COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Hch 10. 34a. 37-43

 

1. TESTIGO/APOSTOL  J/ROSTRO-DE-D 

Tenemos aquí un compendio de la predicación de Pedro. Vemos en sus palabras cómo describe la actividad de Jesús siguiendo el esquema que hallamos en el evangelio de Mc, subrayando que la cosa comenzó en Galilea. Destaca igualmente los rasgos característicos del segundo evangelio: Jesús, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu, pasa haciendo bien, esto es, curando a los enfermos y liberando a los oprimidos por el diablo. Sabemos que Mc recogió en su evangelio la catequesis de Pedro. Así lo atestigua, ya en el año 130, Papías de Hierápolis.

Pedro está convencido de lo que dice. No habla de lo que le han contado, sino de lo que él mismo ha visto con sus propios ojos.

Pero él no es el único testigo; Pedro habla solidariamente con todos los apóstoles: "Nosotros somos testigos..." En sentido estricto, "apóstol", es el testigo cualificado, elegido por Dios para proclamar que Jesús de Nazaret, el mismo que fue crucificado en Jerusalén, es ahora el Señor que ha resucitado. Por eso, únicamente puede ser "apóstol" un hombre que haya conocido a Jesús, que haya vivido con él a partir del bautismo en el Jordán y hasta su ascensión a los cielos: cuando los apóstoles buscaron un sustituto que ocupara en el Colegio de los Doce el lugar del traidor, lo eligieron entre aquellos que conocieron a Jesús personalmente (Hch 1. 21-26). El testimonio de los apóstoles puede resumirse en estas palabras: Jesús es el Cristo, el Señor.

Hay, pues, una identidad entre el Cristo predicado y el Jesús histórico, y esta misma identidad constituye la sustancia de la fe cristiana.

Jesús es el Señor, el juez de los vivos y muertos; pero es también el rostro humano del amor de Dios: en él se ha manifestado que Dios nos ama y nos perdona. Pedro invoca el testimonio unánime de los profetas para anunciarnos la gran noticia: que todos sin distinción alguna, podemos recibir el perdón de Dios si creemos que Jesús es el Señor. El evangelio es el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús y, en consecuencia, el anuncio del perdón de Dios a todos los que creen en el nombre de Jesús. El evangelio es siempre evangelio de reconciliación.

EUCARISTÍA 1982, nº 19


2.

El cap. 10 de los Hechos señala un momento crucial en la vida de la Iglesia primitiva por sus consecuencias. Es el primer encuentro con un pagano. Lucas no ha inventado el hecho, aunque lo ha enriquecido y acomodado. Del relato que circulaba en la comunidad, Lucas deduce dos conclusiones fundamentales: 1ª. Dios ha mostrado que hay que admitir a los paganos sin imponerles la ley mosaica; 2ª. Pedro, por voluntad de Dios, acepta la hospitalidad de un incircunciso-pagano. En el trasfondo está la problemática de las relaciones entre judío-cristianos y pagano-cristianos. La interpretación de la visión había hecho comprender a Pedro que no debía preocuparse por la impureza legal (Hech 10, 10-16). Lucas quiere dejar muy claro que acoger a los paganos en la Iglesia, sin las obligaciones de la ley judía, no es obra ni de Pablo, ni de Pedro sino de Dios.

Según la concepción hebrea de la muerte y sepultura, el anuncio de la resurrección, al tercer día, tenía su importancia en orden a la realidad de la muerte y de la resurrección. Para el autor de los Hechos no es una determinación temporal, sino una afirmación histórico-salvífica.

Hay que separar los elementos que son expresión de la concepción del mundo de la época de Jesús y considerar la Pascua como un acontecimiento que está en relación con nuestra historia, pero que la supera. El resucitado se hace presente en este mundo, pero no pertenece ya a este mundo. Así los evangelistas no pueden describir el proceso que ha seguido la resurrección (=el modo de la resurrección), sino sólo el hecho de las apariciones.

Si bien las narraciones de la resurrección sirven para explicar y hacer comprensible la Pascua, sin embargo no son relaciones de lo que aconteció. Son predicación y profundización teológica. La resurrección no es directamente objeto de la ciencia histórica. Es realidad trascendente. Los discípulos llegan a la fe por las apariciones, no por el sepulcro vacío.

PERE FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985, 8


1-3.

Este quinto discurso de Pedro en Hechos es, en sus detalles, estructura y estilo una composición de Lucas, pero presenta los temas básicos de la predicación cristiana primitiva, del "kerigma" como suele decirse.

En este anuncio lo esencial es el acontecimiento pascual, aunque "la cosa haya empezado en Galilea". La referencia rápida a la vida de Jesús sirve para introducir y razonar el acontecimiento central. No se puede separar la muerte de Jesús de toda su vida anterior, como si fuera algo mágico o inesperado, sino provocado por la misión de Jesús contra los poderes del mal encarnados en los personajes concretos de su tiempo. Los oprimidos que Jesús ayuda no son sólo victimas del "diablo", sino del mal producido por los hombres, simbolizado en esa figura, pero que no ha de despistar al lector.

