REFLEXIONES PARA LAS TRES MISAS DE NAVIDAD


1. NV/HOY

A los fieles hay que decirles que lo que hoy celebramos no es un hecho pasado, que  duerme en la historia. El misterio del Dios hecho hombre y el de nuestra divinización  liberadora tiene lugar hoy, en el "ahora" de la fiesta. Dios sigue manifestándosenos hoy,  liberándonos de la esclavitud y del egoísmo, iluminándonos el camino, solidarizándose con  nosotros, con nuestras luchas y nuestros sufrimientos. Hay que ayudar a la comunidad  cristiana a que sea consciente de esto y se sumerja en el misterio que celebramos. Sólo de  esta forma será posible colmar la esperanza que, a lo largo del Adviento, se ha ido  despertando en nosotros.

Si no fuera así la espera del Adviento quedaría sin respuesta.

J.M. BERNAL
MISA DOMINICAL 1984, 24


2. NV/EU 

En la Eucaristía -que los cristianos repetimos sobre todo el domingo, el día del Señor- se  nos hace presente de un modo sacramental y se nos da como alimento el mismo Jesús que  nació en Belén hace veinte siglos, y el mismo Jesús que vendrá al final de los tiempos como  Señor Glorioso y Juez de la historia.

En cada Eucaristía entramos en comunión con Él. Cada Eucaristía es como la Navidad, la  Pascua y la Venida final, condensadas para nosotros, con toda la gracia y la salvación que  el Hijo de Dios ha querido traer a nuestras vidas. 

J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1985, 24


3. J/BUENA-NOTICIA:

EMPIEZA EL TIEMPO DE NAVIDAD. 
Un nuevo "tiempo fuerte", después de las cuatro  semanas de Adviento: hasta el 8 de enero, la fiesta del Bautismo del Señor, celebramos los  cristianos la Manifestación del Salvador. Se tendrá que notar en el modo de la celebración:  cantos, tono festivo, potenciación del Gloria cantado, etc.

Para las celebraciones de este primer día, recordar que los formularios de lecturas de las  tres misas del 25 son "intercambiables", y que incluso se pueden utilizar en la misa de la  vigilia, si para bastantes va a ser ésa la Misa de Navidad. Lo que habría que cuidar es que  cada año no se elijan las mismas lecturas, porque resultan educativas en su  complementariedad. Por ejemplo, los dos evangelios (sucesivos) de Lucas en torno al  anuncio a los pastores, son muy interesantes. Pero también lo es el gran himno a la  Palabra viviente de Dios que es el prólogo de Juan (que en este año no se repetirá, como  los demás años, en el domingo 2 después de Navidad).

-DEJAR QUE RESUENE LA BUENA NOTICIA. 
En el conjunto de la celebración y en la  homilía habría que procurar que esta noche (este día) resonara en medio de la comunidad,  con posibilidad de interiorización para cada uno, la gran Noticia, la mejor que podemos oír:  "os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy os ha nacido un  Salvador, el Mesías, el Señor" (Lc).

En un mundo bombardeado por anuncios y con una historia llena de preocupaciones, la  Palabra de Dios nos hace oír una verdadera noticia: el Dios-con-nosotros. Ayudar a la  comunidad a que oiga con "oídos nuevos" esta noticia y vea con "ojos nuevos" esta luz, y  se deje convencer de que el amor de Dios va en serio, y su salvación nos quiere alcanzar  en pleno a cada uno: esa sería la finalidad de una buena celebración.

Las imágenes se suceden gozosamente: "el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz  grande" (Isaías); "acreciste la alegría, aumentaste el gozo... porque un niño nos ha nacido,  un hijo se nos ha dado" (Isaías); "... los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la  buena noticia, que pregona la victoria" (Isaías); "y verán los confines de la tierra la victoria  de nuestro Dios" (Isaías); "ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos  los hombres" (Pablo); "ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre" (Pablo)... Alegría, luz, libertad, premio, paz, justicia: en un mundo falto de alegría y de buenas  noticias, los cristianos deberíamos "creer" de verdad que también en la Navidad de 19.. se  nos manifiesta cercano y cálido el amor de Dios.

