por medio de el se expresa, con sonidos ininteligibles, la devoción que no se puede poner en palabras. Se ha comparado con el canto gregoriano, cuando este extiende las sílabas en una hermosa armonía de alabanza.

A diferencia del don antes mencionado, este tipo de lenguas pueden ejercerlo varias personas o muchas, de igual manera que se expresa el canto en la comunidad. Mientras unos alaban en lenguas, otros pueden alabar con palabras del vernáculo o cantar. Es un don muy sencillo por el cual el Espíritu Santo nos asiste en la oración, particularmente en la alabanza. Este don se manifiesta con frecuencia en los grupos de oración carismáticos.

Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. (Rm 8, 26-27)

Este don de lenguas es a la vez una forma de oración bajo la influencia del Espíritu Santo y bajo el dominio de la voluntad del sujeto. Dios no viola su libertad, por lo que la persona utiliza sus facultades normales. Es por eso que la persona debe rezar en lenguas utilizando su discernimiento en cuanto al momento y la forma apropiada para ejercerlo. Puede, por ejemplo elegir rezar en lenguas en alta voz o en silencio según sea o no una distracción para otros. No se trata por lo tanto de un milagro propiamente hablando sino de un don que se acopla a las capacidades normales de la naturaleza. En la oración en lenguas no se utiliza el intelecto para formular el lenguaje. El intelecto se absorbe en adoración.

San Agustín, Padre de la Iglesia del siglo IV, incluye el don de lenguas en el canto de "júbilo":

Mas he aquí que él Mismo (Dios) te sugiere la manera que has de cantarle: no te preocupes por las palabras, como si éstas fuesen capaces de expresar lo que deleita a Dios. Canta con júbilo. Éste es el canto que agrada a Dios, el que se hace con júbilo. ¿Qué quiere decir cantar con júbilo? Darse cuenta de que no podemos expresar con palabras lo que siente el corazón. En efecto, los que cantan, ya sea en la siega, ya en la vendimia o en algún otro trabajo intensivo, empiezan a cantar con palabras que manifiestan su alegría, pero luego es tan grande la alegría que los invade que, al no poder expresarla con palabras, prescinden de ellas y acaban en un simple sonido de júbilo.

El júbilo es un sonido que indica la incapacidad de expresar lo que siente el corazón. Y este modo de cantar es el más adecuado cuando se trata del Dios inefable. Porque, si es inefable, no puede ser traducido en palabras. Y, si no puedes traducirlo en palabras y, por otra parte, no te es lícito callar, lo único que pueden es cantar con júbilo. De este modo, el corazón se alegra sin palabras y la inmensidad del gozo no se ve limitada por unos vocablos. Cantadle con maestría y con júbilo. (S.Agustín Salmo 32, sermón 1, 7-8: CCL 38, 253-354) Mas sobre este texto">

Como todo don, las lenguas pueden utilizarse bien o mal.

No se debe exagerar ni minimizar la importancia de ningún don. Cada uno tiene su lugar en al plan de Dios y debe utilizarse solo a su servicio. Ningún don es prueba de santidad.

Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. I Corintios 13, 1.

Debemos aceptar con gratitud todos los dones de Dios y usarlos bien. San Pablo dice:

Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos vosotros - I Corintios 14,18

Habiendo clarificado gratitud por el don de lenguas que el mismo posee, San Pablo escribe en el próximo versículo:

pero en la asamblea, prefiero decir cinco palabras con mi mente, para instruir a los demás, que 10.000 en lengua. -I Corintios 14,19

En las reuniones de cristianos todo don tiene su lugar en el orden que debe existir. (Cf 1 Cor 14, 39-40)

El don de lenguas también es una gran ayuda en la oración privada.

Los sacerdotes y líderes de grupos tienen una responsabilidad de enseñar el uso correcto de los dones. Deben ayudar a vencer las dudas y otros obstáculos como también advertir sobre los excesos. De igual manera, no es justo condenar un don de Dios porque algunos lo hayan mal usado o mal interpretado.

Las lenguas no son una "señal" para los creyentes

San Pablo:

Así pues, las lenguas sirven de señal no para los creyentes, sino para los infieles; en cambio la profecía, no para los infieles, sino para los creyentes. I Corintios 14, 22

San Pablo no está sugiriendo que no se use el don entre creyentes. Solamente dice que no se tenga entre ellos como señal. Y es que algunos enseñan falsamente que el don de lenguas es señal de elección o de santidad o asumen que si no hay oración en lenguas no está actuando el Espíritu Santo. Estos errores se deben condenar. San Pablo exhorta a la madurez, a valerse con gratitud de todos los dones pero no fascinarse con los dones mas visibles, sino reconocer el lugar de cada uno. El de lenguas es inferior a los demás dones y virtudes.

