COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
1 P 1, 17-21

 

1.

Si hacemos abstracción del comienzo (1 Pe 1-2) y del final de esta carta (1 Pe 5, 12-14), nos encontramos ante una especie de libreto pastoral para la celebración de la vigilia pascual conforme al rito cristiano y del bautismo. Los primeros versículos (1 Pe 1, 3-17) reproducen la oración inicial de la liturgia, inspirada a su vez en un antiguo himno bautismal. Los versículos que estamos comentando podrían constituir el cañamazo de la homilía sobre la lectura de Ex 12. Esta homilía se extiende del v. 13 al v. 21 y va seguida inmediatamente de una exhortación a los recién bautizados (vv. 22-23).

* * *

a) La homilía contiene un comentario cristiano del ritual de la Pascua judía que desacraliza a este último en beneficio de las actitudes de fe y de conversión a la persona viva de Jesucristo sacrificado.

Lo mismo que los hebreos en el banquete pascual, los cristianos tienen que ceñirse los lomos (1 Pe 1, 13; cf. Ex 12, 11), pero han de ser los "lomos del espíritu". Lo mismo que los primeros debían velar toda la noche, los segundos tienen que estar "vigilantes" (1 Pe 1, 13; cf. Ex 12, 8). Los hebreos se vieron libres de la esclavitud de Egipto por la sangre de un cordero "corruptible"; los cristianos son salvados por una sangre "preciosa", la del mismo Cristo (v. 19). Y el autor lo prueba así: más aún que el cordero pascual, Cristo está libre de mancha (Ex 12, 5) y, sobre todo, ha sido "elegido de antemano" (v. 20).

Este último aserto hace alusión al ritual que establecía que el cordero pascual debía ser escogido ya en el décimo día del mes para ser sacrificado el día decimocuarto (Ex 12, 3). Como la tradición judía aseguraba, por otro lado, que el carnero que sustituyó a Isaac en la hoguera (Gén 22, 13) era realmente un cordero "elegido de antemano" por Dios, quienes escuchaban la homilía de 1 Pe estaban hechos a la idea de un cordero elegido previamente por Dios para la liberación del pueblo (versículos 19-20).

b) La muerte y la liberación de Cristo se presentaban, pues, como un misterio del amor de Dios para con nosotros: recibir el bautismo es ser admitido a ese misterio y profesar su fe el él (v. 21).

El bautismo se convierte entonces en un nuevo nacimiento (cf. Jn 3, 11). La tradición cristiana hablará de nuevo nacimiento en el Espíritu (Jn 3, 11) o por la Palabra (v. 23; cf. Sant 1, 18). De cualquier forma, importa hacer depender de Dios la propia salvación dejando de contar con la "carne" o lo "corruptible" (v. 23).

Se trata, pues, de dar un giro completo a la existencia, situada de ahora en adelante en dependencia de Dios (la obediencia a la verdad: v. 22), y de traducirla en un amor a los hermanos que sólo Dios puede inspirar (vv. 21-22).

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA IV
MAROVA MADRID 1969.Pág. 73 s.


2.

Continúa la exhortación de este escrito sin nuevos motivos ni ideas, sino insistiendo en un estilo de predicación en los puntos fundamentales de la existencia cristiana. La fe y adhesión a Cristo han de manifestarse de un modo concreto, de acuerdo a las circunstancias de las respectivas vidas. Del mismo modo que El ha padecido y ha sido glorificado, también nosotros debemos pensar eso mismo de nuestros padecimientos actuales, cuando los hay.

No es raro que no en todos los pasajes bíblicos se encuentren ideas o mensajes nuevos. De hecho, lo importante no es la ilustración del entendimiento o el juego intelectual o novedoso, sino la interiorización de los puntos fundamentales. Tanto para los destinatarios de esta carta/escrito como para los actuales lectores del mismo. Por eso se trata casi más de meditar o dejarse empapar de textos como éste que de reflexionar activamente sobre ellos.

