REFLEXIONES

 

Fuente: Fundación GRATIS DATE
Autor: P. Manuel Garrido Bonaño, O.S.B.

Entrada: «La misericordia del Señor llena la tierra, la palabra del Señor hizo el Cielo. Aleluya» (Sal 32,5-6).

Colecta: (textos del Gelasiano, Gregoriano y Sacramentario de Bérgamo): «Dios Todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo; concédenos también la alegría eterna del Reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor».

Ofertorio (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano y del Gregoriano): «Concédenos, Señor, darte gracias siempre por estos misterios pascuales, para que esta actualización repetida de nuestra redención sea para nosotros fuente de gozo incesante»

Comunión: «Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey. Aleluya».

Postcomunión (del Veronense, Gelasiano y Gregoriano): «Pastor bueno, vela con solicitud sobre nosotros y haz que el rebaño adquirido por la sangre de tu Hijo pueda gozar eternamente de las verdes praderas de tu Reino».

Ciclo B

Cristo, el Buen Pastor, es el centro vital que debe polarizar las vivencias de todas las almas integradas en su Iglesia. Signos visibles de Cristo, Príncipe de pastores (1 Pe 5,4) son nuestros pastores, puestos por Dios para regir nuestras almas en su Iglesia hasta que vuelva.

Hechos 4,8-12: Ningún otro puede salvar. Pedro, el Primer Pastor-Vicario de Cristo en su Iglesia, inicia su misión de proclamar ante el mundo que sólo en Cristo, Buen Pastor, es posible nuestra salvación. Cristo es la piedra angular. En Él nos apoyamos y nos sostenemos todos. Es el gran fundamento de nuestra fe, de toda nuestra vida cristiana.

–Decimos con el Salmo 117: «Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres; mejor es refugiarse en el Señor, que fiarse de los jefes».

1 Juan 3,1-2: Veremos a Dios tal cual es. Toda la autoridad redentora de Cristo y de sus Vicarios o Pastores en la Iglesia, se cifra en hacer visible la amorosa  paternidad de Dios sobre nosotros sus hijos. Comenta San Agustín:

 «¿Qué mayor gracia pudo hacernos Dios? Teniendo un Hijo único lo hizo Hijo del Hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de Dios. Busca dónde está tu mérito; busca de dónde procede, busca cuál es tu justicia; y verás que no puedes encontrar otra cosa que no sea pura gracia de Dios» (Sermón 185),

También San Ambrosio lo dice:

«El que tiene el Espíritu de Dios se convierte en hijo de Dios. Hasta tal punto es hijo de Dios que no recibe un espíritu de servidumbre, sino el  espíritu de los hijos, de modo que el Espíritu Santo testimonia a nuestro espíritu que nosotros somos hijos de Dios» (Carta 35,4).

Juan 10,11-18: El Buen Pastor da la vida por sus ovejas. La garantía de nuestra salvación está en el Corazón de Cristo Jesús que, como Buen Pastor, dio su vida por sus ovejas. Nos amó y se entregó por nosotros (Ef 2,4).

Véase el comentario al Evangelio en el  ciclo A.

 

1.

-SIGUE LA PASCUA

La Cincuentena no es una celebración cronológica, en que vamos recordando acontecimientos (apariciones, Ascensión, Pentecostés).

Es un tiempo que nos quiere hacer entender y celebrar mejor el Misterio de Cristo, y entrar en su Pascua, que sigue viva en nuestra historia.

La mejor maestra es la propia celebración con sus textos, oraciones, cantos, lecturas, predicación: a través de todo ello el Espíritu nos va conduciendo a la profundidad de la Vida de Cristo y nos la quiere comunicar.

Las imágenes que nos hacen entender mejor a Cristo se multiplican. Hoy, por ejemplo, Pedro, valientemente, ante las autoridades compara a Cristo a la piedra que los arquitectos habían desechado y que se ha convertido en piedra angular. De paso, nos damos cuenta, una vez más, de la adecuación del salmo responsorial con la primera lectura: hoy cantamos, como varias otras veces en este tiempo, el salmo más pascual, el 117 ("Dad gracias al Señor porque es bueno... Este es el día en que actuó el Señor..."), que es el que anuncia precisamente lo de la piedra desechada y que luego se convierte en principal (esta estrofa conviene cantarla, pues, con particular énfasis).