Más allá de lo que pueda tener esta fiesta de entrañable poesía, la celebración debería  conducir a una comprensión profunda de lo que es el misterio de un Dios que se hace  hombre.

Las lecturas nos invitan a ello. No nos hablan tanto del "Niño Jesús", aunque cuentan su  nacimiento. Sino del Jesús Salvador, Mesías y Señor. El Jesús de Navidad es el mismo de la Pascua: el Señor resucitado. Que se hizo uno de nosotros, que compartió desde nuestro  nacimiento hasta nuestra muerte, pero que ahora está ya glorioso. En las diversas lecturas  encontramos títulos más bien pascuales. El himno del "Gloria", tan navideño, tiene una  teología cristológica de las más profundas. El prólogo de Juan, como evangelio del día, es  un himno al Dios que nos dirige su Palabra, que nos envía su Palabra hecha hombre. La  carta a los hebreos nos presenta la venida de Cristo como el cumplimiento y la culminación  de todas las promesas y de las "palabras" provisionales del A.T.: ahora Dios nos ha  hablado en su Hijo.

La Buena Noticia del día es Cristo mismo, su propia Persona, y la obra salvadora que ha  venido a realizar y que una y otra vez celebramos concentrada en la Eucaristía. Sin olvidar  también en esta Navidad, la perspectiva final: "aguardando la dicha que esperamos, la  aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, JC".

-"HACER SITIO" PARA EL QUE VIENE. 
Sería una pena que de alguno de nosotros se  tuviera que decir lo que Jn escribe en su prólogo: "vino a su casa y los suyos no le  recibieron". O lo que le pasó ya muy sintomáticamente a la pareja José y María, que  andaba buscando una casa para dar a luz: no tenían sitio en la posada para ellos.

A veces nosotros estamos tan llenos de cosas, de problemas y de valores  intrascendentes, que no tenemos sitio para Dios en nuestra vida. Y celebrar Navidad  debería significar hacer sitio al amor de Dios que se nos ha manifestado en Cristo Jesús.  Con todas las consecuencias.

Tenemos delante ejemplos estimulantes: María y José, que acogen a su hijo. Los  pastores, que corren a adorar al recién nacido, le reconocen como el Mesías, y cuentan sus  alabanzas. En concreto María, que "conservaba todas estas cosas, meditándolas en su  corazón": la mejor Maestra, también de la Navidad.

Entonces sí: "a los que le recibieron, les da poder para ser hijos de Dios", que es el fruto  de una Navidad bien celebrada: nacer con Cristo y ser hijos con él.

J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1988, 24


4. NV/MONICIÓN-ENTRADA

Nos vuelve a recordar el evangelio de hoy que el hijo de Dios acampó entre nosotros, un  buen día, hace ya muchos años, y empezó a vivir como uno más, a dar ilusión y esperanza a  la gente, a sentirse y ser solidario de todos los hombres, especialmente de aquéllos que  peor lo estaban pasando.

Desde aquel entonces ha llovido mucho; surgió un grupo de hombres y mujeres que  decidieron ser discípulos suyos. Un grupo que dura hasta nuestros días. Un grupo que ha  ido creciendo con el paso de los siglos. Un grupo que se ha dedicado mucho a hablar de  aquel hombre que, aunque no lo pareciese en ocasiones, no era sino Dios entre y con  nosotros. Sí; se ha hablado mucho de aquello. ¡Qué pena! Se nos olvidó que no vino para  que hablemos de él, sino para que lo imitásemos.

Hoy también hablamos de aquello. Hoy, probablemente, porque nuestro testimonio es, en  el mejor de los casos, ambiguo, tenemos que hablar de aquello, porque apenas hacemos  aquel mismo gesto de solidaridad.

