COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Hch 3, 13-15. 17-19
1.
Es la segunda presentación en Hechos del núcleo del kerygma primitivo. Hay hasta cinco discursos en esta línea dentro de este libro.
Todos estos discursos son construcciones de Lucas, como puede apreciarse en la redacción. Pero recogen los puntos fundamentales que parece se predicaban en Jerusalén al poco tiempo de los acontecimientos pascuales. Por ello, aunque no sean simplemente históricos, ofrecen base para reconstruir este mensaje.
Este anuncio primitivo se concreta en estos pocos puntos. Jesús es el enviado del Padre, ha existido realmente y ha tenido una actividad concreta beneficiosa para los hombres. Estos, sin embargo, no lo han aceptado y le han dado muerte. Pero Dios lo ha resucitado, dándole la razón en su actividad.
Quien crea en esto, lo acepta con su vida, emprende una conducta acorde con ese convencimiento, obtiene la salvación global que es más que el propio perdón de los pecados. Todo esto está testimoniado por los apóstoles.
Como puntos propios de esta perícopa destacan el plan de Dios anunciado y realizado en Cristo, la participación humana negativa, excusada en la línea del "perdónales, Padre".
FEDERICO
PASTOR
DABAR 1988/25
2.
Pedro acaba de curar al paralítico que solía estar todos los días a la entrada del templo (Hech., 3,1-10). El hecho produce un comprensible movimiento de masas en torno a Pedro y Juan. La gente los considera seres sobrehumanos (Hech. 3, 11-12). Esta apreciación encubre la auténtica realidad y así lo hace saber Pedro en su discurso, poniendo en primer plano a Dios (v. 13).
Pero no es un Dios lejano; es un Dios familiar, cercano: "el Dios de nuestros padres". Tampoco es un Dios abstracto e ideológico; es un Dios que incide en la realidad visible transformándola. En el trasfondo de los vs. 13-15 gravita el mismo esquema del Éxodo: servidumbre-liberación. Se da una analogía de circunstancias históricas. Al pueblo oprimido en Egipto se corresponde ahora Jesús, reducido a la situación de "siervo" por el condicionamiento estructural injusto y su juego de decisiones arbitrarias. (La injusticia de la situación en la que ha sido colocado Jesús la resalta Pedro a través de rápidas formulaciones antitéticas: rechazar al santo y justo; pedir el indulto de un asesino; matar al que lleva a la vida). A la salida del pueblo de Egipto se corresponde ahora la salida de Jesús de la muerte. Al pueblo lo liberó Dios; a Jesús lo resucita Dios. Evítese todo sentimiento antijudío. Los condicionamientos estructurales injustos y su juego de decisiones arbitrarias parecen ser patrimonio común de todos los pueblos. Además, el propio Pedro no plantea el problema en términos de responsabilidad moral (v. 17). (El término "pecados", que aparece en el v. 19 no puede, pues, tener una connotación de culpa moral).
Es importante la conclusión a la que Pedro invita: cambio de mentalidad y de actuación como condición imprescindible para superar los condicionamientos injustos y las decisiones arbitrarias.
DABAR 1976/29
3.
Pedro ha curado a un pobre tullido que pedía limosna en la puerta del templo de Jerusalén, en la que llamaban "Hermosa" o "de Nicanor", que era la más frecuentada por el pueblo. Todo el mundo se hace lenguas de lo sucedido (v. 10). Y la admiración de la gente da paso a la pregunta. Pedro se dispone ahora a dar la respuesta, pues ha llegado el momento de la evangelización. El signo y la palabra van siempre inseparablemente unidos en la actividad misionera de los apóstoles.
Pedro comienza dando gloria a Dios y a Jesucristo en cuyo nombre ha realizado el milagro (v. 6). Pues no ha sido el poder de Pedro el que ha hecho andar al tullido, sino la fuerza de Dios que ha resucitado a Jesucristo; y tampoco ha de ser la fe en Pedro, sino la fe en Jesucristo, la que puede borrar los pecados del pueblo.
Con sus palabras valientes, Pedro realiza a la vez y en el momento preciso el anuncio y la denuncia del evangelio.
La acusación es certera, sin ambigüedades. También esto pertenece a la misión de los testigos de Jesús. Los judíos prefirieron a Barrabás, un asesino (Lc 23, 18ss.), y entregaron a la muerte al "autor de la vida". Pedro dijo entonces lo que tenía que decir, dio testimonio. Nosotros no damos testimonio de Cristo si, en vez de acusar y denunciar hoy a los que siguen entregando a la muerte a los inocentes, nos contentamos con acusar y denunciar a los judíos de aquel tiempo.