-CRISTO, EL PASTOR

Pero la comparación que en este cuarto domingo destaca es la del Pastor. Cada año leemos el capítulo 10 de Juan, pero en pasajes distintos. Otras veces, por ejemplo, se habla más de Cristo como Puerta. Este año (el B), leemos la parte central, las características del buen pastor.

No tendríamos que temer usar este lenguaje. No sólo en la sociedad rural, sino también en la urbana, es una metáfora que todos entienden, sobre todo los que durante años vamos escuchándola en las lecturas tanto del AT como del NT. Como sucederá el domingo que viene con la imagen de la vid y los sarmientos.

Las cualidades del buen pastor, que el mismo Jesús describe, se cumplen perfectamente en El:

-conoce a sus ovejas y es conocido por ellas; no es una sociedad anónima, la comunidad de Jesús: El ofrece a todos cercanía y comunión;

-no sólo conduce a sus ovejas a buenos pastos, las alimenta o las defiende de los peligros, sino que hace algo mucho más radical e inesperado: en contraposición a los asalariados, el pastor bueno está dispuesto a dar su vida por las ovejas; en esta Pascua estamos precisamente celebrando la entrega de Cristo por la humanidad;

-y además tiene otras ovejas, y quiere reunir a todas, hasta que formen un solo rebaño...

-LLAMADA A LOS PASTORES

No está mal que en ocasiones como ésta el predicador hable de sí mismo, de cómo le alcanza e interpela la Palabra. Siempre debería ser el primer escuchador y afectado por la Palabra, pero hoy, confrontado al ideal del Pastor que es Cristo, es lógico que haga examen de sus actitudes:

-si conoce a sus fieles, si les está cercano, si no vive en otro mundo alejado, si se interesa por todos,

-si no actúa por intereses personales, sino que dedica su vida a los demás, dispuesto a sacrificios y hasta la entrega de la propia vida, como Cristo.

-si tiene espíritu misionero, y no sólo trata bien y alimenta a las personas que ya vienen, sino que busca a las alejadas y las trata igualmente bien...

Es un examen que también convendría hacer a todos aquellos que de algún modo tienen en la comunidad cargos, ministerios, encargos de animación. Los animadores de la comunidad son los que más se deben parecer al Cristo que enseña, anima, cura, libera: como Pedro que, en el nombre de Jesús, cura al paralítico.

La de cosas que puede hacer la comunidad cristiana en nombre del Resucitado: catequesis, evangelización, atención a enfermos y ancianos, acompañamiento de niños y jóvenes, discernimiento frente a las tentaciones del mundo...

-TODOS SOMOS HIJOS

La homilía podría concluir con un apunte hacia el tema de la filiación: Dios nos ha concedido ser hijos (Juan nos lo presenta como la mejor prueba del amor de Dios), o bien conduciendo hacia la segunda parte de la Eucaristía, en la que Cristo, además de ser nuestro Maestro, se nos hace alimento: el Buen Pastor nos da su propio Cuerpo y Sangre como alimento para el camino.

J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1991/07


2.

Cada año en el cuarto domingo de Pascua leemos un fragmento del capítulo 10 de san Juan, que muestra la misión de Jesús a través de diversas imágenes referidas al tema de las ovejas y el pastoreo. En este ciclo B leemos la parte central de este capítulo que nos presenta a JC como buen pastor y destaca sus principales características, las cuales no son estrictamente las que podríamos deducir si nos imaginamos lo que es un pastor. Nótese también que en este domingo del buen pastor se nos invita a pensar y a orar por las vocaciones: un tema eclesial que vale la pena tener presente.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1988/09


3. CONOCIMIENTO-D/JUSTICIA  CONOCER A DIOS NO ES SABER MUCHAS COSAS ACERCA DE DIOS SINO PRACTICAR LA JUSTICIA.

En el evangelio de hoy nos habla también Jesús del mutuo conocimiento que se da entre él y sus seguidores. Es ésta una buena ocasión para insistir en la cuestión del conocimiento: ¿Qué significa conocer a Dios? La propia Escritura nos responde con claridad la cuestión: "Ay del que edifica su casa con injusticias, piso a piso, inicuamente; hace trabajar de balde a su prójimo, no le entrega su salario. Piensa: me voy a construir una casa espaciosa con habitaciones aireadas; abriré ventanas, la cubriré de cedro, la pintaré de rojo. ¿Piensas reinar sólo porque compites en cedros? Si tu padre comió y bebió, es porque guardó la justicia y el derecho, y entonces le fue bien. Sentenció en favor del pobre y del oprimido. ¿No es eso realmente conocerme? -oráculo del Señor-" (/Jr/22/13-16). Más de cincuenta textos similares se pueden encontrar a lo largo del A. T., lo cual no deja de ser significativo. Conocer a Dios, por tanto, no es saber muchas cosas sobre él; es, sencillamente, realizar la justicia con los pobres. Y quien no obra así, por muy creyente que se diga, por muy piadoso que parezca, no conoce a Dios.

