SUGERENCIAS

 

1. 

1. EN EL CORAZÓN DE LA FE

"Y vosotros ¿quién decís que soy yo? " (3. lectura). Este interrogante puede ser el punto de partida. Tiene la ventaja, de situarnos en el centro de la fe. Seria interesante que la homilía diera al interrogante una dimensión personal, de manera que toque el "sentir" de los presentes. En realidad hay que ofrecer esta gran pregunta como postuladora de una opción personal-radical.

De todas maneras, la pregunta podría obtener una profundidad total: Cristo continúa presente en la Iglesia; ésta es Cristo vivo. La respuesta de la fe es una respuesta a la Iglesia. La respuesta no es fácil. Todos los pastores sabemos por experiencia la dificultad de aceptar la mediación eclesial; con facilidad se acepta a Dios y a Cristo, pero la Iglesia... Convendría hacer notar que no hay ninguna diferencia entre Cristo y la Iglesia, ya que ésta es el Cuerpo de Cristo. Por eso hay que señalar que la comunidad eclesial es la plenitud de las esperanzas, la guía que nos conduce hacia la realización, es la salvación... Sin ella no es posible la fe. Nos hace presente el amor del Padre, en tanto que instrumento (sacramento) universal de la salvaci6n.

Muchas veces nos cuesta creer que la salvación pasa por la Iglesia. Pero el acto de fe tiene por objeto una Iglesia guiada por hombres que, como nosotros, tienen muchos defectos.

A pesar de todo, el problema no queda situado en un nivel jerárquico. También es muy difícil creer en la comunidad cristiana. ¡Creer que mis hermanos son el Cuerpo de Cristo!. Aquí emerge el problema de la aceptación mutua. Por lo menos nos hemos de repartir las culpas entre todos. Y mutuamente hemos de invitarnos a creer los unos en los otros. No se trata de administrar narcóticos o de obviar las verdaderas preguntas, pero sí de hacer un esfuerzo para valorar la buena voluntad de todos, descubrir cómo podemos ayudarnos a luchar con alegría y confianza mutuas, considerando todos el peso de la propia pobreza.

La fe en la iglesia es algo tan vital, que no tiene ningún sentido sin esta comunidad. Sería bueno insistir en la tentación de abandonarla. Y, sin negar ninguna verdad, hablar de ella en términos de amor filial y en sentido de familia. No estaría mal repasar lo que hemos recibido de la Iglesia. Cualquiera puede pensar, que también, muchas veces, en el interior de la misma ha encontrado el buen samaritano. Aunque esto no arregle los problemas eclesiales, sí que se debe hablar de un aumento del sentido de familia en la Iglesia y del pecado que lleva consigo por culpa de todos los que la formamos. No, no hay que hacer apologética barata, pero tampoco hemos de ser parciales.

2. DOS HOMBRES DE TALLA ESPIRITUAL

No podemos omitir una consideración a las figuras de Pedro y Pablo. En resumidas cuentas, apóstoles, ellos, fundamento de la Iglesia, demuestran su grandeza en el sufrimiento (que es la suprema prueba de la vida). No vivieron un cristianismo alienante; su existir fue duro y conocieron muchas tensiones. Una vez dado el sí a Jesucristo, no se hicieron atrás. Entregaron la vida por la comunidad (por el Cuerpo de Cristo, por Cristo). Se puede notar como en el sufrimiento, a semejanza de Cristo, recibieron el consuelo del ángel y se dieron cuenta de la salvación.

Pablo (2. lectura), hombre de tierno corazón bajo formas exteriores duras, está próximo a la muerte, pero no tiene miedo, no se arrepiente de nada, sino que está contento de haber luchado y de haber aguantado firme en la fe. Es el Señor quien le ha ayudado y le ha dado fuerzas para anunciar el mensaje.

J. GUITERAS
MISA DOMINICAL 1975, 13-3


2.

En esta fecha, tan tradicional en el calendario litúrgico, la Iglesia entera vuelve sus ojos hacia los dos apóstoles que son columnas de la Iglesia. Celebrar a San Pedro y a San Pablo es reconocer que nuestra fe está fundamentada en ellos.