A Jesús lo matan los hombres (nótese el "lo mataron" del v. 39) y, en contraposición Dios lo resucita. Es decir, le da la razón y se la quita a los poderosos que lo han ejecutado. La resurrección es el Sí de Dios a la forma de vivir de Jesús en favor de los oprimidos y contra los opresores. No conviene ideologizar ese suceso quitándole su fuerza polémica y su significado de condena del mal en el mundo. La resurrección es la proclamación de la liberación.

No es sólo algo positivo para Jesús, sino para todos los hombres. Ni sólo una esperanza, sino un juicio sobre la situación del mundo. Ni del mundo sólo de entonces. Una forma de "quitarle hierro" a la resurrección es referirla sólo a los judíos, contra los que se yergue el Resucitado. En realidad es condena de toda opresión y mal humanos. Y un grito de esperanza liberadora para todos los que ahora viven.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1991, 21


4.

Nos encontramos ante uno de los varios discursos, construidos por Lucas, para presentar el anuncio de la primitiva Iglesia. Es paralelo a otros que nos encontramos en este libro. Reproducen los puntos fundamentales del anuncio, pero están construidos libremente por Lucas.

En este párrafo destaca: 1) la realidad terrestre de Jesús, la referencia a El como base de lo demás. Aunque se nos escapen detalles de esa historia, es imprescindible para apoyar todo el resto; 2) anuncio de la muerte, también histórica y real del propio Jesús. Hay una alusión a los actores de esa muerte, no mítica o casual, sino provocada por su actividad anterior; 3) sobre todo el anuncio de la Resurrección de Cristo, atestiguada por los propios apóstoles. Es el acontecimiento sobre el que se basa el anuncio y la verdad de Jesucristo para nosotros. No se puede disminuir en lo más mínimo; 4) dimensión salvadora de todos estos hechos. No son puro recuerdo de algo pasado, sino ofrecimiento y realidad de la salvación de Dios, de su comunicación con el hombre que se abre a esta accción de Dios en la historia. La muerte y la resurrección nos constituyen, si nos abrimos a ella, en una relación diferente con Dios que recibe el nombre de salvación que es más que el mero perdón de pecados. Es la vida total de Dios en nosotros.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1988, 23


5.

Es la hora del testimonio. Es la hora de los testigos. Para empezar, nadie mejor que Pedro, el que siguió a Jesús paso a paso desde el principio, desde lo de Galilea y el bautismo de Juan. Lo siguió paso a paso, menos en uno. Pero este fallo también formará parte de su testimonio. Pedro conoce bien a Jesús y toda su historia, que ahora cuenta a la familia de Cornelio.

Este testimonio de Pedro es un modelo de predicación kerigmática, centrada en el anuncio de la salvación que nos viene de Cristo, el que encarnó entre nosotros la presencia de Dios, el que estaba ungido por el Espíritu, el que pasó como un meteoro de luz y alegría, el que fue apagado por los hombres, pero Dios lo devolvió a la luz y se ha convertido en la estrella viva de la mañana.

Mirar esta estrella, creer en este Ungido, eso es la Pascua, una fiesta de liberación. Creer en el Cristo de Dios es nuestra alegría y nuestra vida, es perdón y reconciliación, es paz y principio de vida eterna.

CARITAS
UN AMOR ASI DE GRANDE
CUARESMA Y PASCUA 1991.Pág. 166


6.

lectura: Hechos 10,34a.37-43. Nosotros hemos comido y bebido con él

La lectura es un fragmento del c.10 que narra la predicación de Pedro ante un prosélito romano: el centurión Cornelio en Cesarea. Es la primera vez que el mensaje cristiano sale del círculo estrictamente judío en sus diferentes grupos religiosos. Pedro se centra en el anuncio kerigmático típico de los múltiples discursos del libro de los Hechos: 1 / Cristo ha muerto y ha resucitado; 2 / la Escritura, los profetas en este caso, ya lo anunciaban; 3/ nosotros somos testigos de todo lo sucedido; 4 / cambiad de vida, aceptad la fe en Cristo y bautizaos.

Dios es protagonista absoluto: ha guiado a Jesús con su Espíritu, lo ha resucitado, ha dejado que lo vieran aquellos que él ha querido, y ha encargado a los discípulos la predicación de su mensaje. La resurrección de Cristo es, pues, don de Dios para el pueblo, empezando por los judíos e incluyendo a los paganos.

El salmo responsorial nos presenta la contraposición entre la piedra desechada y la piedra escogida como angular. La muerte aparente es vida en realidad. Y por eso mismo, es obra de Dios. "Es el Señor quien lo ha hecho..." En la línea de la lectura anterior, Dios es el único protagonista.

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 2000, 6, 15