Y quede claro que no se trata de que lo uno sea efecto de lo otro; no es primero conocer a Dios y luego, en consecuencia, practicar la justicia; quien está practicando la justicia, en esa misma acción está conociendo a Dios.

Del mismo modo, cuando habla Jesús del conocimiento mutuo entre él y los suyos, no habla sino del amor vivido entre ambos, de la justicia que Jesús ha buscado y proporcionado para los suyos y de la justicia que los suyos deben buscar para todo hombre.

Querer entender de otro modo el conocimiento de Dios es, cuando menos, dejar de lado el sentido que Jesús dio a este fenómeno, es "pasar" de su forma de entender el conocimiento interpersonal para buscarle una interpretación más intrascendente, menos comprometida, más evasionista, más a tono con nuestra pobre vivencia de la fe. Es, en definitiva, una traición; que nos dejará muy tranquila la conciencia, pero una traición.

DABAR 1982/27


4.

Sólo Jesús conoce al hombre: no es un conocimiento cualquiera (de pura información, saber cosas de alguien): su conocimiento es creativo y personalizador a la vez. El conocimiento de Jesús -como el de Dios- nos convierte en hombres nuevos y verdaderos, porque su conocimiento implica donación personal, compromiso, presencia, comunión de vida... (cf. 1 Jn 1, 3; Jn 14, 19). En realidad su conocimiento transforma al hombre.

ANTON RAMON SASTRE
MISA DOMINICAL 1976/10


5. Una jornada para orar por las vocaciones

La Iglesia consagra este IV domingo de Pascua, el del Buen Pastor, a celebrar un año más la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Se trata, como su nombre indica, de un día dedicado pedirle a Dios vocaciones de especial consagración: religiosos y religiosas de vida activa, monjes y monjas contemplativas, miembros de institutos seculares masculinos y femeninos, y sacerdotes.

Estas personas, consagradas a Dios por una vocación de vivencia de los consejos evangélicos, están en la vida contemplativa y en la vanguardia de la acción misionera y evangelizadora de la Iglesia. Trabajan en todos los campos de actividad pastoral que van desde la enseñanza a todos los niveles y cuidado de la infancia hasta el mundo de la marginación y sanitario, pasando por la atención a los ancianos y su presencia de promoción en el mundo rural.

¿Qué haría la Iglesia sin estas personas tan abnegadas? Oremos para que no nos falte este don de Dios.

Amadeo Rodríguez


6.

Conocer a Cristo

Mucho hemos oído o leído en los medios de comunicación con motivo de la Semana Santa y que distan del misterio religioso que hemos celebrado. En la segunda lectura, san Juan nos da una explicación: "El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él". Es parecido lo que intenta la aclaración de san Pedro, en la primera lectura. Había curado a un paralítico de nacimiento. El pueblo le hace autor del milagro, las autoridades religiosas judías ven una amenaza en todo aquello, deciden apresarle y le interrogan para saber quien le ha dado el poder de hacer milagros. Está claro que hacían mil conjeturas sobre el asunto, pero que para ellos era impensable que tuviera algo que ver con el asunto el falso mesías que habían ejecutado a las puertas de Jerusalén.

No podían reconocer en Simón al apóstol que Cristo eligió, apodó Pedro y envió con poderes para predicar la Buena Noticia. No conocían a Cristo como Señor y, por tanto, no podían reconocer ni a Juan ni a Pedro como la comunidad del Resucitado.

La lectura evangélica insiste también en el tema del conocimiento de Cristo. La frase la hemos oído muchas veces: "Yo soy el Buen Pastor, que conozco las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre". Se trata de una relación interpersonal de gran intensidad, que nace desde dentro y que sitúa al creyente en la órbita de conocimiento y amor existente entre el Padre y el Hijo. Reconocer a Cristo y a su Iglesia en la realidad escondida de su ser, solamente puede ser un don del Pastor que dio su vida para que sus ovejas lleguen a ese encuentro personal con el Padre que llamamos fe.

Antonio Luis Martínez
Semanario "Iglesia en camino"