COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

Hch 10, 25-26.34-35.44-48

1.

El episodio de la conversión de Cornelio ha sido uno de los más decisivos para la comunidad cristiana primitiva. Pedro aparece en su papel de primer responsable de la misma. Mientras comienza a tomar posiciones de cara a la influencia del Templo y del judaísmo en la vida de los primeros cristianos, una "visión" (Act 10, 1-17) le incita a adoptar una actitud de considerable repercusión en el futuro: se trata de la apertura de la misión y el brusco viraje que no tardará en producirse en la comunidad.

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Los resúmenes del discurso de Pedro, reproducidos en la lectura de este día, ponen de relieve el pensamiento fundamental de Pedro: Dios no hace acepción de personas, pues es totalmente imparcial (v. 34; cf. Dt 10, 27) y la mejor prueba que aduce como confirmación de ello consiste en hacer que los paganos participen de los beneficios de un Pentecostés semejante en todo al de Jerusalén (Act 2, 1-11), incluso antes de ser bautizados (vv.44-45). Estos acontecimientos ponen a Pedro, todavía vacilante, ante la necesidad de tomar medidas claras y decididas en su misión. Lucas, en cambio, nos ha dejado ver sólo el aspecto maravilloso, pasando por alto la larga y lenta preparación de los espíritus con vistas al acceso de los paganos al Reino, y gracias a algunos cristianos que hoy llamaríamos "de vanguardia" (Act 8, 4-40; etc.). El autor desea mostrar la igualdad absoluta de todo ser humano ante los designios de Dios en el Señor-Jesús.

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Pedro, por tanto, ha derribado el muro de separación que, en cada ciudad de Oriente, se levantaba hasta entonces entre la comunidad judía y la gentilidad. Pero la cristiandad sigue levantando este muro cada vez que se olvida de vivir su Pentecostés, con todo lo que esto significa, o levanta barreras negativas o leyes para defender unos derechos o una filosofía ya caduca.

En nuestros días, en cada ciudad se levanta de nuevo el muro de separación entre los cristianos y la inmensa "gentilidad" moderna. ¿Dónde está Pedro para reconciliar a los indiferentes de dentro y de fuera, para compartir entre todos el deseo de absoluto y la generosidad de la búsqueda en tantos medios no creyentes, para restablecer el diálogo, para que gentes de cualquier cultura o mentalidad se puedan entender entre sí, prestando oídos a todos, para, después de este paso, valores propios y eficientes, pero no decisivos, ya que no se puede pedir al otro que sustituya sus propios valores por los nuestros, si nosotros no hacemos previamente otro tanto con lo que juzgamos "verdad" absoluta y decisiva.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA IV
MAROVA MADRID 1969.Pág. 188


2.

En este capítulo se trata de una nueva intervención del Espíritu Santo para que la iglesia salga del ambiente judío y el evangelio llegue a los demás. Cornelio es (como el etíope de 8,27) un hombre que teme a Dios, o sea, un extranjero que, sin adherirse a la comunidad judía, cree en el Dios único de los judíos.

Pero las palabras de Pedro sobre que Dios no tiene acepción de personas no indican un indiferentismo religioso, sino únicamente una igualdad de todos los hombres para emprender el único camino de salvación que está en la fe cristiana.

No sabemos si Pedro habría vacilado en administrar el bautismo a un hombre no judío (y no circuncidado), como era el caso de Cornelio. Pero la manifestación del Espíritu Santo le forzó la mano y, por fin, se bautiza a un hombre de otra raza. Hoy también, en varios lugares, la iglesia está amenazada de quedar reducida a un grupo social cerrado y tal vez anticuado. A los cristianos, sin embargo, se les invita a dar un paso, a entablar el diálogo con todos los hombres.

Es, por tanto, el Espíritu de pentecostés el que se manifiesta, en Cornelio y toda su familia, para admiración y sobrecogimiento de los piadosos cristianos (judíos). Lo que ocurrió entonces, siempre ocurre: Dios está en todas partes en que hay hombres que le buscan con sincero corazón.

La comunión en la escucha de la palabra de Dios, en la fe en Jesucristo y en la oración es el signo de la presencia del Espíritu. El cristiano de hoy no tiene que convencerse de esto mirando hacia atrás, a otros tiempos, sino poniendo su fe en el presente y en el futuro.

EUCARISTÍA 1988/23


3.

Vivía en la ciudad de Cesarea un capitán de la "Cohorte Itálica", llamado Cornelio, el cual pertenecía con toda su familia al número de los "temerosos de Dios", esto es de aquellos gentiles que simpatizaban con la religión judía y adoraban al Dios de Israel, aunque no estuvieran circuncidados. El tal Cornelio, no sin inspiración divina, mandó llamar a Pedro, que se encontraba en Joppe, a unos 44 Km. de Cesarea, para que le enseñara lo referente a la salvación. Pedro, que había tenido igualmente una visión enigmática, entiende ahora cuál es la voluntad de Dios y acude a la llamada de Cornelio, dando oficialmente el paso hacia la evangelización de los gentiles.

Cornelio recibe a Pedro con todos los honores, saludándole según costumbre. Aunque la postración no debe confundirse en este caso con un rito de adoración. Pedro juzga, sin duda, que esto es demasiado para un hombre y levanta del suelo cortésmente a Cornelio. Pedro da comienzo a su instrucción manifestando que Dios no se fija en la cara de los hombres, sino que tiene en cuenta el interior: pues todos son iguales ante la salvación ofrecida en el evangelio: y Dios acepta con agrado a todos los hombres que le temen y practican la justicia; pero, evidentemente, Pedro no quiere decir que sea igual una religión que otra y que importe poco la confesión expresa de la fe en Jesucristo. De ser así, tampoco tendría sentido que la misión se extendiera a los gentiles.

