COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Hch 15, 1-2. 22-29

1.

El Concilio de Jerusalén o Concilio Apostólico está en el mismo centro de Hechos. Constituye uno de los puntos más importantes de la historia y la teología de la iglesia primitiva.

Es importante señalar que seguramente Lucas ha fundido en esta narración dos cosas distintas: el Concilio propiamente dicho en el que se trata y decide sobre la libertad de la circuncisión y del resto de las observancias judías para los cristianos de origen no judío por un lado, y el Decreto-carta (vs. 23-29) que, en opinión de casi todos los exegetas actuales, es un texto posterior, disciplinar y destinado a hacer posible la comunidad de mesa entre cristianos de origen judío y no judío, pero de importancia muchísimo menor que la decisión principal del concilio. No se puede determinar de cuándo procede este decreto-carta, pero parecería procedente de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén un poco después de la fecha del concilio.

En cuanto a la decisión fundamental no es posible exagerar su importancia. Estaba en juego la posibilidad de apertura universal de la iglesia. Ya se había llevado a cabo de hecho, pero hacía falta una decisión de principios. Por otra parte, más dogmáticamente, estaba en juego si la adhesión a Cristo únicamente y sin más era lo que salvaba o hacía falta alguna otra cosa.

La decisión es clara: sólo Jesucristo y nada más, es lo importante. El resto no cuenta. Como punto de actualidad: ya se ven las tensiones en aquellos primeros momentos. Tensiones muchos más importantes que las de hoy día por estar en época constituyente y todavía provisional en muchos aspectos. Pero que no va a ser suficiente para ceder, "por bien de paz", de algunos principios fundamentales. Se discute, se habla, se escucha al Espíritu todos juntos... No se impone autoritativamente sin más, como sucede hoy día.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1989, 25


2.

El año 49, con toda probabilidad, se celebraba en Jerusalén el Concilio de ese nombre. Está situado en el centro del libro de los Hechos y es uno de los sucesos más importantes porque es el momento en que, según Lucas, se produce el definitivo desprendimiento del judaísmo por parte de la primera comunidad cristiana. Por debajo de esa decisión oficial está el convencimiento de los apóstoles de que sólo la fe en Cristo es lo indispensable para salvarse y formar parte de la iglesia. Pera ellos se separan aun de mandatos y observancias que tradicionalmente habían sido considerados como voluntad de Dios. Pero transitoria.

En esta línea de desprendimiento de cosas no esenciales, la Iglesia actual también tiene mucho camino que recorrer, aunque eso suponga romper con tradiciones respetables pero obsoletas. Y no se puede decir razonable- mente que ellas, a diferencia de las judías, son definitivas. Sólo la fe en Cristo lo es. Las formas en que se concreta, tanto doctrinales como, mucho más, prácticas, no lo son. Porque tienen un componente humano muy importante. Y por humano histórico y sujeto a envejecimiento. La fidelidad a lo esencial nos obliga a encontrar en cada momento la forma adecuada de expresión y vivencia de la fe.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1986 27


3.

El presente texto nos informa sobre una cuestión de vital importancia, de cuya solución dependía la extensión del evangelio entre los gentiles. Mientras los discípulos de Jesús en la comunidad de Jerusalén seguían fuertemente vinculados a las antiguas tradiciones de Israel y a la Ley de Moisés, los cristianos de la comunidad de Antioquía, procedentes en buena parte de la gentilidad, no se consideraban ya obligados a practicar la circuncisión y a la observancia de las tradiciones judías. Pero este espíritu de libertad, imprescindible para que el cristianismo cumpliera su misión universal, no podía llegar hasta el extremo de suponer una ruptura tajante con sus orígenes bíblicos. De ahí que la tensión entre la novedad cristiana y la tradición judía planteara un problema tanto más urgente cuanto más se propagaba el evangelio por los pueblos del Asia Menor. El conflicto inevitable entre las dos tendencia o mentalidades (la helenista y la judaizante) se puso de manifiesto en la ciudad de Antioquía. Fue allí donde se encontraron frente a frente, de una parte, Pablo y Bernabé, y de otra, unos emisarios que habían bajado de Jerusalén para imponer a los nuevos conversos la circuncisión. Pablo se muestra desde el principio como el paladín de la "libertad de los hijos de Dios" y se opone con energía a las pretensiones de aquellos a los que llamaría más tarde "falsos hermanos" (Gal 2, 4).

Pero este conflicto tenía que resolverse en Jerusalén, donde se encontraban "las columnas de la iglesia". Por eso se decide que Pablo y Bernabé encabecen una delegación de la comunidad de Antioquía y suban a Jerusalén. No van solos, llevan consigo a Tito, un discípulo de Pablo proveniente de la gentilidad. Pero, sobre todo, van cargados de una experiencia misionera. Tampoco van con las manos vacías, probablemente llevan el fruto de una colecta realizada en favor de los pobres de Jerusalén (cfr. Gal 2, 10). No obstante, en Jerusalén encontraron la oposición del grupo de los judaizantes aunque no les faltó la comprensión de Pedro.