También en este día la Iglesia católica vuelve sus ojos y su corazón hacia el nuevo Pedro, que es el Papa de Roma, que continúa el ministerio apostólico de confirmar en la fe a los hermanos.

Sorprende un tanto la lectura de los Hechos de los Apóstoles, en la que aparece un Pedro débil, atado, encarcelado y perseguido por predicar el evangelio, que de repente se ve libre de las cadenas para proseguir su misión apostólica.

Celebramos al Pedro de la fe intrépida, que confiesa que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios y el Mesías, y a la vez recordamos al Pedro de la negación, que en los momentos difíciles y trágicos de la pasión del Señor dijo por tres veces que no conocía Jesús. A través del camino paradójico de la negación y de la caída, Pedro purifica y fortalece su fe para constituirse en roca firme para sus hermanos. Todos los que estamos metidos en la barca de Pedro con la esperanza de llegar al puerto de eternidad y de luz, a ejemplo de San Pedro, tenemos que entender que la fe es un riesgo, que a pesar de nuestras debilidades y negaciones, lavadas con lágrimas de conversión purificadora, debemos ser columnas y signos de fe en el mundo de hoy, anunciando que Jesús de Nazaret es el Salvador de los hombres.

Andrés Pardo


3. Para orar con la liturgia

Porque en los apóstoles Pedro y Pablo
has querido dar a tu Iglesia un motivo de alegría:
Pedro fue el primero en confesar la fe,
Pablo, el maestro insigne que la interpretó;
aquél fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel,
éste la extendió a todas las gentes.

De esta forma, Señor,
por caminos diversos,
ambos congregaron la única Iglesia de Cristo,
y a ambos, coronados por el martirio,
celebra hoy tu pueblo con una misma veneración.


4. 

La iniciación a la vida litúrgica según el Catecismo de la Iglesia Católica

"La única Iglesia de Cristo..., Nuestro Salvador, después de su resurrección, la entregó a Pedro para que la pastoreara. Le encargó a él y a los demás apóstoles que la extendieran Pedro y los obispos en comunión con él (LG 8)" (n. 816; cf. n. 834).

"Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de salvación, puede alcanzarse la plenitud total de los medios de salvación. Creemos que el Señor confió todos los bienes de la Nueva Alianza a un único colegio apostólico presidido por Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra; al cual deben incorporarse plenamente los que de algún modo pertenecen ya al pueblo de Dios (UR 3)" (n. 816).


5. Un día para orar por el Papa

Colecta en favor de la Santa Sede

La Iglesia celebra este domingo, festividad de San Pedro y San Pablo, el Día del Papa. Todos los católicos del mundo nos unimos a esta celebración porque el Romano Pontífice es para nosotros, como dice el Concilio Vaticano II, "el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles" (LG 23). Jesús edificó sobre la Roca de Pedro a todos los obispos de Roma y por eso vemos en el Santo Padre la imagen cercana, segura y querida de Cristo Buen Pastor entre nosotros. Desde estas páginas invitamos a todos los fieles a rezar por las intenciones de Su Santidad y les recordamos que la colecta -el tradicional Óbolo de San Pedro- de este último domingo de junio, va destinada a sufragar los servicios pastorales de la Santa Sede, de los que salen beneficiadas todas las diócesis del mundo. Los católicos tenemos una ocasión para colaborar con el ministerio apostólico del Papa. Pidamos por él y ayudémosle con nuestra limosna.


6. 

La Iglesia dedica este domingo a pedir por el Papa y a ayudar a la Santa Sede con una colecta

La Iglesia celebra este domingo el Día del Papa al coincidir con la festividad de San Pedro y San Pablo. Todos los católicos del mundo nos unimos a esta celebración, porque el Romano Pontífice es para nosotros, como dice el Concilio Vaticano II, "el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles" (LG 23). Jesús edificó sobre la Roca de Pedro a todos los obispos de Roma y por eso vemos en el Santo Padre la imagen más cercana, más segura y más querida de Cristo Buen Pastor entre nosotros.