La evangelización de los gentiles es la respuesta al mandato de Jesús (Mt 28, 10s) y el cumplimiento de las profecías sobre el universalismo de la salvación (Is 49, 6; 56, 1-7; 66, 18-23; Sof 3, 9-10; Zac 8,20-23). Por este universalismo luchará incansablemente Pablo, el apóstol de los gentiles.

Mientras está hablando Pedro y antes de que Cornelio y los de su casa fueran bautizados, el Espíritu Santo desciende sobre estos últimos. De esta manera se muestra que, no obstante la importancia y la dignidad del orden sacramental, Dios da su gracia a quien y como quiere, sin atarse necesariamente a ningún rito o ministerio eclesial. Es más, Dios se anticipa, normalmente, y llega a los hombres antes que sus ministros.

La iglesia descubre el universalismo de su misión y ve que no es necesario hacerse antes judío para llegar a ser cristiano. Aunque se ha de librar todavía más de una batalla con los judaizantes, los hechos aquí narrados y la decisión del concilio de Jerusalén (Hech 15; cfr. Gál 2, 1-10) sentarán definitivamente las bases de la evangelización de todas las naciones.

EUCARISTÍA 1985/22)


4.

Años después de la muerte de Pablo, todavía había grupos -de ambiente judío- que no comprendían que la Iglesia debía ir más allá de Israel y de la ley de Moisés. Quizá podríamos preguntarnos, de entrada, cuáles son los criterios con que juzgamos y las condiciones que exigimos hoy para pertenecer a la Iglesia. Hemos de llegar a "comprender" -como Pedro- que Dios no hace distinciones.

La conversión del principal perseguidor -Pablo- dio a la Iglesia un período de paz, incluso externa. Con la asistencia del Espíritu, podían realizar la expansión hacia Galilea (9,31). Pero ahora empieza una nueva etapa: el salto a la gentilidad. Lucas, para justificar la misión a los paganos, relata el episodio programático del bautismo de Cornelio, obra de Pedro. En este momento el centro de interés para Lucas es la figura de Pedro.

Los milagros -9,32-43- muestran que Dios, a través de Pedro, realiza su poderosa acción salvífica. Dios actúa por medio de Pedro y será Pedro quien admita a un pagano en la Iglesia. Con estos relatos Lucas refuta la acusación de que la misión a los paganos es obra exclusiva de Pablo. Desde las actuaciones de Pedro se presenta esta misión como voluntad explícita de Dios, reconocida y actuada por la Iglesia oficial. La visión de Pedro y sobre todo su duda muestran que es Dios quien ha tomado la iniciativa.

En el momento en que Pedro comprende la voluntad de Dios (vv. 34-35) cae el último y fundamental peligro de presentar el evangelio para una determinada categoría de personas. Dios dirige su ofrecimiento de salvación a todos. El descenso del Espíritu y el hablar lenguas es señal de que Dios no sigue los caminos que se trazan los hombres para llegar a la salvación.

PERE FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1982/10)


5.

El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los gentiles

La aceptaci6n de la entrada de los paganos convertidos en la comunidad cristiana, sin obligarles a aceptar previamente la religi6n y las prácticas judías, fue un hecho que trastoc6 el rumbo de la primitiva Iglesia. Significó un decisivo cambio de planteamientos, y fue fuente de muchas discusiones y enfrentamientos. Las cartas de Pablo están llenas de referencias a esta cuestión, y el mismo libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta el debate sobre el tema en el llamado "concilio de Jerusalén", en el cap. 15.

La aceptaci6n de esta entrada es el resultado de llevar hasta las últimas consecuencias el sentido del mensaje de Jesús y de su resurrección: la humanidad entera está llamada a unirse a la vida nueva de Jesús, y la única condición exigible es aceptarlo a él como Señor y querer seguir el mensaje que él anunció.

El libro de los Hechos quiere mostrar -antes de presentar la cuesti6n como debate y decisión de la comunidad, en el "concilio de Jerusalén"- que esta entrada de los paganos es una decisión a la que empuja Dios mismo con su fuerza, con su Espíritu. Y eso es lo que nos presenta en la historia de Cornelio, que hoy leemos sintetizada.

En medio de toda esta escenografía de visiones, que muestran la voluntad de Dios de convencer a Pedro del cambio que tiene que hacer, la historia explica como un pagano, el centuri6n Cornelio, se siente atraído por la fe cristiana. Eso es una novedad inesperada, que a Pedro en principio le cuesta aceptar. Pero finalmente, movido por Dios, va a casa de Cornelio con un grupo de judíos creyentes. Y se rompe el primer tabú: Pedro entra en casa del pagano, y así muestra que ahora ya no hay lugares ni personas impuras. Pedro anuncia la Buena Noticia a toda la familia de Cornelio. Y entonces viene la acci6n final de Dios para romper definitivamente las reticencias: los paganos que escuchan la predicaci6n quedan transformados, reaccionan como reaccionaron los apóstoles el día de Pentecostés. Eso demuestra que Dios quiere que sean admitidos como cristianos sin más condiciones.

JOSÉ LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994/07