SAN LEÓN MAGNO

 

En su primer sermón sobre la Ascensión, después de haber subrayado que la naturaleza humana de Cristo asciende hasta un nivel que no es otro que la sesión a la derecha del Padre, escribe:

Así pues, la Ascensión de Cristo es nuestra propia elevación y al lugar al que precedió la gloria de la cabeza es llamada también la esperanza del cuerpo. Dejemos, pues, queridos, que estalle nuestra alegría cuando él se sienta, y regocijémonos con piadosa acción de gracias. Hoy, en efecto, no sólo se nos confirma en la posesión del paraíso, sino que hasta hemos penetrado con Cristo en las alturas de los cielos; hemos recibido más por la gracia inefable de Cristo, que lo que perdiéramos por el odio del diablo...
(SAN LEON MAGNO, Sermón 1 sobre la Ascensión, SC 74. 138; CCL 138 a; 453).

En este sermón, en Cristo glorioso elevado al cielo ve san León la seguridad de lo que seremos y la visión de lo que ya somos. Así pues, la celebración de la fiesta no es tan sólo histórica, es también la celebración de lo que somos.

En el 2.° sermón sobre la Ascensión, repite san León este tema que es para él el objeto de la fiesta:

En la solemnidad pascual, la resurrección del Señor era la causa de nuestra alegría: hoy es su Ascensión al cielo la que nos proporciona materia para regocijarnos, puesto que conmemoramos y veneramos convenientemente el día en que la humanidad de nuestra naturaleza fue elevada en Cristo a una altura que está por encima de todo el ejército celestial.
(ID., Sermón 2 sobre la Ascensión, SC 74, 139; CCL 138 A, 455-456).

Pero san León lleva más lejos sus reflexiones, coincidiendo acaso más con nuestras preocupaciones, a propósito del significado práctico de la fiesta de la Ascensión. En su 2.° sermón sobre la Ascensión, escribe:

...a los cuarenta días de su resurrección, se elevó al cielo en presencia de sus discípulos, poniendo así término a su presencia corporal, para permanecer a la derecha de su Padre hasta la consumación de los tiempos divinamente previstos para que se multipliquen los hijos de la Iglesia, y venga a juzgar a los vivos y a los muertos en la misma carne en que ascendió. Así pues, lo que había podido verse del Redentor, ha pasado a los ritos sagrados; y para que la fe sea más excelente y más firme, la instrucción ha sucedido a la visión: en su autoridad descansarán en adelante los corazones de los creyentes, iluminados por los rayos de luz de lo alto.
(ID.. Sermón 2 sobre la Ascensión, SC 74, 140; CCL 138 A, 456-457).

Hace aquí san León importantes puntualizaciones. Lo que había podido verse del Redentor, para lo sucesivo ha pasado a los los ritos sagrados. Así pues, a través de los signos sacramentales podemos ponernos en contacto con Cristo elevado a la derecha del Padre.