Y no sólo sobre éste, sino sobre otros muchos, y casi, casi, sobre todos. Solemos perdernos en palabras, escritas o predicadas, dejando menos espacio a que calen los motivos cristianos fundamentales como los que se afirman y recuerdan en estas líneas.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1990/26


3.

Se exhorta a obrar como hijos ejemplares de quien llamamos Padre. La fe nos ha de hacer que, de corazón, practiquemos la solidaridad (efectiva y afectiva), la libertad, la sinceridad. La suma de estas actitudes es la bondad que constituye el culto que Dios quiere (sacerdocio cristiano).

Promover la construcción de la persona por encima de cualquier materialismo es la tarea que se ha de hacer también desde las instituciones, incluso transformándolas según Cristo, nuestro guía.

Hay que saber dar razón de este actuar y, si es necesario, saber sufrir por no adorar a los ídolos.

EUCARISTÍA 1990/21


4.

-El invocar a Dios como "Padre nuestro" (Mt 6, 9; Rm 8, 15; Gál 4, 6) no debe hacernos olvidar que es también el juez que juzga sin acepción de personas. El temor de Dios nos ayudará a superar los peligros de nuestra marcha hacia la casa del Padre. Otro motivo para vivir santamente es el recuerdo del alto precio con el que hemos sido rescatados de una vida sin sentido y sin libertad. Este precio ha sido nada menos que "la sangre de Cristo" (cfr 1. Cor 6, 20; Ap 5, 9).

J/CORDERO  J/CENTRO-HISTORIA: Cristo es el verdadero "Cordero de Dios" (Jn 1, 29 y 36), sin mancha y sin pecado, que se ha ofrecido a sí mismo en sacrificio para satisfacer por todos los pecados del mundo y alcanzar así la verdadera libertad de los hombres. Todo lo que estaba ya prefigurado en el sacrificio del cordero pascual en el A.T. (cfr.Lv 1, 10; 3, 6; 4, 32; 22, 19-21; Ex 29, 1) se cumple abundantemente en el sacrificio de la cruz (Mt 26, 28; Mc 14, 24: Rm 3, 25; Ef 1, 7; Heb 9, 14, etc.).

Pues no sólo el A.T. sino toda la historia llega a su destino en Cristo, muerto y resucitado, que inaugura "el final de los tiempos". Es así como lo ha ordenado el Dios vivo, el Dios de la historia, desde toda la eternidad. Todo lo que estaba escondido en la voluntad de Dios se ha manifestado al final de los tiempos, en su Hijo que vino al mundo a cumplir su voluntad (Rm 16, 25s.; Col 1, 26).

EUCARISTÍA 1981/22


5.

La primera de Pedro anima a los creyentes que se encuentran en un momento de particular dificultad (persecución de Nerón probablemente). De ahí que se recuerden los pilares de la fe: Dios es un juez justo (Rom 2, 11), pero también es un padre (Mt 6, 9). El hombre no sabe unir estos dos elementos en la proporción buena; pero solamente si tenemos en cuenta estos dos puntos nuestra vida puede ser tomada en serio. No podremos aprovecharnos nunca de la plusvalía de los demás, pero hay un Padre que, por el triunfo de Jesús, sabe perdonar.