Ofrecemos a nuestros lectores una reseña biográfica del actual Papa, Juan Pablo II que en sus 19 años de pontificado ha batido récords en su actividad , magisterio y dedicación al servicio de la Iglesia. Invitamos, al mismo tiempo, a todos los fieles a rezar por las intenciones de Su Santidad y les recordamos que la colecta -el tradicional Óbolo de San Pedro- de este último domingo de junio, va destinada a sufragar los servicios pastorales de la Santa Sede, de los que salen beneficiadas todas las diócesis del mundo. Los católicos tenemos una ocasión para colaborar con el ministerio del Papa. Pidamos por él y ayudémosle con nuestra limosna.

Juan Pablo II festejaba hace poco más de un mes - el 18 de mayo- su 77 cumpleaños con una visita pastoral a la parroquia romana de San Atanasio, ya que ante todo es el Obispo de Roma; además ésta es una de sus actividades preferidas pues le hacen mantener el contacto directo con sus fieles, como le ocurre a cualquier obispo diocesano en las visitas pastorales a las parroquias de su diócesis. Desde el comienzo de su pontificado, el 16 de octubre de 1978, ha visitado 258 de las 328 parroquias que funcionan actualmente en la Urbe.

Estas visitas suelen tener el mismo programa, preparado antes con un encuentro con su Vicario para la Urbe, el cardenal Ruini, el obispo auxiliar de la zona donde está enclavada la parroquia y el párroco y sus vicarios. Todo se desenvuelve en un clima familiar, y en esta ocasión, nada más llegar al templo parroquial de San Atanasio, Juan Pablo II fue homenajeado con canciones polacas. Los jóvenes entonaron "Sto Lat" en polaco y el Papa explicó que esas palabras significan que le desean "100 años", y añadió con humor: "Eso significa que todavía me faltan veintitrés ". Un niño contó que el día de su cumpleaños, su madre siempre le pide que haga un propósito, y preguntó al Papa: "-¿Qué propósito harás tú?". "-Intentaré ser más bueno", respondió Juan Pablo II. Y recordó también que nació "entre las cinco y las seis de la tarde. Casi a la misma hora, 58 años después, fui elegido Papa".

Una historia singular

Sembrar el bien es lo que ha venido haciendo este hombre singular en unas circunstancias personales e históricas nada fáciles, siendo su persona fundamental para explicar casi el último cuarto de siglo de la Iglesia y de Europa.

Karol Józef Wojtyla, conocido como Juan Pablo II desde su elección como Papa en octubre de 1978, nació en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Era el segundo de los dos hijos de Karol Wojtyla y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929 mientras daba a luz a su tercer hijo, que nació muerto. Su hermano mayor Edmund, que era médico, murió en 1932, y su padre (suboficial del Ejército), en 1941.

A los 9 años Karol hizo la Primera Comunión y a los 17 recibió la Confirmación. Terminados los estudios de enseñanza media en la escuela Martin Wadowita de Wadowice, se matriculó en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro. Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania.

A partir de 1942, sintiendo la vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el cardenal Adam Stefan Sapieha. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del "Teatro Rapsódico", también clandestino.

Tras la II Guerra Mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal el 1 de noviembre de 1946. Seguidamente, fue enviado por el cardenal Sapieha a Roma, donde, bajo la dirección del dominico francés Garrigou-Lagrange, se doctoró (1948) en teología en el "Angelicum", con una tesis sobre La fe en las obras de San Juan de la Cruz. En aquel período aprovechó sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda.

En 1948 volvió a Polonia, y fue coadjutor en diversas parroquias de Cracovia y capellán de los universitarios hasta 1951, cuando reanuda sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la Universidad Católica de Lublin una tesis titulada Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler. Después pasó a ser catedrático de Teología Moral y Etica Social en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin.

El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII obispo auxiliar de su ciudad, Cracovia, recibiendo la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo Baziak. El 13 de enero de 1964 fue nombrado arzobispo de Cracovia por el Papa Pablo VI, quien le hizo cardenal en 1967.

Además de participar en el Concilio Vaticano II (1962-65), con una contribución importante en la elaboración de la constitución pastoral Gaudium et spes, el cardenal Wojtyla tomó parte activa en todas las asambleas del Sínodo de los Obispos, como signo de su preocupación por todas las Iglesias y vivencia de la colegialidad episcopal.

