COMENTARIOS AL EVANGELIO
 

1. CIELO: SUBIR AL CIELO: /Ef/04/09.

"Subiendo hacia el cielo". Hay un simbolismo casi idéntico, espacial también, pero de signo opuesto. Lo expresa el lenguaje bíblico diciendo que Cristo ha descendido a los infiernos. "El que sube es el que ha descendido", dice Pablo (Ef 4. 9) y ha descendido al hondón último del misterio humano, de la miseria humana. Así podemos entender la bajada a los infiernos. Jesús ha descendido a la soledad, al sufrimiento, a la angustia límite del hombre, y ha descendido para iluminarla, redimirla, conquistarla.


2.

Lc toma como marco de su evangelio pascual el "día del Señor", la celebración litúrgica del domingo: en un mismo día, Jesús se hace presente allí donde los discípulos se han reunido, les explica el sentido de las Escrituras, parte el pan con ellos, se deja reconocer por ellos y se va, bendiciéndolos, después de haberlos enviado a dar testimonio de él, fortalecidos por el Espíritu Santo que habrán recibido. Esta jornada pascual se renovará cada domingo. También el gran sacerdote Simón bendecía solemnemente, mientras el pueblo se prosternaba en adoración (Eclo 50). Lc había empezado en el Templo, con el sacerdote Zacarías, y concluye en el Templo, donde la comunidad del nuevo Israel alaba a Dios (v. 53).

HILARI RAGUER
MISA DOMINICAL 1977, 11


3.

En el episodio de los discípulos de Emaús, la secuencia fue así: primero, la exposición y explicación de la palabra; después, la comprensión durante la "comida". Sin embargo, ahora, se cambia al orden: a la "comida" (versículos anteriores a los de nuestra perícopa) siguen las palabras (la palabra) del resucitado. "Palabra" y "comida" son, desde la revelación, elementos necesarios para la fe plena: "Les abrió el sentido para la comprensión de la Escritura". Es preciso tener en la memoria el camino de Jesús, que comenzó con la promesa y que, con la resurrección, aún no ha llegado a su fin definitivo, pues los mismos discípulos han de proseguir ese camino y llegar a esa meta con la "fuerza de lo alto". Porque en Jerusalén, que parece el final, es decir, donde todo se acaba, es precisamente donde irrumpe lo nuevo que se presenta por delante: el camino de Jesús con los suyos a los pueblos, "en su nombre".

La ascensión, la subida del Señor al cielo es el punto cardinal -así quiere entenderlo el evangelista- del que parte el camino de Jesús y a la vez el camino de la Iglesia (cf. Hch 1,8s).

En este final de Lc cobra un tono relevante el término "mientras" (51). "Mientras los bendecía...". Esa bendición es un centrarse del Señor en sus discípulos: todos sus caminos están marcados por ese gesto. La bendición de Jesús marca el día del mundo. De ahí la alabanza de los discípulos a la hora de la despedida. Ellos se quedan parados, con las manos extendidas y, de momento, inmóviles, pero expectantes ante la llegada de la fuerza de lo alto y del retorno de su Señor.

Desde entonces, las manos del resucitado están abiertas sobre todos los caminos de los hombres y sobre el mundo, bendiciendo. Quien comprende esto, participa de la visión del evangelista, el mensajero de la alegría.

EUCARISTÍA 1992, 26


4. ASC/CUANDO-FUE

De entrada, sorprende que aquí la Ascensión se produce el mismo día de la resurrección, mientras que allá se sitúa cuarenta días más tarde. Una vez más, hay que recordar los peligros de una lectura "fundamentalista" de los textos bíblicos: la preocupación por el "cómo" nos puede llevar a no hacer caso del mensaje y de la vida que quieren transmitirnos.

JOSEP M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1992, 08


5. 

Y se vuelven a Jerusalén con la alegría metida en el alma.


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