El verbo "rescatar" (lytroo) hunde sus raíces en el At, designando a Dios como el rescatador del pueblo (Dt 7, 5; 15, 15). El rescate mesiánico se ha realizado en Jesucristo (1 Cor 1, 30; Col 1, 14) con la finalidad de hacer un pueblo de características nuevas (Ef 1, 14), pero no será pleno hasta el final de los tiempos (Ef 1, 14). Detrás de esta concepción teológica está la idea de "rescate" o precio pagado por la libertad de un prisionero. El recordarnos el rescate no es para sonrojarnos por un beneficio parternalistamente dado por el Dios de poder, sino para hacernos una llamada a la seriedad de vida: no podemos vivir en cristiano como si Jesús no hubiera pagado un alto precio humano por nosotros. V. 19: Son las cualidades exigidas al cordero pascual (cf. Ex 12, 5). La honradez de vida de Jesús ha quedado clara y confirmada con su entrega en la cruz. Al creyente le toca ahora el mostrar que ha aceptado la fe. Somos llamados a un tipo de vida nuevo, con sentido. No da lo mismo vivir en el tiempo de Jesús o fuera del tiempo de Jesús. El plan de Dios tiene una perfecta continuidad. Nosotros somos los continuadores de la ley primera de Dios, del deseo santo de Dios. Nosotros, los que creemos en Jesús, somos el verdadero pueblo de Abrahan (Rom 11,). No ha habido ningún cambio radical: Jesús ha venido a culminar el proceso. De ahí que la llamada se hace, aún más si cabe, a la responsabilidad última del hombre.

EUCARISTÍA 1978/17


6.

Con imágenes y frases provenientes del Antiguo Testamento y de otras que parten de la situaci6n de los destinatarios (extranjeros y provenientes del paganismo), el autor de la carta recuerda dónde se fundamenta la exigencia de una vida santa.

Hay que ir con cuidado mientras peregrinamos por este mundo. Seremos juzgados por las obras. El juez es Dios, a quien invocamos como Padre. Pero la atenci6n sobre las propias obras no viene impuesta por una exigencia ascética, sino porque hemos sido rescatados de una manera de vivir que conduce a la muerte.

El precio del rescate tiene mucho más valor que todo lo que tenemos por más valioso. Es la sangre de Cristo, el cordero verdadero, sacrificado para que los demás tengamos vida. Esta realidad forma parte del plan salvador de Dios, que ha culminado en la resurrección y glorificación de Jesús. De aquí nace la posibilidad de poner en este Dios la fe y la esperanza, que comportan, claro está, un estilo de vida determinado: el mismo que llevó a Jesús a la glorificación.

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1993/06


7. /1P/01/01-21 /1P/LIBRO:

El escrito que iniciamos hoy, la llamada primera carta de Pedro, se inscribe en el género epistolar por su encabezamiento y por la despedida final. Por lo demás, podría ser considerado como un conjunto de exhortaciones basadas en motivos cristológicos. Pues bien: esa estructura que combina el motivo cristológico con la exhortación se encuentra perfectamente delimitada en el fragmento que acabamos de leer: tras el encabezamiento y el saludo (1-2) aparece una larga sección que describe y define la vida cristiana como un nacimiento a la esperanza (3-12). Finalmente se nos exhorta a que vivamos nuestra esperanza en obediencia y temor (13-21).

En las cartas paulinas, esta combinación de motivos cristológicos y exhortaciones constituye el núcleo del escrito: hay una primera parte teológica y una segunda más práctica, que apunta a la vida de cada día y a sus dificultades y tropiezos. Así, las exhortaciones no surgen de la nada, no quedan vacías y lejanas: tienen su fundamento y razón de ser en la experiencia de Cristo, en la participación del Espíritu como raíz de la nueva vida, del renacimiento.

Tal vez esto nos ayude a entender el sentido de la exhortación que encontramos en el texto de hoy a la obediencia y al temor. Muchas veces nos sorprende que se aplique a nuestra relación con Dios la palabra temor, y la rechazamos sin más. Pero ese término, tal como se utiliza en nuestro texto, debe entenderse en el marco de la experiencia cristiana de la esperanza, tan claramente expuesta en el fragmento dogmático. Si queremos describir la experiencia del cristiano tendremos que utilizar palabras y conceptos tomados de nuestra vida. Pero no poseerán un sentido cristiano si no han sido confrontados con el seguimiento de Jesús. Tal es la enseñanza del fragmento de hoy.

ORIOL TUÑI
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 579