Observemos cómo Pedro acentúa el carácter de primera mano que tiene el testimonio de los apóstoles sobre la resurrección de Jesús. El y sus amigos, los doce, son testigos de lo que han visto con sus propios ojos.
Hay cosas que suceden, aunque no debieran suceder; otras suceden tal y como deben suceder. Pero en la historia de la salvación hay cosas que "tienen que suceder" para que se cumplan los planes de Dios y el hombre pueda salvarse, y , sin embargo, no suceden sin el pecado del hombre. Así, la muerte de Jesús "tenía que venir"; pero esto no exime de la culpa a los judíos. Con todo, Pedro ve en ello un atenuante e, igualmente, en su ignorancia y en la de las autoridades. Por eso lo menciona para disponerlos mejor al arrepentimiento.
Dios borra los pecados lo mismo que se borra una deuda (cfr Col 2, 14) es decir, Dios perdona y no tiene en cuenta los pecados de aquellos que creen en Jesucristo.
EUCARISTÍA 1985/19
4.
El discurso de Pedro, 3, 12-26, está motivado por la actitud del pueblo ante la curación del cojo en la puerta del templo. A los curiosos y admiradores Pedro les dice que la curación no es fruto de fuerzas ocultas que ellos posean. Con este hecho Dios glorifica a su Siervo Jesús. Al atribuir el hecho al Dios de Abraham establece una contraposición entre los judíos=hijos de Abraham, que han negado y muerto a Jesús, y Dios que lo ha glorificado. Al referirse a la glorificación del "Siervo Jesús" alude al siervo de Isaías, que a través de su sacrificio ha realizado el plan de Dios: salvar a los pecadores de todos los pueblos.
En esta lectura, más que ponerse del lado de Pedro que predica y anuncia que son culpables de la muerte de Cristo, hay que ponerse entre los que escuchan para sentirse responsables de la muerte de Cristo. Y si todos son culpables de la muerte también todos participan de la salvación si voluntariamente no se excluyen.
Pedro ofrece a todos, incluidos los judíos, la posibilidad de ser justificados. Sin negar la culpa quiere facilitarles las condiciones de la conversión. Admite atenuantes. Todos han contribuido a la muerte. La clase dirigente judía ha rechazado al Mesías. Uno del grupo de los Doce lo ha traicionado.
Un romano-pagano, en última instancia, se ha hecho responsable de la gran injusticia. Todos son culpables. Si hay solidaridad en la culpa debe haberla en la penitencia. Arrepetíos, cambiad de vida y os serán perdonados los pecados. Esta invitación suena diferente en el tiempo de Pascua y en tiempo de Cuaresma, pero la actitud de conversión debe ser permanente.
PERE
FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985/09
5.
La fuerza del Espíritu que los apóstoles han recibido en Pentecostés se manifiesta en la curación del lisiado que precede a los versículos presentes. Con motivo de ellos Pedro proclama la exaltación de Cristo Resucitado, enmarcada en la teología del Siervo del Señor como autor de una restauración y bendición universales.
Esta segunda presentación del mensaje es muy semejante a la de Hech. 2, 22 sig. Es también composición de Lucas a base de tradiciones del kerygma primitivo y los elementos son también muy semejantes: cumplimiento de la promesa que Dios obra en y por Jesús; rechazo humano de este mismo Jesús y glorificación por parte del Padre. En este punto contrasta fuertemente la actividad humana: "entregasteis", "negasteis al Santo", "matasteis al autor de la vida (vv. 13, 14-15) y la divina: Dios le ha resucitado (v. 15). Los apóstoles son testigos de esta acción de Dios. Cada uno ha de sacar las consecuencias de esta proclamación, sabiendo que en los judíos actores estábamos representados todos. Cada mujer, cada hombre, está confrontado con esos acontecimientos para aceptarlos o no, para apuntarse a lo que significan o para dejarlos.
Hay una cierta excusa en el comportamiento de los ejecutores de Jesús. Lo hicieron por ignorancia. Muy típico de Lucas, que ha aprendido la lección del Maestro. No ha lugar para vg. el antisemitismo. Se ve que Pedro habla a unos que, probablemente, no eran los actores materiales de la muerte de Jesús pero los considera englobados en ella, de la misma manera también todos los demás.
FEDERICO
PASTOR
DABAR 1991/23