Toda la iglesia, es decir, los apóstoles, los presbíteros y los hermanos, participan en la solución del problema y en nombre de toda la iglesia de Jerusalén se escribe la carta a las otras iglesias.

Este documento va dirigido expresamente a los hermanos de Antioquía y de las comunidades nuevas fundadas por éstos en Siria y en Cilicia. Pero Pablo haría también público este documento en otras partes (16, 4). En él la iglesia es considerada comunidad dirigida por el ESpíritu Santo y no quiere imponer más cargas legales que las imprescindibles.

EUCARISTÍA 1986 22


4.

El capítulo 15 de los Hechos viene a recoger las actas del primer Concilio de la Iglesia, el Concilio de Jerusalén. Allí se encontraban los «apóstoles y los presbíteros», para deliberar y decidir sobre un tema difícil, pero radical. Pero allí se encontraba también «el Espíritu Santo», para iluminarles y ayudarles a tomar la decisión: «Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros».

El tema de la cuestión era sobre la necesidad de la circuncisión para salvarse «como mandaba la Ley de Moisés», o si bastaba la fe en Jesucristo. La circuncisión era todo un símbolo de la Ley antigua. ¿Hay que seguir cumpliéndola o ya tenemos una Ley nueva? ¿Cristo es sólo un complemento de la Ley antigua o ya es él la Ley nueva?

La decisión fue renovadora y liberadora. No tenemos más Ley que Cristo. Si exigieron todavía algunas tradiciones sobre la carne y la sangre fue por evitar la ruptura del grupo más conservador.

CARITAS
UN DIOS PARA TU HERMANO
CUARESMA Y PASCUA 1992.Pág. 235


5. 2004 Comentarios Servicio Bíblico Latinoamericano

Retomamos partes de lo comentado anteriormente

Antecedentes de la Asamblea de Jerusalén: vv. 1-5: Algunos de Judea bajan a Antioquía y exigen la circuncisión a los hermanos venidos de la gentilidad como condición para ser salvos. Esto produjo una gran agitación y discusión en Antioquía y Pablo y Bernabé son enviados por la Iglesia a Jerusalén (v.3).

Ya en 13, 3 la Iglesia había enviado al mismo equipo, elegido directamente por el Espíritu Santo. Los enviados atraviesan Fenicia y Samaria, territorio ya evangelizado por los Helenistas (en11, 19: Fenicia y en 8, 5ss: Samaría), "contando la conversión de los gentiles". Cuando llegan a Jerusalén ya no informan sobre la conversión de los gentiles, sino únicamente "cuanto Dios había hecho juntamente con ellos".

Enviados por la Iglesia Helenista de Antioquía son recibidos por la Iglesia Hebrea de Jerusalén (los apóstoles y presbíteros). En Jerusalén algunos de la secta de los fariseos que habían abrazado la fe son los que plantean de nuevo el problema: es necesario circuncidar a los gentiles convertidos y mandarles guardar la ley de Moisés. La circuncisión implicaba la observancia de toda la ley.

Después de la Asamblea: vv. 22-35: Los Apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la Iglesia, deciden enviar una carta a los gentiles cristianos de Antioquía, Siria y Cilicia. Lo que deciden es en realidad sólo lo que ya Santiago ha decretado y sentenciado. La opinión de Pedro es dejada de lado.

Hay una decisión, de común acuerdo (homothumadón: v.25), de elegir a Judas y Silas para enviarlos junto con Bernabé y Pablo. La decisión sobre lo que se debe exigir a los gentiles cristianos es una decisión compartida: "Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros" (v. 28). Es una solución de compromiso: cada parte cedió algo: Pedro aceptó las 4 leyes de pureza legal para permitir la convivencia entre judíos y gentiles conversos, y Santiago aceptó no imponer la circuncisión a los gentiles convertidos.

Para Lucas, y para el lector de Hch, Pedro ha representado la opinión del Espíritu Santo, Santiago, con los presbíteros de Jerusalén, la opinión del nosotros . La carta es recibida con gozo en Antioquía, pero Judas y Silas, que eran profetas, tuvieron que exhortar con un largo discurso a los hermanos y confortarlos; también Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando y anunciando la Buena Nueva, la Palabra del Señor.

Con todo esto la Iglesia de los Helenistas fue confirmada en su identidad y en su fe. Aquí Lucas da por terminada la sección dedicada a los Helenistas (6, 1 hasta 15, 35).