Hoy, por todo esto, porque hablamos y poco hacemos, la gente pasa mucho de religión, la  gente no recibe la esperada liberación de sus penas. Para nosotros sigue vivo, en pie, el  ejemplo de aquel hombre-Dios que pasó como uno más. Para que le imitemos, no para que  lo comentemos.


5.

Introducción 

Hoy es Navidad, la fiesta del nacimiento de Jesús.

Hoy es Navidad: la fiesta de nuestro nacimiento a una vida nueva.

Hoy celebramos Navidad; pero no celebramos solamente el nacimiento de un niño en  Belén; también celebramos el origen de nuestra historia cristiana y el origen desde el cual  los cristianos tratamos de interpretar toda nuestra existencia.

Nacer es hermoso pero comprometido. Es iniciar nuestro proyecto de hombres; si no lo  hacemos así cada día, entonces no podremos ver la luz y la Navidad pierde todo su  sentido.

¿Y cuál es el sentido de la Navidad? A la luz de los textos bíblicos, y como si fuera la  primera vez que lo hacemos, trataremos hoy de preguntarnos si esta festividad tiene que ver  algo con nuestra vida.

Si la Navidad es el nacimiento de Jesús, ¿qué tendrá que nacer en nosotros para que el  nacimiento de Jesús no haya sido en vano? 

SANTOS BENETTI
CAMINANDO POR EL DESIERTO. Ciclo C. 1º
EDICIONES PAULINAS.MADRID 1985.Págs. 87 ss.


6.

I. DE TIPO GENERAL 

1) Penetrar en el misterio de la Navidad 

Navidad es la gran solemnidad de los cristianos. "Después de la celebración anual del  misterio pascual, la Iglesia tiene como más venerable el hacer memoria de la Navidad del  Señor y de sus primeras manifestaciones: esto es lo que hace en el tiempo de Navidad"  (NUALC 32). Es quizás a nivel popular la solemnidad que más ha penetrado en el corazón y  la mente de las gentes sencillas. Por eso conviene que año tras año vayamos profundizando  más en la entraña de este misterio. La gran preocupación de los pastores debe ser que toda  la comunidad entre en los contenidos-vivencias que la Madre-Iglesia nos ofrece cada año. Es preciso no ceder al cansancio, tener en cuenta todos los elementos que se nos  ofrecen (lecturas, oraciones, canto, decoración, signos devocionales, tradiciones válidas,  etc.). Es preciso preparar y celebrar con hondura esta solemnidad. La celebración es la  "fuente y el culmen" (SC 10) donde los fieles beben el auténtico espíritu cristiano (SC 14) y  por ello también el verdadero sentido de la Navidad. Tenemos en cuenta los textos de las  tres misas.

2) La noche iluminada 

La misa de medianoche nos invita a la alegría: "Alegrémonos todos en el Señor, porque  nuestro Salvador ha nacido en el mundo" (antífona de entrada). La Eucaristía tiene acentos  de actualización del misterio: "Hoy desde el cielo, ha descendido la paz sobre nosotros" (Ibid  ). El nacimiento de Cristo "la luz verdadera" ilumina "esta noche santa" (oración colecta). El  nacimiento de Jesús es la manifestación de "la gracia de Dios, que trae la salvación para  todos los hombres" (2~ lectura). Jesús Niño es "el Mesías, el Señor" (salmo responsorial y  versículo del evangelio), que como presagio de la noche pascual ilumina la tiniebla del  mundo, en la noche de Belén. Se podrían enumerar las diversas tinieblas de nuestra vida,  que Jesús viene a iluminar o redimir.

3) Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor 

La liturgia de Navidad, como toda celebración litúrgica destaca fuertemente la actualidad  del misterio en el tiempo humano. Navidad no es el mero recuerdo de una fecha, sino la  presencialización sacramental de un misterio: "Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy"  (Sal 2,7 antífona de entrada medianoche). El salmo responsorial en su estribillo dice: "Hoy  os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor". La alegría del salmo es porque el "hoy" del  nacimiento del Señor es un hecho. El evangelio (Lc 2,1-14) de medianoche pone en boca  del ángel: "Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor". Hay  más textos que insisten en esta actualidad.

4) La alegría desbordante de la Navidad 

Las tres misas rezuman en sus textos la profunda alegría de Navidad. Señalemos sólo  algunos. La antífona de entrada de medianoche dice: "Alegrémonos todos en el Señor... La  2. lectura de medianoche destaca la alegría comparándola con la del segador; el Salmo 95  reza: "Alégrese el cielo, goce la tierra..."; Lc 2,1-14 pone en boca del ángel a los pastores:  "No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo"; la poscomunión  de medianoche reza: "A cuantos celebramos rebosantes de gozo el misterio del nacimiento  de Cristo". Son muchos más los textos que cantan el gozo desbordante del misterio que  celebramos. Se invita a cantar, a alegrarse hasta los confines de la tierra, es un canto de  triunfo y de victoria, porque el Señor reina (Sal. 96). Dios en el nacimiento de Jesús "ha  hecho maravillas" (Sal 97). En ese nacimiento los hombres recibimos la gracia de la filiaci6n  divina.

II. LAS LECTURAS 

1) Las tres lecturas del AT. Estas lecturas son preciosas en su universalidad, en su  proyecci6n profética, lirismo y poesía, presentando el núcleo del misterio (1a); precisando el  efecto de su venida en términos de "premio" y "recompensa" (2a) y presentándolo como  "consuelo" y "rescate" para Jerusalén y "victoria" de Dios en todo el universo (3a). 2) Las tres lecturas del Apóstol. Son muy concretas y expresan ya lo que la comunidad  cristiana vive de este misterio. Las dos primeras presentan el nacimiento como aparición de  la gracia de Dios que salva (1a) y de la Bondad y el Amor de Dios al hombre (2a). Esa  aparici6n produce unos frutos y comporta unas exigencias. La de Hebreos deja claro que el  nacimiento de Jesús es la ofrenda de la Palabra definitiva de Dios al mundo. El Niño que  nace es el Hijo eterno de Dios.

3) Los tres evangelios. Los dos de Lc son continuación el uno del otro. Relatan con  detalle, profundidad y casi con mimo, el nacimiento de Jesús y lo que le rodea. Se da  importancia a las personas concretas: José, María, los ángeles y pastores. San Juan (misa  del día), el profundo teólogo, expone la síntesis del misterio, encuadrado en una historia de  salvación: "Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su  gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad". Navidad es  contemplar la gloria del Dios trascendente en la humildad de este Niño. El misterio esconde  y revela la profundidad de la encarnación humilde de Dios. Es la gran lección para nuestro  mundo ganado por la vanagloria y los triunfos engañosos, el dinero y el placer.

RAMIRO GONZALEZ
MISA DOMINICAL 1994, 16


7.

- REENCONTRAR A CRISTO 

Ya hace días que el mundo se va llenando de una alegría misteriosa. Se está preparando  para vivir la ternura de la Navidad: luces, belenes, felicitaciones, regalos para expresar  fraternidad, deseos de paz, la unida de la gran familia humana. 

Estos días los cristianos debiéramos aprender a ver. Los detalles, la parte sentimental  que envuelve el misterio celebrado, puede escondernos la realidad: esto es, el reencuentro  con la persona de Cristo, con todas las consecuencias concretas que ello comporta. Cristo  es una luz más poderosa que la del sol porque penetra en todos los recovecos de una  criatura que le ha traicionado y transfigura su vida entera. Las tres misas de hoy nos  presentan un tríptico maravilloso en torno a la luz: el misterio de la luz (medianoche) que, en  medio de la noche del mundo se aparece a unos pocos; la luz que ilumina los corazones  (aurora), Dios mismo que se nos muestra, hace que lo celebremos con los pastores; la luz  del mundo (día), el sol que lo llena todo de su resplandor. En tres momentos Cristo nace,  ilumina y calienta. Igual que el sol. 