El don de lenguas, siendo para el bien de la Iglesia, nos ayuda a abrirnos a otros dones. Pero esto solo ocurre si el corazón está bien ordenado según la sana doctrina.

Testimonio: El don de lenguas ha sido una gran ayuda para abrir mi corazón en oración. Una vez explicado correctamente en el contexto de una comunidad que acepta el don, las lenguas son recibidas por muchos y la comunidad incrementa su alabanza. En nuestra experiencia, el don de lenguas, una vez recibido, permanece como don. Pero muchas veces se abandona como si fuese un don solo para principiantes. Si se desprecia el don, si se puede perder. Tenemos una tendencia a estar en control y convertir los grupos de oración en grupos de discusión o compartir, cosas buenas en sí pero que no deben sustituir la alabanza.



3. El Don de Milagros
I. El don de milagros

¿Que es el don de milagros?

Es una manifestación temporal del poder de Dios a través del cual, un obstáculo es removido o una oportunidad se da, de forma especial. Para que sea milagro, este efecto tiene que venir de la intervención directa de Dios en las realidades humanas.

Es un medio de conversión para algunos y aumento de fe para otros.

¿Que eventos son los que se pueden considerar milagros?

a) Una curación inmediata de una enfermedad de gravedad.

b) Un cambio completo de mente o de corazón de una persona.

c) La conversión repentina de un enemigo de la Iglesia.

d) El movimiento de objetos materiales (por ejemplo: que se pueden encontrar.)

e) Tanto la llegada de repente de una persona, como el ser removida de repente, lo cual hace posible la solución de algún problema.

** La Iglesia tiene mucha cautela en decidir definitivamente si ha ocurrido un milagro.

Si es tan difícil decir si ha ocurrido un milagro, ¿que valor tiene el conocimiento de este don?

Es importante saber y creer que Dios interviene a través de milagros porque así, si El inspira a una persona (o a un grupo) a pedir por un milagro, esta persona (o este grupo) podrán estar disponibles a cooperar con Sus inspiraciones.

¿Que propósito tienen los milagros?

Hay tres propósitos:

a)Corregir una situación que no se puede corregir de forma natural;

b)Apoyar y aumentar la fe de los que están envueltos;

c)Demonstrar la aprobación de Dios al ministerio de predicación.

¿Son evidentes los milagros en el movimiento de la Renovación Carismática?

Si. La apertura de estos grupos a la oración y a los dones carismáticos es la condición necesaria para que Dios manifieste su poder. Como el don de milagros es un don poderoso, se puede esperar mayor desarrollos en el ministerio de milagros a la medida en que las personas van creciendo en la vida espiritual.

Si los milagros son extraordinarios, ¿porque San Pablo los incluye en la lista de los dones carismáticos regulares?

Hay momentos en la vida de los grupos de oración o en la vida de un individuo, que hace falta un verdadero milagro para obtener algún designio que Dios quiere. Por tanto, aunque sea un ayuda extraordinaria, la necesidad de ella surge en cada grupo y en la vida cotidiana de los individuos.

II. Don de milagros en laS SagradaS Escrituras

¿No seria demasiado extraordinario la presencia del don de milagros como algo regular en la vida cristiana?

Los milagros fueron por seguro, una parte regular de la Iglesia Primitiva y sin embargo la vida de los primeros cristianos era una vida ordinaria. Los milagros eran intervenciones extraordinarias en vista de necesidades extraordinarias. Las personas llevaban una vida normal, pero creían que Dios intervendría en algunas situaciones para salvarlos.

¿Cual es la actitud del Antiguo Testamento en referencia a los milagros?

Es difícil decir cual es la actitud. En el Antiguo Testamento la naturaleza no era considerada como regida por leyes estables y tampoco existía una palabra en Hebreo para milagro. Algunas de las figuras del Antiguo Testamento si tenían poderes milagrosos (como Moisés y Elías) pero es difícil decir que fue lo que ocurrió.

¿Que enseñan los evangelios sobre los Milagros?

Los Evangelios usan la palabra poder para indicar milagros. También consideran que el poder de Dios entró en el mundo de forma especial en la persona de Cristo.