Gran capacidad de trabajo y apostolado

En cuanto a su magisterio y actividad pastoral, este Papa pasará a la historia por su gran espíritu de trabajo y empeño evangelizador, batiendo récords por la cantidad de sus escritos, viajes, etc:

Entre sus documentos principales se incluyen: 12 Encíclicas, 10 exhortaciones apostólicas, 9 constituciones apostólicas y 34 cartas apostólicas. Juan Pablo II también ha publicado dos libros que han sido auténticos éxitos editoriales: Cruzando el umbral de la esperanza (1994) y Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal (1996). El Papa actual también tiene en su cuenta haber celebrado, hasta el presente, 99 ceremonias de beatificación -en las que ha proclamado 768 beatos- y 31 canonizaciones -con un total de 276 santos-. Ha celebrado además 6 consistorios, durante los cuales ha nombrado 137 cardenales, lo que ha supuesto una gran renovación y universalización de sus componentes. También ha presidido 5 asambleas plenarias del Colegio Cardenalicio.

Desde 1978 hasta hoy, y como expresión de colegialidad, el Sínodo de los Obispos, convocado por Juan Pablo II, ha celebrado 5 asambleas generales ordinarias, una general extraordinaria, 3 asambleas especiales y un sínodo particular.

Desde el comienzo de su pontificado en 1978, Juan Pablo II ha realizado 78 viajes pastorales fuera de Italia, y 126 por el interior de este país.

A parte de las audiencias multitudinarias de los miércoles con miles y miles de fieles, el Santo Padre ha mantenido más de 900 reuniones y audiencias con personalidades políticas, entre ellas, 35 visitas oficiales de Jefes de Estado; otras 507 audiencias y reuniones también con Jefes de Estado; y 161 audiencias con Primeros Ministros.


7.

Los textos litúrgicos de esta fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo nos ofrecen suficientes ideas para hacer una reflexión sobre lo que la memoria de los mismos supone para cualquier comunidad cristiana que celebre la eucaristía en comunión con la Iglesia. La oración colecta pone de relieve la dimensión magisterial de los santos apóstoles y la urgencia de permanecer fieles a la misma, por eso pide al Padre: "...haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana".

La oración sobre las ofrendas nos recuerda que los santos apóstoles no pertenecen sólo al pasado, sino que siguen estando presentes en la misión de la Iglesia por la eficacia actual de la intercesión de los santos. Por eso, pide : "Haz, Señor, que la oración de tus apóstoles acompañe esta ofrenda....nos vuelva agradables a ti..." La tercera oración la poscomunión- nos sitúa en el corazón de la primitiva comunidad apostólica en la que ve un ejemplo a imitar, por lo que hace esta súplica: "Concede... la gracia de vivir de tal modo en tu Iglesia que, perseverando en la fracción del pan y en la doctrina de los apóstoles, tengamos un sólo corazón y una sola alma, arraigados firmemente en su amor".

El prefacio da gracias al Padre por el don que ha supuesto para la Iglesia los carismas con los que, por caminos distintos, los dos apóstoles sirvieron a la expansión de la Iglesia : "Pedro fue el primero en confesar la fe. Pablo, el maestro insigne que la interpretó, aquel fundó la primitiva iglesia con el resto de Israel, este la extendió a todas las gentes".

Antonio Luis Martínez
Semanario "Iglesia en camino"


8.