- HOY TE HE ENGENDRADO (misa de medianoche) 

El evangelio de esta noche no es una simple anécdota llena de dulzura. En este "hoy" de  Dios que se ha convertido en un "hoy" humano; en este "hoy" (que tanto se nos repetirá  estos días) la Iglesia hace suya la voz de los ángeles: "Nos ha nacido un Salvador: el  Mesías, el Señor" (Evangelio / versículo del Aleluya). 

Sí, nos ha nacido hoy un niño (la lectura), ha aparecido la gracia de Dios que trae la  salvación para todos los hombres (2a lectura). Este anuncio provoca un cántico nuevo, el  cántico que toda la tierra canta al Señor: "Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el  Señor" (salmo responsorial). 

Llama la atención el canto de comunión de esta noche: "La Palabra se hizo carne y hemos  contemplado su gloria". En el momento en que comulgamos el canto de este texto es toda  una revolución. Como lo es el fragmento del Prefacio I de Navidad: "conociendo a Dios  visiblemente". Esta noche santa inaugura la vida sacramental de la Iglesia y de cada  cristiano. De ahora en adelante tenemos la experiencia de Dios a través de los signos, y  estos son eficaces por el hecho de la Encarnación de Dios, que se deja ver y tocar. La  Palabra se ha hecho hombre y por nosotros ha dado la vida. Del misterio pascual nacen los  signos que nos permiten vivir en unión sacramental con el Señor. 

- HOY BRILLA UNA NUEVA LUZ (misa de la aurora) 

La luz del Señor nos ha nacido. Si el canto de entrada nos lo anuncia, la oración colecta  pide la luz para nuestras vidas: "que resplandezca en nuestras obras la fe que haces brillar  en nuestro espíritu".Como los pastores, también nosotros deseamos ver, esto es, constatar  el amor de Dios hacia los hombres. Este amor de Dios, nuestro salvador, se manifiesta en  nuestras vidas como la luz de esta noche: "Amanece la luz para el justo" (salmo  responsorial); "ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre" (2a lectura).  La vida del bautizado, su comportamiento y su juicio de valor sobre los hombres y las  cosas se fundamenta sobre "la misericordia del que nos salva con el baño del segundo  nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo" (2a lectura). La encarnación de  nuestro Dios es el punto de partida de una nueva historia humana. 

- HOY NOS HA NACIDO UN NIÑO, EL MENSAJERO-DEL-DESIGNIO-DE-DIOS (misa del  día) 

Ha llegado la plenitud de los tiempos. Lo que anunciaba el Bautista se ha cumplido. El  niño que nos ha nacido es la Palabra de Dios tal como proclama el evangelio de esta misa.  Porque la palabra se ha hecho hombre, "verán los confines de la tierra la victoria de nuestro  Dios" ( la lectura). 

La liturgia de la Palabra de la celebración del día de Navidad en su totalidad se centra en  el conocimiento del plan divino de salvación revelado en el Hijo Jesucristo. El "misterio" nos  ha sido revelado: "en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado  heredero de todo" (2a lectura), el niño que acaba de nacer y que dará su vida por nosotros.  Que no nos sorprenda: Jesucristo es quien nos muestra al Padre, quien lo aproxima y lo  pone en contacto con los pecadores, esto es, con nosotros. 

JORDI GUARDIA
MISA DOMINICAL 1997, 16, 19-20


8.

La Solemnidad de la Navidad del Señor tiene cuatro conjuntos de lecturas bíblicas propias  para ser leídas según los distintos momentos (horas), en que se celebra: Víspera  (atardecer, Medianoche, Aurora y Día. Intentamos aquí un resumen de las Lecturas de los  cuatro conjuntos.