¿Cuales son los textos del Nuevo Testamento que testifican el poder que tenían los apóstoles de hacer milagros?

a) La muerte de Ananías y Safira (Hechos 5 : 1 -1 0)

b) Los milagros de Felipe en Samaria (Hechos 8 : 6)

c) La resurrección de Tabita (Hechos 9 : 36 - 43)

d) La resurrección de Eutico (Hechos 20 : 10)

e) La protección de Pablo después de haber sido mordido por una serpiente (Hechos 28 : 5)

III. EL DON DE MILAGROS Y OTRO DONES CARISMÁTICOS

¿En que manera se distingue el don de milagros del don de sanación?

El don de milagros abarca muchas situaciones y su naturaleza sobrenatural es mas patente. Una curación grande e inmediata sería considerada un milagro, mientras que en otras curaciones Dios actúa sobre un periodo de tiempo.

¿Como se relacionan el don de milagros y el don carismático de la fe?

Son muy unidos en que, a través de ambos, Dios eleva el poder de la intercesión a un nuevo nivel. También, porque el don carismático de la fe esta operante en el don de milagros.

Son distintos en que el don de milagros tiene un efecto externo, verificable y por tanto, es un signo extraordinario del poder y la protección de Dios. El don de la fe por lo general, no necesita este signo externo. Muchas veces la misma persona no esta consciente del poder que hay en su oración de fe.

¿Como están relacionados el don de milagros y la palabra de sabiduría?

Se puede decir que ambos operan en situaciones importantes o peligrosas. La palabra de sabiduría es Dios actuando mas en sentido espiritual o intelectual de forma que las personas son movidas a través del poder de la palabra que se dice. Los milagros intervienen en las situaciones por el poder de Dios y muchas veces sin que se digan muchas palabras.

¿Cuando ocurren los milagros?

a) Hay veces en que Dios esta dispuesto a obrar un milagro aun para las persona que Le huye. Este milagro se le atribuye a las oraciones de los demás.

b) A veces, cuando una persona esta recién convertida, Dios obra un milagro como un signo inolvidable para esa persona de su poder y de su fidelidad. Pero la presencia regular de milagros no es normal en los comienzos de la vida espiritual.

¿Que debe hacer una persona para predisponerse a este don?

Los milagros requieren una fe activa y un amor para los demás que mueve al individuo a rogarle a Dios continuamente, sin dejar de interceder. Además se requiere una sensibilidad extrema a las mociones del Espíritu Santo y al poder divino.

IV. CRECIMIENTO EN EL DON DE MILAGROS

¿Existen condiciones que alimentan el crecimiento del don de milagros?

Son los siguiente:

a) Como muchas veces son la confirmación de Dios a la palabra que se predica, los milagros se hacen mas presente cuando la palabra de Dios es predicada y vivida.

b) Como están supuestos a remover los obstáculos a la voluntad de Dios, los milagros se hacen mas presentes cuando la persona esta totalmente comprometida a Su Voluntad y a la promoción del Reino.

c) Los milagros se encuentran mas entre las personas que han madurado mas en la vida Espiritual.

¿No es una forma de presunción hablar de crecimiento en el don de milagros?

Aunque pueda parecer así, esta presunción se basa en:

a) El hecho que San Pablo considera los milagros como un ministerio que se da de forma regular a las comunidades cristianas.

b) Estos dones carismáticos extraordinarios se hacen cada vez mas abundantes en vista del bien que redunda a la Iglesia. En estos tiempos actuales, parece ser que estos son mas abundantes en las comunidades carismáticas.

V. APLICACIÓN PRACTICA DEL DON DE MILAGROS

¿No podríamos decir que la Era de milagros ya paso, ahora que el hombre ha descubierto las medicinas milagrosas y otras formas de cambiar la vida humana?

No porque:

a) Con la complejidad de la vida contemporánea, el hombre se enfrenta a problemas mayores hoy que en siglos pasados.

b) Aun con todos sus poderes humanos, el hombre se encuentra indefenso ante sus dificultades.

c) Son los mismos poderes humanos (poder nuclear, etc.) lo que son la causa de mucho de las problemas del hombre.

¿Cual es la actitud correcta ante el don de milagros?

a) Los milagros ocurren solamente cuando los medios humanos han fracasado o no están presentes.

b) El hombre no debe ver el milagro como algo normal, sino que lo debe ver como una intervención extraordinaria del amor de Dios.

c) El hombre no debe limitar las acciones de Dios con ideas preconcebidas de lo que Dios no puede o no va hacer.

d) El individuo deber entregarse totalmente a Dios y Su Reino utilizando todos los dones con discernimiento, sabiendo que, cuando se presenten obstáculos, el puede mirar con fe a Dios para conseguir los milagros necesarios en su favor.