Colaboremos con el Sucesor de Pedro

El próximo 29 de junio celebra la Iglesia la solemnidad de San Pedro y San Pablo. La Iglesia une en una misma celebración a los dos apóstoles, columnas de la Iglesia y heraldos del Evangelio. Pablo recibió del mismo Cristo resucitado la misión evangelizadora que él realizó en plena comunión con Pedro y con los demás apóstoles (Gál 1, 18; 2,1-2.9). Sobre Pedro en el Nuevo Testamento hay muchos datos, desde su llamada al seguimiento de Jesús (Jn 1,35-42), su confesión de fe en Jesucristo como Mesías, Hijo de Dios vivo, en nombre de los Doce (Mc 8,29; Mt 16,16) su cambio de nombre de Simón a Pedro = Roca, el haber sido elegido por Jesús para participar con Santiago y Juan en la experiencia de la trasfiguración del Señor en el Tabor (Mt 17,1), y en la oración con Jesús en Getsemani (Mt 26,37). En la primera profesión de fe se indica a Pedro como el primero a quien se apareció Jesús resucitado (1Cor 1). No hay duda de su primado entre los Doce en el día de Pascua (Gál 1,18). Es Pedro quien busca el mejor camino para que se anuncie a todos el Evangelio (Act 10-15; Gál 2). Es llamado de nuevo por Jesús resucitado para que le siga con una entrega incondicional (Jn 21,15-23). Como tiene que confirmar a sus hermanos en la fe (Lc 22,3-12), su misión es continuada por sus sucesores, hasta el final de los tiempos, hasta que el Señor vuelva de forma gloriosa.

La autoridad que el Señor concedió a Pedro está presente en el obispo de Roma, sucesor de Pedro en la misión apostólica. Pedro fue elegido por el Señor como piedra fundamental de su Iglesia. Cristo le entregó las llaves del Reino de los cielos, de modo que "lo que atares sobre la tierra, quedará atado en el cielo y cuanto desatares sobre la tierra, quedará desatado en los cielos" (Mt 16,19). Cristo lo instituyó pastor de todo su rebaño (Jn 21,1S-17). También los demás apóstoles recibieron la potestad de atar y desatar, que han de ejercer unidos a su Cabaza visible, Pedro y al sucesor de Pedro. El Concilio Vaticano II resume la doctrina de la Iglesia con esta fórmula: El Obispo de Roma, sucesor de Pedro, "es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como la muchedumbre de los fieles" (LG n.23; Cfr LG n.22).

Es muy conveniente, para el bien espiritual de los fieles cristianos y para clarificar ante los no creyentes la identidad de la Iglesia Católica, recordar cada año algún aspecto de la misión que corresponde al Papa en su servicio a la Iglesia universal, como sucesor de Pedro en el ministerio apostólico. Esto nos debe llevar a dar gracias a Dios por el don de su Iglesia tal como ha querido establecerla por medio de su Hijo Jesucristo, a orar por el Papa, como ya hacía la Iglesia primitiva, a mostrar nuestra adhesión a su ministerio, recibido del Señor, y nuestro amor a su persona. No debe faltar nuestra colaboración económica. Los obispos debemos promover la ayuda de todos a la Sede Apostólica, especialmente por medio de la colecta tradicionalmente llamada del "óbolo de San Pedro". Nos unen al Papa especiales vínculos de amor y unidad para colaborar con él, también en este aspecto, para el ejercicio de su misión de servicio a toda la Iglesia (CIC 1.271).

+Elías Yanes
Arzobispo de Zaragoza y presidente
de la Conferencia Episcopal Española


9. HOY ES FIESTA GRANDE

Celebramos los que nos han iniciado en la fe. Pedro y Pablo "fueron fundamento de nuestra fe cristiana", como reza la oración colecta de la misa del día. O, como dice la colecta de la misa de la vigilia, Dios entregó a la Iglesia las primicias de la obra de la salvación mediante su ministerio apostólico. Por eso es una fiesta importante, una "solemnidad".

Y es que Pedro y Pablo no son unos santos como los demás. Ni unos entre los apóstoles. Sí que son unos entre los hermanos. El Señor les llama de entre los hombres. Por ningún mérito especial. Pedro era pescador, como muchos otros (su hermano y su padre también lo eran); Pablo era perseguidor de la Iglesia, una persona que nosotros nunca hubiéramos escogido, seguramente. Es la misión que el Señor les confía lo que hace que no sean unos santos como los demás. La misión de ser testigos de su resurrección, de hacer que esta buena nueva llegue a todos los pueblos, para reunir a todos quienes le acojan -sin que pierdan su diversidad- en un solo pueblo, para conducirles por "el camino de la salvación eterna".

JOSEP M. ROMAGUERA
MISA DOMINICAL 1999, 9, 13