En todas las Lecturas Bíblicas de esta Solemnidad, observamos el contraste, la paradoja,  entre lo que vemos o podemos imaginar y lo invisible, más allá de toda imaginación: el  Misterio de la Encarnación- Nacimiento en la Solemnidad más importante del Año Cristiano  después de la Solemnidad de la Pascua.

Así, en "el hijo primogénito, dado a luz, envuelto en pañales y colocado en el pesebre",  reconocemos a la luz de la Fe, "al Unico Salvador: el Mesías, el Señor (Dios)" (Evangelio de  la Misa de Medianoche); en "la Carne" del que "acampó entre nosotros", al que es "la  Palabra", "la Luz", "la Vida", "el Hijo Unico del Padre" (Evangelio de la misa del Día). En el inicio de la Carta a los Hebreos (2ª Lectura de la misa del Día) Jesús es confesado  como "reflejo de la Gloria del Padre", "Impronta de su Ser", por su actividad creadora y  providente ("Sostiene el Universo con su palabra poderosa"; "por medio de 'El ha realizado  (Dios) las edades del mundo"). 

Y en "el niño, que nos ha nacido" y "el hijo, que se nos ha dado" nos revela el mismo Dios  por boca del Profeta al que posee atributos divinos: "Maravilla de Consejero, Dios Guerrero;  Padre Perpetuo, Príncipe de la Paz".

Jesucristo, desde su Encarnación- Nacimiento, es el Sacramento (Signo visible) de Dios  Invisible ("verle a Él, a Jesucristo, es ver al Padre").

Pero lo que era visible en Jesucristo (su Vida, su Palabra, sus Obras, sus Milagros) ha  pasado a los Misterios, Sacramentos, de la Iglesia, toda ella, también Sacramento, (con el  anuncio del Evangelio, la celebración de los Sacramentos, el testimonio de vida cristiana); la  Iglesia, Sacramento (Signo visible) de Cristo (Dios) Invisible; de suerte que ver a la Iglesia es  ver a Cristo (Dios), aunque el "cristal" de la Iglesia no sea tan límpio para ver a través de ella  a Cristo como el "cristal" de Cristo, para ver en Él al Padre. Avelino Cayón

Hoja Litúrgica de la Diócesis de Madrid


9. LA BUENA NOTICIA

La fiesta de Navidad es sin duda la fiesta cristiana más popular: la comunidad cristiana en  su totalidad la vive intensamente, y en este día participan también en la celebración muchos  no habituales, movidos por ese clima especial, sobre todo en la noche de Navidad. Es cierto  que se mezclan elementos profanos (la estética, el sentimentalismo, el consumo...). Pero hoy  merece la pena aprovechar el ambiente, la presencia y la predisposición de la gente,  preparar bien la celebración y recoger los valores de paz, alegría, ternura, fraternidad... que  están en la calle para anunciar y vivir la buena noticia del nacimiento del Salvador.

Lo más importante de la celebración de hoy será resaltar el mensaje central de aquello  que conmemoramos: el amor de Dios para con nosotros, que se ha hecho uno de los  nuestros. Dios está aquí, Dios se ha hecho presente en nuestra humanidad: Hoy nos ha  nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Ésta es la buena noticia, la gran alegría para todo  el pueblo, la buena noticia que da respuesta a los anhelos más profundos de los hombres y  mujeres de todos los tiempos.

LA RIQUEZA DE LOS TEXTOS

Los textos litúrgicos de hoy son muy ricos, y merece la pena aprovecharlos bien. Por lo  que respecta a las lecturas, excepto la misa de la vigilia, son intercambiables las de las tres  misas previstas: noche, alba y día. Dado que la gente participa tan sólo en una de las misas,  lo mejor podría ser elegir un sólo modelo de lecturas. Por ejemplo, una primera lectura de  Isaías, que en todos los casos anuncia una buena noticia para el pueblo (personalmente,  me inclinaría por la de la noche, un magnífico poema que canta al niño que es luz para el  pueblo que caminaba en la oscuridad). Una segunda lectura de san Pablo a Tito, la de la  noche o la del alba, que en ambos casos habla de la manifestación del amor y de la bondad  de Dios hacia la humanidad. Y el evangelio que podría ser el relato seguido de la narración  de Lucas, uniendo el texto de la noche y el del alba (el prólogo de Juan, previsto para la  misa del día, más reflexivo y profundo, ya será proclamado el domingo 2 después de la  Navidad).

El relato del nacimiento y de la adoración de los pastores nos permite fijamos en los  personajes y en sus reacciones, que son paradigma para nosotros. Sobre todo, la sencillez  de los protagonistas: la bueria noticia es para todos, pero los que mejor la reciben son la  gente sencilla, disponibles y acogedores del amor de Dios. Para ellos el mensaje del ángel  es motivo de alegría y de luz para sus corazones. Y también el canto de los ángeles nos  invita a entonar una alabanza agradecida a Dios, a la vez que a proclamar nuestro deseo y  propósito de hacer posible un mundo mejor.

EL JUBILEO Y LA NAVIDAD COTIDIANA

Se inicia hoy, en Roma y en todas las Iglesias locales, la celebración del Año Jubilar, y  debemos referirnos a ello. El sentido de la Navidad en este contexto queda muy bien  reflejado en la bula de convocatoria del Jubileo, en la que el papa afirma: La Navidad de  1999 debe de ser para todos una solemnidad radiante de luz, preludio de una experiencia  particularmente profunda de gracia y de misericordia divina, que se prolongará hasta la  clausura del año jubilar, el día de la Epifanía de nuestro Señor Jesucristo, el 6 de enero  del año 2001. Cada creyente ha de acoger la invitación de los ángeles que anuncian sin  parar: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor" (Lc  2,14). Así, el tiempo de Navidad será el corazón palpitante del Año Santo, que introducirá  en la vida de la Iglesia la abundancia de los dones del Espíritu para una nueva  evangelización ("Incarnationis mysterium" n.6).

En definitiva, se trata de ayudar a entender y a vivir que el gran misterio del amor de Dios  manifestado en la encarnación que celebramos no es tan sólo el recuerdo de un  acontecimiento pasado, sino que hoy Dios sigue amándonos, hoy Jesús sigue haciéndose  presente en medio de nosotros, hoy el niño de Belén sigue naciendo en el corazón de cada  creyente, para que todos podamos llegar a ser un poco más acordes al proyecto de Dios. Y  esta experiencia de encuentro con Dios y de conversión personal hemos de vivirla  intensamente a lo largo de toda nuestra vida cotidiana, y en este año de un modo especial  somos invitados a vivirla con motivo del año jubilar.

XAVIER AYMERICH
MISA DOMINICAL 1999, 16, 35-36


10. NV/SENTIDO NV/ESPERANZA

Navidad es algo más que un estado de ánimo consolador. En este día, en esta santa  noche, se trata del Niño, del único Niño. Del Hijo de Dios que se hizo hombre, de su  nacimiento. Todo lo demás o vive de ello o bien muere y se convierte en ilusión. Navidad  quiere decir: Él ha llegado, ha hecho clara la noche. Ha hecho de la noche de nuestra  oscuridad, de nuestra ignorancia, de la noche de nuestra angustia y desesperación una  noche de Dios, una santa noche. Eso quiere decir Navidad. El momento en que esto  sucedió, realmente y por todos los tiempos, debe seguir siendo realidad, a través de esta  fiesta, en nuestro corazón y en nuestro espíritu.

KARL RAHNER
EL AÑO LITURGICO
HERDER/Pág. 14


11. HOY/NV

Recordemos las palabras del poeta místico: "Aunque Cristo nazca mil veces en Belén,  mientras no nazca en tu corazón, estarás perdido para el más allá: habrás nacido en vano"

Angelus Silesius


12. La verdadera felicidad

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Cipriano Sánchez

Hoy celebramos el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios. Y yo me pregunto si ya hemos sido capaces de reflexionar sobre lo que verdaderamente significa tener una “Feliz Navidad”.

Si fuéramos a una comunidad marginada y viéramos cómo pasan la Navidad muchas personas, seguramente diríamos: “Pobre gente, no tienen nada para poder pasar una Feliz Navidad”. ¿Creo yo que tener una Feliz Navidad necesariamente significa tener comida, bebida, música, luces de colores y a toda mi familia alrededor?

Cuando uno lee el Evangelio se da cuenta que tener una Feliz Navidad significa otra cosa muy distinta, que no necesariamente excluyo lo anterior, ya que uno se la puede pasar muy bien con comida, bebida, música, luces de colores y con la familia, pero también se la puede pasar muy mal.

El Evangelio nos dice: “Mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en el mesón. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: ‘No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre’. De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: ‘¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad’! Se fueron los pastores a toda prisa y encontraron a María, a José y al Niño, recostado en el pesebre. Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado”.

En este pasaje nos damos cuenta que no puede existir una Feliz Navidad sin haber hecho una profunda y seria experiencia de Cristo. Y, a lo mejor, todos los agujeros que hay en tu corazón, todas las resquebrajaduras que hay en tu existencia, todos los miedos que hay en tu alma, se deben a que no ha habido un ángel que te diga: “Feliz Navidad. Hoy te ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.

Cada uno tendría que preguntarse con mucha seriedad si ya ha hecho esta profunda y seria experiencia de Cristo. Porque, pudiera ser que por diferentes causas, nos pudiéramos haber olvidado dónde está la auténtica felicidad. ¿No has buscado la felicidad en muchas partes y no la has encontrado? ¿Por qué te empeñas en buscarla donde no está? ¿Por qué no quieres ir a Belén como los pastores? ¿Por qué te da miedo?

A todos nos puede costar mucho encontrar a este Niño en un pesebre. Nos puede doler descubrir que es en la pequeñez, en la debilidad donde está la experiencia de Cristo.

Yo estoy seguro que a través de la vida de todos Dios se ha cruzado muchas veces, pero como lo ha hecho como un niño envuelto en pañales y recostado sobre un pesebre, no hemos sabido reconocerlo, con lo que hemos perdido la oportunidad de encontrarnos con Cristo.

Nunca olvidemos que generalmente no es en lo espectacular donde Dios Nuestro Señor se va a encontrar contigo, sino que lo va a hacer donde pensarías que Él no puede estar: en la pequeñez, en la pobreza, en la debilidad, en la humildad, en el abandono, en la humillación.

Para tener una Feliz Navidad es necesario tomar la decisión de encontrarse y hacer la experiencia del Cristo del Evangelio. Porque haces la experiencia de Cristo, o no encontrarás la felicidad, aunque tengas muchas otras cosas.

Yo les invito a que se hagan la siguiente pregunta: ¿Por qué no soy completamente feliz? Y pudiera ser que no eres completamente feliz porque no tienes lo más importante: la experiencia de Cristo. No has vivido la experiencia de Cristo, el encontrarte con un Niño envuelto en pañales y recostado sobre un pesebre.

¿Cuántas veces te ha invitado Cristo a encontrarte con Él en un pesebre? Y cuántas veces tu les has dicho: “Al ratito...; luego...; no quiero...; de esa forma no se me da la gana...”. Con lo que has hecho de la experiencia una conveniencia. Y cuando hacemos de la experiencia una conveniencia, tengamos por cierto que no podremos encontrarnos con Cristo.

Pidámosle al Señor que nos conceda la gracia de experimentar a Cristo, permitiéndole llegar a nuestras vidas como Él quiere llegar, para que así podamos tener una Feliz Navidad.